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16/06/2021

Cuestión de vida o muerte: ¿Va a cerrarse el último punto de entrega de la ayuda de la ONU a Siria?

Kareem Chehayeb, Aljazeera, 14/6/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández

 

Kareem Chehayeb es un periodista y analista político libanés que colabora con Al Jazeera, Middle East Eye y otros medios. Vive en Beirut.
@chehayebk

Las ONG temen la escasez de médicos y la hambruna de millones de seres en la provincia de Idlib si el Consejo de Seguridad de la ONU no extiende el uso del cruce fronterizo de Bab al-Hawa para la entrada de la ayuda.

 A truck carrying COVID-19 vaccines arrives in Syria's Idlib in April through the Bab al-Hawa crossing on the border with Turkey [Yahya Nemah/EPA-EFE]

Un camión que transportaba vacunas COVID-19 llega en abril a Idlib, Siria, a través del cruce de Bab al-Hawa en la frontera con Turquía [Foto: Yahya Nemah / EPA-EFE].

Una votación crucial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en julio puede cerrar el último salvavidas humanitario para unos 4,4 millones de sirios en las zonas controladas por la oposición en el noroeste.

El cruce fronterizo de Bab al-Hawa, en la frontera entre Turquía y Siria, es el último cruce con mandato de la ONU que permite que la ayuda se entregue directamente a las regiones necesitadas sin pasar por el gobierno de Asad en Damasco. Cada mes entran unos 1.000 camiones que transportan ayuda humanitaria.

“Dependemos completamente de la ayuda”, dijo a Al Jazeera el Dr. Hamzeh Hassan, del Hospital Bab al-Hawa, el centro médico más grande de la zona. “Carecemos de medicamentos y equipos quirúrgicos, todo lo que conseguimos nos llega a través del paso de Bab al-Hawa”.

En julio de 2014, el Consejo de Seguridad estableció cuatro cruces fronterizos humanitarios hacia la Siria devastada por la guerra, pero en las renovaciones posteriores de ese mandato, Rusia y China, aliados de Asad, redujeron su número y para ello hicieron uso de sus poderes de veto y suspendieron tres cruces: al- Ramtha, cerca de la frontera con Jordania, al-Yarubia, en el noreste entre Iraq y la provincia de al-Hasakeh, controlada por los kurdos, y el cruce de Bab al-Salam entre Turquía y el norte de Siria.

“Estamos ahora en la segunda ola de la COVID y los casos están creciendo exponencialmente”, dijo el Dr. Hassan, que espera ayuda médica para poder salvar a más pacientes. “Deberían llegar pronto más equipo y medicamentos, pero si la frontera se cierra, se producirá una catástrofe humana”.

El lanzamiento de la vacuna en Idlib ha sido también lento. “Están vacunadas poco más de 17.000 personas, en su mayoría trabajadores de primera línea”, dijo a Al Jazeera el Dr. Fadi Hakim de la Fundación de la Sociedad Médica USA-Siria (SAMS, por sus siglas en inglés). “Si alcanzamos un pico, Dios no lo quiera, no podremos afrontarlo”.

Durante la última década, cientos de miles de sirios murieron y millones se vieron forzados a desplazarse. Idlib es hoy el último bastión de la oposición de Siria, bajo el control de antiguos afiliados de al-Qaida, Hay'et Tahrir al-Sham (HTS) y grupos rebeldes respaldados por Turquía.

Las fuerzas sirias y rusas han atacado Idlib en los últimos años para recuperar la provincia, bombardeando habitualmente hospitales, escuelas, mercados y hogares, provocando una grave crisis humanitaria. La pandemia de COVID-19 también ha empeorado una situación que ya era nefasta.

“De mal en peor”

USA se muestra inflexible a la hora de mantener abierto Bab al-Hawa. En una rueda de prensa telefónica, su embajador adjunto ante la ONU, Jeffrey Prescott, dijo que el impacto del cierre de Bab al-Hawa sería “incalculable”.

“Es literalmente una cuestión de vida o muerte”, dijo.

Pero Rusia, aliado clave del gobierno de Asad tanto en el frente como en el escenario internacional, está dispuesta a terminar definitivamente con el mandato de Bab al-Hawa y reemplazarlo con entregas a través del gobierno en Damasco”.

“Desde julio de 2020 en que se adoptó esta resolución, la capacidad de ese cruce aumentó significativamente”, dijo en marzo el viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergey Vershinin, refiriéndose a la última resolución del Consejo de Seguridad que renovó el mandato del cruce.

