Affichage des articles dont le libellé est Sionihilismo. Afficher tous les articles
Affichage des articles dont le libellé est Sionihilismo. Afficher tous les articles

08/08/2025

AMOS HAREL
El plan de Netanyahu para la toma de control de la Ciudad de Gaza pone a Israel en la senda de una guerra perpetua

La ampliación de los combates en Gaza solo ha empeorado la situación de Israel, y la única solución del primer ministro es adentrarse aún más en el atolladero. Mientras tanto, sus ministros ya están tratando de normalizar las inevitables bajas militares y la muerte inminente de los rehenes.

Amos Harel, Haaretz, 8-8-2025

Traducido por Tlaxcala

 

Una bandera israelí dañada en Gaza, vista desde el lado israelí de la frontera entre Israel y Gaza, el 7 de agosto de 2025. Foto Amir Cohen / REUTERS

La crisis entre el primer ministro Benyamin Netanyahu y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, sobre la siguiente fase de la guerra en la Franja de Gaza es aún peor de lo que han informado los medios de comunicación esta semana.

Es más difícil que nunca saber qué pretende realmente Netanyahu: en esta etapa, no solo porque mantiene abiertas todas sus opciones, sino porque no se detendrá ante nada. Sin embargo, la tensión entre ambos es real.

Netanyahu puede tener otros objetivos (apaciguar al ala mesiánica de derecha de su coalición gobernante; disuadir a Hamás), pero actualmente parece centrado en persuadir al ejército para que se prepare para una ocupación total o casi total de Gaza.

En la madrugada del viernes, tras una reunión maratoniana, el gabinete aprobó el plan de Netanyahu para preparar la toma de control de la ciudad de Gaza. Zamir cree que esto sería desastroso. No es inconcebible que se vea obligado a dimitir, o que sea destituido, debido a la disputa, lo que provocaría numerosos terremotos secundarios en las FDI.

El conflicto entre ambos hombres se deriva directamente del estancamiento de la guerra. A lo largo de esta guerra, la más larga de la historia de Israel, los partidarios de Netanyahu han afirmado que está aplicando una estrategia ordenada que ha obtenido importantes logros (Irán, Líbano, Siria, los golpes asestados a Hamás) a pesar de los contratiempos sufridos. Pero, en la práctica, ha sumido a Israel en graves dificultades.

Entre mayo y julio, hubo una oportunidad de alcanzar al menos un acuerdo parcial con Hamás para la liberación de los rehenes, algo que Netanyahu afirmaba querer. Pero su decisión de ampliar la guerra lanzando en mayo una amplia operación terrestre, conocida como Operación Carros de Gedeón, después de haber violado unilateralmente un alto el fuego, no dio los resultados que él y el ejército habían esperado.

Fue entonces cuando comenzó el fiasco de la ayuda. La Fundación Humanitaria de Gaza, con sede en USA, no cumplió los ambiciosos objetivos que se había fijado en cuanto a la distribución de la ayuda a los habitantes de Gaza —algo previsible desde el principio— y el fin del control de Hamás sobre la ayuda no doblegó a la organización. Al contrario, se produjo una nueva catástrofe humanitaria en Gaza, aún peor que las anteriores. Los propagandistas propalestinos la amplificaron aún más mediante un aluvión de engaños y guerra psicológica.[sic]

La imagen de Israel en el extranjero se desplomó aún más, el gobierno usamericano ejerció presión y, hace dos semanas, Netanyahu se vio obligado a abrir las puertas de Gaza e inundar el enclave con ayuda, en contra de todas sus declaraciones anteriores. Sin embargo, el daño causado a la población de Gaza fue tan grande que llevará mucho tiempo repararlo. Y ni siquiera hablemos de la actitud de la comunidad internacional hacia Israel. Lo que vivieron los turistas israelíes en Grecia fue solo el comienzo. El número de advertencias sobre posibles ataques contra israelíes y judíos en el extranjero se está disparando.

Esta semana nos hemos enterado de que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que hace dos meses intentó denegar la asignación de 700 millones de shekels (175 millones de euros) para garantizar los centros de distribución de ayuda de la GHF, ahora está asignando sin pestañear otros 3000 millones de shekels al proyecto. «No me interesan los palestinos, pero sí destruir Hamás», explicó. Y mientras tanto, los habitantes de Gaza que intentan desesperadamente conseguir comida para sus familias en los escasos centros de distribución siguen muriendo, por disparos o pisoteados.


