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07/02/2023

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
Ucrania, pez diablo: guerra proxy o política y esa delgada línea roja que las une

Luis E. Sabini Fernández, 18-1-2023

El strip-tease se ha acentuado.

Hace pocos meses todavía, el presidente del estado considerado primus inter non pares, Joe Biden, entendía sensato no abastecer directamente de armas a Ucrania porque ese aporte y su aplicación podían fácilmente abrir el grifo de la guerra, entonces sí abierta de Rusia con la OTAN (o más bien de la OTAN con Rusia).

Ahora la OTAN ha aprobado enviar armamentos de diversos tipos y calibres, como, por ejemplo, tanques de última generación, por 40 mil millones de dólares, y una partida todavía superior para avituallamiento de bienes sociales, civiles, a Ucrania.


La acometida otánica no se hace sin fisuras. En Alemania existe para algunos la convicción que, tal vez por sus coincidencias “energéticas” con Rusia, le ha tocado el papel del “pato de la boda”, descoyuntando de manera incisiva su complejo industrial, por décadas el motor de la UE.

Pero no se trata sólo de tales aspectos económico-materiales. Alemania, tras la pesadilla nazi, quedó entrampada en un complejo de culpa no del todo correcto ni justo, puesto que el origen del nazismo no fue una expresión alemana, como tantos aliadófilos quisieron hacernos creer, sino una reacción frente a la “Paz de Versalles” (a su vez, una estratagema de la “Raposa” europea para quitar de en medio una competencia que se presentaba muy seria). Como consecuencia, la Alemania de la segunda posguerra fijó una conducta antimilitarista, antiguerrerista, antiintervencionista.

Las rencillas, purgas y designaciones que se acaban de suceder en Alemania 2023 obedecen a los roces y diferencias ante esos dos factores que persiguen a Alemania “como su esqueleto y su sombra”.

¿Qué significa este reaprovisionamiento ahora con armas y bagajes a granel? Queda ya casi prístino que la OTAN es la que está en guerra con Rusia. Aunque se trata, como se ven tantas ahora (¿más que otrora?) de una guerra proxy.

Y si ya está tan desenfadado el comportamiento otanesco, ¿qué va a pasar con el ruso?

Rusia, crecientemente hostigada por el eje anglo-israelo-norteamericano a través de su representante o emisario regional, la OTAN, no supo/pudo encarar ese atroz hostigamiento que se focalizó en lo que el ideólogo estadounidense de extrema derecha Samuel P. Huntington definió como víctima propiciatoria.

Huntington, analizando el mundo postsoviético vislumbraba dos estados medianos, muy aprovechables para afianzar “Occidente” (su militancia prooccidental era tan descarada como para que en un pretendido ensayo sociológico; The Clash of Civilizations and the Remaking of World Order[1] tenga un capítulo titulado, por ejemplo “Occidente y el resto”).

En ese abordaje del mundo postsoviético que una vez más, como en los ’40, sus cofrades se disponen a deglutir (a fines de los ’40 se les cortó la digestión por la irrupción geopolítica de la URSS), Huntington toma como ejemplos de naciones “escindidas” a Turquía y a Ucrania, sitios en el mundo postsoviético por donde las fuerzas occidentales pueden abrir brechas en fortalezas ajenas (y enemigas).

Tras el colapso soviético en la década de los ’90, Rusia pervive. Aun perdiendo la corte de estados vasallos de Europa oriental (y un poco más, también en Asia) y los aditamentos que mantuvieran en pie a la URSS durante siete décadas; su fe ideológica  y el “centralismo democrático” (curiosa definición socialista del verticalismo policíaco-militar)− retiene, gracias a su enorme extensión, población y armamento nuclear, una serie de elementos claves que impiden el pleno poderío mundializado de EE.UU. y el eje que, otra vez desde los ’90, procura controlar el mundo.[2]

Esto ha significado que el eje triple ya mencionado busca por donde penetrar la “fortaleza” rusa.

Y siguiendo la visión del mencionado Huntington, Ucrania, la fracturada Ucrania,[3] constituye un verdadero bocato di cardinale.

Entiendo imposible soslayar que Robert Kagan, figura clave del proyecto neoimperial ya citado (n. 2) es pareja de Victoria Nuland, la emisaria estadounidense que llega a Ucrania hacia 2014 para generar el desequilibrio necesario para la consecución de tales planes. Munida de miles de millones de dólares, será clave, por ejemplo, en la instalación de una cadena de laboratorios diseñados para el biowarfare (vale decir, la guerra a través de la acción de laboratorios de ingeniería genética).[4]

Justo entonces se produce un cambio de presidentes en Ucrania y el impulso de agrupamientos de extrema derecha y a la vez profundamente antirrusos. Preparando el terreno para un enfrentamiento cada vez más violento. Episodio de Maidan (decenas de muertos y piedra de toque para que población rusófona en Ucrania y la misma Rusia modificaran su actuación. Crimea declara su independencia respecto de Ucrania y posterior incorporación a Rusia (algo vital desde el punto de vista militar para Rusia en el Mar Negro). Rusófonos empiezan a estar muy hostigados por la Ucrania “independiente”, más bien pro-occidental, desde 2014 (con el abandono forzado del presidente Yanukovich más bien prorruso). Lugansk y Donetsk, dos municipios o provincias rusófonas proclaman su rebeldía institucional y armada contra las autoridades ucranianas.

