El hombre que dirigió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del país insiste en que es fundamental que se lleve a cabo una investigación independiente sobre las décadas de abusos a niños indígenas
Justin Young, a la izquierda, y Daryl Laboucan tocan el tambor y cantan canciones sanadoras frente a un monumento improvisado para honrar a los 215 niños cuyos restos han sido descubiertos enterrados cerca del antiguo Colegio Residencial Indígena de Kamloops, en la Columbia Británica, a principios de este mes. Foto Cole Burston/AFP/Getty Images
Canadá necesita urgentemente una investigación independiente sobre la muerte de miles de niños indígenas en las escuelas residenciales gestionadas por la iglesia si el país está finalmente dispuesto a enfrentarse a los horrores de su pasado colonial, según ha declarado a The Guardian el hombre que dirigió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación del país.
Murray Sinclair, exsenador y uno de los primeros jueces indígenas del país, advirtió que las “verdades ocultas” de las escuelas son probablemente mucho más devastadoras de lo que muchos canadienses creen, entre ellas el asesinato deliberado de niños por parte del personal de la escuela y la probabilidad de que esos crímenes se hubieran ocultado.
Sinclair pidió que se creara un organismo potente de investigación, libre de injerencias gubernamentales y dotado de poder para citar a los testigos.
“Necesitamos saber quiénes murieron, necesitamos saber cómo murieron, necesitamos saber quiénes fueron los responsables de sus muertes o de su cuidado en el momento en que murieron”, dijo Sinclair, miembro de la Peguis First Nation. “Necesitamos saber por qué no se informó a las familias. Y necesitamos saber dónde están enterrados los niños”.
Canadá se ha visto sacudida por el descubrimiento de casi mil tumbas camufladas en los emplazamientos de los internados eclesiásticos a los que se obligaba a asistir a los niños indígenas como parte de una campaña de asimilación forzosa.
El jueves, la Primera Nación Cowessess dijo que se habían encontrado los restos de 751 personas en el emplazamiento de un antiguo internado en Saskatchewan, apenas unas semanas después de que la nación Tk'emlúps te Secwépemc encontrara 215 tumbas sin marcar en la Columbia Británica.
Justin Trudeau describió las tumbas como “un recordatorio vergonzoso” del racismo sistémico que aún soportan los pueblos indígenas, y añadió: “Juntos, debemos reconocer esta verdad, aprender de nuestro pasado y recorrer el camino compartido de la reconciliación para poder construir un futuro mejor”.
Pero Sinclair advirtió que la reconciliación requiere un esfuerzo sostenido de cambio por parte de los canadienses de a pie y de las instituciones poderosas del Estado, un esfuerzo que hasta ahora ha sido esquivo.
“El gobierno, nuestras instituciones sociales e incluso nuestra población reconocen que lo que se hizo a los indígenas estuvo mal. Ha habido varias disculpas y una promesa de que las cosas van a cambiar. Pero no se ha producido cambio alguno”, dijo. “Siempre que los cambios se produzcan solo a regañadientes, significa que sigue existiendo la voluntad, la capacidad -e incluso el deseo- de volver a las andadas”.
Sinclair dirigió una histórica Comisión de la Verdad y la Reconciliación que en 2015 concluyó que el sistema de escuelas residenciales equivalía a un genocidio cultural.
A lo largo de más de un siglo, al menos 150.000 niños indígenas fueron separados de sus familias y obligados a asistir a las escuelas, muchas de las cuales estaban dirigidas por la iglesia católica.
Los niños fueron convertidos al cristianismo a la fuerza, se les dieron nuevos nombres y se les prohibió hablar sus lenguas nativas. El último internado cerró en la década de 1990.
Murray Sinclair, exjuez y senador que dirigió la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá. Fotografía: Ian McCausland
Los dolorosos testimonios de los supervivientes ante la comisión dejaron claro que los abusos sexuales, emocionales y físicos eran frecuentes. El informe final estimó que más de 4.100 niños murieron por enfermedad, negligencia y suicidio, aunque Sinclair ha dicho que cree que la cifra real podría ser de hasta 15.000.
