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20/02/2024

“A los grandes hombres, la patria agradecida”: la nueva panteonada de Macron

Así, el 21 de febrero, dos nuevos “metecos” entrarán en el Panteón: Missak y Mélinée Manouchian, armenios, apátridas, comunistas y combatientes de la Resistencia, se unirán a Joséphine Baker, Simone Veil y otros 80 “grandes hombres” (entre ellos, 8 mujeres) en este “templo republicano” cuya cúpula está coronada por una cruz cristiana, en el más puro espíritu del laicismo a la francesa.

Una cruz cuyas apariciones y desapariciones han seguido los cambios de régimen de los últimos 244 años. La Convención de 1791 convirtió la iglesia de Sainte-Geneviève , construida antes de la Revolución, en un “Panteón” inspirado en el Panteón de Roma, para enterrar a Mirabeau, Voltaire, Rousseau, Descartes y otros. Napoleón I la transformó en iglesia, Luis Felipe volvió a secularizarla en 1830, antes de que Napoleón III la convirtiera en lugar de culto cristiano, luego la Comuna de París aserró los  brazos de la cruz, colgando en ella una bandera roja. El Orden moral instaurado por los versalleses, que masacraron a los comuneros -uno de los cuales, el periodista Jean-Baptiste Millière, fue fusilado de rodillas en la escalinata del Panteón-, restauró la cruz, y en 1885 la República enterró allí a Víctor Hugo con gran pompa y ceremonia. El que había escrito en 1852 en su panfleto Napoleón el pequeño: “Él [Napoleón III] clavó un clavo sagrado en el muro del Panteón y colgó de este clavo su golpe de Estado”.

Y ninguna de las repúblicas que se han sucedido desde entonces se ha preocupado por la presencia de esta cruz en lo alto del “Templo”. La cruz tampoco molesta a los francmasones que convencieron a Macron para que honrara a esos dos terroristas apátridas, Missak y Mélinée.

Así pues, nuestros dos armenios serán homenajeados el miércoles en presencia de Madame Le Pen, que acaba de acoger en las filas de su partido a Fabrice Leggeri, que dimitió de su cargo de director de la agencia Frontex en 2022 para evitar los inconvenientes de una investigación sobre sus prácticas ilegales de devolución de solicitantes de asilo a sus países y se prepara para un cómodo final de su carrera como eurodiputado.

Si los Manouchian y sus camaradas polacos, italianos, españoles, húngaros y rumanos hubieran vivido en la Europa del siglo XXI, probablemente no habrían sido fusilados, sino simplemente internados en centros de detención y enviados de vuelta en chárteres a los infiernos de los que habían huido. Si Macron hubiera verdaderamente querido honrar a los metecos FTP-MOI (Francotiradores y Partisanos- Mano de Obra Inmigrada) que murieron por Francia, debería haber incluido en el Panteón a los 23 mártires del 21 de febrero de 1944, como pedían los firmantes del llamamiento que figura a continuación. Pero era pedirle demasiado-FG

“Missak Manouchian debería ir al Panteón con todos sus compañeros”

Colectivo,  Le Monde, 23/11/2023

Mientras que los resistentes Missak y Mélinée Manouchian entrarán en el Panteón el 21 de febrero de 2024, sus 22 compañeros del grupo FTP-MOI también merecen este honor, afirma un colectivo de descendientes de estos mártires e intelectuales, entre ellos Costa-Gavras, Delphine Horvilleur, Patrick Modiano, Edgar Morin y Annette Wieviorka, en una tribuna publicada en Le Monde.

 

Mural del pintor Popof en homenaje al grupo Manouchian, esquina de la rue du Surmelin y la rue Darcy, Ménilmontant, París 20 (Foto Marie-José PL)

Señor Presidente de la República, le escribimos esta carta con la esperanza de evitar una injusticia. El 18 de junio anunció usted su decisión de que los restos mortales de Missak Manouchian y su esposa, Mélinée, fueran trasladados al Panteón en febrero de 2024, con motivo del octogésimo aniversario del martirio del grupo de resistencia contra la ocupación nazi y sus colaboradores franceses. El 21 de febrero de 1944, veintidós hombres fueron fusilados en el Mont-Valérien. La única mujer de su red fue decapitada en Stuttgart el 10 de mayo de 1944.

Retrato de Manouchian en la prisión de Fresnes, por Christian Guémy alias C215

Nos alegramos de su decisión. Con ella se pone fin a un largo periodo de olvido y se reconoce la contribución decisiva de los resistentes internacionalistas a la liberación de Francia y al restablecimiento de la República. Manouchian y sus compañeros pertenecían a los Francotiradores y partisanos – Mano de obra emigrada (FTP-MOI), una unidad de la Resistencia comunista compuesta en su mayoría por extranjeros, refugiados e inmigrantes. “Veintitrés extranjeros y, sin embargo, nuestros hermanos”, recordaba Louis Aragon al homenajearlos en su poema “L'Affiche rouge” [El cartel rojo], en el que evocaba sus nombres “difíciles de pronunciar”.

Plaza Henri-Krasucki, distrito 20 de París

En estos tiempos inciertos, en los que se ciernen nuevas sombras, en los que amenazan la xenofobia, el racismo, el antisemitismo y todas las formas de rechazo del otro, del extranjero y del diferente, este homenaje patriótico y republicano es un mensaje de fraternidad que recuerda que Francia siempre ha estado hecha del mundo, de la diversidad de sus pueblos y de la pluralidad de sus culturas gracias a la contribución de todas sus comunidades de origen extranjero. Es, sobre todo, un mensaje universal que subraya hasta qué punto los ideales de igualdad de derechos, sin distinción de nacimiento, credo o apariencia, proclamados inicialmente por la Declaración de los Derechos Humanos de 1789, por los que Manouchian y sus compañeros dieron su vida, pueden inspirar al mundo entero.

 

Sin olvidar a ninguno

Señor Presidente, es este mensaje el que se contradice con la decisión de incluir a Missak y Mélinée Manouchian, y sólo a ellos, en el Panteón. Probablemente ellos mismos no lo habrían entendido ni deseado. Aislar un solo nombre es romper la fraternidad de su colectivo militante. Distinguir a una sola comunidad es herir el internacionalismo que los animaba. Este grupo de resistentes comunistas no puede reducirse a Manouchian, que ciertamente, fue su jefe militar antes de que la propaganda alemana lo promocionara como jefe de una banda criminal. Y el símbolo que justamente representa para nuestros compatriotas de la comunidad armenia es indisociable de todas las demás nacionalidades y comunidades que compartieron su lucha y su sacrificio.