La OTAN logró “estirar la cuerda” de modo tal que se le rompiera a Putin en las manos. Tras por lo menos 8 años de agresión, logra establecer claramente un agresor en el “teatro de operaciones”, que resulta, sin duda, Putin.

¿Cómo se logra ese reparto de roles? Porque la OTAN y el eje triple que la dirige tiene éxito en tocar sensibilidades del régimen ruso y lo va a llevar a sacar a luz su propia modalidad de poder: Rusia no soporta el maltrato y la presión y opta por aplicar “un puñetazo en la mesa” que ya vio no era de negociaciones. Como hiciera en Osetia, en Chechenia. Craso error. Zelenski, versátil actor, cumple aquí la función de “pez diablo” para que el oso sufra una pequeña hemorragia; al fondo de la escena, están las pirañas.

Introduce su planta en un territorio preparado como celada. La OTAN interviene rápidamente. Tanto debilitando al concierto asistencial europeo (quitándole a Alemania la provisión de energía rusa) como otorgando todo tipo de asistencia a Ucrania. Inicialmente, para la defensa; luego, poco a poco, para el ataque.

El lenguaje figurado tiene sus límites; y la realidad mucho más; lo futuro es no solo desconocido sino incognoscible.

Notas

[1]  Editado por Simon & Schuster, N.Y., 1996.

[2]  Un eje con varios planos: en primer lugar la Santísima Trinidad del Reino Unido, Israel y EE.UU.; en segundo lugar el de la red Echelon, compuesta por el acuerdo anglófono (pero de raza blanca) de 1948; EE.UU., Canadá, Reino Unido, Australia, Nueva Zelandia, también llamado de “Los cinco ojos”, y en tercer lugar volver, una vez más tras el derrumbe soviético, al diseño preciso de la craneoteca pentagonal, The Project for the New American Century. Setiembre, 2000. Entre sus principales redactores: William Kristol, Robert, Donald y Fred Kagan, Gary Schmitt, Paul Wolfowitz, Dov Zakheim.

[3]  Ucrania, también llamada “Rusia pequeña”, con su capital Kiev cuna de la unificación rusa (de la Rusia Grande o mayor, hoy simplemente llamada Rusia), mantuvo cuando el colapso soviético, armas nucleares, junto con Rusia. Sin embargo, con  o por acuerdo de “las grandes potencias”, EE.UU. y Rusia, en 1996, Ucrania fue desnuclearizada. Con compromisos recíprocos de “los grandes” de preservar su independencia. Algo que debe haber hecho sonreír a Huntington, que había profetizado la fractura tres años antes.

[4]  Lo que hasta la década de los ’70 se denominaba en EE.UU. test tube war, que otorgaba enorme poder al desarrollo químico, de venenos para uso militar, con los avances en ingeniería genética habilitando la creación, mejor dicho la construcción de “quimeras”, entes vivos transgénicos, los afiebrados militares norteamericanos y sus acólitos han llegado así al desarrollo de laboratorios que directamente califican de biowarfare (guerra biológica) y los han diseminado por todos los continentes.
 


24/10/2022

SERGIO FERRARI
Aumentan las protestas sociales: Europa entre guerra, crisis y un invierno que puede ser helado

Sergio Ferrari, 24-10-2022

Una parte significativa de Europa se convirtió la tercera semana de octubre en una olla a presión en la que empezó a calentarse la sopa del conflicto. A este ritmo, de mantenerse prendida la cocina, el continente se dirige hacia una etapa muy tensa debido a las consecuencias directas de la guerra, entre ellas la creciente tensión social.

La crisis europea es sostenida y va en aumento, agravada por el impacto cada vez más visible del conflicto Rusia-Ucrania en la vida cotidiana. Los aumentos exorbitantes, especialmente en electricidad, combustibles y servicios, hacen explotar los presupuestos familiares y desencadenan la cólera sindical.

Jornada de lucha del 18 de octubre en Francia_ Los afiches dicen Respeto al derecho de Huelga y Aumento de salarios y pensiones Foto CGT

La cólera francesa

En Francia, el martes 18 de octubre se realizó una jornada interprofesional de protesta. Habían pasado solo tres días desde la masiva movilización convocada el por la Nueva Unión Popular Ecologista y Social (NUPES), que en las legislativas de junio pasado se convirtió en la segunda fuerza más votada. Como de costumbre, la batalla de cifras complica el balance: mientras que los organizadores estimaron la participación el martes en unas 300.000 personas, los portavoces oficiales indicaron un número tres veces menor.   


