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31/12/2021

TOM ENGELHARDT
Mi año 2021 y mi bienvenida al 2022

Tom Engelhardt, TomDispatch.com, 23/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

 A medida que va terminando el año 2021, con independencia de que la pandemia que ha arrasado el mundo haya empezado por un murciélago o no, creo que es seguro decir que todos somos mucho más murciélagos ahora de lo que éramos cuando empezó.


Al menos en mi vecindario, a medida que este año llega a su fin, esa vieja frase del Llanero Solitario, “¿Quién era ese hombre enmascarado?”, vuelve a aplicarse a casi todo el mundo. De hecho, a medida que aumentan los casos de delta en la ciudad de Nueva York, y ómicron entra en escena de forma sorprendente, se ha restablecido el uso de mascarillas en el interior de mi propio edificio de apartamentos -desde los pasillos hasta los ascensores y la lavandería- (aunque no he dejado de llevarlas) y también se está restableciendo el mandato de las mascarillas si te mueves por la ciudad.

Así ha sido el año, pero lamentablemente, como sabemos, no en todas partes en este país nuestro, demasiado desenmascarado, no vacunado, conflictivo, conspirador, enervado y perturbado. Un año de enfermedad, muerte, luto y caos político cada vez mayor a una escala sorprendente, aunque no sin precedentes, amenaza el sistema estadounidense tal y como lo hemos conocido. Mientras tanto, un nuevo tipo de clima amenaza al mundo tal y como lo hemos conocido.

¿Feliz año nuevo? No estoy nada seguro de ello.

Es cierto que mi mujer y yo estamos vacunados y reforzados. Y, sin embargo, como mayores de 65 años, seguimos siendo objetivos de primera clase de la covid, que viven el final del segundo año de una pandemia que ha sido desastrosa para los estadounidenses de nuestra edad en un país que ha experimentado su propio tipo de devastación, no solo médica sino también política.

06/12/2021

BELKIS WILLE
¿Hay Estado de derecho en Iraq?

Belkis Wille, Foreign Policy in Focus, 2/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

Iraq se apoyó en milicias extragubernamentales para luchar contra el ISIS. Ahora, esas milicias atacan a los periodistas, a los manifestantes y desafían al gobierno elegido.


“Grupos armados”, “fuerzas paramilitares”, “grupos que siguen las órdenes de otro país”.

 

Los defensores de los derechos humanos en Iraq utilizamos estas descripciones todo el tiempo cuando nos referimos a los hombres armados que están detrás de los asesinatos, secuestros y torturas de manifestantes, activistas, periodistas y comunidades  que consideran cercanas al ISIS en Iraq.

 

En los últimos días hemos visto a estos hombres llegar más lejos que nunca, incluyendo un intento descarado, el 7 de noviembre, de asesinar  al primer ministro iraquí Mustafa al-Kadhimi en su casa utilizando tres drones armados.

 

Muchos no se atreven a ir más allá en la identificación de quiénes son exactamente estos hombres, los grupos a los que pertenecen y de quiénes reciben órdenes, al menos no en público. Pero el 25 de octubre, en un tribunal de Basora, alguien salió por fin a decirlo.

 

Y lo que puso de manifiesto plantea una cuestión mayor: ¿Puede el Estado iraquí garantizar el imperio de la ley?

 

Explosivas revelaciones sobre el asesinato de dos periodistas

En pocas palabras, su testimonio indicó que las milicias llamadas Fuerzas de Movilización Popular, que se formaron para ayudar a derrotar al ISIS y algunas de las cuales tienen estrechos vínculos con Irán, pueden estar tomando las decisiones en Iraq y son independientes -y más poderosas- del gobierno.

 

Aquel día, un juez del Tribunal Penal de Basora presidió una vista de investigación sobre Hamza Kadhim al-Aidani, acusado de matar a dos personas el 10 de enero de 2020: Ahmed Abdul Samad, reportero de Dijlah TV, y Safaa Ghali, su camarógrafo. Los medios de comunicación locales cubrieron ampliamente la condena de al-Aidani por los asesinatos y la posterior sentencia de muerte dictada el 1 de noviembre.

 

Lo que los medios de comunicación cubrieron menos, y el gobierno se negó a comentar, fueron las explosivas declaraciones que hizo al-Aidani durante la vista.

 

Dos personas que asistieron dijeron que al-Aidani, un comisario de policía de Basora, admitió que también era miembro de una unidad agresiva de las Fuerzas de Movilización Popular (FMP) que estaba formalmente bajo el control del primer ministro.

 

Dijo que luchó con el grupo para recuperar la ciudad de Faluya del Estado Islámico (ISIS) en 2016. Admitió que era miembro de un llamado “escuadrón de la muerte” y que estuvo involucrado en el asesinato de los dos periodistas, dijeron las fuentes. Dijo asimismo que él y los miembros del equipo utilizaron la oficina de la Comisión local de las FMP (el órgano de gobierno de las FMP) en Basora para planificar los asesinatos y ocultar sus coches y armas después del hecho.