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22/10/2021

JOSEFINA SALOMÓN
Pinochet la encarceló. Ahora ella está demoliendo su legado: Alejandra Flores Carlos

Josefina Salomón, OZY, 15/9/2021
Traducido por
Fausto Giudice, Tlaxcala

Nacida en Buenos Aires en una familia con con raíces libanesas, pero habiendo pasado la mitad de su vida en el Reino Unido con largas temporadas en Hong Kong, México y ahora en Melbourne, Josefina es ahora una experta en descifrar los husos horarios. Ha pasado las dos últimas décadas viajando por el mundo, especialmente por América Latina, documentando e informando sobre derechos humanos y cuestiones de seguridad para medios de comunicación y ONG internacionales. Recientemente se ha incorporado a la plantilla de la revista usamericana OZY. @josefinasalomon

  •  Alejandra Flores Carlos es una de l@s 17 miembr@s indígenas elegid@s en la Convención encargada de reescribir la Constitución de la época de Pinochet en Chile.

  •  Durante décadas, Chile ha sido un bastión de las políticas económicas neoliberales. Ahora, un movimiento popular de protesta está poniendo patas arriba la política del país.

 

En 1986, cuando era una joven activista estudiantil, Alejandra Flores Carlos fue detenida y pasó por las tristemente célebres prisiones del dictador chileno Augusto Pinochet. Ahora, 35 años después, Flores Carlos es una de las pocas personas elegidas por el pueblo de su país para desmantelar el mismo marco legal que justificaba aquel régimen autoritario.

Indígena aymara, esta profesora de español y activista social es una de las 155 personas elegidas en mayo para redactar una nueva Constitución que podría sustituir a la promulgada durante la brutal dictadura de extrema derecha de Pinochet en 1973. Es un cambio que hubiera parecido imposible hace sólo dos años.

Durante décadas, Chile ha sido un laboratorio de políticas neoliberales impulsadas por los llamados "Chicago Boys", alumnos del economista usamericano Milton Friedman que estuvieron al frente de las políticas económicas del país. Pero una serie de protestas lideradas por estudiantes contra una repentina subida del precio del transporte en la capital del país, Santiago, en octubre de 2019, se convirtieron rápidamente en manifestaciones masivas contra las profundas desigualdades del país sudamericano y la falta de acción gubernamental para abordarlas. Ese movimiento ha convertido ahora a Chile en un improbable faro emergente de los movimientos sociales de izquierda, con un antiguo líder estudiantil como actual favorito para convertirse en presidente del país tras las elecciones de noviembre.

Nada capta mejor ese cambio político que el histórico referéndum del año pasado, en el que los chilenos votaron para desechar la Constitución de la época de Pinochet, y las elecciones de mayo de este año para elegir la convención constitucional que redactará el nuevo documento rector de la nación. En un país en el que los pueblos indígenas rara vez han tenido voz, Flores Carlos, de 59 años, se mostró inicialmente incrédula cuando fue elegida para el organismo. Pero estos no son tiempos ordinarios.

"Fue un momento muy emotivo", dice a OZY. "Es una gran responsabilidad tener el poder de cambiar las cosas". Flores Carlos hizo campaña sin ningún apoyo financiero de un frente político. Todo lo que tenía eran voluntarios y WhatsApp, donde se puso en contacto con la gente mientras el país estaba bajo confinamiento. El hecho de que ganara ilustra el desencanto de la gente con los políticos tradicionales, dice Flores Carlos.

 

Alejandra Flores Carlos es una de las pocas personas elegidas por el pueblo de su país para desmantelar el mismo marco legal que justificaba ese régimen autoritario.

También subraya la singular paradoja que supone Chile. Por un lado, esta nación rica en cobre ha hecho grandes progresos económicos en las dos últimas décadas. Tanto es así que es la nación latinoamericana mejor clasificada en el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), mientras que su índice de pobreza está muy por debajo de los estándares regionales. Pero sus elevados niveles de desigualdad impiden a una gran parte de la población acceder a los servicios esenciales, alimentando una creciente frustración social.

Debajo de todo esto, dicen activistas y académicos, se encuentra la constitución de 1973, que a través de sus políticas económicas liberales ha contribuido a la privatización de la educación, la salud y las pensiones, haciéndolas inalcanzables para muchos.

"La mayoría de la gente en Chile está muy endeudada y se ve obligada a utilizar tarjetas de crédito para poder comprar los alimentos diarios", dice Flores Carlos. "Eso provocó rabia y frustración, lo que hizo que la gente saliera a la calle a exigir cambios".

La convención constitucional es una iniciativa pionera que representa esa ansia de cambio. Es el único parlamento del mundo que tiene una representación equitativa de género. Además, 17 de los escaños se reservaron para candidat@s de comunidades indígenas, algo poco habitual en un país donde han sido marginadas durante mucho tiempo. Entre ell@s se encuentra Alisa Loncón, profesora de 58 años y miembra del pueblo mayoritario mapuche, que fue elegida para presidir el proceso de reescritura de la Constitución.

Su elección estuvo cargada de simbolismo. La actual Constitución de Chile no reconoce oficialmente a los pueblos indígenas (siendo uno de los pocos países de América Latina que no lo hace). La asombrosa diversidad de la representación es parte de lo que hace que este proceso sea histórico, dice Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.

"Este es el resultado de muchos años de demandas sin respuesta de los grupos más marginados y representa un cambio sísmico en lo que respecta a la protección de los derechos humanos más básicos de Chile", afirma Guevara-Rosas.

Para Flores Carlos, las reuniones con l@s otr@s representantes elegid@s están llenas de esperanza. Dice que su activismo y las experiencias vividas bajo el régimen de Pinochet -incluido el tiempo que pasó en la cárcel- han marcado su trayectoria política. "La rabia por lo que ocurría en aquella época, las desapariciones, las muertes, se impuso al miedo que teníamos... igual que hoy", dice. "El deseo de cambiar siempre ha sido nuestro motor".

No todo es perfecto. Flores Carlos afirma que la convención constitucional carece de recursos básicos, como ordenadores, teléfonos o incluso un despacho para que l@s 155 parlamentari@s puedan utilizarlo. El tiempo también es un reto. El grupo tiene hasta principios de 2022 para presentar una propuesta de nuevo texto antes de que se pida a tod@s l@s ciudadan@s mayores de 18 años que lo voten.

Pero Flores Carlos tiene una misión. Quiere asegurarse de que las personas históricamente marginadas, y sus necesidades, estén debidamente representadas y que la nueva Constitución marque un nuevo comienzo para l@s que antes eran ignorad@s por su país.

"Nunca imaginé que esto fuera a ocurrir", dice. "Pero hoy estamos haciendo historia".

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