Mapa de las 150 movilizaciones locales en la jornada de huelga del 18 de octubre en Francia_Belgica y Luxemburgo Gráfico CGT

La huelga sectorial que se inició a fines de septiembre en las refinerías de petróleo, se extendió el martes 18 a otros sectores, con impactos parciales: servicio público, energía, transporte urbano, industria alimentaria, comercio y personal de institutos profesionales. Las dos principales reivindicaciones fueron la exigencia de un aumento salarial y la oposición categórica a que los trabajadores en lucha sean forzados a volver al trabajo. Saltando fronteras, el 8 y el 9 de octubre varios centenares de activistas habían manifestado y bloqueado instalaciones de TotalEnergie también en Bélgica.

Protestas sociales en Bélgica el 8 y 9 de octubre 2022 Foto La Relève

 En la industria petrolera francesa, el conflicto sindical continuó aun hasta el jueves 20. Ese día se normalizaron tres de los cinco centros aun paralizados luego de que los huelguistas alcanzaran logros aceptables. El suministro de combustible en las estaciones de servicio fue caótico en Francia desde fines del mes pasado.

Para la Confederación General del Trabajo (CGT) de Francia, “a pesar de los enormes beneficios que obtienen las compañías petroleras, en particular Total y Exxon, éstas se niegan a aceptar las exigencias de los trabajadores”. La CGT subraya que el reclamo consiste en recuperar la pérdida del poder salarial causada por la inflación y asegurar una mejor distribución de la riqueza creada por los trabajadores mientras se pagan miles de millones de euros en dividendos a los accionistas.

Se calcula que solo en el primer semestre del año en curso, TotalEnergies registró más de 10.000 millones de dólares de beneficios. Este gigante petroquímico, con sede en Francia, cuenta con 105.000 trabajadores en 130 países. En 2021 contabilizó ingresos por 184,7 miles de millones de dólares.


Convocatoria a la manifestación del 22 de octubre en Italia

Roma, a la calle

En Italia, las principales centrales sindicales del país realizaron el sábado 22 de octubre una manifestación unitaria que convocaron en Roma en defensa de la “Salud y la Seguridad en el Trabajo”. Argumentan que en lo que va de 2022 se produjeron 600 muertes y 400 mil accidentes laborales, así como un altísimo número de irregularidades empresariales que irrespeta el cumplimiento de cláusulas básicas. Para los convocantes, "no se trata solo de números, sino también de la vida de las personas, su dignidad y sus derechos”.

Esta convocatoria, que según varios analistas políticos puede calentar los motores de la protesta social, dio continuidad a la masiva movilización sindical que la Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL, su sigla en italiano) convocó el 8 de octubre en esa capital, exactamente un año después del ataque por parte de grupos neonazis contra su sede central y menos de dos semanas después de la victoria electoral de la extrema derecha de Fratelli d’Italia. Resultado que puso en tensión al movimiento sindical y las fuerzas políticas progresistas.

Las dos reivindicaciones de esta primera protesta luego de las recientes elecciones italianas fueron la defensa de un salario mínimo digno y la búsqueda de alternativas al conflicto bélico entre Rusia y Ucrania.  "Frenar la guerra con negociaciones, no con el envío de armas", constituyó una de las consignas de la manifestación.

Bellinzona, Tesino, 17 de octubre: "Luchamos por nuestra salud y dignidad"

Se despierta Suiza

En la pequeña Bellinzona, capital del cantón Tesino, fronterizo con Italia, los trabajadores de la construcción dieron el pitazo inicial de un proceso de movilizaciones que se ampliará nacionalmente en las próximas semanas.

Más de 2 mil quinientas personas participaron el lunes 17 de octubre en una marcha (en una ciudad de apenas 40 mil habitantes) que continuará con futuras manifestaciones el 1 de noviembre en Basilea; el 7 y el 8 en otras cinco ciudades de la Suiza francesa, y el 11 en Zúrich, donde se realizará una jornada nacional.

Lo que está en juego es la negociación de un nuevo Convenio Colectivo de Trabajo con la patronal empresaria de la construcción. Según el sindicato UNIA, la patronal insiste en sus condiciones reaccionarias. Ignora las reivindicaciones de los trabajadores y busca negociar eventuales aumentos salariales imponiendo el deterioro de las condiciones de trabajo. Para el sindicato helvético, la realidad es paradójica: en un país donde se está construyendo más que nunca, las condiciones laborales son cada día peores. La patronal procura suprimir todas las regulaciones pertinentes a las horas de trabajo imponiendo jornadas diarias de hasta 12 horas (sin contar el traslado hasta las obras) y semanas de hasta 58 horas. “Se trata de un ataque a la salud y a la vida familiar de los trabajadores de la construcción”, denuncia el sindicato.

El malestar social, con distintos rostros y reivindicaciones concretas, se manifestó también en la segunda semana de octubre cuando los choferes del transporte público de Ginebra paralizaron el servicio durante 36 horas para exigir --con relativo éxito-- un reajuste salarial para compensar el deterioro del nivel de vida. 

"Familia y trabajo", no "familia o trabajo": ¡Basta Ya!