Señor Presidente, esperamos haberle convencido de que Missak Manouchian no puede entrar solo en el Panteón, aunque le acompañe su esposa. Son los veintitrés, todos juntos, los que componen la profundidad de esta historia, su historia que se ha convertido en nuestra historia, la historia de Francia, pasada y presente. Los veintitrés, sin olvidar ni uno solo: judíos polacos, republicanos españoles, antifascistas italianos y muchos otros.

Por eso le pedimos que se asegure de que le acompañen sus veintidós camaradas: el armenio Arpen Manoukian, el español Celestino Alfonso, los italianos Rino Della Negra, Spartaco Fontanot, Cesare Luccarni, Antoine Salvadori y Amedeo Usseglio, los franceses Georges Cloarec, Roger Rouxel y Robert Witchitz, los húngaros Joseph Boczov, Thomas Elek y Emeric Glasz, los polacos Maurice Füngercwaig, Jonas Geduldig, Léon Goldberg, Szlama Grzywacz, Stanislas Kubacki, Marcel Rajman, Willy Schapiro y Wolf Wajsbrot, y la rumana Olga Bancic.

Fueron veintitrés, “veintitrés que gritaron por Francia al caer”-otra vez Aragón-, veintitrés que hablaron de nuestra patria común, de su riqueza y de su fuerza. Veintitrés que, en un momento de reconocimiento nacional, son indisociables.

Firmado por : Juana Alfonso, nieta de Celestino Alfonso; Patrick Boucheron, historiador, profesor en el Collège de France; Michel Broué, matemático; Patrick Chamoiseau, escritor; Costa-Gavras, cineasta, Presidente de la Cinémathèque française; Elise Couzens y Fabienne Meyer, primas hermanas de Marcel Rajman; Michel, Patrice e Yves Della Negra, sobrinos de Rino Della Negra; René Dzagoyan, escritor; Jean Estivil, sobrino de Celestino Alfonso; André Grimaldi, profesor emérito de Medicina; Anouk Grinberg, actriz y artista; Jean-Claude Grumberg, escritor y director teatral; Yannick Haenel, escritor; Delphine Horvilleur, rabina y escritora; Serge y Beate Klarsfeld, historiadores; Mosco Levi Boucault, director de cine; Patrick Modiano, escritor, Premio Nobel de Literatura; Edgar Morin, sociólogo y filósofo; Edwy Plenel, periodista; Anne Sinclair, periodista; Thomas Stern, sobrino de Thomas Elek; Annette Wieviorka, historiadora, directora de investigación en el CNRS; Ruth Zylberman, escritora y directora.


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29/06/2023

JEAN-FRANÇOIS BAYART
¿Adónde va Francia?

 Jean-François Bayart, Le Temps, 8/5/2023
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Jean-François Bayart (Boulogne-Billancourt, 1950), especialista en sociología histórica y comparada de la política, es profesor en el IHEID de Ginebra, donde ocupa la cátedra Yves Oltramare de “Religión y política en el mundo contemporáneo”. También es titular de la Cátedra de Estudios Africanos Comparados de la Universidad Politécnica Mohamed VI (Rabat). Es autor de varios ensayos, entre ellos L'Illusion identitaire (Fayard, 1996) y Le Gouvernement du monde (Fayard, 2004). Ha publicado L'impasse national-libérale, Globalisation et repli identitaire (La Découverte, 2017) y L'énergie de l'État, Pour une sociologie historique et comparée du politique (2022). Publicaciones

OPINIÓN. Según Jean-François Bayart, profesor del IHEID, Francia está entrando de lleno en el campo de las democracias “antiliberales”. Para él, Emmanuel Macron vive en una realidad paralela y juega con fuego.

 Agentes de policía armados custodian el Consejo Constitucional, poco antes de su decisión de rechazar un referéndum sobre la reforma de las pensiones. París, 3 de mayo de 2023 - © YOAN VALAT / keystone-sda.ch

¿Adónde va Francia? se pregunta Suiza. La respuesta equivocada sería detenerse en la burla culturalista de los galos eternamente descontentos. La crisis es política. Emmanuel Macron se proclama miembro del “extremo centro” encarnado a lo largo de la historia de Francia por el Directorio, el Primer y el Segundo Imperio, y diversas corrientes tecnocráticas sansimonianas. Es el último avatar de lo que el historiador Pierre Serna llama el “veneno francés”: la propensión al reformismo estatista y antidemocrático a través del ejercicio cameral y centralizado del poder.

El conflicto de las pensiones es un síntoma del agotamiento de este gobierno de extremo centro. Durante treinta años, no han faltado advertencias, que las sucesivas mayorías han desoído con un gesto de la mano, clamando corporativismo, pereza e infantilismo del pueblo. Administrada de forma autoritaria y a menudo grotesca, la pandemia de Covid-19 sirvió de prueba de choque para los servicios públicos de los que el país se enorgullecía y que, además de sus servicios, proporcionaban parte de su identidad.

Emmanuel Macron, con todo su estilo jupiteriano, está exacerbando la aporía en la que ha caído Francia. Nunca ha habido nada “nuevo” en él, y su postura de hombre “providencial” es una figura trillada del repertorio bonapartista. No puede imaginar otra cosa que el modelo neoliberal del que es puro producto, aunque sea combinándolo con una concepción cursi de la historia nacional, a medio camino entre el culto a Juana de Arco y la fantasía reaccionaria del Puy du Fou. Su ejercicio del poder es el de un niño inmaduro, narcisista, arrogante, sordo a los demás, bastante incompetente, sobre todo en el frente diplomático, cuyos caprichos tienen fuerza de ley desafiando la Ley o las realidades internacionales.

Podría ser gracioso si no fuera peligroso. La prohibición del “uso de aparatos de sonido portátiles” para evitar que los opositores armen jaleo, el acordonamiento policial de los lugares por donde transita el Jefe del Estado, el lanzamiento de campañas de rectificación ideológica contra el “wokismo”, la “teoría de género”, el “islamo-gauchisme” “islamozquierdismo”, el “ecoterrorismo” o la “ultraizquierda” son sólo algunas de las muchas pequeñas pistas que no engañan al especialista en regímenes autoritarios que soy. Francia está entrando de lleno en el campo de las democracias “iliberales”.

