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26/01/2022

HAMID DABASHI
Alaa Abd el-Fattah: la revolución egipcia aún no ha sido derrotada

Hamid Dabashi, Middle East Eye, 25/01/2022
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

Hamid Dabashi (Ahvaz, Juzestán , Irán, 1951) es profesor Hagop Kevorkian de estudios iraníes y literatura comparada en la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. Sus últimos libros son Reversing the Colonial Gaze: Persian Travellers Abroad (Cambridge University Press, 2020), y The Emperor is Naked: On the Inevitable Demise of the Nation-State (Zed, 2020). Haymarket Books publicará, a finales de este año, su próximo libro: On Edward Said: Remembrance of Things Past. @DabashiHamid

La importancia de Alaa Abd el-Fattah no radica solo en la prosa de una disposición revolucionaria de la que es autor, sino en la felicidad pública que provoca. Su colección de textos se lee como un reportaje en vivo de los 10 años de la revolución sostenido por el proverbial sentido del humor egipcio

 

El bloguero y activista egipcio Alaa Abdel Fattah concede una entrevista televisiva en su casa de El Cairo el 26 de diciembre de 2011 (AFP)

En árabe y persa -y en la mayoría de las lenguas de su entorno- existe un cuerpo de literatura que identificamos como adab al-suyun, o habsiyat, que significan ambos “escritura carcelaria”. Entre los clásicos del género se encuentra el exquisito texto del filósofo místico Ayn al Qudat al-Hamadani (1098-1131) Shakwa al-Ghraib (La queja del extranjero), que escribió mientras estaba en la cárcel de Bagdad, antes de ser ejecutado acusado de herejía en su ciudad natal, Hamadan.

Figuras icónicas como Mas'ud Sa'd Salman (poeta persa del siglo XI) y Khaqani Shervani hicieron toda una reputación poética con sus escritos en prisión, mientras que el legendario poeta Abu Firas al-Hamdani (932-968) compuso su emblemática colección de poesía al-Rumiyat mientras estaba cautivo en Constantinopla.

Cuando se trata de encarcelar y torturar a la gente para intentar asustarla, silenciarla y pacificarla, los tiranos árabes no tienen rival. A lo largo de la historia, han tenido una reputación que mantener.

Entre los ejemplos más contemporáneos del género están los escritos en prisión de importantes literatos árabes como Sonallah Ibrahim y Abdul Rahman Munif, y la activista de los derechos de la mujer Nawal El Saadawi. El género se extiende a las artes visuales y escénicas, como es el caso de la emblemática artista marxista feminista egipcia Inji Aflatoun (1924-1989), o la cineasta palestina Mai Masri, o el cineasta kurdo turco Yilmaz Güney, o la novelista iraní Shahrnush Parsipour. 

El género de la escritura carcelaria es, por tanto, un cuerpo literario bien ensayado, versado y abigarrado en nuestras lenguas, por el que tenemos que agradecer y expresar nuestra humilde gratitud a todo un pelotón de tiranos envejecidos, olvidados shahs, mulás beligerantes, duras juntas militares y dictadores psicóticos de pacotilla. Sin nuestros tiranos, un género importante de nuestros productos literarios se habría visto seriamente comprometido. Pensemos en el papel que han desempeñado los tiranos latinoamericanos en la producción del realismo mágico y las novelas de dictadores en español. ¡¿Qué es un Gabriel García Márquez sin un Augusto Pinochet?! 

La cárcel como esfera pública

Tal vez el ejemplo más famoso del género de la escritura carcelaria en el mundo sean los Cuadernos de la cárcel del marxista italiano Antonio Gramsci, en los que aprovecha sus terribles circunstancias en las mazmorras del machista y fascista italiano Benito Mussolini para escribir algunas de las más perspicaces y célebres reflexiones filosóficas sobre el mundo que vivió. Los ejemplos abundan, desde los tratados filosóficos de Boecio, hasta las fantasías de viaje de Marco Polo, todos ellos pertenecen a este género.