“Pero a pesar de esto, la situación humanitaria en el noroeste de Siria va de mal en peor”, dijo, y acusó al HTS de obstruir la ayuda.

Moscú ha acusado repetidamente a USA y Europa de politizar la ayuda humanitaria al apoyar la continuación de la entrega de ayuda transfronteriza sin pasar por los canales del gobierno en Damasco.

“Todo esto se está haciendo para socavar la soberanía y la integridad territorial de Siria por razones políticas debido al descontento con los dirigentes del país”, dijo Vershinin.

El presidente usamericano, Joe Biden, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, se reunirán en menos de una semana en Ginebra, con un puñado de temas en la agenda. Algunos informes han dicho que Biden presionará a Putin para que amplíe la ayuda humanitaria.

Pero según la destacada investigadora Natasha Hall del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, lo que realmente importa será la estrategia de la administración Biden en comparación con sus predecesores, que adoptaron posiciones similares respecto a los cruces fronterizos humanitarios, pero no lograron convencer a Moscú de que cediera.

“Se trata de saber cuánto está dispuesta esta administración a dedicar recursos a este tipo de negociación”, dijo Hall a Al Jazeera.

 

Vehículos de la ONU entran en Siria desde Turquía por el paso fronterizo de Bab al-Hawa
(Foto: Osman Orsal/Reuters)

Entregas de “pesadilla”

Es probable que Rusia continúe abogando por reemplazar el sistema transfronterizo por las entregas de la ayuda a través de Damasco, a menudo conocida como entrega cruzada, algo que nunca ha sucedido en Idlib.

“Hasta la fecha, no ha habido una entrega de la ONU que cruce la línea hacia el noroeste de Siria”, dijo un portavoz de la ONU a Al Jazeera. “La ONU prosigue sus esfuerzos, sin embargo, no se dan las condiciones para desplegar el primer convoy que cruza la línea hacia el noroeste de Siria”.

Pero muchos, incluido el Dr. Hakim, rechazan esa propuesta por completo basándose en experiencias pasadas en áreas sitiadas.

“Cuando intentamos hacer entregas cruzadas en la zona oriental de Alepo o en Ghuta, nos rechazaron al menos el 90% de los convoyes”, dijo, y agregó que su organización tenía que obtener como poco siete aprobaciones de agencias gubernamentales y de seguridad en Damasco. “Y aunque consiga las aprobaciones, los convoyes podrían ser enviados de regreso a los puntos de control y muchos de los artículos serían retirados de los camiones. Es una pesadilla”.

Los convoyes de las Naciones Unidas y las organizaciones asociadas tenían que afrontar muchos problemas para poder llegar a zonas sitiadas o “de difícil acceso”, y echaban en gran medida la culpa a los puestos de control del gobierno. De forma que en ocasiones incluso la ayuda que finalmente consigue llegar puede que resulte ya inútil.

“En algunos casos, ves paquetes... con solo un par de batas y cubrezapatos desechables, pero se considera que se ha alcanzado el objetivo”, explicó Hall. "Y todas estas demoras e interrupciones impuestas por el gobierno en Damasco hicieron que tuvieran que desecharse muchos medicamentos, porque están caducados cuando llegan a las clínicas”.

Enfermedades crónicas

Pero incluso en el noreste, donde el gobierno sirio y sus aliados no participan activamente en el conflicto, las ONG han criticado el alcance limitado de la ayuda a través de mecanismos transversales una vez que se cerró el cruce fronterizo de al-Yarubia.

“Desde que se le cerró la frontera a la ONU, solo un puñado de envíos médicos han llegado a la región a través de rutas alternativas”, según declararon 42 ONG en un comunicado del pasado viernes, agregando que los hospitales carecen de los medicamentos y equipos necesarios para tratar la COVID-19.

“En el campamento de al-Hol, las ONG han informado que aproximadamente el 30% de los pacientes con enfermedades crónicas no pueden recibir atención adecuada con los escasos medicamentos con que cuenta el campamento”.

Gran parte de los combates se han calmado en Siria, pero la pandemia de la COVID-19 ha exacerbado una crisis humanitaria ya angustiosa. En Idlib, la perspectiva de cerrar el único canal de entrega de ayuda tiene horrorizado al Dr. Hassan.

“Créanme, si se cierra este cruce fronterizo, vamos a ver mucho más sufrimiento”, dijo con voz estremecida. “Los centros médicos podrían aguantar medio año aproximadamente, pero no creo que haya suficiente comida para más de un mes”.

 

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