Un arsenal represivo a disposición de los  poderes siguientes

Algunos gritarán exageración polémica. Yo les pediría que se lo pensaran dos veces, teniendo en cuenta, en primer lugar, la erosión de las libertades civiles en nombre de la lucha contra el terrorismo y la inmigración desde hace al menos tres décadas y, en segundo lugar, los peligros que plantean desde este punto de vista las innovaciones tecnológicas en materia de control político y la inminencia de la llegada al poder de la Agrupación Nacional, a la que los gobiernos anteriores habrán proporcionado un arsenal represivo que hará superfluas nuevas leyes destructoras de libertades.

No se trata aquí de “buenas” o “malas” intenciones por parte del Jefe de Estado, sino de una lógica de situación a la que se presta y que favorece sin comprenderla necesariamente. Macron no es ni Putin ni Modi. Pero prepara el advenimiento de su clon en Francia. En el mejor de los casos, su política es la de Viktor Orban: aplicar el programa de la extrema derecha para evitar su acceso al poder.

En el contexto del hundimiento de los partidos gobernantes, un “bucanero” -por utilizar el término de Marx para referirse al futuro Napoleón III- se ha apoderado del botín electoral cuando Nicolas Sarkozy, François Hollande, Alain Juppé, François Fillon y Manuel Valls abandonan la escena. Le pareció “inteligente”, por seguir citando a Marx, destruir a la izquierda y a la derecha “al mismo tiempo” para instalarse en la comodidad de un cara a cara con Marine Le Pen. Pero Emmanuel Macron sólo fue elegido y reelegido gracias a los votos de la izquierda, ansiosa por conjurar la victoria de la Agrupación Nacional. Su programa, liberal y proeuropeo, nunca ha correspondido a las preferencias ideológicas de más de una cuarta parte del electorado, aparte del creciente número de votantes no inscritos y de abstencionistas que socavan la legitimidad de las instituciones.

Un Presidente ciego y despectivo

A pesar de esta obviedad, Emmanuel Macron, cuya formación y trayectoria le han hecho ajeno a las realidades del “Estado profundo”, y que fue elegido por primera vez a la magistratura suprema sin haber ocupado nunca el más mínimo cargo local o nacional, ha tratado de hacer prevalecer la combinación schmittiana de “Estado fuerte” y “economía sana” promulgando sus reformas neoliberales mediante ordenanzas, pasando por encima de los organismos intermedios y de lo que él llama el “Estado profundo” de la función pública, apoyándose en consultorías privadas o en consejos a-constitucionales como el Consejo de Defensa, reduciendo a Francia al estatus de “nación start-up” y dirigiéndola como un jefe que desprecia a sus empleados, los “galos refractarios”.

El resultado no se hizo esperar. El hombre que quería apaciguar a Francia provocó el movimiento social más grave desde mayo del 68, los Gilets jaunes [Chalecos amarillos], cuyo espectro sigue persiguiendo a la familia Macron. Con la mano en el corazón, Emmanuel Macron aseguró, al comienzo de la pandemia de Covid-19, que comprendía que no todo podía entregarse a las leyes del mercado. En varias ocasiones, prometió haber cambiado para calmar la indignación provocada por su arrogancia. Sin embargo, enseguida demostró que era incapaz de hacerlo. Mantuvo su rumbo neoliberal y se alió con Nicolas Sarkozy en 2022 para imponer una reforma financiera de las pensiones a pesar de la persistente oposición de la opinión pública y de todos los sindicatos, no sin ignorar sus contrapropuestas.

Ante el nuevo movimiento social masivo que le siguió, Emmanuel Macron se refugió en la negación y el sarcasmo. Reivindicó la legitimidad democrática, repitiendo que la reforma formaba parte de su programa y que había sido adoptada por una vía institucional validada por el Consejo Constitucional.

Una realidad paralela

Salvo que: 1) Emmanuel Macron sólo fue reelegido gracias a los votos de la izquierda, hostil al retraso de la edad de jubilación; 2) el pueblo no le dio la mayoría parlamentaria en las elecciones legislativas que siguieron a la elección presidencial; 3) el proyecto de ley trataba de los “principios fundamentales de la seguridad social”, que entran en el ámbito de la legislación ordinaria, y no de un proyecto de ley de “financiación de la seguridad social” (artículo 34 de la Constitución), una cláusula adicional legislativa que permitía utilizar el artículo 49.3 para imponer el texto; 4) el Gobierno se resignó a este procedimiento porque no contaba con mayoría positiva, sino con la ausencia de mayoría para tumbarlo al final de una moción de censura; 5) el Consejo Constitucional está compuesto por políticos y altos funcionarios, no por juristas, y se preocupa menos por el respeto del Estado de Derecho que por la estabilidad del sistema, como ya demostró con su aprobación de las cuentas fraudulentas de la campaña electoral de Jacques Chirac en 1995; 6) el abuso del procedimiento parlamentario suscitó la desaprobación de numerosos constitucionalistas y fue acompañado del rechazo de toda negociación social.

Como en 2018, Emmanuel Macron responde a la ira popular con violencia policial. Las infracciones de la libertad constitucional de manifestación, el uso de técnicas policiales de confrontación y la utilización de armamento de uso militar que causa lesiones irreversibles como abrasiones y mutilaciones han llevado a Francia a ser condenada por organizaciones de derechos humanos, el Consejo de Europa, el Tribunal de Justicia Europeo y las Naciones Unidas.

Frente a estas acusaciones, Emmanuel Macron se hunde en una realidad paralela y radicaliza su discurso político. Apenas reelegido gracias a los votos de la izquierda, incluidos los de La France insoumise, sitúa a esta última fuera del “arco republicano”, cuya delimitación reivindica como monopolio. Ve la mano de la “ultraizquierda” en las protestas contra su reforma. Justifica la violencia policial alegando que es necesaria para combatir la violencia de ciertos manifestantes.