Por su parte, el 17 de octubre entraron en huelga por tres días, en el aeropuerto suizo de Zúrich, los pilotos de Eurowings, filial de Lufthansa de Alemania. Como consecuencia, se canceló la mayoría de los vuelos de esa compañía de bajos costos con origen y destino en Zúrich. Un día antes, los pilotos de SWISS International Air Lines --otra filial de Lufthansa--, votaron la huelga si en los próximos días el directorio de la empresa no presenta una propuesta aceptable en cuanto a salarios y condiciones de trabajo.

-¿Eurowings en huelga? ¿Qué puede ofrecerme como opción alternativa?
-Chicken wings
Viñeta de Harm Bengen, Alemania

Malestar en otros países

En España, los sindicatos del sector ferroviario están convocando una huelga de la empresa Renfe (Red Nacional de Ferrocarriles Españoles) para el 28 de octubre y paros parciales el 7 y el 11 de noviembre. Las protestas son resultado de la inacción de la empresa para acordar el nuevo convenio colectivo, indican los promotores de dicha medida de fuerza. Los sindicatos exigen, además, que se dé respuesta “a la evidente falta de personal en todas las áreas y colectivos de la empresa” mediante la prórroga de los contratos temporales.

Unas 15 mil personas, según fuentes oficiales, se movilizaron el 15 de octubre en Madrid para exigir la actualización de pensiones y salarios conforme al Índice de Precios de Consumo. Dos de las principales centrales sindicales españolas (Comisiones Obreras y UGT), anticiparon una jornada de protesta nacional para el 3 de noviembre. En tanto, sectores de la izquierda anticapitalista organizan encuentros y debates en 40 ciudades para replicar en la península las protestas que se están dando en Bélgica, Francia y Gran Bretaña.

Octubre también ha despertado en un ambiente de cólera en Gran Bretaña, donde se esperan nuevas manifestaciones en las próximas semanas. El 1 de octubre, varias protestas sociales desbordaron las calles de los centros urbanos más grandes con reivindicaciones precisas que van desde el aumento salarial hasta la protección del clima.

Adicionalmente, diversas organizaciones --en particular del movimiento juvenil-- han convocado nuevas movilizaciones en distintas ciudades europeas durante las próximas semanas, retomando la iniciativa de ganar las calles en defensa del clima. Convencidos de que la sociedad civil planetaria en general y la europea en particular, deben exigir resultados concretos a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la COP27 que se realizará en Sharm el-Sheij, Egipto, del 6 al 18 de noviembre. 

#LibérenlosATodos #LibérenAAlaa: Campaña por la liberación de Alaa Abdlfattah y los 60.000 presos políticos en Egipto

Europa palpita. Se moviliza y protesta ante la dimensión de la crisis económica y social. En paralelo, comienza a tomar fuerza entre expertos y analistas –y más tibiamente entre sindicatos y actores sociales-- la pregunta sobre quién pagará la factura principal de la guerra Ucrania-Rusia y de la futura reconstrucción de Ucrania. En este conflicto, en el propio corazón europeo, nada es gratis. La industria bélico-armamentista, la principal beneficiada, le saca punta al lápiz y se refriega las manos. La ciudadanía europea, ya sancionada por el aumento estrepitoso de los precios de los combustibles y la energía, empieza a alzar la voz.

06/10/2022

SERGIO RODRIGUEZ GELFENSTEIN
El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época


Sergio Rodríguez Gelfenstein, 6/10/2022

Durante mi reciente visita a Argentina y Uruguay, las instituciones auspiciantes de mi viaje organizaron una gira en la que hubo 14 presentaciones del libro “La OTAN contra el mundo” que escribimos junto a Jorge Elbaum. Así mismo, se realizaron 7 charlas y conferencias sobre el tema. En no pocas de ellas, los asistentes reiteraron la consulta acerca de por qué el libro tiene el subtítulo que ahora uso en este artículo: “El conflicto en Ucrania como expresión del cambio de época”, y pedían que se abundara sobre el asunto.

 

1º edición
Páginas: 160
Tamaño: 16 x 23 cm.
Precio: AR$2400.00.- / U$S15.00.

Comprar libro (papel/ebook)

Precisamente, para Jorge y para mí, fue prioritario dar a conocer en el libro algunos apuntes que explicaban porque habíamos llegado a la conclusión de que más allá de los resultados que se obtuvieran del desarrollo bélico del conflicto, en realidad lo más trascendente era que la principal consecuencia de éste era la verificación del inicio de aquel cambio de época del que hablara el expresidente ecuatoriano Rafael Correa hace unos años atrás.

De la misma manera, asumimos que esta consecuencia era la que le daba carácter global a la confrontación, toda vez que sus secuelas iban a impactar en todo el planeta. Así, el trance era mucho más que un enfrentamiento de Ucrania contra Rusia e incluso de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia.

En este sentido, a diferencia de la segunda guerra mundial cuando Estados Unidos esperó hasta el final por una debacle de la Unión Soviética frente al ejército nazi antes de irrumpir a mediados de 1944 cuando era indiscutible y categórico el resultado final del conflicto tras la victoria soviética en Stalingrado en febrero de 1943, ahora el “nuevo Desembarco de Normandía” expresado como apoyo al golpe de Estado en Ucrania en 2014, fue el detonador de una guerra de expansión que ya dura 8 años.

