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22/05/2021

La revolución siria y la emancipación de palestinos y kurdos
Entrevista con Joseph Daher

 e la libertà, 15/5/2021
Original:
Η συριακή επανάσταση και η χειραφέτηση των Παλαιστινίων και των Κούρδων 
English: Interview with e la libertà: “The Syrian Revolution and the Emancipation of the Palestinians and the Kurds” 

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

Joseph Daher realizó un doctorado en Estudios del Desarrollo en SOAS, Universidad de Londres (2015), y un doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Lausana (2018), Suiza. Actualmente es profesor en la Universidad de Lausana y profesor afiliado a tiempo parcial en el Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia). Es autor de Political Economy of the Party of God (Pluto Press, 2016) y Syria After the Uprisings: The Political Economy of State Resilience (Pluto Press 2019). Ha creado el blog Syria Freedom Forever.  

E la libertà: Una gran parte de la izquierda optó por no apoyar la revolución siria, o incluso llegó a manifestarse a favor de la dictadura de Assad. El argumento principal que han utilizado fue que el régimen sirio había sido un aliado del movimiento palestino durante años. Y que revocarlo sería una derrota muy seria para los palestinos. ¿Hay algo de verdad en estas acusaciones? ¿Cuáles eran las relaciones entre el régimen sirio Baaz y el movimiento de liberación palestino? ¿Cuál ha sido el trato dado a los refugiados palestinos en los campos sirios durante todos estos años? ¿Cómo vieron los palestinos de Siria la revolución siria? ¿Participaron los palestinos en las manifestaciones de protesta?

Joseph Daher: La idea de que el régimen de Assad es partidario de la liberación palestina es una de sus mayores mentiras. En realidad, la ruptura final en 1970 entre Salah Jadid, líder de facto en Siria en aquel momento, y Hafez al-Assad, que era ministro de Defensa y jefe de la Fuerza Aérea, se produjo tras la negativa de este último a apoyar la decisión del gobierno de permitir que el Ejército de Liberación Palestino (bajo el mando del Ejército Árabe Sirio) interviniera en Jordania durante la guerra de 1970 entre la resistencia palestina y el ejército del rey Hussain. Esto llevó al sangriento Septiembre Negro con miles de palestinos muertos. El partido Baaz, dirigido por Jadid, inició un proceso para expulsar a Assad de sus posiciones de poder y así controlar al ejército con mayor firmeza. Este objetivo nunca llegó a alcanzarse. El ejército tomó el control de la sede del partido por orden de Hafez al-Assad y de Mustafa Tlass. Este nuevo golpe sangriento facilitó que Assad pudiera hacerse con el control total del partido y del régimen.

 

Las fuerzas del régimen de Assad entraron en el Líbano en 1976 para aplastar a las fuerzas izquierdistas palestinas y libanesas, contando con el apoyo y la aprobación de USA e Israel.

 

A lo largo de los años ochenta se produjo la guerra de los campos, sobre todo entre Amal y los grupos palestinos, y Siria apoyó a Amal contra los grupos palestinos y no vaciló a la hora de aplastarlos.

 

Menos conocido, después de 1982 y el aplastamiento de grupos palestinos en el Líbano por el régimen sirio, es que el campo de Yarmuk, que era un barrio palestino en las afueras de Damasco, fue testigo de un par de levantamientos o movimientos de protesta a nivel masivo en la ciudad. Los servicios secretos sirios desplegaron una gran represión contra ellos; en los años ochenta había más de 1.000 presos políticos en las cárceles de Assad.

Desde 1974 hasta 2011 no se disparó una sola bala desde Siria para liberar el Golán ocupado. Assad siempre estuvo dispuesto a firmar un acuerdo de paz con Israel si Israel devolvía al menos una parte del Golán, pero Israel nunca aceptó esa condición. No fue al revés, y es muy importante entender esto. Hasta el día de hoy los israelíes ven a Assad como el mal menor, como la mejor garantía para sus propias fronteras. Por eso están contentos con una dictadura debilitada en Siria, en contraposición al cambio de régimen. Israel teme a los diversos levantamientos que puedan producirse en la región, porque los regímenes autoritarios tenían interés, directa o indirectamente, en colaborar con Israel y aplastar a su propio pueblo junto con los palestinos.

 

El mejor ejemplo fue una declaración hecha por Avigdor Lieberman, ministro de Relaciones Exteriores de Israel en 2011, cuando declaró que la mayor amenaza para Israel era una revolución egipcia exitosa, la existencia de una democracia en Egipto, y no Irán. Porque esa revolución podría extenderse a la región, y los pueblos que se liberaran se volverían hacia la causa palestina, que ha sido una causa central durante décadas en la región. Así pues, no, definitivamente el régimen de Assad está muy lejos de ser un aliado del pueblo palestino o de cualquiera de los pueblos que luchan por la libertad y la dignidad.