Pero a la comisión se le impidió investigar las acusaciones de criminalidad y se frustraron los esfuerzos por obtener registros clave de la iglesia y del gobierno.
“Hemos escuchado historias de supervivientes que fueron testigos de la muerte de niños, especialmente de bebés nacidos en las escuelas que habían sido engendrados por sacerdotes. Muchos supervivientes nos dijeron que fueron testigos de cómo esos niños, esos bebés, eran enterrados vivos o asesinados, y a veces arrojados a hornos”, dijo Sinclair, que supervisó miles de horas de testimonios. “Es necesario comprobar esas historias”.
Los testimonios de los supervivientes y el informe final de la comisión dejaron claro que había enterramientos indocumentados en todo el país. Sin embargo, los recientes descubrimientos han conmocionado a muchos canadienses y han dado lugar a peticiones de una nueva investigación, algo a lo que el gobierno se ha resistido hasta ahora.
Las escuelas estaban financiadas por el gobierno federal, pero a menudo eran gestionadas por instituciones religiosas, y cada vez hay más peticiones para que la iglesia católica se disculpe formalmente y haga públicos los registros relacionados.
El Papa Francisco declaró el mes pasado que le dolía el descubrimiento de las tumbas y pidió que se respetaran los derechos y las culturas de los pueblos indígenas, pero su rechazo a presentar una disculpa franca ha decepcionado a muchos.
El viernes, los Misioneros Oblatos Católicos de María Inmaculada, que gestionaron 48 escuelas, incluyendo la escuela residencial indígena Marieval en Cowessess First Nation en Saskatchewan y la escuela residencial indígena de Kamloops, dijeron que publicarían todos los documentos que estuvieran en su poder.
“Seguimos lamentando profundamente nuestra participación en los internados y los daños que ocasionaron a los pueblos y comunidades indígenas”, dijo la orden en un comunicado. “Reconocemos además que los retrasos pueden causar desconfianza, angustia y trauma continuos a los pueblos indígenas”.
Sinclair dijo que los funcionarios de la iglesia y del gobierno habían afirmado repetidamente que los registros habían sido destruidos o se habían perdido. Incluso cuando la iglesia entregó los documentos a la comisión, se habían suprimido los nombres y lugares claves, “inutilizando” los documentos para la investigación, dijo.
Una foto de 1900 muestra a un anciano de las Primeras Naciones con alumnos de la escuela industrial india de Qu'Appelle en Lebret, Territorios del Noroeste, ahora Saskatchewan. Fotografía: Archivos Provinciales de Saskatchewan/EPA
“Francamente, no confiamos en su palabra”, dijo Sinclair antes del anuncio de la orden el viernes.
“Queremos que haya una investigación independiente para poder acceder a sus archivos y ver qué se puede encontrar. Y creo que nos sorprenderá lo que nos revelen sus registros”.
Y aunque probablemente se hayan destruido algunos registros importantes, otros ni siquiera existieron nunca. “Sabemos que los niños que murieron a manos de uno de los miembros del personal -en particular las monjas, o los sacerdotes- simplemente no se registraron”.
En la comisión, los supervivientes de la escuela describieron cómo el trauma que sufrieron se fue transmitiendo a las siguientes generaciones, una realidad magnificada por las desigualdades sistemáticas que persisten por todo el país.
Docenas de Primeras Naciones no tienen acceso al agua potable, el gobierno está luchando contra una orden del tribunal de derechos humanos para compensar a los niños indígenas que sufrieron en los centros de acogida, y un ministro federal ha admitido que el racismo contra los pueblos indígenas es rampante en el sistema sanitario. Los indígenas están sobrerrepresentados en las cárceles federales y las mujeres indígenas son asesinadas a un ritmo muy superior que el de otros grupos.
Estas realidades son el resultado de una campaña sostenida para crear y mantener la desigualdad racial, dijo Sinclair.
“Fue necesario un esfuerzo constante para mantener esa relación de inferioridad indígena y superioridad blanca", dijo. “Para revertirla, se necesitarán generaciones de esfuerzos conjuntos para hacer lo contrario”.
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