Un niño palestino come tahini crudo cerca de un punto de distribución del GHF el sábado. Foto Eyad Baba/AFP

A mediados de julio, antes de que estallara la crisis alimentaria, parecía que se estaba llegando a un acuerdo parcial sobre los rehenes. Israel hizo mucho ruido sobre la ocupación de dos corredores en la región de Morag, en el sur de Gaza, con el fin de poder cederlos en el acuerdo. Los altos cargos de Defensa se mostraban cautelosamente optimistas, como si el alto el fuego inicial de 60 días que se estaba negociando fuera a dar lugar esta vez a un plan más amplio para poner fin a la guerra. Pero Hamás no tardó en comprender las nuevas circunstancias y, desde entonces, no ha mostrado ningún signo de flexibilidad en las negociaciones. Incluso añadió dos exigencias: la liberación de los miembros capturados de su fuerza de élite Nukhba, responsable de la masacre del 7 de octubre, y el aplazamiento de la liberación del último rehén hasta que haya comenzado la reconstrucción de Gaza. Empezó a insistir en la necesidad de reconstruir Gaza, en parte para señalar su intención de seguir formando parte del Gobierno del territorio.

Estas exigencias enfurecieron tanto a Netanyahu como al presidente Trump, y llevaron las negociaciones a un punto muerto. En la práctica, toda la guerra está estancada. Las negociaciones se han suspendido, los negociadores israelíes han sido retirados de Qatar y los combates en Gaza están más estancados que nunca debido a la crisis humanitaria y a la falta de una decisión sobre el futuro del ejército. Por utilizar una analogía deportiva, Netanyahu prefiere ir por la banda que por el centro. No busca una victoria rápida. Quiere dejar abiertas tantas alternativas como sea posible y ganar tiempo, evitando al mismo tiempo cualquier amenaza a su coalición gubernamental.


Netanyahu abraza a Eyal Zamir, en el cuartel general de defensa de Kirya, en Tel Aviv, a finales de junio. Foto Maayan Toaf/GPO

La falta de avances abre la puerta a una crisis con los altos mandos del ejército israelí que implique debilitar al ejército y abusar del jefe del Estado Mayor. Al igual que la «ciudad humanitaria» de Rafah, que nunca se materializó, o el plan de emigración de Gaza, que hasta ahora no ha llegado a ninguna parte, una crisis de este tipo da a los medios de comunicación un nuevo tema del que hablar. La tensa espera de reuniones decisivas y las filtraciones distraen un poco la atención de los fracasos del gobierno: la prolongación de una guerra sin objetivos, los gritos de las familias de los rehenes, el escandaloso proyecto de ley para legalizar la exención del servicio militar de los ultraortodoxos y la mala actuación de los ministros. Mientras tanto, el tiempo pasa y el gobierno sobrevive.

Una guerra perpetua también podría ayudar a Netanyahu a alcanzar su segundo objetivo: asegurar su victoria en las próximas elecciones, aunque todas las encuestas pronostican su derrota. Esto se lograría socavando sistemáticamente el proceso democrático bajo el pretexto de la guerra y sus necesidades.

Zamir tampoco tiene buenas soluciones para la crisis que se ha creado. La ofensiva terrestre de mayo no logró su objetivo y, en opinión de Zamir, eso se debe a que el gobierno no aprovechó sus logros para la diplomacia. Ahora, al carecer de capacidad para obligar a Hamás a firmar un acuerdo, Israel está improvisando soluciones alternativas. Zamir ha aprovechado el respiro en los combates para reducir las tropas en Gaza. El ejército también ha tomado medidas para reducir la carga de los reservistas este año y ha puesto fin a su política de prolongar automáticamente el servicio de los soldados reclutas mediante órdenes de movilización de emergencia.

Normalización del abandono

El enfrentamiento con Netanyahu se intensificó tras un reportaje del veterano periodista Nahum Barnea publicado el viernes pasado en el periódico de gran tirada Yedioth Ahronoth. Barnea escribió que Zamir estaba considerando la posibilidad de dimitir si los responsables políticos le obligaban a conquistar toda la Franja de Gaza. La oficina del primer ministro, siguiendo su costumbre, intentó presionar al jefe del Estado Mayor para que se desvinculase del informe, pero Zamir se negó, aunque el titular inequívoco del artículo aparentemente le sorprendió en cierta medida.

Las razones de la frustración de Zamir son comprensibles: el gabinete de seguridad casi nunca se reúne (en su lugar, hay reuniones de los jefes de las facciones del Knesset, un foro desprovisto de autoridad legal); las reuniones personales entre Zamir y el primer ministro son escasas y esporádicas; y la guerra se está librando al estilo salami, sin que se haya establecido una política clara.


