Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala
El pueblo árabe está viviendo su momento peor y más
oscuro, experimentando un nivel de humillación y desgracia sin precedentes. Este
pueblo nunca se ha acercado a sus enemigos pidiendo perdón y presentándose como
leal a los opresores; tampoco ha buscado normalizar las relaciones con los asesinos
que derraman su sangre. ¿Qué ha pasado con los herederos de la mejor Ummah creada
para la humanidad?
“No a la normalización” [لا للتطبيع La laltatbiya’]: grafiti de manos con mangas coloreadas con las
banderas de Emiratos Árabes Unidos y Baréin estrechando otra mano con una
manga con la bandera israelí, Cisjordania, 4 de octubre de 2020
[Foto: Hazem Bader/AFP vía Getty Images]
Lo que ha sucedido es que los ocupantes coloniales extranjeros nombraron gobernantes para que actuaran como agentes suyos, que se volvieron después leales a los ocupantes en lugar de a su propio pueblo y a la Ummah. Han torturado a su pueblo, lo han humillado, lo han oprimido y le han impuesto el fascismo. Han embrutecido a su pueblo para complacer a los extranjeros, y así lo han debilitado y sometido al miedo y la obediencia. No han podido exigir su libertad e independencia, por lo que la opresión de estos agentes -etiquetados como presidentes o reyes- incluye la entrega de riquezas materiales para que no derroquen a sus gobernantes, incluso mientras los reprimen.
Los colonialistas estaban tranquilos sobre su propiedad, que abandonaron por voluntad propia y la entregaron a manos seguras; manos que traicionan su religión, el arabismo y el pueblo. Ahora, los que quedan al mando y anhelan el poder en su país saben que la puerta por la que deben pasar es Israel, el Estado de ocupación abiertamente colonial en Palestina.
Los agentes de este ocupante particular en la región son los líderes árabes, que se han apresurado a normalizar las relaciones para obtener la protección del Estado colonial de colonos contra su propio pueblo. Resulta irónico que Israel, que ansía la normalización por parte de los países árabes, tenga ahora mucho donde elegir y pueda establecer condiciones para la normalización, incluyendo un metafórico certificado de buena conducta para los potenciales normalizadores.