Salvo que, una vez más 1) la negativa, recurrente desde la aportación de los votos de la izquierda a Jacques Chirac en 2002 y el puenteo parlamentario del no en el referéndum de 2005, a tener en cuenta el voto de los electores cuando disgusta o procede de una familia política distinta de la propia desacredita la democracia representativa, alimenta el deletéreo abstencionismo y anima a la gente a emprender acciones directas para hacer valer sus opiniones, no sin éxito en el caso de los Gilets jaunes y los jóvenes alborotadores nacionalistas corsos, a los que se concedió lo que se había negado a sindicatos y representantes electos; 2) el incumplimiento por parte del Estado de las sentencias judiciales cuando están en juego intereses agroindustriales lleva a los ecologistas a ocupar los emplazamientos de los proyectos conflictivos, a riesgo de enfrentarse a ellos; 3) la estigmatización de una ultraizquierda cuya importancia está por demostrar va de la mano del silencio del gobierno ante las agresiones de la ultraderecha identitaria y de los agricultores productivistas que multiplican sus ataques contra los ecologistas.

“Denunciar los excesos estructurales de la policía no significa pertenecer al black bloc

No es ser "amish" y querer volver a la "luz de las velas" para cuestionar el 5G o la incoherencia del gobierno cuando usa granadas para defender megapiscinas mientras las napas freáticas del país se secan. No es ser un bloque negro para denunciar los excesos estructurales de la policía. No hace falta ser de izquierdas para diagnosticar la creciente sobreexplotación de los trabajadores a medida que se precarizan los empleos, en nombre de la lógica financiera, para identificar el desvío de bienes públicos en beneficio de intereses privados, o para deplorar la “pasta loca” repartida entre las empresas más ricas y los contribuyentes. Tampoco hace falta ser un genio para darse cuenta de que la Macronía no ama a los pobres. Su única respuesta es criminalizar las protestas. Ahora quiere disolver la nebulosa Soulèvements de la terre, patrocinada por el antropólogo Philippe Descola, el filósofo Baptiste Morizot y el novelista Alain Damasio. Cuando el ministro de Interior Gérald Darmanin oye la palabra cultura, saca su LBD [Escopeta de Balas de defensa].

En esta carrera precipitada, se dio un paso decisivo cuando el gobierno atacó a la Ligue des droits de l'homme (Liga de Derechos Humanos). Al hacerlo, el gobierno de Macron se situó fuera del “arco republicano”. Esta asociación, surgida del asunto Dreyfus, es inseparable de la idea republicana. Sólo el régimen de Pétain se atrevió a atacarla. En todo el mundo, son los Putin y los Orban, los Erdogan y los Modi, los Kaïs Saïed y los Xi Jinping quienes hacen tales comentarios. Sí, Francia se está volcando.


 Mural de Lekto en Aviñón

 

 

09/06/2023

FAUSTO GIUDICE
Annecy, Francia: un amok “en nombre de Jesucristo”

Fausto Giudice, Tlaxcala, 9/6/2023

Amok, palabra derivada del vocablo malayo amuk que significa “furia incontrolable”, se refiere a los actos cometidos por personas -generalmente hombres- que repentinamente son presa de una locura asesina y llevan a cabo ataques con arma blanca contra individuos al azar en una carrera que generalmente termina con la muerte o el suicidio del agresor. Esta forma extrema de descompensación suicida, observada en Malasia y otros países, ha sido objeto de innumerables estudios etnológicos y psiquiátricos, obras literarias - de Rudyard Kipling a Romain Gary y Stefan Zweig - y películas (al menos 9 desde 1927).


Lo ocurrido a orillas del lago de Annecy en Francia el jueves 8 de junio de 2023 es un caso típico de amok: Abdelmasih Hannoun, sirio de 31 años, apuñaló a 4 niños pequeños delante de sus horrorizadas madres, y después a dos ancianos. Un joven, Henri, de 24 años, que pasaba por allí, intentó detenerle con su mochila, pero no lo consiguió. Eso fue todo lo que necesitó este estudiante de marketing, que actualmente recorre las catedrales de Francia, para convertirse en el “héroe de la mochila” de las llamadas redes sociales. La policía fue alertada e intervino, poniendo fin a la alocada carrera, sin matar al asaltante, disparándole en las piernas.

“Tal y como están las cosas, no tenemos pruebas que sugieran que había un móvil terrorista”, declaró la fiscal de Annecy, Line Bonnet-Mathis, en una rueda de prensa en el lugar de los hechos 6 horas después. Como el agresor no estaba bajo los efectos del alcohol ni de las drogas, la investigación se está centrando en sus antecedentes psiquiátricos y su estado psicológico. Los investigadores, que sin duda no han leído ni a Stefan Zweig ni a Émile Durkheim, tendrán mucho trabajo para explicar el desmadre.

A medida que pasaban las horas, iban apareciendo detalles sobre Abdelmasih Hannoun [traducción literal: Esclavo misericordioso del Mesías]: refugiado en Suecia, donde se casó con una sueca de Trollhättan conocida en Turquía, este cristiano sirio (“asirio”) de Hassaké, en el noreste de Siria, pasó unos diez años en Suecia antes de divorciarse y abandonar el país. Solicitó asilo en Francia, Italia y Suiza antes de que su primera solicitud de asilo en Suecia fuera finalmente aceptada el 26 de abril de 2023, lo que motivó la denegación de su solicitud en Francia, notificada el 4 de junio. Tras obtener un permiso de residencia permanente en Suecia en 2013, había solicitado la ciudadanía sueca a partir de 2017, que le fue denegada tres veces, a pesar de tener una hija, que ahora tiene 3 años, y de estudiar enfermería.

Durante su amok, este siervo del Mesías gritó dos veces: “En el nombre de Jesucristo” en inglés. Llevaba una cruz y, además del cuchillo, un libro de oraciones. Por ello, la policía no le disparó en la cabeza, lo que sin duda habría ocurrido si hubiera gritado “Allahu Akhbar”. Esto habría ahorrado al Sr. Ministro de Interior Darmanin el trabajo de devanarse los sesos sobre “coincidencias inquietantes” y habría calmado “el susto que abruma a nuestro país” (Aurore Bergé, líderesa del grupo Renacimiento de los diputados macronistas, que aprovechó el amok saboyano para denunciar la “pelea de trapoers” en la Asamblea Nacional sobre la reforma de las pensiones).

Así pues, podríamos añadir esta definición al Diccionario de las ideas recibidas de Gustave Flaubert:

Amok: una forma de terrorismo cuando el autor es musulmán, un acto meramente aterrador y perturbador cuando el autor es cristiano, incluso si es árabe y barbudo”.