En el transcurso, Estados Unidos no sólo apoyó el exterminio de la población ruso parlante del este de Ucrania, sino que cooperó en el descabezamiento de las fuerzas armadas de ese país para transformarla en un órgano de ejecución bajo mandato de las organizaciones nazis que, con el apoyo del gobierno de ese país, comenzaron la “otanización” de ese componente armado para convertirlo en un ariete de la expansión de la OTAN, estructura militar terrorista que amenaza a toda la humanidad.

La obligada respuesta rusa en salvaguarda de la integridad física de los habitantes de los territorios oprimidos agregó además como objetivos la desnazificación y la desmilitarización de Ucrania, emulando de esa manera los objetivos acordados por las potencias triunfantes en la segunda guerra mundial respecto de Alemania, cuando se reunieron en la ciudad alemana de Potsdam entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945.

Al finalizar el evento, el presidente de Estados Unidos se apresuró en regresar a Washington para -tan solo 4 días después- ordenar el lanzamiento de dos bombas atómicas en las inertes ciudades de Hiroshima y Nagasaki cuando ya Japón se había rendido. De esa manera, subordinó -por vía del hecho más horrible acontecido en la historia de la humanidad- al imperio japonés rendido y desarmado, que hasta hoy ha permanecido acoplado al dispositivo militar y político de Estados Unidos.

29/09/2022

JOHN PILGER
En Ucrania, USA nos está arrastrando hacia una guerra con RusiaUn artículo de 2014 más actual que nunca

John Pilger, The Guardian, 13/5/2014
Traducido por
Miguel Álvarez Sánchez, editado por Fausto Giudice, Tlaxcala

 

¿Por qué toleramos la amenaza de otra guerra mundial en nuestro nombre? ¿Por qué permitimos mentiras que justifican este riesgo? La magnitud de nuestro adoctrinamiento, escribió Harold Pinter, es un «acto de hipnosis de gran éxito, brillante e incluso ingenioso», como si la verdad «no se produjera ni siquiera mientras se produce».

Un activista prorruso con un casquillo y un paquete de comida de fabricación usamericana que cayó de un vehículo blindado del ejército ucraniano durante un ataque a un control de carretera el 3 de mayo de 2014 en Andreievka,  óblast de Zaporiyia, Ucrania.Foto: Scott Olson/Getty

 

Cada año, el historiador usamericano William Blum publica su «resumen actualizado del historial de la política exterior de USA», que muestra que, desde 1945, USA ha intentado derrocar a más de cincuenta gobiernos, muchos de ellos elegidos democráticamente; ha interferido indecentemente en las elecciones de treinta países; ha bombardeado a la población civil de 30 países; ha utilizado armas químicas y biológicas; y ha intentado asesinar a líderes extranjeros.

En muchos casos Gran Bretaña ha sido un colaborador. El grado de sufrimiento humano, por no hablar de la criminalidad, es apenas reconocido en Occidente, a pesar de contar con las comunicaciones más avanzadas del mundo y el periodismo supuestamente más libre. Que las víctimas más numerosas del terrorismo - «nuestro» terrorismo- sean musulmanes, es algo indecible. Se suprime que el yihadismo extremo, que condujo al 11-S, fue alimentado como arma de la política angloamericana (Operación Ciclón en Afganistán). En abril, el Departamento de Estado de USA señaló que, tras la campaña de la OTAN en 2011, «Libia se ha convertido en un refugio terrorista seguro».

El nombre de «nuestro» enemigo ha cambiado a lo largo de los años, desde el comunismo hasta el islamismo, pero en general se trata de cualquier sociedad independiente del poder occidental y que ocupa un territorio estratégicamente útil o rico en recursos, o que simplemente ofrece una alternativa a la dominación usamericana. Los líderes de estas naciones obstruccionistas se suelen apartar violentamente, como los demócratas Muhammad Mossedeq en Irán, Arbenz en Guatemala y Salvador Allende en Chile, o son asesinados como Patrice Lumumba en el Congo. Todos son objeto de una campaña de vilipendio por parte de los medios de comunicación occidentales: pensemos en Fidel Castro, Hugo Chávez y ahora Vladimir Putin.

El papel de Washington en Ucrania sólo es diferente en sus implicaciones para el resto de nosotros. Por primera vez desde los años de Reagan, USA amenaza con llevar al mundo a la guerra. Con el este de Europa y los Balcanes convertidos en puestos militares de la OTAN, el último «Estado tapón» fronterizo con Rusia –Ucrania– está siendo desgarrado por las fuerzas fascistas desatadas por USA y la UE. Nosotros, en Occidente, apoyamos ahora a los neonazis en un país donde los nazis ucranianos apoyaron a Hitler.

Después de haber ideado el golpe de Estado en febrero contra el gobierno democráticamente elegido en Kiev, la toma de la histórica y legítima base naval rusa libre de hielo en Crimea planeada por Washington fracasó. Los rusos se defendieron, como lo han hecho contra todas las amenazas e invasiones de Occidente durante casi un siglo.