Una simpatizante de los rehenes secuestrados el 7 de octubre de 2023, sostiene carteles mientras participa en una protesta para exigir la liberación inmediata de los rehenes y el fin de la guerra en Tel Aviv, Israel, el 7 de agosto de 2025. Foto Ammar Awad/ REUTERS

Mientras tanto, la familia Netanyahu ha lanzado una ofensiva contra Zamir. Mientras el padre alza la voz en los pasillos, el hijo y la madre actúan según sus métodos: a través de las redes sociales y filtraciones a los medios de comunicación. Yair Netanyahu tuiteó acusaciones infundadas contra el jefe de Estado mayor, en el sentido de que estaba planeando un golpe militar, y se desvinculó de la responsabilidad de su padre por el nombramiento de Zamir (de hecho, el primer ministro declaró con orgullo en la ceremonia de nombramiento en marzo que era la tercera vez que quería a Zamir para el cargo).

Sara Netanyahu fue citada diciendo que había advertido a su marido que no nombrara a Zamir, porque no sería capaz de soportar la presión de los medios de comunicación. Como en una república bananera, la prensa informó de que Netanyahu padre quería a Zamir, pero que la madre y el hijo presionaron para que se nombrara al general David Zini, que entretanto ha sido nombrado jefe del servicio de seguridad Shin Bet, una decisión peligrosa.

Esta semana, corresponsales diplomáticos y militares recibieron filtraciones detalladas —de una forma que plantea dudas sobre la seriedad de la discusión— sobre los planes que exige Netanyahu: la conquista de la ciudad de Gaza y los campos de refugiados en el centro de la Franja. Se trata de dos de los tres enclaves en los que las FDI han obligado a la población palestina a refugiarse y donde se encuentran los rehenes israelíes (el tercero es la zona de Mauasi, en la costa sur de la Franja).

Altos mandos del ejército israelí advirtieron de que esto requeriría una operación terrestre de varios meses y acciones para peinar la zona y purgarla de terroristas, lo que podría llevar hasta dos años. La operación requeriría entre cuatro y seis divisiones, lo que supondría un número astronómico de días adicionales de servicio de reserva. Y la intención es seguir empujando a la población por la fuerza hacia la sección sur de la Franja, mientras se intenta obligarla a emigrar.

Zamir, por el contrario, propuso rodear los enclaves actuales, ejercer presión militar sobre ellos desde el exterior e intentar desgastar a Hamás, sin poner en peligro la vida de los rehenes. Tampoco parece una solución ganadora.

Trump, al parecer, ha dado luz verde a Netanyahu para ampliar la operación en Gaza, siempre que las fuerzas actúen con rapidez, sin permanecer allí innecesariamente.

Al mismo tiempo, obligó al primer ministro a permitir la entrada de la ayuda. Por el momento, Netanyahu, con el respaldo de Trump, está luchando por una operación a gran escala, a pesar de los riesgos. También está comprando ideas irresponsables que se expresan en su entorno: que después de ocupar la ciudad de Gaza, sería posible gestionar la distribución de alimentos allí a través de los clanes locales.

Aún así, hay una salida: si el primer ministro evita presentar un calendario rígido, siempre es posible falsear el ritmo de ejecución y esperar que, mientras tanto, surja otra solución con la ayuda de la amenaza militar.

Los servidores del primer ministro, los ministros y los diputados, están ocupados normalizando la guerra y preparando el terreno para que la opinión pública acepte abandonar a los rehenes a la muerte. Se empieza afirmando que los civiles secuestrados en sus casas y en el festival de música Nova son en realidad «prisioneros de guerra», soldados capturados que deben esperar a que termine la guerra, en una fecha desconocida en el futuro, para ser devueltos, y se termina silenciando a las familias de los rehenes en el Knesset.

Zamir tiene una clara ventaja: el ejército sigue respaldándolo. La mayoría absoluta de los oficiales cree en él y en sus consideraciones. Netanyahu, cuyos partidarios barajan hipótesis de destitución y sustitución, deberá tenerlo en cuenta. La combinación del peligro para la vida de los soldados y los rehenes, junto con la confrontación pública entre el primer ministro y el jefe del Estado Mayor, podría inclinar la opinión pública en contra de Netanyahu.


Reservistas en Gaza, en marzo. Foto Portavoz de las FDI

Si Zamir hace lo que hizo Eli Geva en la guerra del Líbano de 1982 —como comandante de la 211ª Brigada Blindada, dimitió del ejército en protesta por la guerra—, entraremos en territorio desconocido. Es probable que esto provoque un mayor rechazo al servicio, especialmente entre las unidades de reserva, y que finalmente surja un nuevo movimiento de las Cuatro Madres, eficaz y más vociferante, como el que surgió en 1997 contra la guerra del Líbano.

