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13/07/2022

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
Pandemia 2020: ¿Camino del olvido o de su restablecimiento?

Luis E. Sabini Fernández, 10/7/2022  

La pandemia de la OMS, no ha concluido y si escucháramos a sus “sacerdotes”, Bill Gates, Klaus Schwab, tenemos otra en puerta, peor.

Entretanto, nos aconsejan ir por la cuarta y la quinta dosis de la vacuna experimental que precisamente por su nivel (insuficiente)  de verificación no pudo hacerse obligatoria, aunque muchas autoridades administrativas nacionales y sanitarias la han promovido e inoculado como si lo fuera.


El juez Alejandro Recarey


Manifestantes antivacunas, frente a Tribunales, el 7 de julio de 2022. Foto: Federico Gutiérrez

 

Por eso ha resultado tan preciso el dictamen del juez uruguayo Alejandro Recarey que acaba de exigirle a los laboratorios del Big Pharma que declaren finalmente de qué están compuestas las muy secretas vacunas e informen de las secuelas que, con preocupación creciente se han ido acumulando (si es que se han preocupado en registrar tales secuelas) y entretanto dispensar de toda vacuna, "desconocida" en sus efectos, a menores de 13 años. En buen romance, negarse a emplear a nuestros niños como conejillos de Indias.

Un diálogo, apócrifo, tan bien actuado que nos parece estar reviviendo la vieja serie del Chavo del Ocho, es muy ilustrativo del estado actual de situación: a nuestro protagonista, una suerte de Tin tin del subdesarrollo, el Flaco Don Ramón y Doña Florinda lo acosan a preguntas:

DR – A ver, ¿cuáles son las órdenes del gobierno?

DF - ¿Para los vacunados?

DR - ¿Y para los no vacunados?

Ch – Mandaron a que los no vacunados tienen que usar máscaras de ahora en adelante…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DR – Oye, oye, quiere decir que ahora también se contagian?

Ch - ¿Los vacunados o los no vacunados?

DR - ¡los no vacunados!

Ch – Los no vacunados, si no se cuidan, pueden contagiarse…

DF – ¿Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Oye, pues, entonces los no vacunados pueden contagiar a otros…

DF - ¡Y los vacunados?

Ch – También.

DF – Entonces se pueden enfermar y hasta morir…

Ch - ¿los vacunados o los no vacunados?

DR – Bueno…

DF – Un momento, ¿pero no le pasa lo mismo a ambos?

Ch – Sí…

DF – Entonces [con aire de ganadora], ¿por qué entonces dices vacunados y no vacunados?

Ch – Porque aunque pueden enfermarse y morirse, los vacunados tienen hasta un 98% de posibilidad de sobrevivir al covid…

DF – [mira extasiada y suspira aliviada]  Ahhhhh…

DR - ¿Y los no vacunados?

Ch – También…

Al mismo tiempo, la sociedad ha entrado en una suerte de hastío o cansancio magistralmente registrado en el sketch que transcribimos textualmente. Y tanto la población como la prensa han ido desinteresándose del significado, la trascendencia, y sobre todo, las causas, del tratamiento a que hemos sido sometidos.

El investigador, conocido en países del Primer Mundo (aunque muchos menos entre nos) Nicholas Wade lo dijo hace más de un año: no se puede creer que el brote del Covid-19 se deba a algo espontáneo o natural, interpretación promovida no sólo por quienes podían tener interés en oscurecer la etiología del Covid-19, como el Big Pharma, sino también por parte de algunos muy críticos del mundo de los negocios transnacionales, pero que –no sabemos si para evitar que les endilgaran el sambenito de conspiranoicos– insistieron en el desencadenamiento espontáneo de un contagio mediante murciélagos, civetas, pangolines y otros eslabones naturales y casuales que, a causa de la invasión permanente –ésa sí real y progresiva de la sociedad humana, básicamente depredadora, sobre los entornos naturales y silvestres, vegetales y animales, habría provocado la epidemia generalizada, decretada por la OMS como pandemia.

