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31/07/2024

SAMI AL-ARIAN
El asesinato de Ismail Haniyeh: Un momento de la verdad para Oriente Medio

Sami Al-Arian, Middle East Eye, 31/7/2024
Traducido por
Fausto Giudice, Tlaxcala

Sami Al-Arian (Kuwait, 1958) es director del Centro de Asuntos Islámicos y Mundiales (CIGA), que fundó en la Universidad Sabahattin Zaim de Estambul. Originario de Palestina, vivió en USA durante cuatro décadas (1975-2015), donde fue profesor titular, conferenciante de renombre y activista de derechos humanos, antes de ser deportado a Turquía tras 15 años de surrealista persecución judicial a raíz del 11-S. Es autor de varios estudios y libros.

 Mientras Netanyahu intenta provocar un conflicto regional más amplio, el asesinato por Israel del líder político de Hamás unirá a los palestinos y a sus partidarios en la indignación.



Ismail Haniyeh,
قائد الأحرار, Qayd El Ahrar, líder de l@s libres

 El asesinato por Israel del dirigente de Hamás Ismail Haniyeh en Irán es una prueba más de que se trata de un Estado canalla fuera de control que se considera por encima de la ley y puede hacer lo que quiera sin importarle las consecuencias.

Matar a Haniyeh, líder político del principal movimiento de resistencia en Palestina, y a un alto comandante de Hezbolá, Fuad Shukr, son escaladas peligrosas que probablemente serán respondidas con represalias contundentes tanto por el grupo libanés como por Irán. La implicación de este último quedó asegurada tras la decisión de Israel de atacar a Haniyeh en su capital.

Todo esto pone en un aprieto a la administración Biden, que está políticamente interesada en poner fin a la guerra de Israel contra Gaza por motivos electorales y que ha hablado de boquilla de alcanzar un acuerdo de alto el fuego. Cualquier presión sobre Israel garantizará la ira del influyente lobby pro-israelí, mientras que acudir en ayuda de Israel le llevará necesariamente a una guerra más amplia.

Tras las desastrosas guerras de USA en Afganistán e Irak, la opinión pública usamericana ha dejado claro que no está interesada en implicarse en nuevas guerras en Oriente Próximo.

Pero la escalada de este conflicto ha sido el plan del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu desde el principio, como dejó claro en su discurso ante el Congreso usamericano la semana pasada.

Netanyahu tiene problemas porque ha sido incapaz de lograr su objetivo político y militar de derrotar totalmente, por no hablar de aniquilar, a Hamás, o desalojar al grupo del gobierno de Gaza.

Tampoco ha conseguido liberar a los israelíes cautivos por medios militares, salvo a unos pocos, lo que ha aumentado la presión sobre él a nivel nacional.

Sin final a la vista

Tras diez meses de guerra en Gaza, no se vislumbra el final. El fracaso del ejército israelí se hace aún más evidente cuando el resultado de su campaña está batiendo récords de asesinatos de civiles y mutilaciones de niños con el uso de armas y apoyo usamericanos, y la cantidad de bombas lanzadas equivalente a cinco Hiroshimas.

Más allá de Gaza, Netanyahu tampoco es capaz de contener los otros frentes de la guerra, que han provocado la evacuación de decenas de miles de israelíes tanto en el norte como en el sur. Ha sido incapaz de hacerlos regresar debido a los esfuerzos militares de Hezbolá y los Hutíes para poner fin a la guerra genocida en Gaza.

Durante los últimos 10 meses, Netanyahu ha estado tratando de restaurar la disuasión, un elemento esencial de la doctrina militar de Israel, que se vio gravemente socavada por los atentados del 7 de octubre. Además, está tratando de restaurar la imagen del aparato de inteligencia de Israel, que también se derrumbó.

Netanyahu evidentemente no quiere que la guerra termine. Si termina sin la “victoria total” que ha estado prometiendo, entonces habrá una investigación que podría hacerle rendir cuentas y expulsarle del poder. Además, desde hace tiempo se enfrenta a graves acusaciones de corrupción que podrían llevarle a la cárcel. Por tanto, a Netanyahu no sólo le interesa continuar la guerra, sino también ampliarla.

