El cónclave de tres días celebrado en Oslo del 23 al 25 de enero para la interacción de un grupo de diplomáticos occidentales con funcionarios talibanes marca una nueva fase en la situación política de Afganistán. Occidente estuvo representado por Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, así como por la Unión Euopea.
Delegación talibán encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Amir Khan Muttaqi, se reúne con diplomáticos occidentales, Oslo, Noruega, 24 de enero de 2022
Noruega está en una posición única para reconciliar a las partes alienadas. Además de su sólido sistema de inteligencia en Afganistán, Noruega se ha hecho un hueco en la diplomacia internacional en diversos escenarios como Mozambique, Venezuela, Colombia, Filipinas, Israel y los Territorios Palestinos, Siria, Myanmar, Somalia, Sri Lanka y Sudán del Sur.
A falta de una estación de inteligencia activa en Afganistán, la CIA y el MI6 dependen de las aportaciones del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR), que cuenta con una amplia red de miles de trabajadores sobre el terreno. El CNR ha mantenido una envidiable relación de trabajo con los talibanes a lo largo de los años.
El secretario general del CNR, Jan Egeland, estuvo presente durante el cónclave celebrado a puerta cerrada en el Hotel Soria Moria, en la cima de una colina nevada a las afueras de Oslo, rodeada de bosques, que solía ser un sanatorio para rejuvenecer las mentes heridas y los cuerpos cansados.
Las declaraciones de Egeland a los medios de comunicación son quizá las que mejor explican lo que ocurrió en el Hotel Soria Moria, rodeado de nieve, donde la delegación talibán y los diplomáticos occidentales pasaron tres días juntos en total reclusión. Egeland argumentó con contundencia:
“Las sanciones nos frenan. No podemos salvar vidas sin levantar las sanciones. Están perjudicando a los mismos en los que la OTAN gastó miles de millones de dólares en defender hasta agosto”.