13/12/2021

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
El doble discurso de las autoridades políticas y sanitarias


Uruguay: de la Lógica viva de Carlos Vaz Ferreira a la lógica avivada contemporánea

Luis E. Sabini Fernández, 13-12-2021

Las autoridades uruguayas, invocando una tradición de atención a la libertad, han proclamado, reiteradamente, que la inoculación en curso con el Covid 19 es voluntaria, optativa, a conciencia del ciudadano.

Impecable, salvo el detalle de llamar vacuna al actual suministro antiCovid, designación que en rigor apenas se podría aplicar a la vacuna de origen chino con virus atenuado. Las restantes inoculaciones están basadas en modificaciones génicas.

La realidad oficial, empero, establece permanentemente desmentidos a tan laudable tradición.

El gobierno acaba de dictaminar, autocráticamente y muy en contra de esa sobada tradición, que el aforo en el Teatro de Verano del Parque Rodó será del 100%, al modo tradicional, pero para vacunados. En un teatro al aire libre se pretende obligar a quien quiera participar del carnaval, a que esté previamente inoculado.

Cuando ni siquiera la OMS y su filántropo de cabecera Bill Gates, han establecido la obligatoriedad para estas presuntas vacunas. Más aun, la OMS ha reconocido que su dosificación tiene que ser exclusivamente voluntaria porque carece de los pasos necesarios para instaurar una vacuna con certezas médicas. Por eso los laboratorios suministran este preparado sin asumir responsabilidad legal.

El sitio-e <saludconlupaQ> que se presenta como “una dosis de periodismo de calidad” aclara: “las compañías farmacéuticas que desarrollaron las vacunas covid-19 no están obligadas a indemnizar a las personas que presenten algún efecto grave inducido por su producto.”

“[...] Lo que ha pasado en esta emergencia es que las farmacéuticas, especialmente Pfizer y Moderna, han exigido a los países la cláusula de indemnidad, una condición que exime de responsabilidad a las compañías farmacéuticas en caso de que haya efectos adversos de gravedad a causa de las vacunas.

“Esto sucede porque, a pesar de que los ensayos clínicos se hicieron con enorme rigurosidad para confirmar que las vacunas funcionan y son seguras, la urgencia de aplicarlas a la población antes de que murieran más personas ha impedido dejar pasar el tiempo necesario para evaluarlas a largo plazo y, con ello, identificar si hay algún evento adverso serio en una cantidad significativa de personas.

“Entonces hay un riesgo compartido.” [sic] [Fuente]

¿Cuáles son, entonces, los fundamentos científicos, racionales, de la inoculación forzosa? La urgencia invocada por los suministradores de inoculaciones; las instituciones médicas parecen haber abandonado la apelación a otros medicamentos o terapias. Los gobiernos acatan. Y caen en el doble discurso.

El uso de barbijos, por ejemplo, está dictaminado para espacios cerrados. Por la calle, en nuestro país, no hay obligación de usarlos. Veámoslo más de cerca. Cuando los comensales en un restaurante ingieren sus comidas, lógicamente lo hacen sin barbijo (todavía no se inventaron barbijos con aberturas especiales para ingerir). Pero quien está en la mesa puede estar sin barbijo antes o después de la comida. Los virus, por lo visto, no actúan cuando se conversa, esperando la comida o en sobremesa.

Lo mismo pasa en la peluquería. El peluquero también te pide que te saques el barbijo. ¿Habrá que suponer que el Covid 19 tampoco actúa entre pilosidades?

¿O el uso del barbijo constituye una puesta en escena que a la vez no resulte demasiado incómoda? Hacer como sí. Siguiendo la máxima de Julio César, de que no solo hay que ser sino parecer (que, a la larga, todo versa en parecer).

¿Será entonces que las restricciones procuran no incordiar? Si así fuera, ¿cuál es la seriedad de la prevención? Una seriedad, una restricción que se adapta a las comodidades revela que se trata más de un rito que de una necesidad profiláctica.

Volvamos a la resolución del P. Ejecutivo.