 

06/06/2023

LUIS CASADO
Walter y los Tutsis (aplicable a Ucrania…)

 Luis Casado,28/3/2021

Esta nota fue difundida en el año 2021. Pasa que mi hermano me hizo llegar un video en el que un especialista militar demuestra en la TV francesa a qué punto TODAS las guerras son preparadas y lanzadas por motivos que le ocultan al común de los mortales. Es el caso de la guerra de Ucrania, que curiosamente aun no moviliza a ningún pacifista. Es un horror tolerado por la opinión pública, un horror planificado, preparado y ordenado desde Washington. Mientras la propaganda cotidiana cuenta historias para imbéciles. Lo sucedido en Rwanda, en el año 1994… fue del mismo calado. Que aproveche…

 

La hipocresía en materia de Derechos Humanos reclama una Copa del Mundo. Los candidatos al podio son legión, preferentemente entre quienes se auto designan como demócratas y progresistas. Una parida de Luis Casado.

No te puedo contar quién y cómo era Walter porque necesitaría dos o tres libros. Walter me rescató de un laburo de mierda en el año 1986, y en una maniobra de tipo ‘mercato pelotero’ logró sacarme de la multinacional en la que me aburría para abrirme las puertas de una actividad burbujeante, incesante, planetaria, creativa, entretenida, razonablemente bien pagada y en la que nos divertimos un puñado. Juntos, o separados pero siempre en contacto, le dimos la vuelta al mundo unas cuantas veces.

Belga, de la especie flamenca, nacido en la ciudad de Mechelen que los francoparlantes llamamos Malines (anda a saber por qué jodida razón a Den Haag la llaman La Haya en castellano), Walter tuvo un padre ‘colaborador’, lo que en esa época quería decir que fue un esbirro de la ocupación nazi, horror que Walter condenó toda su vida con una actitud permanente de una enorme calidad humana.

Walter era el optimismo hecho persona. Siempre sonriente y a punto de lanzar una carcajada, parecía a cada instante estar finiquitando el inicio de un largo viaje, síntesis belga –en una sola persona– de Fernão de Magalhães y de Juan Sebastián Elcano. En más de una ocasión me llamó para preguntarme si tenía un par de minutos libres, y un par de horas más tarde me encontraba a bordo de un vuelo intercontinental que nos permitiría tomarnos una caiperinha en Recife, un tinto francés en Singapur o en Bangkok, o en su defecto un blanco seco en Ayers Rock, lugar que queda, como dicen los mismos australianos in the middle of nowhere. Tú ya sabes, el laburo es el laburo y servidor un émulo a la distancia y en el tiempo del célebre Alekséi Stakhanov.

Divorciado, como todo dios, a Walter le faltaba un ancla, un hub como dicen los boludos viajados, una raíz capaz de ofrecerle un hogar y el necesario reposo del guerrero cuando regresaba de sus interminables peregrinaciones alrededor del planeta. Entonces conoció a Catherine y se casó con ella. Catherine es una bella ruandesa, Tutsi para más señas, portadora de las características innatas de su etnia: fineza, elegancia, belleza, porte y distinción. Por ahí se chivó el cuento…

Corrían los años 1990, cuando tuvimos noticias de que un terrible drama tenía lugar en Ruanda. Ese drama puede resumirse en el genocidio –o sea la exterminación– de la población Tutsi por parte del gobierno hegemónico Hutu. Entre el 7 de abril y el 15 de julio de 1994 asesinaron aproximadamente al 70 % de los Tutsis, mayormente a machetazos, pero no solo a machetazos. Si miras las cifras disponibles, se calcula que fueron asesinados unos 700 mil Tutsis, hombres, mujeres y niños.

Curiosamente, el ejército francés estaba presente en Ruanda, bajo la cobertura de una misión humanitaria.

Como puedes imaginar, costó reconstruir Ruanda, y aún más la coexistencia de Hutus y Tutsis, las dos etnias principales, en modo tal de preservar el país y su integridad territorial. Walter participó en la modernización de los transportes públicos de Kigali, y se lanzó en azarosas inversiones destinadas a promover la producción agrícola.

Contemporáneamente, Walter me increpó duramente, acusando a los franceses de ser responsables de lo ocurrido. Servidor, de cultura variopinta, asume lo que quieras, desde las masacres de la Guerra de Pacificación de la Araucanía hasta los horrores de la Comuna de París y la tortura industrial perpetrada por el ejército francés durante la Batalla de Argel, pero, francamente, en el genocidio ruandés no tuve ni arte ni parte, nunca fui a Kigali, y aparte Catherine no conocía a ningún ciudadano de tan bello país.

Hoy por la mañana escuchaba la radio, France Info para ser preciso, radio del sector público, que dedicó un largo reportaje a un informe solicitado por el gobierno galo a propósito de lo ocurrido en Ruanda en el año 1994.

Un grupo de especialistas –encabezado por el historiador Vincent Duclert, maestro de conferencias en la Escuela Nacional de Administración– analizó todos los datos disponibles, incluyendo los archivos diplomáticos, militares y de inteligencia, y concluyó en que Francia fue corresponsable del genocidio. Muy precisamente quienes dieron órdenes y tomaron decisiones que se revelaron criminales: François Mitterrand, el presidente, y Hubert Védrine, su ministro de Relaciones Exteriores.

El propio Duclert declaró ayer: «El fracaso de la política francesa en Ruanda contribuyó efectivamente a las condiciones del genocidio”.

Guillaume Ancel, teniente-coronel del ejército francés, que en esa época estaba en Ruanda en la ‘misión humanitaria’ y fue testigo de las masacres, declaró en vivo y en directo: “Nosotros los militares también somos responsables, porque no podemos escudarnos tras el argumento de haber obedecido órdenes”. Entre otras cosas, el ejército francés armó a los Hutus, les suministró las armas necesarias para cometer el genocidio, los protegió y dejó a los Tutsis indefensos.

Debo declarar, señores del Jurado, que conocí personalmente a François Mitterrand, quien nos recibió un par de veces en el Palacio del Eliseo, y que Hubert Védrine es a mis ojos el único ministro de Exteriores galo del último cuarto de siglo que haya mostrado trazas de inteligencia. Nadie pretende que ni el uno ni el otro hayan querido perpetrar un genocidio. El oficial de ejército ya citado tampoco lo pretende, pero subraya la inesquivable responsabilidad de quienes impusieron su voluntad y tomaron las decisiones políticas. Al César lo que es del César, y a dios lo que es de dios.