El verdadero estado del ejército, que lleva 22 meses luchando en Gaza, se puede deducir de una publicación de un mayor de la reserva, comandante de una unidad que maneja maquinaria pesada. «En las últimas tres semanas he experimentado de cerca la profundidad del problema», escribió. «La falta de organización, la incertidumbre y la ausencia de un objetivo operativo claro son sentimientos que se repiten en todos los ámbitos... El resultado sobre el terreno: las fuerzas se mueven sin contexto, sin continuidad y sin un objetivo claro. Las tropas de combate también lo sienten, no solo por la carga, sino por una sensación de total desprecio operativo».

Cuando las cosas se dicen con claridad, y no a través de fuentes anónimas, los medios de comunicación se ven obligados a informarlas de manera directa. Pero la mayoría de las veces se dedican a difuminar los acontecimientos de Gaza bajo una espesa capa de patriotismo, camaradería guerrera y edulcoramiento.

6 de agosto de 2025: una niña palestina frente al Centro de Salud Sheikh Radwan, en el norte de la ciudad de Gaza, tras su destrucción en un ataque nocturno. Foto: Omar Al-Qattaa/AFP.

HAARETZ
Callar es rendirse

Editorial de Haaretz, 8-8-2025
Traducido por Tlaxcala


El gabinete de seguridad se reunió el jueves por la noche para discutir otra expansión de la guerra en Gaza, otro eslabón en una larga cadena que seguramente tendrá su propio nombre. Los nombres cambian, pero la canción sigue siendo la misma: ocupación, destrucción y traslado forzoso de decenas de miles de palestinos. Más soldados serán sacrificados en este altar y los rehenes israelíes que quedan serán perdidos. El gobierno de Netanyahu ha convertido a ambos grupos en daños colaterales.

Ante esta visión de pesadilla, impulsada por consideraciones personales y mesiánicas judías, no podemos permanecer indiferentes. No debemos callar. Por eso, más de 2000 artistas y personalidades de la cultura firmaron una petición que pedía el fin de la guerra, titulada «Detengan el horror en Gaza». Esta petición supuso un importante espejo para la opinión pública, aunque muchos israelíes prefirieran romperlo o apartar la mirada.

La petición de los artistas reflejaba una verdad humana básica que el gobierno intenta silenciar: dañar a personas inocentes está mal. En consecuencia, la petición afirmaba que es imposible aceptar «el asesinato de niños y civiles, las políticas de hambre, los desplazamientos masivos y la destrucción sin sentido de ciudades enteras». No se deben dar órdenes ilegales y, si se dan, no se deben obedecer, añadía la petición, reiterando lo que debería ser evidente. Pero no en el Israel del gobierno del primer ministro Benyamin Netanyahu.

Desde que se publicó la petición, se ha llevado a cabo una campaña sistemática para silenciar a los firmantes. Entre los participantes se encuentran ministros del gabinete y políticos ajenos al Gobierno, colaboradores de los medios de comunicación, activistas de extrema derecha y muchas otras figuras culturales.

Los alcaldes también han anunciado que no contratarán a los artistas que firmaron la petición, a quienes acusan de «incitar contra los soldados de las FDI». Una y otra vez, ha quedado claro que en el Israel actual solo se puede expresar una opinión en el espacio que separa al líder de la oposición, Yair Lapid, y al rapero de extrema derecha Yoav («la Sombra») Eliasi. El consenso fraudulento es un coro que canta al unísono.


Alon Oleartchik y Assaf Amdursky

La presión sobre los firmantes de la petición solo ha tenido un éxito parcial. Algunos de ellos (Assaf Amdursky, Alon Oleartchik) no pudieron soportar la presión y las amenazas y retiraron sus firmas. En el caso de Oleartchik, su retractación pública dio sus frutos: se restableció una actuación suya que había sido cancelada. Esto demuestra no solo el poder de la censura, tanto oficial como extraoficial, sino también el hecho de que algunas personas optan por colaborar con ella.

Ante esta campaña de silenciamiento, no debemos pestañear. El plan que impulsa Netanyahu conducirá a la destrucción total de Gaza, y también de los fundamentos morales de Israel. Al oponerse a la guerra y a sus crímenes, las figuras culturales se unieron a personas con opiniones similares en el mundo académico, en organizaciones no gubernamentales e incluso dentro del propio ejército. Todas ellas son esenciales para forjar una alternativa al culto a la muerte del Gobierno.