 

Desde 2011 ha habido una represión masiva contra los refugiados palestinos en Siria. El campo de Yarmuk, en las afueras de Damasco, sufrió un asedio horrible con cientos de personas muriendo de hambre, etc. En la primera semana del levantamiento, Bouzaina Shaaban, la asesora del régimen sirio para los medios, acusó a los palestinos de fomentar las luchas sectarias dentro de Siria, especialmente en Latakia, etc. Varios campos de refugiados palestinos fueron bombardeados. Y hay más de 20.000 palestinos en busca y captura por el régimen de Assad.

 

Las operaciones militares sirias y los ataques aéreos continúan actualmente en varias zonas, incluidos los ataques masivos, especialmente sobre el campo de Yarmuk, que está ocupado por el Dáesh, pero en el que aún quedan entre 300 y 1.000 civiles. Desde el 19 de abril, 5.000 de los 6.000 civiles estimados que quedaban en Yarmuk cuando comenzó la ofensiva contra el Dáesh han huido a la aldea cercana de Yalda, según Naciones Unidas. Si bien ya no están bajo fuego, sí en una situación de vulnerabilidad extrema, como dijo Chris Gunness, portavoz de la UNRWA, porque muchos de los recién llegados a Yalda están “mendigando medicamentos y durmiendo en las calles”.

 

Debemos, no obstante, dejar claro que al igual que otros grupos étnicos y religiosos en Siria, no había una posición política única entre los palestinos en Siria. Algunos se oponían al régimen y provenían de una variedad de espectros políticos (izquierdistas, liberales y fundamentalistas islámicos), incluidos los jóvenes activistas palestinos sirios que participaron en el levantamiento desde el principio como manifestantes, organizadores de ayuda y en las tareas de socorro para sirios heridos y desplazados internos; o como periodistas espontáneos, fotógrafos y activistas de los medios. Algunas personas también se unieron a los grupos armados de la oposición, incluso a grupos yihadistas como el Dáesh y Hay'at Tahrir Sham, aunque no en cantidades masivas. Sin embargo, otros sectores de los palestinos sirios apoyaron al régimen y también había milicias palestinas prorégimen, como Liwa al-Quds, Quwat al-Sa'iqa (ala militar del Partido Árabe Socialista Baaz-Organización Palestina), etc. Los combatientes del Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General en realidad estaban trabajando mano a mano con la mujabarat y realizando patrullas de seguridad para el régimen en el campo de Yarmuk y reprimiendo a los activistas. La mayoría de los palestinos en Siria que tomaron las armas y participaron en la guerra apoyaban al régimen sirio.

 

Creo que la liberación de las clases populares de la región y de Palestina van ligadas. La liberación de Palestina y sus clases populares está vinculada a la liberación y emancipación de las clases populares de la región frente a sus clases dominantes y las diversas potencias imperialistas, en particular USA y Rusia, y frente a potencias regionales como Irán, Arabia Saudí, Turquía y Qatar. En esta lógica similar tenemos que luchar contra todos los intentos de los regímenes y las fuerzas reaccionarias islámicas de dividir a las clases populares según su género, sectas religiosas, nacionalidades, etc. en el intento de dominarlas y así evitar su liberación y también la de las clases populares palestinas.

 

La multiplicación de los ataques de Israel en Siria está vinculada a la presencia e influencia iraníes. Israel, que no está dispuesto a ver ningún cambio radical en sus fronteras, favoreció una opción similar en Siria a la de USA. Las prioridades principales del Estado israelí eran, en primer lugar, evitar que la guerra civil en Siria se extendiera a través de sus fronteras y, en segundo lugar, evitar que las armas químicas cayeran en manos de grupos islámicos extremistas o la transferencia de armas importantes a Hizbolá en el Líbano. En septiembre de 2017, el exjefe de la fuerza aérea israelí, Amir Eshel, declaró que Israel había atacado convoyes de armas del ejército sirio y sus aliados de Hizbolá en casi 100 ocasiones desde principios de 2012. El régimen de Assad, que no se inclina por provocar a Israel, nunca respondió a estas intervenciones, excepto en febrero de 2018, cuando un fuego antiaéreo derribó un avión de combate israelí que regresaba de un bombardeo contra posiciones respaldadas por Irán en Siria. Posteriormente, Israel lanzó un segundo ataque aéreo más intenso, alcanzando lo que dijo que eran 12 objetivos iraníes y sirios en Siria, incluidos los sistemas de defensa aérea sirios. Tras esta confrontación, tanto Israel como Siria señalaron que no buscaban ampliar el conflicto, aunque Rusia y USA estaban preocupados de que se diera una escalada más violenta.