Walter ya no está con nosotros para saberlo, ni para que yo, apoyándome en la sólida amistad franco-belga que construimos, pueda pedir disculpas a la chilena: “Perdona la muerte del niño, fue un error, yo no sabía, los culpables serán castigados en la medida de lo posible, es cuestión de esperar unos 40 años más…”. Walter murió en un taxi perdulario de Yakarta, capital de Indonesia, devorado por un cáncer a la garganta que no le permitió terminar el último viaje de su vida, uno que lo llevaba al hospital.

Allí donde está, se libró de la segunda noticia del día: “Francia protesta vivamente por las condiciones de encarcelamiento de Alekséi Navalny”, un neonazi estafador condenado por diversos tráficos y delitos varios, pero reclutado por los servicios de inteligencia occidentales como “opositor” al régimen ruso.

“En nombre de los derechos humanos”, pues, “Francia eleva su voz indignada”, y llama a Vladimir Putin del nombre del puerco.

Si no sabías lo que quiere decir la conocida frase “Hay patadas en el culo que se pierden”, ahora lo sabes.

 

11/04/2023

FAUSTO GIUDICE
50 años después, el renacimiento de Malika, asesinada a los 8 años por un gendarme francés: un libro puñetazo en el estómago

 Fausto Giudice, 11 de abril de 2023
Editado por María Piedad Ossaba


I.                
Preludio

Reconozcámoslo: mi generación, la de los babyboomers sesentayochistas, tiene una tendencia general a mirar con condescendencia a la generación de los mileniales, la de sus nietos. O al menos así es como suelen percibir ellos nuestras actitudes de veteranos.

Yo mismo nunca juzgo a nadie, y al final me ha costado caro. La traición y la calumnia son la suerte común de los humanos en cuanto forman una sociedad. Y comprendo perfectamente a aquellos de mis jóvenes amigos que eligen el camino de una ermita destecnologizada en la montaña. Empecé a pensar en ello y a soñar con la creación de comunidades rurales en las que cualquier objeto electrónico o incluso eléctrico quedara custodiado de entrada.

Mientras tanto, paso, para mi creciente desesperación, demasiada parte del tiempo que me queda por vivir delante de mis pantallas y en mis teclados. Hace veinticinco años, mis entrañas se rebelaron contra esto y empezaron a sangrar. Salí adelante, por un milagro inexplicable. El cirujano que me operó la segunda vez me contó que, cuando estaba en la camilla y mi presión arterial había bajado a cero, dijo al equipo: "Voy a comer un tentempié, creo que cuando vuelva ya habrá pasado". Y cuál fue su sorpresa cuando al volver de la cantina comprobó que el tano seguía respirando. Me explicó la hipótesis médica de que mi hemorragia digestiva era el síndrome de Mallory-Weiss. Fue una gran ayuda para mí. Le dije que, en mi opinión, había sido víctima del síndrome de la revolución virtual en el macintosh. El golpe que había acabado conmigo había sido un proyecto totalmente jodido de un grupo de idiotas de Marsella, Aviñón y alrededores para hacer una “caravana a Palestina”. Rápidamente descubrí que no sólo eran abismalmente ignorantes, sino -y esto suele ir de la mano- horriblemente pretenciosos. En resumen, ni caravana, ni a Palestina, ni a ningún otro sitio que no fuera el hospital.

De regreso desde hace 12 años al país donde crecí, sin televisión, sin ordenador (no existía), sin teléfono móvil (el fijo de mis padres, que estaba en mi habitación, casi nunca sonaba), me llevé un susto, una ráfaga de sobresaltos: en la Medina, habían desaparecido calles enteras de artesanos; en la calle Malta Sighira, todos los artesanos del hierro forjado habían sido sustituidos por chapuceros vendedores de muebles de madera barata (las tumbonas que compré no duraron ni un año) y plástico; y en el mercado central, los hermosos tomates rojos habían dado paso a insípidos tomates naranjas, de semillas híbridas fabricadas en la UE, y con destino a la UE. Y ocho de los doce millones de habitantes del país tenían una cuenta de feisbuc. Como las suscripciones telefónicas suelen ir unidas a una cuenta feisbuc, muchos usuarios (¿o usados?) sólo conocen de la telaraña feisbuc, wadzapp, youtube, telegram o, ahora, tiktok. Y lo mismo ocurre en todas partes, de Medellín a Nablús, de Soweto a Yebel Lahmar. Durante las campañas electorales a las que asistí en mi “país de regreso”, no vi ni un solo cartel pegado en un muro. Ninguno de los centenares de menores de 45 años que he conocido en estos 12 años, ha escrito y preparado un panfleto en su vida, para repartirlo a las 5 de la mañana en la puerta de una fábrica, o a las 8 en la puerta de un liceo, o a mediodía en un mercado, o a las 6 de la tarde a la salida de unos grandes almacenes. En resumen, en pocas palabras, pasamos del pegado-apretado [collé-serré, manera de bailar de origen africano] de mi juventud al copiado-pegado-publicado-megustado-zumbido de hoy. Y las tres docenas de bastardos que tratan de hacer la ley sobre nuestro planeta en estado de implosión trabajan duro (o mejor dicho, hacen trabajar duro a sus esclavos haitech) para asegurarse de que ya no nos necesitan, aniquilándonos así, mientras preparan su huida, a la luna o a Marte o en otro lugar. Hace unos años, un genial estafador consiguió vender títulos de propiedad de parcelas en la Luna a unos israelíes que se daban cuenta de que el proyecto sionista estaba fracasando definitivamente y que no les quedaba más remedio que ir a colonizar la Luna. Allí, al menos, estaban seguros de que estarían en territorio araberrein [limpio de árabes] garantizado.

II. Malika y Malika

El 5 de junio de 2021 recibí una notificación de Yezid Malika Jennifer: “Buenas noches señor. Gracias por el homenaje a mi tía malika yezid asesinada en 1973 por gendarmes [emoji] buenas noches.”

El 7 de junio, segundo mensaje:


“La pequeña de abajo era Malika.

Leí su libro y cuando vi el nombre yezid que también es mi nombre me llegó al corazón. Porque esta historia destruyó a mi familia. Mi abuela me contó esta historia. Todos estos desafueros, estas familias destrozadas, es horrible.  Todos estos nombres de estas víctimas: nunca debemos olvidar. Que tengan un buen día”

A esto se refería:

“El domingo 24 de junio, los gendarmes de Fresnes que buscaban a un joven argelino de 14 años que se había fugado, agredieron a su hermana de ocho años. Malika Yazid estaba jugando en el patio de la cité de transit (urbanización temporánea) de Les Groux donde vivía, en Fresnes. Subió al apartamento para avisar a su hermano. Los gendarmes irrumpieron en el apartamento.

