Victor Luckerson , The New Yorker, 28/5/2021
Traducido por Sinfo Fernández y Fausto Giudice
Victor
Luckerson es un periodista y escritor nacido en Alabama que lleva investigando
hechos ignorados de la historia de USA
desde su primer año de universidad, cuando escribió sobre la turba blanca que
atacó al primer estudiante negro de la Universidad de Alabama en 1956. Desde
entonces ha viajado a Richmond (Virginia) para explicar la historia del
monumento a Robert E. Lee y la Causa Perdida, ha visitado los institutos de
Selma (Alabama) para relatar el papel que desempeñaron los adolescentes en el
Movimiento por los Derechos Civiles y se ha sentado con los descendientes de la
violencia racista en Rosewood (Florida), que figuran entre los únicos negros de
la historia de USA que han recibido indemnizaciones. Ahora su trabajo le ha
llevado a Tulsa para investigar, más allá de la mitología de "Black Wall
Street", a la gente que prosperó y luchó en el barrio de Greenwood. En
junio de 2019, se trasladó a Tulsa, para investigar más allá del mito del “Black
Wall Street Negro”, sobre las personas que prosperaron y lucharon en el barrio
de Greenwood. Su investigación se publica en un boletín, Run it back, y será objeto
de un libro, Built from the Fire, que se publicará en 2022. El trabajo de
Victor se basa en sus años como periodista de tecnología y economía para la
revista Time y The Ringer. En ese puesto criticó el papel que
desempeñan las megacorporaciones en la remodelación de nuestros entornos
urbanos y cómo la mercantilización de la cultura se está acelerando gracias a
plataformas como Instagram y Airbnb. Estas tendencias afectan a las comunidades
negras en el mundo real, que a menudo están en el lado perdedor de la
gentrificación y el aumento de los precios de la vivienda. Su trabajo actual en
esta área está explorando cómo las consecuencias económicas causadas por el
coronavirus, y los compromisos con la justicia racista por parte de las
corporaciones tras el asesinato de George Floyd, tendrán un impacto en las
comunidades negras.
Victor fue
durante dos años redactor jefe del diario de la Universidad de Alabama y
cofundador de una revista en línea dedicada a tratar temas importantes del
campus. Durante su etapa como periodista estudiantil, se encargó de la
cobertura del racismo estructural en el sistema de las universidades blancas,
la presencia de monumentos confederados en el campus y la corrupción en las
elecciones del gobierno estudiantil. A medida que estos temas han llegado a
dominar el diálogo nacional, ha recurrido a experiencias de hace una década
para conformar mejor sus reportajes y perspectivas. @VLuck
Dos escritoras negras pioneras no han recibido el reconocimiento que
merecen por la crónica de uno de los crímenes más graves vividos en el país.
En 1921, la masacre
racista de Tulsa devastó la comunidad negra de Greenwood al causar la muerte de
300 personas. Foto Biblioteca del Congreso
Después de dar una clase
nocturna de mecanografía, Mary E. Jones Parrish se sumía en la lectura de un
buen libro cuando su hija Florence Mary notó algo extraño fuera. “Madre”, dijo
Florence, “veo hombres con armas”. Era el 31 de mayo de 1921, en Tulsa. Un grupo grande de hombres negros armados se había congregado debajo del
apartamento de Parrish, situado en el próspero distrito comercial negro de la
ciudad conocido como Greenwood. Al salir, Parrish se enteró de que un
adolescente negro llamado Dick Rowland había sido arrestado por una falsa
acusación de intento de violación, y que sus vecinos planeaban marchar al
juzgado para intentar protegerlo.
Poco después de que los
hombres se fueran, Parrish oyó disparos. Luego, los incendios iluminaron el
cielo nocturno cuando los edificios situados al oeste de su casa comenzaron a
arder. El intento de proteger a Rowland había salido terriblemente mal y acabó
en un caótico tiroteo en el juzgado. Ahora, una turba blanca fuertemente armada
se dedicaba a atemorizar todo Greenwood, empeñada en una violenta venganza.
Parrish, que vivía justo al norte de las vías del tren que dividían los dos
mundos segregados de Tulsa, pudo ver desde la ventana de su apartamento cómo
crecía la turba. Observó una escaramuza campal entre tiradores blancos y negros
al otro lado de las vías del tren, y luego vio cómo varios hombres blancos subían
una ametralladora a lo alto de un molino de grano y hacían llover balas sobre
su barrio. En lugar de huir, Parrish se quedó en Greenwood y documentó lo que
vio, oyó y sintió. “No tenía ningún deseo de huir”, recuerda. “Me olvidé de la
seguridad personal y me embargó un deseo incontrolable de ver el resultado de
la refriega”.
La joven de treinta años
fue testigo presencial de la masacre racista de Tulsa,
que mató a 300 personas y dejó más de mil hogares destruidos. Aunque
Parrish ya había tenido éxito en Tulsa como educadora y
empresaria, la masacre la obligó a convertirse en periodista y autora para escribir sus propias
experiencias y recoger los relatos de muchos otros. Su libro “Events of the Tulsa Disaster” [Acontecimientos del desastre de Tulsa], publicado en 1923, fue el primer relato
detallado, y el más visceral, de cómo los residentes de Greenwood vivieron la
masacre.
Cuando el atentado se
desvaneció en la oscuridad en las décadas siguientes, también lo hicieron
Parrish y su pequeño libro rojo. Pero, a partir de los años setenta, cuando el
suceso fue ganando poco a poco la atención nacional, la obra de Parrish se
convirtió en una fuente primaria vital para los escritos de otras personas. Sin
embargo, su vida siguió siendo desconocida, incluso cuando los hechos que había
reunido -como varios relatos de primera mano sobre el uso de aviones para
vigilar o atacar Greenwood- se convirtieron en la base de la comprensión de la
nación sobre la masacre. Sin embargo, ella fue, literalmente, relegada a las
notas a pie de página de la historia.