Las autoridades israelíes también manifestaron públicamente su oposición a ver presencia de tropas iraníes o de Hizbolá cerca de sus fronteras, y pidieron a Rusia que evitara que esto sucediera. En este contexto, Israel multiplicó los ataques, especialmente a partir de 2017, contra Hizbolá y objetivos proiraníes en Siria.

El principal problema hoy para Israel es, por tanto, la presencia de Irán y Hizbolá cerca de sus fronteras con Siria.

Las relaciones del régimen de Assad con los kurdos son bastante más complicadas. El régimen sirio Baaz mantuvo una actitud distinta hacia los movimientos kurdos y las organizaciones políticas kurdas que los países de la región (Turquía, Irán, Iraq). En Siria, durante décadas, los kurdos sirios sufrieron una opresión bastante dura. ¿Le gustaría explicar estas políticas contradictorias?

 

Joseph Daher: Los primeros partidos kurdos sirios se establecieron en la década de 1950 como resultado de un nacionalismo árabe cada vez más agresivo y chovinista y de una creciente frustración respecto a los miembros kurdos del Partido Comunista Sirio. Si bien los kurdos tenían una presencia significativa en el partido y se sentían cercanos a él, muchos llegaron a la conclusión de que el partido encabezado por Khalid Bakdash no defendería los derechos kurdos; de hecho, se opuso al reconocimiento de los derechos nacionales kurdos en Siria.

En las décadas de 1950 y 1960, los kurdos de Siria fueron los principales chivos expiatorios del creciente nacionalismo árabe en el país. Se les presentó como agentes contratados que trabajaban al servicio de poderosos enemigos extranjeros, especialmente del imperialismo usamericano y sionista. Las primeras medidas de la política del “cinturón árabe” comenzaron en 1962. Esta política del “cinturón árabe” era un plan para crear un cordón sanitario entre los kurdos sirios y los vecinos alrededor del borde norte y noreste del Jazirah, a lo largo de las fronteras con Turquía y Iraq. Un “censo excepcional” de la población de Jazirah en 1962 dio como resultado que se negara la nacionalidad a unos 120.000 kurdos y se les declarara extranjeros, dejándolos, y posteriormente a sus hijos, privados de los derechos civiles básicos y condenados a la pobreza y la discriminación.

 

El régimen de Assad continuó con las políticas de discriminación y mantuvo un sistema racista institucional contra las poblaciones kurdas en Siria. Entre 1972 y 1977 se implementó una política de colonización en regiones específicas habitadas mayoritariamente por población kurda como continuación del plan del “cinturón árabe”. Alrededor de 25.000 campesinos “árabes”, cuyas tierras quedaron inundadas por la construcción de la presa de Tabqa, fueron enviados al Alto Jazirah, estableciéndose en “pueblos modernos” cercanos a los pueblos kurdos.

 

Mientras tanto, el régimen desarrolló una política para incorporar a ciertos segmentos de la sociedad kurda -sobre todo ante la creciente oposición en el país de finales de la década de 1970 y principios de la de 1980- y para servir a determinados objetivos de política exterior. Algunos kurdos participaron en el sistema del régimen a través de la incorporación de ciertas élites kurdas de las hermandades religiosas y jeques oficiales, como Ahmad Kuftaro, mufti de la república entre 1964 y 2004, y Muhammad Sa'id Ramadan al-Buti. Varios kurdos ocuparon cargos como autoridades locales y otros alcanzaron altos cargos. Sin embargo, todo esto se produjo a condición de no demostrar ninguna conciencia étnica kurda en particular. También se incluyó a algunos kurdos, a fines de la década de 1970 y en la de 1980, en divisiones de élite del ejército o se les vinculó a grupos militares específicos al servicio del régimen. Otra forma de cooptación fue la complicidad de los servicios de seguridad locales con ciertas familias de contrabandistas kurdos activos en Jazirah, en las fronteras sirio-turca y sirio-iraquí.

 

Esta política de cooptación incluyó también a algunos partidos políticos kurdos. De hecho, el régimen de Assad estableció una forma de alianza con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) [1] y Ocalan se convirtió en invitado oficial del régimen a principios de la década de 1980 en el contexto de las tensiones sirias y turcas. El PKK fue autorizado a reclutar miembros y combatientes, alcanzando entre 5.000 y 10.000 miembros en la década de 1990, y a lanzar operaciones militares desde Siria contra el ejército turco. El PKK tenía oficinas en Damasco y en varias ciudades del norte. Los militantes del PKK tomaron el control de facto de pequeñas porciones del territorio sirio, particularmente en Afrin. Otros partidos políticos kurdos también colaboraron con el régimen sirio, como la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) [2] dirigida por Jalal Talabani, que había estado en Siria desde 1972, y más tarde, en 1979, el Partido Democrático Kurdo (PDK) [3] afiliado al líder kurdo Masud Barzani.

