Ameer Makhoul, Progress
Center for Policies , 14-10-2025
Traducido por Tlaxcala
Introducción
Con un tono marcado por lo que podría describirse como “humor
trumpiano”, a veces rozando el caos, el presidente Donald Trump
dirigió mensajes a la Knéset israelí — mensajes que revelaron un doble
discurso, dirigido tanto a la élite política israelí como al público general.
Este artículo analiza el contenido de dichos mensajes y
sus posibles implicaciones para el futuro de la coalición gobernante encabezada
por Benjamín Netanyahu.
I. Los mensajes de Trump a la clase política israelí
De manera directa y espontánea —aunque no completamente
improvisada—, Trump pidió al presidente israelí Isaac Herzog que utilizara su
autoridad constitucional para otorgar a Netanyahu un indulto presidencial,
poniendo fin a sus juicios y eliminándolos de manera definitiva.
También se dirigió al propio Netanyahu en un tono “paternal”, instándolo a ser “amable” con el líder de la oposición, Yair Lapid, quien había hablado en nombre del bloque opositor.
Con estas dos observaciones, Trump colocó tanto a Netanyahu como a Lapid en una posición de deuda política hacia él, presentándose como su salvador y reforzando su dependencia de su liderazgo.
El nuevo enfoque usamericano, bajo el lema de “America
First”, parece poco dispuesto a continuar el modelo tradicional en el que el
lobby proisraelí actúa como intermediario decisivo en la formulación de la política
de EE. UU.
En cambio, redefine la relación para que Estados Unidos
sea el principal guardián de los intereses de Israel, según una visión
estrictamente usamericana, y no al revés.
II. Interpretación del trasfondo de la posición usamericana
Estas dos declaraciones revelan un impulso hacia un
compromiso interno israelí inspirado en el espíritu de “unidad nacional”.
Trump aprovechó su discurso ante la Knéset para enviar
mensajes relacionados con la estabilización de la fase política posterior a la
guerra.
Su administración considera que la coalición gobernante actual podría obstaculizar esta etapa, pero también que Netanyahu es el único capaz de guiar a Israel del discurso de la “guerra perpetua” hacia una paz regional y una prosperidad compartida entre israelíes y palestinos.
III. Israel entre el aislamiento y la sumisión al dominio usamericano
Trump subrayó que las victorias militares de Israel
fueron posibles gracias al apoyo usamericano y prometió que su administración
trabajaría para poner fin al aislamiento internacional de Israel.
Al mismo tiempo, enfatizó que esos logros debían atribuirse personalmente a él, centrando su mensaje en Netanyahu más que en el gobierno en su conjunto.
Sin embargo, Trump descubrió rápidamente que poner fin al
aislamiento regional e internacional de Israel era mucho más complicado de lo
previsto.
Esto se reflejó en la controversia por la ausencia de Netanyahu en la Cumbre de ,Sharm el-Sheij (13 de octubre de 2025), donde las decisiones de la Corte Penal Internacional (CPI) pesaban fuertemente, creando riesgos legales para varios líderes europeos si desafiaban las órdenes de arresto contra Netanyahu.
Netanyahu optó por invocar la “santidad de la festividad de Sucot” como pretexto para no asistir, evitando así una humillación que habría revelado la magnitud de su aislamiento político y diplomático, tanto regional como internacional — aunque el principio judío de pikuaj nefesh (“salvar vidas”) habría permitido su participación.
IV. La estrategia regional de Trump
Trump muestra poco interés por los detalles legales o constitucionales internos de Israel, concentrándose en el objetivo usamericano más amplio: consolidar la hegemonía de EE. UU. y garantizar que las soluciones diseñadas en Washington dominen los resultados regionales.
Bajo su liderazgo, Washington parece acercarse a un eje emergente Turquía–Catar–Siria–Indonesia, manteniendo al mismo tiempo la coordinación con el bloque árabe tradicional —Egipto, Arabia Saudita y Jordania— que sigue apoyando la creación de un Estado palestino.