Ahora más que nunca, tras tantos días de matanzas sin precedentes y cuando Israel está a un paso de caer en una guerra perpetua, todos los israelíes deben alzar la voz en contra. Callar es rendirse.

01/08/2025

LYNA AL TABAL
Cien años de infierno en Palestina

Dra. Lyna Al Tabal, Rai Al Youm, 1-8-2025
Traducido por Tlaxcala


Francia ha decidido finalmente reconocer al Estado de Palestina.

En el mes en que caen las hojas y florecen las mentiras a orillas del Sena, Francia concede por fin un reconocimiento —tímido, tardío, con siete décadas de retraso...

Y Gran Bretaña, la misma que cedió una tierra que no le pertenecía, decide a su vez hacer un gesto... Pero la resolución 67/19, adoptada por 138 países en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2012, ya había concedido a Palestina el estatus de «Estado observador no miembro», al igual que el Vaticano. Sobre esta base, Palestina pudo adherirse a organizaciones y tratados internacionales, como la Corte Penal Internacional o la UNESCO.

De acuerdo, ustedes, los europeos, son 450 millones. Su economía pesa 20 billones de dólares. Brilláis en las bolsas, domináis los mercados... Pero decidme: ¿pueden vuestros gobiernos pesar, aunque sea un kilo de justicia? ¿Un puñado de dignidad? ¿Un reconocimiento con setenta años de retraso? ¿Esa es vuestra oferta? ¿A eso llamáis un gesto? No le dais nada a Palestina. Nada. ¿Es eso todo lo que tenéis para ofrecer? ¿De verdad?

¿Este reconocimiento va a detener un tanque? ¿Va a calentar la cama fría de una madre asesinada? ¿Va a devolver la vida a un niño? No.

Sí, Europa ama a Palestina... pero desde lejos. Como se ama una causa perdida, un mito oriental, un poema de Mahmud Darwish enmarcado en la pared de un salón parisino.

 Y ustedes lo saben: Israel se tragará este reconocimiento como se traga Cisjordania, a mordiscos.

Basta de discursos. El mundo no necesita otra declaración. Solo necesita que dejen de armar al asesino.

Este reconocimiento es una caricatura. Lo que Palestina necesita es que se ponga fin a esta complicidad. La ONU condena a Israel todos los días. ¿Qué ha cambiado? Gaza se muere de hambre, sufre genocidio, crímenes, miseria... Tres colores predominan: el gris de las ruinas, el rojo de la sangre y el dorado brillante del desastre, el de los mercados que prosperan sobre los escombros. No hace falta hacer más declaraciones. Guarden sus gestos «valientes».

Jeffrey Sachs no es un revolucionario. Es un experto, un hombre que simplemente dice la verdad: «Dejen de suministrar armas a Israel y la guerra terminará».

La solución comienza con una palabra: responsabilidad. La de Israel, pero también la de todos aquellos que lo apoyan. Imponer sanciones es lo mínimo. ¿Su primer ministro está acusado? Entonces que lo lleven a La Haya, esposado, y que comiencen los juicios, si es que aún creen en esa palabra: paz.

La única medida que tiene sentido en esta región: el desarme de Israel.

Pero, ¿qué puede hacer Europa frente a las grandes potencias que dictan su ley e imponen su voluntad? La administración Trump ni siquiera se ha molestado en ocultar su imperialismo: «Haremos lo que queramos, ustedes no valen nada», ha proclamado.

Todo esto no es más que la consecuencia lógica de una elección: la del mundo occidental, que ha preferido la unipolaridad a la justicia.

No perdamos el tiempo hoy culpando a Abu Mazen (presidente de la [In]Autoridad Palestina)... Es inútil disparar a un carro fúnebre: la Historia acabará juzgándolo.

Y, por favor, dejad de gritar «¿Dónde están los árabes?», esa pregunta ya no tiene sentido. Es una pregunta estúpida.

Los árabes, amigo mío, han desaparecido...

Solo quedamos tú, yo y un puñado de creyentes, de soñadores, que se pueden contar con los dedos de una mano.

Han desaparecido, como desaparecen las especies antiguas. Así que no preguntes más dónde están.

Todo esto ha sucedido porque el mundo occidental ha decidido encaminarse hacia un imperio único, que no se le parece y no lo respeta. Europa podría haber impedido esta guerra o atenuado su violencia... ¡pero ha preferido enamorarse!