 

La condición sine qua non de este apoyo del régimen sirio fue la abstención de los movimientos kurdos de Iraq y Turquía de cualquier intento de movilizar a los kurdos sirios contra el régimen sirio. Damasco pudo instrumentalizar a estos grupos políticos kurdos para que sirvieran a sus propios intereses utilizándolos como herramienta en las políticas exteriores para lograr algunas ambiciones regionales y, a nivel nacional, desviando la cuestión kurda fuera de Siria, hacia Iraq y Turquía.

 

Las relaciones entre los partidos políticos kurdos y el régimen sirio se fueron deteriorando cada vez más a finales de la década de 1990 y principios de la de 2000. La mejora de las relaciones turcas y sirias llevó a las fuerzas de seguridad sirias a lanzar varias oleadas de represión contra los elementos del PKK que quedaban en Siria. Tras el exilio de Ocalan en 1998 y el encarcelamiento de muchos miembros del PKK, los activistas del partido intentaron establecer nuevos partidos con el doble objetivo de evitar la represión estatal y brindar apoyo a sus miles de miembros y simpatizantes. El PUD (Partido de la Unión Democrática) se estableció en 2003 como sucesor del PKK en Siria.

 

Las relaciones se debilitaron de manera similar con el PDK y el PUK desde 2000, cuando Damasco intentaba normalizar relaciones con Bagdad, lo que significó el fin de su interferencia en los asuntos kurdos iraquíes.

 

En 2004, el levantamiento kurdo, que había comenzado en la ciudad de Qamishli y se había extendido a las regiones predominantemente kurdas de todo el país -Jazirah, Afrin-, aunque también a Alepo y Damasco, fue severamente reprimido por las fuerzas de seguridad. El régimen pidió la colaboración de algunas tribus árabes del noreste que tenían conexiones históricas con el régimen. Alrededor de 2.000 manifestantes fueron arrestados y 36 asesinados, mientras que otros se vieron obligados a abandonar el país. La intifada kurda, así como los desarrollos en el Kurdistán iraquí con una creciente autonomía y el encumbramiento de los símbolos kurdos, dieron al pueblo kurdo sirio una mayor confianza para movilizarse por sus derechos y fortalecieron la conciencia nacionalista de la juventud y su voluntad de cambio.

 

Los kurdos continuaron afirmándose a través de la organización de eventos que celebran su identidad kurda y protestan por las políticas antikurdas del gobierno. Los estudiantes kurdos de varios grupos políticos fueron también muy activos durante estos años en los campus universitarios, particularmente en Damasco y Alepo. Siria aplicó duras políticas represivas contra los activismos y celebraciones políticas y culturales kurdos.

¿Cómo valoraron los palestinos de Cisjordania y Gaza la revolución siria? ¿Cuál fue la actitud de sus organizaciones políticas (la Autoridad Palestina, Hamas y la Izquierda Palestina)?

 

Joseph Daher: Hay toda una variedad de opiniones entre los palestinos en los Territorios Ocupados Palestinos. Al comienzo del levantamiento sirio, hubo una atmósfera general de apoyo tras los eventos en Egipto y Túnez. A medida que el levantamiento se convirtió cada vez más en una guerra armada a partir de 2013, las posiciones estaban menos claras, aunque hay simpatías generales hacia el levantamiento sirio hasta el día de hoy.

 

El liderazgo de la OLP dirigido por Fatah, que anteriormente se oponía mayoritariamente al régimen de Assad, se acercó cada vez más al régimen desde el inicio del levantamiento. En enero de 2016, representantes del movimiento Fatah de Siria y de la Cisjordania ocupada elogiaron al régimen de Bashar Al-Assad y al ejército egipcio durante la celebración de su 51º aniversario en Damasco. Colaboran en varios temas relacionados con los palestinos en Siria.

 

Oficialmente, el FPLP es neutral, pero la mayor parte de su liderazgo está muy cerca del régimen de Assad porque depende de esa relación e incluso, en cierta medida, según algunos, de la provisión de dinero. También tienen una colaboración muy estrecha con Hizbolá. Una figura del movimiento, Leila Khaled, ha proclamado en varias ocasiones su apoyo al régimen de Assad. Sin embargo, entre la juventud y la base del partido los sentimientos están más mezclados e incluso algunos apoyan el levantamiento.

 

Durante más de una década, hasta el levantamiento, la oficina política de Hamas tuvo su sede en Siria. Hamas estaba interesado en mantener su relación con el régimen sirio, que ha apoyado y dado la bienvenida al grupo cuando la mayoría de los demás regímenes árabes le cerraron las puertas.