Uno de ellos, tras abofetear a Malika, se encierra con ella en una habitación para “un interrogatorio”. Un cuarto de hora después, Malika sale de la habitación y se desploma en el suelo. Muere cuatro días después en el hospital de la Salpétrière sin haber salido del coma.”

Estas son las once líneas que dediqué a la pequeña Malika, abofeteada a muerte por un gendarme a la edad de ocho años, en aquel terrible verano de 1973, la secuencia más dura de las dos décadas de arabicidas que reconstruí en mi libro que lleva ese nombre y que se publicó en 1992. Este libro había sido una elección obvia, hecha durante el trabajo sobre el anterior, Têtes de Turcs en France [Cabezas de Turcos en Francia], publicado en 1989, que había tenido bastante éxito (más de 25.000 ejemplares vendidos, en aquella época todavía se leían libros impresos en papel). Era una evidencia dolorosa: era imposible dedicar un solo capítulo de Têtes de Turcs (cada capítulo describía un ejemplo de apartheid a la francesa: trabajo, sanidad, escuela, vivienda, etc.) a lo que entonces se llamaban “crímenes racistas”.

Habían sido demasiados. Así que decidí dedicarle un libro aparte. Durante dos años, el salón de mi barriada de Ménilmontant estuvo bloqueado por una larga tabla colocada sobre dos sillas, en la que se amontonaban carpetas amarillas por casos y por años. En resumen, un preludio material (madera, tinta, papel) de las tablas Excel del futuro próximo.

Al final, tuve 350 a lo largo de 21 años, es decir, 16,6 al año, 1,3 al mes. Una minucia comparado con los negricidios en los USA. Pero, por Dios, no estamos en yanquilandia, estamos en la cuna de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, todos los hombres nacen libres e iguales en derechos, etc., etc., ¡que acabamos de celebrar con gran pompa en los Campos Elíseos con el desfile de Jean-Paul Goude por el Bicentenario de la Gran Revolución! Confieso que, durante estos dos años de intenso trabajo de investigación, más de una vez me ha amenazado la depresión y la huida, quizá no a la Luna, pero en cualquier caso lejos de Madame la France, como decían los magrebíes (en referencia al billete de 100 francos con la efigie de la Libertad con un seno al aire guiando al pueblo).

Los momentos más duros fueron los juicios, en los que las pobres familias árabes experimentaban una segunda muerte, infligida por el frente de los enharinados: jueces, fiscales, abogados defensores y acusados mano en la mano, y jurados -cuando era en tribunal de jurado- totalmente estupefactos y mudos. Nunca oí a un solo miembro del jurado decir una palabra durante los tres días que duraba el juicio. Te hace preguntarte qué sentido tienen los llamados jurados “populares”.

La familia de Malika no tuvo que pasar por esto: el caso se cerró rápido, sin consecuencias legales. Pero no se ahorró nada más. Jennifer Malika Fatima es una de las dos únicas supervivientes de la familia, diezmada por la hogra [desprecio], la droga, la delincuencia y, detrás de todo, el llamado tránsito. La cité de transit de Les Groux, en Fresnes, a tiro de piedra de la cárcel (“conveniente”, dice su tío Nacer, el único otro superviviente, que la probó), una situación provisional que se eternizó. Abandonada a su suerte con su abuela tras el suicidio de su madre, a los 18 meses fue colocada en una familia de acogida de pura cepa gala. Allí permaneció durante treinta años y acabó escapando a su destino tras haber estado cerca de todos los peligros habituales que aguardan a los niños de las clases peligrosas racizadas.

Y ahora, el 7 de abril, ¡sale SU LIBRO! Todo un acontecimiento. No quiero hacer ningún spoiler, pero sólo decir esto: este libro es la mejor realización que conozco hasta la fecha del deseo que me había formulado cuando salió mi propio libro Arabicidas. No estaba satisfecho con el resultado final de mi trabajo, soñaba con A sangre fría, de Truman Capote, que había trabajado durante años con dos jóvenes asesinos condenados a muerte y había producido una obra maestra. Y me hubiera gustado interrogar algunos autores de arabicidas y sus familiares, pero no encontré ninguno. Pero bueno, yo no era Truman Capote, La Découverte, mi editor, no era una gran casa neoyorquina que pudiera pagar detectives, yo sólo era un oscuro periodista “islamoizquierdista” antes de tiempo italiano (“¡Ah! Usted habla muy bien el francés” – “Tú lo has dicho, soplapollas, el francés es nuestro botín de guerra”), editado por una editorial con un pasado glorioso (François Maspero) pero un presente crítico (más tarde fue comprada por una multinacional), en definitiva me decía a mí mismo que mi trabajo era un mínimo servicio a prestar a las futuras generaciones que se preguntaran por esta historia y quisieran excavarla.

Treinta o cincuenta años después, esto es exactamente lo que está ocurriendo. Siempre es la tercera generación la que desentierra el pasado del olvido: es el caso de los armenios, de los judíos de Europa y de todos los demás. Es la generación de los nietos de las víctimas de crímenes de Estado masivos, concentrados o diluidos, la que revive las experiencias traumáticas colectivas y las transmite a la siguiente. El libro de Jennifer Malika Fatima es, que yo sepa, el primero de este tipo, construido a partir de los recuerdos, conversaciones e increíbles archivos cuidadosamente conservados y ordenados por su abuela, una cabila (supuestamente) analfabeta.

No se trata de una tesis doctoral con formato académico que, en general, es ilegible para el ciudadano medio, si es que le resulta accesible. Es un puñetazo en las tripas. En cuanto lo recibí, me lo tragué entero y lo terminé en dos horas. Luego me refugié aturdido en una rumia atontada durante unas semanas. Tiempo para digerir. Este es el resultado de mi digestión, ya que me prometí a mí mismo publicar esta reseña poco convencional para la salida del libro.

El libro, para el que Jennifer Malika Fatima contó con el apoyo sororal/fraternal y respetuoso de la escritora Asya Djoulaït para el formateado del manuscrito y del historiador Sami Ouchane para la presentación de los documentos extraídos de los archivos -que no trataron de imponerle un formateado académico-, está magníficamente posfaciado por la querida Rachida Brahim, otra estrellita rutilante de las generaciones venideras a la que yo había supuesto que mi libro sabría hablar.