Además, Netanyahu respalda claramente al expresidente Donald Trump, un aliado incondicional que dio a Israel todo lo que quiso durante su presidencia, desde trasladar la embajada gringa a Jerusalén hasta rehuir a la Autoridad Palestina, asesinar al comandante iraní Qassem Soleimani y reconocer la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, contraviniendo el derecho internacional.

Desestabilizar Oriente Próximo, prolongar la embestida en Gaza y provocar incertidumbre hace más probable que la oponente de Trump, la vicepresidenta Kamala Harris, sea derrotada en las elecciones de noviembre, ya que esa inestabilidad y agitación suelen ir en contra de una administración en funciones. Prolongar la guerra también hace que la administración Biden, que ha sido cómplice del genocidio de Israel, parezca débil e ineficaz.

Impacto estratégico

Haniyeh, descendiente de supervivientes de la Nakba, nacido y criado en el campo de refugiados de al-Shati, en Gaza, era un líder popular entre los palestinos. Fue primer ministro del gobierno electo de Hamás en 2006 y se convirtió en el líder político del grupo en 2017.

Los palestinos han visto repetidamente cómo sus líderes eran asesinados por un régimen sionista que ha buscado su eliminación por todos los medios. En 2004, los líderes de Hamás Ahmed Yassin y Abdelaziz al-Rantisi fueron asesinados en Gaza con tres semanas de diferencia. A lo largo de décadas de lucha por la libertad, decenas de dirigentes palestinos han sido asesinados, encarcelados o exiliados.

Estratégicamente, el asesinato de Haniyeh no tendrá un impacto significativo en Hamás, ya que es capaz de sustituir a sus líderes y cuenta con varios candidatos que podrían tomar el relevo antes de que se celebren elecciones, entre ellos Jaled Meshaal, Musa Abu Marzuk y Jalil al-Hayya.

Lo mismo podría decirse de Hezbolá. En 1992, Israel asesinó a su secretario general, Abbas al-Musaui, que fue sustituido por Hassan Nasrallah. Nasrallah tenía entonces 31 años y no era muy conocido, pero desde entonces se ha convertido en uno de los líderes más importantes del Líbano en los tiempos modernos.

Si quedaba alguna duda de que el régimen sionista no tiene ninguna visión de futuro que implique a los palestinos, por no hablar de soberanía o de un Estado para ellos, ésta se borra con estas peligrosas escaladas.

Este régimen encarna la hegemonía, el control, la supremacía étnica y el apartheid. Busca la limpieza étnica, con el objetivo de convertir a los palestinos en subordinados de un proyecto de Gran Israel. Netanyahu está intentando poner un clavo en el ataúd de la solución de los dos Estados, tras la que USA ya no puede esconderse.

Es el momento de la verdad para todas las partes implicadas, especialmente a la luz de la reciente opinión consultiva del Tribunal Internacional de Justicia que condena la ocupación israelí como ilegal. El orden internacional que USA ha construido desde la Segunda Guerra Mundial se está desmoronando. Toda su retórica en torno al Estado de derecho, la democracia y los derechos humanos se ha visto totalmente socavada por Israel, ya que USA dio el visto bueno a su genocidio.

Las canalladas del régimen sionista también refuerzan las acusaciones de crímenes de guerra de la Corte Penal Internacional contra Netanyahu y su ministro de Defensa, Yoav Gallant.

Pero el asesinato de Haniyeh no hará sino enfurecer y unir a los palestinos. Recientemente él había convocado manifestaciones masivas el 3 de agosto en protesta por el genocidio de Gaza. Con convocatorias de protestas y huelgas generales ya en marcha, su asesinato alimentará sin duda una movilización masiva en todo el mundo árabe y musulmán para detener la guerra genocida contra Gaza y acercar a los palestinos a la libertad y la liberación.

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