 

Si bien algunos altos funcionarios y cuadros de Hamas expresaron al principio en voz alta su apoyo a la revolución siria, incluido Ismael Hanieh en un discurso pronunciado en la mezquita Al-Azhar de El Cairo el 24 de febrero de 2012, Hamas mantuvo oficialmente una posición neutral durante mucho tiempo. El movimiento ha apoyado los derechos del pueblo sirio sin condenar ni oponerse directamente al régimen sirio. El grupo ha intentado incluso mediar en la crisis en varias ocasiones y ha animado al presidente sirio Bashar al-Assad a emprender reformas inmediatas. Mahmud Zahar, ministro de Relaciones Exteriores interino de Hamas en aquel momento, declaró que la posición de Hamas sobre las revoluciones en Libia, Túnez y Egipto era neutral, y que habían adoptado la misma política hacia Siria.

 

El conflicto en curso y el aumento de las tensiones con el régimen sirio llevaron finalmente a los líderes de Hamas en Damasco a abandonar el país en febrero de 2012.

 

Las relaciones de Hamas con el régimen sirio empeoraron a lo largo de 2012, especialmente después de un discurso en Turquía el 30 de septiembre de 2012, en el que Khaled Mish'al expresó su apoyo a la revolución siria. En noviembre de 2012, la televisión nacional siria acusó a Mish'al de alta traición. Además, las brigadas militares de Hamas, Izz al-Din al-Qassam, participaron en Siria en enfrentamientos militares junto con las fuerzas armadas de la oposición contra el régimen sirio, y compartieron parte de su experiencia con las brigadas del Ejército Libre Sirio, especialmente para la construcción de túneles en la batalla de Qussayr en mayo de 2013.

 

Sin embargo, el apoyo de Hamas a la revolución siria se volvió menos expresivo y menos claro después del verano de 2013. Por ejemplo, en octubre de 2013, Mish'al instó a “los grupos que luchan en Siria a dirigir sus rifles hacia Palestina”, anunciando su “apoyo a una solución pacífica en Siria que garantice la libertad y la dignidad de las personas”, al tiempo que añadía que “los pueblos tienen derecho a levantarse por sus derechos, pero debe hacerse por medios pacíficos”, en referencia a los grupos armados sirios. Además, tras la entrada de Jabhat Al-Nusra, la filial de Al-Qaida en Siria, y del Dáesh en el campo de refugiados palestinos de al-Yarmuk en Damasco en abril de 2015, el socio de Hamas en el terreno, Aknaf Bayt al-Maqdis, que había estado luchando activamente contra el régimen desde el inicio de la revolución siria, se vieron obligados a colaborar con el Frente Popular para la Liberación de Palestina-Comando General, dirigido por Ahmed Jibril, muy conocido por ser partidario activo del régimen sirio, cuando un líder herido de Aknaf Bayt al-Maqdis, Ahmad Zaghmout, fue tratado en un hospital del régimen.

 

Hamas lleva más de un año bajo la presión de varios países árabes, incluidos Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que lo ven como una rama de los Hermanos Musulmanes, una organización considerada terrorista por estos regímenes. Esto condujo a un fortalecimiento por parte de Hamas de sus relaciones con Irán y Turquía. Los funcionarios de Hamas han elogiado a los funcionarios y gobiernos de estos países... especialmente la última operación y ocupación de Afrin liderada por el ejército turco.

¿Qué posición adoptaron los kurdos sirios y sus organizaciones políticas cuando estalló la revolución siria?

 

Joseph Daher: En las zonas predominantemente kurdas, las protestas comenzaron a finales de marzo y principios de abril de 2011. Las primeras manifestaciones se organizaron en 'Amuda y luego llegaron a la ciudad de Qamishli el 1 de abril pidiendo libertad, hermandad entre árabes y kurdos y solidaridad con Dar’a. En las manifestaciones del viernes, los manifestantes coreaban a menudo eslóganes por la libertad y la dignidad en varios idiomas: el de las comunidades árabes, kurdas y asirias presentes en Jazirah. Otras ciudades habitadas por kurdos también participaron activamente en las protestas con banderas kurdas izadas junto a las sirias.

El movimiento de protesta en estas áreas surgió en torno a grupos de jóvenes que ya estaban organizados o de consejos y comités locales (CCL) recién establecidos, que se veían a sí mismos como parte del movimiento nacional contra el régimen.

A pesar de su activismo en el levantamiento, los CCL tuvieron que enfrentarse al escepticismo y la oposición de los partidos políticos kurdos tradicionales desde el principio porque casi todos ellos no estaban dispuestos a participar en las protestas contra el régimen o eran muy cautelosos y preferían las reformas. Solo el Movimiento del Futuro Kurdo en Siria, liderado por Mishal Tammo, y Yekiti apoyaron públicamente el levantamiento desde el principio; muchos miembros jóvenes del partido Yekiti estaban entre los organizadores de las protestas.