Europa se parece a una anciana, con un sombrero de plumas de pavo real de colores, que cree que USA la ama... Está cegada por su amor por USA. Desde finales de los años 90, Europa no ha adoptado una política exterior independiente, salvo una política de hostilidad hacia Rusia... Rusia es para ella una pesadilla soviética, cuando debería haber sido un socio comercial, pero ha decidido ser la amante infeliz de Washington.

Ursula von der Leyen, portavoz oficial del imperio yanqui en la Comisión Europea, ¡es una mujer ridícula! Saben, por supuesto, que son los responsables usamericanos quienes dirigen Europa, pero siguen fingiendo creer que Bruselas es la capital europea.

 Sin embargo, saben que es Washington quien manda...

Y, a pesar de todo, sonríen ondeando con orgullo la bandera europea.

No hay seguridad para Ucrania, ni para Europa, ni siquiera para los sueños de sus hijos, en esta aventura yanqui sin sentido a la que se han sumado y de la que se han convertido en líderes.

Son cómplices de un millón de muertos. Sí, han participado a sabiendas en esta matanza en Ucrania.

Solo han sembrado la muerte. ¿Y qué ha cambiado? Nada.

Volvamos a la posición usamericana. Trump, fiel a sí mismo, amenaza: «Estados Unidos entrará en Ucrania para acabar con esto».

Y Putin, también fiel a sí mismo, se echa a reír: «Déjenlo hablar... Siempre hace lo contrario de lo que dice».

En Palestina, la situación es muy clara, ¡Mike Huckabee dice que no hay solución posible en Palestina!

USA ha abandonado su política en el Mashreq y se la ha confiado a Benyamin Netanyahu... Es el lobby israelí el que domina la política usamericana. ¡Es una broma!

En 1996, en pleno apogeo de las conversaciones de paz, mientras israelíes y palestinos se sentaban en las salas de negociación, se daban la mano en Madrid, negociaban en Oslo y colocaban las banderas palestinas junto a las de las Naciones Unidas, y mientras Yasser Arafat modificaba el pacto con la esperanza de conseguir un Estado, Netanyahu y sus asesores sionistas usamericanos preparaban un plan para sustituir la solución de dos Estados por una «solución por la fuerza»: rodear Siria, atacar Irak y asfixiar a los palestinos. Y golpear cualquier alianza que se formara para apoyar a Palestina, incluidos Hezbolá y Hamás. A esta solución la llamaron «A Clean Break » (Una ruptura total), porque habían decidido romper definitivamente e imponer su realidad.

Sobre la base de este documento, USA ha librado siete guerras en cinco años. El general Wesley Clark ejecutaba las instrucciones de la oficina política israelí. Pueden escuchar al general Wesley Clark en Internet, él habla de este tema. Era el comandante en jefe de la OTAN en 1999... Por cierto, estas son las guerras de Netanyahu: eliminar los restos de los aliados soviéticos, desmantelar el sistema de cada Estado, de cada alianza y organización hostil a Israel, y sembrar el caos en la región.

Y cada vez que estallaba una guerra, Netanyahu esbozaba la misma sonrisa, la de un hombre que enciende un cigarrillo al primer signo de depresión. Durante treinta años, ha repetido incansablemente su visión: solo habrá un Estado, Israel.

 «Y cualquier voz contraria será aplastada, no por nosotros directamente, sino por nuestros amigos estadounidenses», decía. Esa es, en general, la política de USA en el Mashreq, aún hoy.

Esta política no comenzó con Trump, ni con Biden, y no fue inventada por Clinton, Bush u Obama. Es el aburrido juego de la política usamericana: si no estás con nosotros, estás contra nosotros, y si estás contra nosotros, espera a que tu régimen se derrumbe desde dentro. ¿No es esta la realidad cotidiana de la política yanqui? Desde la Segunda Guerra Mundial, USA no ha dejado de intervenir directamente en los asuntos de los demás, bajo el pretexto de un discurso falaz sobre la democracia. Entre 1945 y 1989, provocaron setenta cambios de régimen. Acusaron a los soviéticos de querer conquistar el mundo y luego utilizaron ese pretexto para conquistarlo ellos mismos...

Nuestro destino ya está trazado, escrito en blanco y negro para los próximos cien años... Pero tenemos la manía de sorprenderlos, de sabotear sus planes más funestos. Creían que Gaza se rendiría en un mes. Habían cavado nuestras tumbas, montado tiendas de campaña en el Sinaí y redibujado los mapas de la región.

¡Qué ilusión tan grotesca! Creían que Gaza no era más que un detalle molesto que se podría barrer en unas semanas. Pero cada masacre ha dado lugar a un nuevo misil: del Qasam al Yasin, luego al Badr-3; del Ayyash 250 al R160, hasta el Al-Quds y el Asif al-Ghadab.