El libro ha beneficiado de una cuidada y ejemplar edición a cargo de una joven editorial feminista de Marsella, Hors d'atteinte [Fuera de alcance], que he descubierto con deleite, y cuyo catálogo ha trastornado mis glándulas salivales, hasta el punto de que mañana tengo cita con mi dentista para la extirpación de un quiste mucoso oral (explicaciones en la web).

Bien hecho, señoras, me han curado de cualquier tentación de condescendencia. Creo que pertenecemos a la misma especie: la de los humanos que no sabemos de qué hablamos cuando se dice: jubilaciones. Terminaré con esta frase de Nietzsche con la que concluí mi libro: “El hombre de larga memoria es el hombre del futuro”. Hombre, por supuesto, en el sentido de Mensch, humano, en alemán y en yiddish.

Así que no lo duden y corran a su librería local (¡olvídense de Amazonzón*, por favor!) y encarguen el libro, si pueden leer el francés (lo distribuye Harmonia Mundi), Si no, tendrán que esperar a la versión hispana. Trabajamos en ello. Cualquier editor interesado puede escribir a tlaxint[at]gmail.com.  

 

Papel gran formato 15€ - Electrónico 11,99€

Nota

*Zonzon es una antigua palabra francesa que significa zumbido, pero en el argot popular significa cárcel (por aféresis de prison) como sustantivo, y chiflado como adjetivo. Y, de verdad, el imperio de Jeff Bezos es una cárcel zumbona.

23/06/2022

LUIS CASADO
Mon Général… réveillez-vous! Ils sont devenus fous!
(Mi General… ¡despierte! ¡Se volvieron locos!)

Luis Casado, 21/6/2022

Las elecciones tienen ese detalle... a veces gana el pueblo. Como en Colombia. Lo que tiene la virtud de enfadar al imperio. Otras veces se produce un empate, o una anulación de unos por otros, y todos nadan en la incertidumbre. Acaba de ocurrir en Francia... 

Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda francesa consecuente

De paso en Moscú, regresando a “occidente”, esa maravillosa región de libertades, de protección de la diversidad LGTBHYZ@#%$, de respeto a los intereses de los poderosos y, sobretodo, de una hipocresía de mil pares de cojones, Dmitri me propuso una entrevista para una agencia periodística ucraniana. No te sorprendas. En Rusia viven miles y miles de ucranianos como en su patria, y hacen lo que les da la gana, comenzando por luchar contra la camarilla neonazi que controla Kiev y su ejército.

Como la primera entrevista tuvo algún eco en Rusia, Dmitri me llamó el domingo pasado para interrogarme sobre el resultado de las elecciones parlamentarias francesas. Francia, como sabes, es mi país de adopción desde hace casi 50 años. Yo amo a Francia y admiro su Historia, su cultura, su geografía, su idioma, su gastronomía y un montón de cosas que solo ocurren aquí.

Hablando de literatura rusa, Olya Valentinovna me dijo: “El escritor que prefiero es Mijaíl Bulgákov”. Tú me conoces. Ipsofactamente me fui a buscar sus libros. Leí “Corazón de perro”, una terrible y satírica historia fantástica que hace una demoledora crítica del poder soviético. El libro, escrito en 1925, fue juzgado contrarrevolucionario, de modo que recién fue publicado en la URSS en 1987, cuando mandaba Andrei Gromyko, más conocido como “Mr. Nyet”.

Al abrir “El maestro y Margarita”, obra mayor de Bulgakov, me llevé una sorpresa. La casa editora francesa, la célebre Robert Laffont, presenta al autor del modo siguiente:

Mijaíl Bulgákov nació en Kiev, Rusia, en 1891, en una familia de intelectuales…”

De tal modo que en el año de gracia de 2009 un símbolo de la cultura y la intelectualidad galas estimaba que Kiev forma parte de Rusia o, lo que es lo mismo, que Ucrania es parte de Rusia. Como quiera que sea, Mijaíl Bulgákov es un escritor ruso. Hoy, la histeria y la fobia anti rusa que se apoderó de las elites locales les lleva a asegurar que Ucrania nunca formó parte del Imperio Ruso, y que ese país puede, *democráticamente*, escoger sus alianzas militares.

Eso de democráticamente es un chiste malo: cuando Nicolas Sarkozy decidió –por cojones– reingresar Francia al comando de la OTAN, no le preguntó a nadie. La Asamblea Nacional no debatió del tema, y ni siquiera los ‘gaullistas’ históricos protestaron. La memoria de Mon Général fue mancillada.

20/12/2021

SERGIO FERRARI
La corrupción de guante blanco: tribunal francés confirma condena contra el banco suizo UBS

Sergio Ferrari, El Mercurio digital, 20/12/2021

El Norte desarrollado no se cansa de repetir que la corrupción es el problema principal que frena el crecimiento del Sur. Sin embargo, son exponentes del gran capital financiero mundial con sede en Europa o Estados Unidos, los que, a menudo, deben sentarse en el banquillo de los acusados. Es entonces cuando esa construcción retórica cae como castillo de naipes ante la evidencia irrefutable: la corrupción y la impunidad son cimientos de un sistema hegemónico mundial y no de un continente determinado.

Un Tribunal de Apelación francés acaba de ratificar la condena contra el banco suizo UBS (Unión de Bancos Suizos), por haber incitado activamente a miles de inversores franceses a abrir cuentas en la Confederación Helvética para evadir el pago de impuestos en su país de origen. Según el veredicto del pasado 13 de diciembre, esta gigante corporación financiera con sede en Zúrich incitó sistemáticamente, entre 2004 y 2012, a clientes galos a esconder su dinero en Suiza.

El fallo obliga al banco helvético más grande del país y uno de los más poderosos del mundo -- con unas 300 sucursales en 50 países-- a pagar una multa de 1.800 millones de euros. La cifra más imponente para este tipo de condena, a pesar de que la misma representa menos de la mitad de los 4.500 millones que un tribunal francés en primera instancia le impuso inicialmente. Junto con la multa inicial, cinco de los seis dirigentes del banco que fueron acusados por los hechos recibieron penas de prisión en suspenso de seis a 18 meses, y multas de 50.000 a 300.000 euros.

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Manifestación de activistas ambientalistas frente a la sede de la UBS en Zúrich. Foto Le Courrier