 

A finales de abril de 2011, el Congreso Político Kurdo [4], que se estableció en 2009, creció en número y fundó el Movimiento Nacional de Partidos Políticos Kurdos con la inclusión de tres nuevos partidos, entre ellos el Partido de la Unión Democrática (PUD). En mayo de 2011, el Movimiento Nacional de Partidos Políticos Kurdos anunció su programa, que incluía poner fin al gobierno de un solo partido en Siria, el establecimiento del Estado de derecho, la igualdad para todos los ciudadanos y un Estado laico. En octubre de 2011 se organizó una nueva conferencia que reunió a la mayoría de partidos políticos kurdos, de independientes, organizaciones juveniles kurdas, organizaciones de mujeres kurdas, activistas de los derechos humanos y profesionales, con el objetivo de unir a la oposición kurda en Siria. Varios actores políticos kurdos se habían preocupado realmente por el programa político y la agenda de varios de los integrantes del Consejo Nacional Sirio (CNS), particularmente el MB y sus estrechas relaciones con el gobierno turco del Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP).

 

Esto llevó al establecimiento del Comité Nacional Kurdo (CNK), que siguió a la creación del CNS. El CNK se formó en Erbil, Iraq, bajo el patrocinio de Massud Barzani, presidente del Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) de Iraq y un importante aliado de Turquía en ese momento. Barzani tenía una gran influencia entre varios grupos de oposición kurdos sirios. La misión declarada del CNK era encontrar una “solución democrática al problema kurdo”, al tiempo que enfatizaba que eran parte de la revolución.

 

Seguía habiendo problemas dentro del CNK, sobre todo con respecto a su proceso de toma de decisiones, porque la representación de los activistas independientes y organizaciones juveniles era bastante pequeña en comparación con la de los partidos políticos.

 

Dos partidos que asistieron a la conferencia de fundación no se unieron al CNK: el Movimiento por el Futuro Kurdo y el PUD. El Movimiento por el Futuro citó cuatro puntos de objeción al CNK: el fracaso del CNK para comprometerse con el derrocamiento del régimen; el fracaso a la hora de apoyar de forma más firme a la juventud; que las demandas para los kurdos deberían ser más específicas y no estar determinadas e influenciadas por intereses externos; y que los activistas independientes deberían tener una representación más fuerte en el consejo. El PUD asistió a la conferencia de fundación del CNK después de su inicio en octubre antes de boicotear al grupo y unirse al Organismo Nacional de Coordinación para el Cambio Democrático (conocido como NCBDC, por sus siglas en inglés). El PUD sospechaba mucho del papel y la influencia de Turquía en los establecimientos del CNS, pero también del CNK, así como de su patrocinador el líder kurdo Barzani, un aliado cercano a Ankara. El ejército turco y los peshmergas (combatientes) de Barzani habían atacado posiciones del PKK en diferentes períodos en Iraq y reprimido a sus militantes. Las tensiones entre el PDK y el PKK seguían estando muy presentes en este período.

 

El PUD siguió su propio camino para construir sus propias instituciones.

 

Poco después de la creación del CNK, el PUD comenzó progresivamente a colocar puestos de control en el área kurda de Afrin, y comenzaron a surgir informes que le acusaban de acosar a activistas políticos, hacer cumplir su autoridad sobre las áreas kurdas y de propiciar peleas entre simpatizantes del PUD y del CNK.


El PKK siguió siendo ferozmente crítico con el partido de Barzani, el PDK y los partidos afiliados, por el “feudalismo” y la corrupción con los que los asocia. El PDK, por su parte, culpó al PKK y a su organización hermana, el PUD, por sus políticas violentas y su falta de voluntad para colaborar con otros si no era como socio principal.

 

El estallido del levantamiento popular en Siria en marzo de 2011 permitió la constitución de la cuestión nacional kurda de una manera que es nueva en la historia del país en muchos sentidos. El levantamiento también le dio al PUD la oportunidad de convertirse en el actor político kurdo dominante en Siria. Sin embargo, la cooperación inicial entre grupos y activistas árabes y kurdos en el movimiento de protesta contra el régimen de Assad continuó debilitándose.

La experiencia de Rojava parece ser la experiencia social más politizada de la revolución siria. Sin embargo, vemos que no hubo una lucha concertada de kurdos y árabes ni contra la dictadura de Assad ni contra el Dáesh. ¿Cuáles son las razones de ello?