¡Qué impotencia! ¿Han olvidado que Gaza desafía incluso las leyes de la física? Todo lo que se lanza contra ella... acaba rebotando.

Apostaron por la colonización de Cisjordania, y ganaron esa apuesta.

Creyeron que una victoria militar significaría el fin del conflicto. Pero Gaza se lo recuerda a cada instante: no es una batalla, es una existencia.

¿Qué victoria se puede reivindicar cuando la estabilidad de un ejército depende de una caja de Prozac? Un Estado que solo se mantiene en pie gracias a los antidepresivos no es un Estado: es un paciente.

No es un consejo, sino una advertencia, fría y clara, procedente de un enemigo que no os quiere... pero que ni siquiera desea vuestra muerte. Simplemente les dice: vayan a casa.

Cuanto más amplían las fronteras del Gran Israel, más corren hacia el muro de la nada.

Porque cuanto más se acercan a ese sueño imperial, más se vacía de sentido.

Puede que hayan ganado algunas batallas, pero están desperdiciando lo esencial: el tiempo.

Y la Historia nunca olvida la arrogancia.

Cuanto más se expanden, más vulnerables se vuelven. Cuanto más avanzan, más se agotan. Miren a Ben Gvir: un ministro de pacotilla, vociferando como un simple de mente: «¡Enviad bombas, no ayuda a Gaza!».

Él cree que la historia se escribe gritando. Piensa que los misiles sustituyen a la memoria.

Pero la guerra no solo se gana en el terreno. Se gana —o se pierde— en los libros, en las conciencias, en el rastro que dejáis.

Y la historia, mis enemigos, no se dicta con un megáfono. Se recuerda. Y os clasificará —a vosotros, a vuestras bombas, a vuestros bufones— en el margen rojo de la vergüenza eterna.

Decidme cómo. Decidme, por el amor de Dios, ¿cómo puede un Estado pretender la victoria cuando ya ha perdido la historia?

Porque un día, pronto, todo el mundo leerá que Israel fue un Estado fascista, un régimen de apartheid que arrasó ciudades, aniquiló pueblos, derrocó gobiernos para sobrevivir... y luego se derrumbó, asfixiado por su propio odio.

Y esa historia no la escribe Tel Aviv. La escribe Gaza.

Gaza la escribe con sus cohetes, con su sangre, con una voluntad que ni las bombas ni los tanques pueden quebrantar.

La leerán dentro de unos años. Y sus hijos la leerán en sus libros de texto.

Y ese día, los mirarán... y se avergonzarán.

24/07/2025

LE MONDE
En la Franja de Gaza, los estragos del hambre

Desde que el ejército israelí impuso un bloqueo humanitario al enclave a principios de marzo, un centenar de habitantes ha muerto de hambre. Esta cifra podría aumentar rápidamente, ya que 600.000 personas sufren desnutrición.

Lucas Minisini (Jerusalén, enviado especial) y Marie Jo Sader, Le Monde, 24-07-2025

Traducido por Tlaxcala


Muhammad Zakariya Ayyoub al-Matouq, un niño de un año y medio de la ciudad de Gaza con desnutrición severa, el 21 de julio de 2025. AHMED JIHAD IBRAHIM AL-ARINI / ANADOLU VIA AFP

Las bombas, los misiles, los proyectiles de tanque, las balas de francotiradores. Y ahora el hambre. Como si no fuera suficiente el suplicio que han soportado los habitantes de la Franja de Gaza a manos del ejército israelí durante veintiún meses, ahora enfrentan un nuevo enemigo, omnipresente e inasible: el hambre. Desde hace meses, el peligro se manifiesta en imágenes de niños con cuerpos esqueléticos y ojos hundidos, provenientes de hospitales del enclave. Ahora se refleja también en los rostros agotados de los periodistas aún activos y en las siluetas que colapsan en las calles, al borde de sus fuerzas.

En un comunicado publicado el 21 de julio y compartido millones de veces en redes sociales, la Sociedad de Periodistas (SDJ) de la AFP describió la angustia de sus colegas en el lugar. El texto narra la situación del principal fotógrafo de la agencia, Bashar, de 30 años, que vive entre las ruinas de su casa en Gaza, con unos cojines como único confort. Su hermano se desplomó en la calle por hambre, y él ya no tiene fuerzas para trabajar.
“Sin una intervención inmediata, los últimos reporteros de Gaza morirán”, advierte la SDJ.

