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07/10/2022

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
El palestino: homo sacer de la biblia sionista

 Luis E. Sabini Fernández, 24/9/2022

Cuando se llevó a cabo el “Acuerdo del siglo”, en 2020, atendido y firmado por Donald Trump, Jared Kushner, Beniamin Netanyahu y David Friedman, buscando una “solución final” a la cuestión palestina, los palestinos fueron, oh paradoja, los grandes ausentes. No se les invitó: Expresamente no se los invitó. Reafirmando que las negociaciones se hacen entre “gente como uno”.

Stelios Faltakis

Esta decidida ignorancia o vacío diplomático revela que pasado ya casi siglo y medio (tiempo del conflicto de tierras en Palestina entre sionistas ocupando y palestinos oriundos resistiendo el despojo), el conflicto no ha variado un ápice el papel y el significado de los “actores” en juego: los palestinos no existen.

En el siglo XV, los “conquistadores” les otorgaron a los oriundos del “Nuevo Mundo”, a lo sumo el papel de infantes. Totalmente negada la posibilidad de reconocer igualdades o equivalencias en la capacidad y el derecho de tomar decisiones. Ésa fue la política que llevaron adelante los europeos en las Américas o África con su tarea de “rescatar” [1] prisioneros con un destino preacordado: esclavitud.

Las definiciones eran claras: oriundos del Nuevo Mundo así como los habitantes de África no eran personas, seres humanos; ese dibujo de humanidad resultó no sólo necesario sino muy conveniente, edificando un racismo que le iba  a los europeos permitir “justificar” la labor colonial. Situarse por encima de indios y negros. Es decir, con indios y negros “debajo”. Y asiáticos, malayos; en suma, con la raza blanca como entidad, vértice superior.

Pero con los palestinos ha sido algo más radical, se emparienta más bien con lo que los europeos les hicieron a los taínos en la isla La Española en el Caribe (actual territorio de las repúblicas de Haití  y Dominicana) en los primeros tramos de “La Conquista” (1511), o con el tratamiento dispensado por los conquistadores españoles a los refractarios quilmes en 1666, extirpándolos de los valles calchaquíes en el norte de lo que ahora es territorio argentino, convirtiendo una marcha forzada en una suerte de exterminio escalonado.

Los palestinos no son deseados siquiera como mano de obra esclava;  se los quiere alejar… geográfica o biológicamente.

Por eso, aunque con toda la parsimonia de un estado, el sionista, que se presenta y pretende una democracia y de primera calidad,  a los palestinos se los puede matar, no recibiendo condena en los tribunales israelíes, como lo han, por ejemplo, testimoniado conscriptos judíos.

Semejante fenómeno social –el que socializó un referente significativo de la dirigencia israelí, Naftalí Bennet, vanagloriándose de haber matado a muchos palestinos sin arrostrar consecuencia alguna–[2]  nos retrotrae a una figura del derecho romano, que repuso Giorgio Agamben en nuestro convulsionado mundo actual, postsoviético o de restauración de un núcleo geopolítico principal en el mundo entero basado  en el eje anglo-norteamericano: la de homo sacer, la vieja figura del humano sacrificable:

“[…] figura del derecho romano arcaico, que incluye a la vida humana en el orden jurídico sólo en forma de exclusión (es decir, en la posibilidad de darle muerte sin sanción)".[3] 

En el derecho romano, ningún ciudadano constituía delito por matar a sus esclavos, por ejemplo. O a sus hijos (ese  mismo señor, amo romano, se hacía pasible de juicio y condena en caso de lo que hoy se llama feminicidio).

A quien se le enrostraba la calidad de homo  sacer se lo calificaba como “abominable, detestable”.

Pregúntesele a ciudadanos israelíes qué opinan, cómo ven a los palestinos y la inmensa, la inmensa mayoría dirá: repudiables, despreciables, sucios, malos, traicioneros, detestables. Abominables. La opinión pública israelí (por suerte, con excepciones) responde a la idea de homo sacer para los palestinos.

Una indecible, infinita necesidad de “sacárselos de encima”. Psicológica. Porque en los hechos desnudos, son ellos, los ahora ciudadanos israelíes, quienes están literalmente encima de la población palestina. Desgajada, reprimida, despojada, abusada.

¿Por qué semejante inversión de lo real?