 

Joseph Daher: El creciente aislamiento del movimiento popular kurdo dentro del movimiento de protesta sirio fue la consecuencia de dos factores:

 

En primer lugar, el PUD siguió una política de fortalecimiento de su influencia política a través de sus propias fuerzas armadas para controlar la mayoría kurda de las áreas habitadas, poner en marcha una forma de autonomía kurda e intentar vincular geográficamente los cantones de Rojava. Esto se logró manteniendo una actitud libre de enfrentamientos y un entendimiento táctico y selectivo con el régimen. El régimen estaba ocupado luchando en otros frentes y vio la creciente influencia del PUD/PKK como una herramienta útil para presionar a Turquía. La presencia del PUD en la frontera turco-siria distanció también a las fuerzas armadas de oposición sirio-árabes -la mayoría de las cuales rechazan las demandas nacionales kurdas- de sus bases y líneas de suministro en Turquía en algunas zonas. El PUD no dudó en oprimir a otros actores y activistas políticos kurdos para dominar la escena política kurda en Siria. También cometieron violaciones de los derechos humanos contra otras poblaciones, incluidas las árabes, aprovechando en grado sumo la asistencia militar proporcionada por aviones rusos en febrero de 2016 en la región de Afrin, en varias ciudades de mayoría árabe en el norte de Alepo controladas por la oposición, desplazando a grandes sectores de la población local.

 

Al mismo tiempo, también debemos reconocer los logros de la experiencia de las áreas gestionadas por el PUD, que fue aclamada por la alta inclusión y participación de las mujeres en todos los sectores de la sociedad, incluida la lucha militar, la secularización de las leyes e instituciones y, en cierta medida, la integración y participación de diversas minorías étnicas y religiosas.

 

El segundo elemento que explica el creciente aislamiento de la cuestión kurda en el levantamiento sirio es de hecho la actitud política hostil del órgano de la oposición sirio-árabe en el exilio, pero también dentro del país. Esta posición está representada primero por el CNS y en segundo lugar por la coalición dominada por los Hermanos Musulmanes sirios, conservadores y liberales, que está aliada con el gobierno turco del AKP y se postula contra las demandas políticas del pueblo kurdo en Siria. Estos grupos también apoyaron los ataques armados de Turquía y los grupos armados de oposición contra las Unidades de Protección Popular (YPG) y los civiles kurdos. Promovieron un discurso chovinista árabe contra los kurdos y rechazaron las demandas de federalismo de los partidos políticos kurdos, por ejemplo. No propusieron un programa inclusivo que pudiera haber atraído a los kurdos y también a otros sectores de la sociedad, especialmente a las minorías religiosas.

 

Desde mediados de 2016, los cantones de las PYD se vieron sometidos a una presión cada vez mayor a causa de los cambios políticos en el escenario internacional y regional. Esto se aplica en particular al fallido golpe de Estado de parte del ejército turco contra el gobierno del AKP, que llevó a una política más autoritaria y medidas drásticas en Turquía, especialmente contra los kurdos. Esto afectaría las áreas controladas por el PUD y al posterior acercamiento entre Ankara y Moscú.

 

Últimamente, la Coalición Siria, compuesta principalmente por personalidades y grupos liberales, islámicos y conservadores, no solo apoyó la intervención militar turca y continuó sus políticas chovinistas y racistas contra los kurdos en Siria, sino que también participó en esta operación llamando a los refugiados sirios en Turquía a unirse a los grupos armados de oposición sirios que luchan en Afrin. Han pedido la intervención militar turca durante mucho tiempo y han alentado el chovinismo árabe y el racismo contra los kurdos, al tiempo que incluso han justificado y apoyado la presencia de movimientos fundamentalistas islámicos. Los combatientes sirios en Ankara han multiplicado los discursos racistas y los comportamientos violentos (asesinatos, saqueos, etc.) contra los kurdos desde el comienzo de la operación militar y ocupación de Afrin.

 

Esto provocó también un aumento y una profundización de las tensiones étnicas entre árabes y kurdos. Esta situación llevó a más y más jóvenes kurdos a los brazos del PUD.

 

La mayoría de los movimientos fundamentalistas islámicos, desde los movimientos salafistas, el consejo islámico sirio, hasta los Hermanos Musulmanes, han apoyado abiertamente la invasión turca y la han vitoreado.

 

Varios grupos y activistas, de izquierda y democráticos, que apoyan el levantamiento han condenado la invasión militar turca de Afrin, pero lamentablemente siguen siendo una minoría. Por supuesto, todos los grupos políticos kurdos, a pesar de sus rivalidades, han condenado el asalto militar a Afrin.

 

Después de la ocupación de Afrin, Erdogan declaró que las fuerzas turcas continuarán su ofensiva contra los combatientes kurdos de las YPG a lo largo de la frontera de Turquía con Siria y, si es necesario, en el norte de Iraq.

 

La serie de victorias de las tropas prorrégimen en las regiones del norte en 2016 y 2017 complicó también la situación para el Partido de la Unión Democrática (PUD), al tiempo que aumentaron las amenazas en su contra. En un primer momento, el levantamiento había llevado al régimen a buscar acuerdos selectivos y temporales con el PUD. Pero, a medida que el régimen de Assad fortaleció su posición conquistando nuevos territorios, la insurgencia dejó de ser una amenaza. De esta manera, el régimen podría volver a dirigir sus fuerzas contra las regiones kurdas para impedir, con el acuerdo y apoyo de actores regionales e internacionales, cualquier forma de autonomía en las regiones habitadas por los kurdos.