Pero el cerco militar de la OTAN se ha acelerado, junto con los ataques orquestados por USA contra los rusos étnicos en Ucrania. Si se puede provocar a Putin para que acuda en su ayuda, su preconcebido papel de «paria» justificará una guerra de guerrillas dirigida por la OTAN que probablemente se extienda a la propia Rusia.

En cambio, Putin ha confundido al partido de la guerra buscando un acuerdo con Washington y la UE, retirando las tropas rusas de la frontera ucraniana e instando a los rusos étnicos del este de Ucrania a abandonar el provocador referéndum del fin de semana. Estos pueblos rusófonos y bilingües -un tercio de la población de Ucrania- llevan mucho tiempo buscando una federación democrática que refleje la diversidad étnica del país y sea a la vez autónoma de Kiev e independiente de Moscú. La mayoría no son ni «separatistas» ni «rebeldes», como los llaman los medios de comunicación occidentales, sino ciudadanos que quieren vivir con seguridad en su patria.

Al igual que las ruinas de Irak y Afganistán, Ucrania se ha convertido en un parque temático de la CIA, dirigido personalmente por el director de la CIA, John Brennan, en Kiev, con docenas de «unidades especiales» de la CIA y el FBI que establecen una «estructura de seguridad» que supervisa los salvajes ataques contra quienes se opusieron al golpe de Estado de febrero. Vea los vídeos y lea los informes de los testigos de la masacre de Odessa de este mes. Los matones fascistas traídos en autobuses quemaron la sede del sindicato, matando a 41 personas atrapadas en su interior. Mire a los policías en espera.

Un médico describió cómo intentaba rescatar a la gente, «pero me detuvieron los radicales nazis pro-ucranianos. Uno de ellos me empujó bruscamente, prometiendo que pronto yo y otros judíos de Odessa correríamos la misma suerte. Lo que ocurrió ayer ni siquiera tuvo lugar durante la ocupación fascista en mi ciudad durante la Segunda Guerra Mundial. Me pregunto por qué el mundo entero guarda silencio».

Los ucranianos de habla rusa luchan por sobrevivir. Cuando Putin anunció la retirada de las tropas rusas de la frontera, el secretario de defensa de la junta de Kiev, Andriy Parubiy -miembro fundador del partido fascista Svoboda- se jactó de que los ataques contra los «insurgentes» continuarían. Al estilo orwelliano, la propaganda en Occidente ha invertido esto en que Moscú «intenta orquestar el conflicto y la provocación», según William Hague, el secretario británico de Asuntos exteriores. Su cinismo se corresponde con la grotesca felicitación de Obama a la junta golpista por su «notable moderación» tras la masacre de Odessa. La junta, dice Obama, está «debidamente elegida». Como dijo una vez Henry Kissinger: «Lo que cuenta no es lo que es verdad, sino lo que se percibe como verdad».

En los medios de comunicación usamericanos la atrocidad de Odessa se minimizó, calificándola de «turbia» y de «tragedia» en la que «nacionalistas» (neonazis) atacaron a «separatistas» (personas que recogían firmas para un referéndum sobre una Ucrania federal). El Wall Street Journal de Rupert Murdoch condenó a las víctimas - «Un incendio mortal ucraniano seguramente provocado por los rebeldes, según el Gobierno». La propaganda en Alemania ha sido pura guerra fría, con el Frankfurter Allgemeine Zeitung advirtiendo a sus lectores de la «guerra no declarada» de Rusia. Para los alemanes es una ironía conmovedora que Putin sea el único líder que condena el ascenso del fascismo en la Europa del siglo XXI.

Un tópico popular es que «el mundo cambió» tras el 11-S. Pero ¿qué ha cambiado? Según el gran lanzador de alertas Daniel Ellsberg, se ha producido un golpe de Estado silencioso en Washington y ahora gobierna el militarismo desenfrenado. El Pentágono dirige actualmente «operaciones especiales» -guerras secretas- en 124 países. En USA, el aumento de la pobreza y la pérdida de libertad son el corolario histórico de un estado de guerra perpetuo. Si añadimos el riesgo de una guerra nuclear, la pregunta es: ¿por qué toleramos esto?

 

 

08/09/2022

SERGIO RODRIGUEZ GELFENSTEIN
Ucrania: ¿una guerra en minifaldas?

 Sergio Rodríguez Gelfenstein, 8/9/2022

Aunque sea insuficientemente conocido, tal vez haya pocos científicos sociales que hayan teorizado tanto y tan bien sobre la guerra como Vladimir I. Lenin. Al estudiar la primera guerra mundial dijo que: “el proletariado lucha y luchará siempre indefectiblemente contra la guerra, pero sin olvidar ni por un momento que solo podrá acabarse con las guerras cuando se acabe totalmente con la división de la sociedad en clases…”. El líder soviético también enseñaba que: “En la guerra vence quien dispone de más reservas, de más fuentes de fuerza, de mayor apoyo en el seno del pueblo”.

