Ali Abunimah,The
Electronic Intifada, 18/8/2021
Traducido
del inglés por Sinfo Fernández
Ali Abunimah (Washington, 1971) es un periodista usamericano de origen palestino, cofundador del sitio web The Electronic Intifada y autor de The Battle for Justice in Palestine, publicado por Haymarket Books. También ha escrito
El rápido colapso del régimen-títere instalado por USA en Afganistán será recordado durante décadas como un momento decisivo en el declive del poder imperial usamericano.
Las escenas de caos y desesperación en el aeropuerto de Kabul se comparan con la humillante retirada de USA de Saigón en 1975, tras más de una década de matanzas en Vietnam, Camboya y Laos.
La precipitada retirada usamericana de Afganistán recuerda asimismo la humillante retirada de Israel del sur del Líbano en 2000, después de que dos décadas de brutal ocupación israelí no consiguieran aplastar la resistencia local. Aunque Israel confiaba en que su apoderado, el Ejército del Sur del Líbano, se quedara para hacerle el trabajo sucio, la milicia colaboracionista se derrumbó de inmediato, y sus miembros huyeron a Israel, al igual que el presidente afgano Ashraf Ghani huyó de su capital, al parecer con las maletas llenas de dinero.
La invasión de Afganistán dirigida por USA fue la primera de sus dos guerras de venganza tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Le siguió la invasión de Iraq en 2003.
Estas guerras costaron billones de dólares, al menos 800.000 vidas directas y un sufrimiento inconmensurable.
A esto hay que añadir el número de víctimas, la devastación y el coste de la “guerra contra el terror” de USA y las guerras de cambio de régimen y por delegación en Siria, Libia, Yemen y en todo el mundo.
Sin embargo, Iraq y Afganistán, en particular, se erigen como monumentos descarnados de la incapacidad de USA para imponer plenamente su voluntad imperial.
La invasión de Iraq se presentó como necesaria para destruir unas armas de destrucción masiva inexistentes y para instaurar la democracia y los derechos humanos. El ataque a Afganistán se justificó como necesario para liberar a las mujeres afganas.
Estas justificaciones eran, por supuesto, propaganda para el consumo público.