 

La operación militar turca contra Afrin y el reciente referéndum kurdo fallido sobre la independencia en el Kurdistán iraquí han demostrado que las potencias internacionales y regionales no están dispuestas a apoyar los objetivos nacionales o autónomos kurdos.

 

No se puede encontrar una solución para el problema kurdo, o una Siria inclusiva, sin reconocer formalmente a los kurdos como un ‘pueblo’ o ‘nación’ en Siria, y sin brindar apoyo incondicional a la autodeterminación del pueblo kurdo, en Siria y en otras partes. Sin embargo, esto no justifica no ser crítico con las políticas negativas del PUD, ni con las operaciones de las YPG o de las denominadas Fuerzas Democráticas Sirias.

 

¿Podríamos poner la cuestión palestina y la cuestión kurda en una única perspectiva, como pareció situarlas el estallido de la Primavera Árabe? Y después de la derrota de las revoluciones árabes, ¿cuál podría ser la perspectiva de emancipación de los dos pueblos oprimidos?

 

Joseph Daher: Aunque reconozco que existen diferencias entre las dos causas, sigo pensando que todavía podemos tener principios generales. En mi opinión, hay causas que están vinculadas.

 

Las organizaciones kurdas fueron utilizadas en el pasado por regímenes autoritarios y actores imperialistas para sus intereses antes de ser sacrificadas cuando estos intereses cambiaron. Esto ha sucedido así y lo más probable es que vuelva a ocurrir. Al mismo tiempo, se dieron situaciones similares con las organizaciones palestinas que han sido utilizadas por varios regímenes autoritarios regionales. No se puede confiar en los Estados regionales o internacionales en una perspectiva de liberación, aunque en algunas ocasiones puede existir determinada colaboración táctica.

 

Debemos ser claros porque, como ha quedado demostrado, las clases dominantes regionales e internacionales de la región no están dispuestas a participar en la liberación de los kurdos ni de los palestinos.

 

El destino de los kurdos y palestinos en Siria y en otros lugares está indisolublemente ligado a la dinámica de los movimientos populares de la región y a la resistencia desde abajo.

 

Si hay algo que es desesperadamente necesario es la solidaridad entre todos los revolucionarios (árabes, kurdos y todas las demás minorías étnicas) que están en contra del régimen de Assad y de todas las potencias imperialistas regionales e internacionales.

 

Nuestro lema debería ser “Nuestros destinos están vinculados”. De forma más general, alguna vez tenemos que relacionar los diferentes levantamientos y resistencias en la región. Así, podríamos ver los vínculos en nuestras luchas y que cada derrota de un pueblo en la lucha por conseguir democracia y justicia social es una derrota para todos. Los regímenes despóticos y autoritarios aprenden de sus experiencias en la represión y las comparten con sus aliados. Esta es la realidad y por eso necesitamos más colaboraciones entre las fuerzas progresistas de toda la región.

 

Notas:

 

[1]  El PKK se formó a fines de la década de 1970 en Turquía y su ideología original consistía en una fusión del marxismo y el nacionalismo kurdo, que se pretendía utilizar como base de un Estado marxista-leninista independiente conocido como Kurdistán.

 

[2] El PUK fue originalmente un partido político izquierdista iraquí-kurdo que se separó del PDK a mediados de 1970.

 

[3] El PDK es el partido político kurdo más antiguo del Kurdistán iraquí. Fue fundado en 1946 en la región kurda de Irán donde se refugiaban los kurdos iraquíes liderados por Mustafa Barzani.

 

[4] Nueve partidos políticos kurdos fundaron en 2009 lo que se conoció como el Congreso Político Kurdo y que incluía a: el Partido Kurdo Democrático Sirio, dirigido por Sheikh Jamal; el Partido de la Izquierda Kurda, dirigido por Muhammad Musa; el Partido Democrático Kurdo en Siria, dirigido por Nasruddien Ibrahim; el Frente Democrático Kurdo; el Partido Democrático Kurdo en Siria, dirigido por el Dr. Abdul Hakim Bashar; el Partido Nacional Democrático Kurdo en Siria, dirigido por Tahir Sfook; el Partido Kurdo por la Igualdad Democrática en Siria, dirigido por Aziz Dawe; el Comité de Coordinación Kurdo; el Partido Kurdo Yekiti en Siria, dirigido por Ismail Hamo; el Partido Kurdo Azadi en Siria, dirigido por Mustafa Jumaa; el Movimiento del Futuro Kurdo, liderado por Mishaal Tammo (Hossino y Tanir 2012).

 

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