Manifiesto socialista de Zimmerwald contra la guerra, septiembre de 1915: la guerra que ha provocado todo este caos es producto del imperialismo, de los esfuerzos de las clases capitalistas de cada nación para satisfacer su apetito por la explotación del trabajo humano y de los tesoros naturales del planeta… están enterrando, bajo montañas de escombros, las libertades de sus propios pueblos, al mismo tiempo que la independencia de las demás naciones.

De la misma manera, uno de los más brillantes estrategas militares contemporáneos, el general vietnamita Vo Nguyen Giap exteriorizaba que las victorias en los combates estaban estrechamente vinculadas con “la producción, la comunicación, el transporte, las actividades culturales, sanitarias y otras”. Así, el general Giap consideraba que la victoria multilateral […] es el resultado de la lucha heroica de todos los compatriotas en todas las ramas, servicios y regiones que dedicaron sus prodigiosos esfuerzos, desafiaron bombas y balas y superaron innumerables dificultades”.

Es necesario comprender entonces, que el fenómeno de la guerra es muy complejo, sobre todo porque el factor subjetivo interviene de manera decisiva para forjar victorias cuando hay carencias o insuficiencias de los elementos materiales que configuran su aspecto objetivo.

En la modernidad, aunque los instrumentos tecnológicos juegan un papel cada vez más relevante, la herramienta principal y concluyente sigue siendo la del componente humano que participa en el conflicto. Por mucho que se haya desarrollado la técnica, el objetivo de la guerra sigue siendo el de ocupar territorios y eso solo es posible cuando los soldados de un ejército y los oficiales que los comandan toman posición efectiva del espacio geográfico.

Sólo el que haya participado en una guerra conoce la barbaridad que ella entraña, en el conflicto bélico se desata lo mejor y lo peor del ser humano, lo mejor porque la decisión de entregar la vida por algo en lo que se cree, rebasa cualquier análisis acerca de la subjetividad que pudiera motivar tal actuación. Por cierto, esto no es válido para mercenarios y asesinos a sueldo que solo combaten por el dinero y los emolumentos que pudieran obtener. Pero la guerra desata también lo peor de la condición humana que es la necesidad de matar para sobrevivir.

Es sabido que lo que distancia a un político común de un estadista es básicamente su capacidad para manejar exitosamente los elementos atingentes a la defensa y la seguridad, en primer lugar, ser capaz de dirigir a las fuerzas armadas; así mismo es básico poseer el genio y habilidad para conducir la política exterior y las relaciones internacionales. Lo otro, lo puede hacer cualquiera, sobre todo si está bien asesorado.  Tuve la posibilidad de conocer al comandante en jefe Fidel Castro, el mayor genio militar del siglo XX en América Latina y sé de lo que hablo.

Toda esta larga disquisición viene a cuenta de la dirección de la guerra en Ucrania y el elemento decisivo que significa la conducción y el mando estratégico en el conflicto que no sólo se desarrolla en el terreno bélico. De un lado, el presidente de Rusia, Vladimir Putin que ha dado muestras claras de su capacidad para manejar la guerra “como continuación de la política por otros medios”.


 No se puede decir lo mismo, de los que gestionan la guerra desde la otra trinchera. Cuando el jefe de la “diplomacia” europea Joseph Borrell afirma que el fin del conflicto se producirá en el terreno militar y posteriormente, en fecha más reciente asegurara que “Rusia ya ha perdido la guerra y está a la defensiva ante Kiev” a pesar que Rusia ya ha conquistado el 27,2% del territorio ucraniano - en los que por cierto, en buena parte de ellos, la vida transita hacia la normalidad bajo control de Rusia- nos damos cuenta que estamos ante niveles de ignorancia y estupidez muy peligrosos. Sobre todo, porque esta visión de los hechos conduce a decisiones profundamente erradas que traen como consecuencia el sacrificio innecesario de miles de soldados en función de intereses políticos ni siquiera vinculados a la retórica y la parafernalia tradicional de Occidente.

Cuando se observa sobre el mapa de operaciones militares, la reciente y muy cacareada “contraofensiva” ucraniana en el sur, cuesta pensar que tal acción fuera planeada por militares profesionales: una penetración en un sector de la defensa rusa dejando los flancos abiertos y avanzando en profundidad hasta hacer imposible para la logística poder cumplir su misión de garantizar los abastecimientos combativos necesarios para el éxito, presagiaban el desastre… y así fue: 152 tanques, 151 vehículos de combate de infantería, 110 vehículos blindados de combate, 56 camionetas blindadas, 17 vehículos especiales, 11 aviones caza de diferente designación y 3 helicópteros destruidos, y lo que es peor, 3100 soldados aniquilados entre el 29 de agosto y el 6 de septiembre es el saldo de esta locura, solo motivada en la necesidad de mostrar resultados para justificar la llegada y el incremento de ayuda occidental, aunque sea evidente que es una causa perdida. Vale decir que los medios de prensa occidentales se apresuraron masivamente a titular este desastre como “Victoria épica de las Fuerzas Armadas de Ucrania” engañando impunemente a sus lectores.