La actual administración usamericana considera este
objetivo parte de los arreglos a largo plazo de la región, aunque no sea una
prioridad inmediata de Trump.
Esto significa que el plan para poner fin a la guerra de Gaza, acordado en la cumbre de ,Sharm el-Sheij y oficialmente adoptado por Netanyahu, se ha convertido en un entendimiento compartido —aunque el horizonte político de una paz duradera siga sin resolverse.
V. La dimensión religiosa y política del discurso de Trump
En su discurso ante la Knéset y en la cumbre de ,Sharm
el-Sheij, Trump invocó “tres mil años de conflicto”, evitando deliberadamente
toda referencia a la historia moderna, al derecho internacional o al año 1948.
En su lugar, enmarcó su mensaje en el vínculo religioso entre las tres religiones abrahámicas.
Esta retórica revive la visión “abrahámica” de Trump, que presenta como un marco para resolver disputas históricas sin abordar la esencia política contemporánea del conflicto israelí-palestino.
Así, aunque el cese de la guerra de Gaza parece haber
sido acordado por todos los participantes y aprobado oficialmente por
Netanyahu, el camino político hacia una paz permanente sigue siendo incierto:
— ¿Se basará en los Acuerdos de Abraham, rechazados por la mayoría de los países árabes?
— ¿O en la creación de un Estado palestino, que el liderazgo israelí actual se niega a aceptar y no ha preparado?
En cualquier caso, un desenlace decisivo parece posponerse hasta después del mandato de Trump, mientras el proceso avanza gradualmente hacia una solución política y, finalmente, la estatalidad palestina.
VI. Las opciones de Netanyahu
Netanyahu se enfrenta ahora a tres escenarios principales:
- Convocar elecciones anticipadas, buscando un nuevo mandato basado en su creciente popularidad, el apoyo total de Trump y la narrativa de la “victoria”.
- Gobernar hasta el final de su mandato actual (noviembre de 2026), ante la ausencia de un desafío serio dentro de la coalición o la oposición.
- Formar un gobierno de unidad nacional, opción que Trump alienta abiertamente para facilitar la implementación de su plan regional.
Si este tercer escenario se materializa, el mandato del gobierno podría ampliarse bajo el pretexto de una “situación de emergencia” vinculada a la ejecución del plan usamericano — permitiendo pasar por alto las excepciones legales y constitucionales, algo que a Trump le preocupa poco.
Conclusión
Trump ha fortalecido la posición de Netanyahu dentro de Israel, consolidando su imagen como “líder indiscutible” capaz de afrontar grandes desafíos y allanando el camino para la idea de un gobierno de unidad nacional alineado con las preferencias usamericanas.
El fin de la guerra es ahora una decisión usamericana,
dejando poco margen a una reinterpretación israelí.
Las operaciones militares limitadas en Gaza parecen
destinadas a probar la reacción de Washington, mientras que la entrada de
fuerzas árabo-palestinas en la Franja podría restringir la libertad de acción
de Israel y complicar sus opciones militares.
El resultado práctico es la implementación gradual de las etapas avanzadas del plan usamericano.
El control de Netanyahu sobre el poder se ha endurecido
tras la visita de Trump, pero también su dependencia de la estrategia y
planificación regional de EE. UU.
Esto coincide con el objetivo de Washington de
reestructurar la política interna y los equilibrios partidarios de Israel.
El
aislamiento internacional de Israel sigue siendo profundo, y la cumbre de ,Sharm
el-Sheij añadió una dimensión jurídica con las órdenes de arresto de la CPI
contra Netanyahu — lo que podría llevar a Trump a ejercer presión o manipulación
política para socavar dichos procesos judiciales.
Este monumento en estilo faraónico posmoderno es prácticamente todo lo que queda de una reunión anterior en Sharm el-Sheij, pomposamente llamada la “Conferencia de los Pacificadores”, en marzo de 1996, que reunió a líderes de 29 países, alrededor de Clinton, Mubarak y Shimon Peres.
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