Sergio Rodríguez Gelfenstein, 9-2-2022
Pido disculpas a los lectores por insistir en el tema, pero cuando está en juego la paz mundial y la imperiosa necesidad de impedir una guerra absurda, todos tenemos que hacer un esfuerzo por aportar a tales objetivos. Por esa razón, por tercera semana seguida, insisto en el tema. Esta vez lo abordaremos desde la perspectiva de cómo se fabrica la mentira a partir del contubernio entre gobiernos occidentales y medios transnacionales de comunicación.
La semana pasada, el Departamento de Defensa de Estados Unidos desclasificó un video del atentado suicida perpetrado por el Estado Islámico (EI) el 26 de agosto del año 2021 en uno de los accesos al Aeropuerto Internacional de Kabul causando cientos de víctimas. La investigación realizada al respecto concluye en que contrariamente a lo que se informó en un primer momento, no se trató de un atentado organizado y estructurado con alta tecnología por terroristas del EI, los que aparentemente después de la explosión, habrían disparado a la muchedumbre que se concentraba en el aeropuerto para intentar abandonar el país tras la llegada de los talibanes al poder. En realidad lo que ocurrió fue que un terrorista suicida hizo detonar "un único artefacto explosivo", según informó el jefe del Mando Central de Estados Unidos general Frank McKenzie.
No obstante, el reconocimiento de que la información entregada era falsa, no oculta que afirmar cualquier cosa sin responsabilidad alguna, construir campañas mediáticas, movilizar a la opinión pública e incluso tomar decisiones de Estado a partir de esos “errores”, se ha ido transformando en práctica cotidiana en Occidente. En el trasfondo, se hace patente que todo resulta válido - incluyendo la mentira, la estulticia y el engaño- cuando se trata de obtener los objetivos deseados,
Casi al mismo tiempo en que se develaba esta aberrante mentira, durante una rueda de prensa el pasado 4 de febrero, el periodista de Associated Press, Matt Lee puso en duros aprietos al portavoz del Departamento de Estado Ned Price al requerirle la presentación de pruebas sobre el “inminente ataque” que estaría preparando Rusia contra Ucrania, sobre todo cuando tras ello se justifica la no presentación de evidencias ni fuentes tras la suposición de que la información es obtenida por agencias de inteligencia.
La “hollywoodense” exposición de Price no convenció a Lee, un veterano periodista con larga experiencia quien le pidió que presentara evidencias acerca de las acciones de falsa bandera que estaría organizando Rusia y la grave acusación que se le estaba haciendo. Ante la ostensible incomodad de Price que pareció verse descubierto en una mentira, Lee reiteró las preguntas. Price quiso conformar al periodista diciéndole que esa era información conocida por el gobierno estadounidense, la llamó “información de inteligencia que hemos desclasificado”. Vale la pena referir textualmente el diálogo que se produjo a continuación:
Matt Lee: Bueno, ¿pues dónde está ella? ¿Dónde está esta información?
Ned Price: Es información de inteligencia que hemos desclasificado.
Matt Lee: Pero ¿dónde está? ¿Dónde está la información desclasificada?
Ned Price: Acabo de entregarla.
Matt Lee: No, usted presentó una serie de acusaciones…
Ned Price: ¿Qué quiere usted, Matt?
Matt Lee: Quiero ver un poco de evidencia que pueda mostrar a fin de confirmar que los rusos han estado haciendo esto.
Ned Price: Usted ha estado haciendo esto durante…
Matt Lee: Es cierto, he estado haciendo esto durante mucho tiempo…Yo recuerdo las ADM [armas de destrucción masiva] en Irak, y recuerdo que Kabul no iba a derrumbarse…Yo recuerdo muchas cosas. Por eso, ¿dónde está la información, aparte de afirmaciones expresadas por usted?
Price fue descubierto en su mentira que quedó patentizada ante la opinión pública por más intentos que se haga por ocultarlos. Él y Jen Psaki, vocera de la Casa Blanca son los patrañeros oficiales del gobierno de Estados Unidos, hacen el mismo papel que Joseph Goebbels en la Alemania nazi. En uno y otro gobierno se organizaron máquinas de propaganda a fin de confundir a la opinión pública, crear falsas imágenes de la realidad y tratar de conducir a los ciudadanos como si fueran borregos que se apretujan en el corral de los intereses corporativos del poder imperial.
Cuando a Price no le quedaban argumentos intentó contraatacar a Lee conminándolo a asumir posiciones a partir no de la ética periodística, sino de la defensa irrestricta de la “verdad” del gobierno estadounidense. Le dijo: “…lamento si no le gusta a usted el contenido, lamento que esté dudando de la información que tiene el gobierno estadounidense…Si duda de la credibilidad del gobierno estadounidense, del gobierno británico y de otros gobiernos y quiere confiar en la información que emiten los rusos, lo puede hacer”. De esta manera, Price, actuando en consonancia con su anterior empleo como agente de la CIA, más que como vocero de la cancillería de Estados Unidos emitió una abierta amenaza insinuando que repetir lo que dice el gobierno ruso colocaba al periodista en el umbral de la traición. ¡Vaya libertad de prensa!
En este contexto, el sábado 6, la misma agencia Associated Press dio a conocer que su confianza en el gobierno de Estados Unidos había decaído abruptamente “debido a sus declaraciones erróneas, mentiras, falsedades y falta de transparencia”.