Mientras ello ocurre, el ejército ruso sigue centrando sus esfuerzos en recuperar el control de todo el territorio de Donestsk, manteniendo las regiones liberadas de las provincias de Kherson, Kharkov, Zaporozhye y Nikolaev. Al mismo tiempo, el presidente Putin, el ministro de defensa general Shoigú y el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Rusia general Guerasimov, se trasladaron al extremo oriente del país para inspeccionar in situ la realización de las maniobras militares Vostok 2022 que se desarrollaron en siete polígonos y en los mares de Japón y de Ojotsk y en las que participan unos 50.000 soldados, más de 5.000 unidades de armamento pesado, 140 aviones y 60 buques de Rusia  además de Argelia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Birmania, China, India, Kazajistán, Kirguistán, Laos, Mongolia, Nicaragua, Siria y Tayikistán.

En el caso de la “ofensiva” ucraniana en el sur del país, los  líderes políticos (Zelensky, Biden, Johnson, Scholz, Macron, Borrell, Stoltenberg y compañía), que no saben nada de la guerra, le impusieron a las fuerzas armadas la obligatoriedad de una operación militar que desde su inicio no tenía las menores posibilidades de éxito y que costó la vida a 3100 jóvenes ucranianos que creían que se estaban inmolando por la Patria, cuando en realidad lo hicieron por los intereses comerciales de las grandes transnacionales energéticas y de armamento de Estados Unidos que están haciendo pingües ganancias con esta guerra.

La verdad viene dada en opiniones de expertos, ninguno de ellos amigo de Putin o de Rusia. Leamos lo que dicen algunos. Cuando la guerra recién comenzaba, en una larga entrevista realizada a Jacques Baud, coronel del ejército suizo, experto en inteligencia militar y adjunto en la OTAN y la ONU, ante la pregunta de ¿Cómo evalúa la ofensiva rusa?, contestó:Atacar a otro Estado va en contra de los principios del derecho internacional. Pero también se debe considerar el trasfondo de tal decisión. En primer lugar, hay que dejar claro que Putin ni está loco ni ha perdido el contacto con la realidad. Es una persona metódica y sistemática, es decir, muy rusa. Creo que era consciente de las consecuencias de su operación en Ucrania. Evaluó, obviamente con razón, que, si realizaba una operación "pequeña" para proteger a la población de Donbass o una operación "masiva" a favor de la población de Donbass y de los intereses nacionales de Rusia, las consecuencias serían las mismas. Entonces, fue a por la solución máxima”.

Por su parte, el martes pasado en un artículo para The Wall Street Journal el general de brigada de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, Mark Kimmitt afirmó que: “Comenzar un acuerdo diplomático sería desagradable y tal vez aparentemente derrotista, pero hay pocas posibilidades de salir del atolladero actual, por lo que podría ser mejor comenzar las negociaciones ahora que más tarde”. Kimmitt recordó que la OTAN ya no puede hacer frente a la necesidad de mantener el ritmo de abastecimiento de armas a Ucrania, porque las fuerzas de ese país las pierden con demasiada frecuencia en el campo de batalla. El general estadounidense expuso que creía que la reducción de los suministros occidentales a Kiev tendría un efecto “desastroso” para el ejército ucraniano.

Finalmente, el general retirado y exsubsecretario del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional de Ucrania, Serhiy Krivonos mostró su consternación por las pérdidas “monstruosas”, del ejército de Ucrania que según él se cuentan por “decenas de miles, e incluso podría llegar a cientos de miles”. Al cuestionarse sobre las causas de esta situación y la negativa de hablar del asunto por las autoridades y los medios de comunicación occidentales, Krivonos manifestó: "Los cuentos de que ahora no es el momento de hablar de ello no es más que un intento de nublar la memoria, borrar la historia. ¿Pero cómo se puede borrar la sangre de los muertos, que ya van por cientos de miles? ¿Quién responderá por ello?".

Mientras ello ocurre, el Washington Post en un reporte del martes 6 de septiembre se vio obligado a decir que los militares ucranianos que participaron del intento de contraofensiva en la región Kherson en el sur del país, “se quejan de grandes pérdidas, falta de municiones y retraso tecnológico con respecto al ejército ruso”. El diario de la capital imperial citó a un soldado que dijo que casi todos sus compañeros en un total de 120 “resultaron heridos, muchos de gravedad”. Lo achacó a la necesidad de ahorrar munición, pero también afirmó que cuando disparaban “era difícil acertar por problemas con los sistemas de guiado de las armas antiguas”.  El Post concluye afirmando que “muchos combatientes de las Fuerzas Armadas de Ucrania dudan si el intento valió la pena [ante] tales pérdidas". 

Unos días antes que esto aconteciera en el campo de batalla, Zelensky junto a su esposa posaron para la revista Vogue, cuyo último titular fue: “Todas las tendencias en minifalda para este otoño e invierno 2022”. Tratar la guerra como si fuera un hecho banal y de la farándula y suponer que la muerte de tantos jóvenes quedará impune por la irresponsabilidad política de los líderes europeos, formará parte de las próximas crónicas que habrán de escribirse cuando concluya esta historia. Pero no creo que sean minifaldas las que van a usar los soldados ucranianos que combaten cuando se aproxima el temido invierno boreal.