Según las autoridades sanitarias del enclave, 15 personas han muerto de hambre en las últimas 24 horas. Desde la imposición del bloqueo total el 2 de marzo, el número de muertes por falta de alimentos asciende a 101, según responsables palestinos citados por Reuters. Khalil Al-Daqran, portavoz del hospital Al-Aqsa en el centro de Gaza, estima que 600.000 personas sufren desnutrición, entre ellas 60.000 mujeres embarazadas.

“Una película de terror”

En junio, UNICEF (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) ya había registrado más de 5.000 niños hospitalizados por desnutrición, una vez y media más que en febrero, durante el último alto el fuego entre Israel y Hamás.
El martes 22 de julio, en un discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU, Antonio Guterres, secretario general de la organización, comparó la situación del territorio palestino con “una película de terror”.

Al día siguiente, 111 organizaciones humanitarias, entre ellas Médicos Sin Fronteras, Médicos del Mundo y Oxfam International, publicaron un comunicado contundente denunciando “una hambruna masiva” en Gaza y exigiendo un alto el fuego inmediato y la apertura de los puntos de acceso, bloqueados por Israel.
Las ONG señalaron que “las distribuciones en Gaza se reducen a un promedio de solo 28 camiones diarios” (frente a unos 500 antes de la guerra), y que “toneladas de alimentos, agua potable, suministros médicos y artículos esenciales” están almacenadas “justo fuera del enclave”. La catástrofe, subrayan, no es natural.

Khalil Abu Shammala, de 55 años, se considera afortunado: en los últimos días logró comer un plato de lentejas. El arroz y las verduras, que el ex director de la ONG palestina de derechos humanos Addameer hasta hace poco lograba encontrar, ya son un recuerdo lejano. En los escasos mercados de la ciudad, el kilo de harina cuesta entre 35 y 50 dólares (30 a 42 euros). “Casi no queda nada para comer en todo el enclave”, nos escribe por WhatsApp.
Desde el ataque del 7 de octubre de 2023, Israel ha prohibido el acceso a Gaza a todos los periodistas extranjeros.


Rahil Mohammed Rasras, de 32 años, sufre desnutrición severa. Se encuentra en el Hospital Nasser de Jan Yunis, Franja de Gaza, el 21 de julio de 2025. ABDALLAH F.S. ALATTAR / ANADOLU VÍA AFP

Abu Shammala compartió su ración de lentejas con su esposa Sahar, sus hijas Noor y Nisma y su hijo Mohammed, herido en la pierna el 30 de junio durante un bombardeo. “Sin alimentos ricos en calcio y proteínas, no sanará”, lamenta el padre. Había almacenado latas en previsión de una escasez, pero ahora su reserva está casi vacía.

“Elección política”

“El hambre impuesta por Israel en esta guerra es sistemática y organizada”, denuncia Alex de Waal, director de la World Peace Foundation y especialista en hambrunas. Ante la indignación internacional, en lugar de permitir la entrada masiva de ayuda, “la estrategia de Israel ha sido restringir el acceso del personal humanitario que podía documentar la gravedad del hambre”, añade.

A finales de diciembre de 2024, un informe del Famine Early Warning System Network (FEWS NET), que indicaba que el norte de Gaza ya sufría hambruna, fue retirado por presión del embajador usamericano en Israel, Jack Lew, quien lo calificó de “irresponsable”.
“Dado el control absoluto de Israel sobre Gaza, no resolver el hambre es una elección política”, señala De Waal. “Si el primer ministro decidiera abrir los accesos, todos los niños palestinos podrían desayunar en abundancia al día siguiente”.

El ejército israelí niega bloquear la ayuda. El martes afirmó que 950 camiones cargados de alimentos se encuentran en Gaza, esperando ser descargados por agencias internacionales. “No hemos identificado hambruna en este momento, pero entendemos que se requiere acción para estabilizar la situación humanitaria”, declaró un alto funcionario israelí citado por Times of Israel.

El 19 de mayo, en respuesta a las críticas, Israel abrió tres centros de ayuda alimentaria gestionados por la opaca Gaza Humanitarian Foundation (GHF), respaldada por USA. Pero debido al escaso número y la avalancha de personas hambrientas, las distribuciones se tornaron mortales. Según el ministerio de salud de Gaza, más de 1.000 personas han muerto buscando comida en los centros de la GHF, abatidas por disparos de soldados israelíes desplegados cerca.

A pesar del riesgo, Mohammed Abu Asser, refugiado en Al-Mawasi, sigue caminando cuatro horas diarias hasta el punto de distribución de Rafah. “Hoy tres personas murieron ante mis ojos”, relata a Le Monde. “Y no conseguí comida”.
Tirado en el suelo” para evitar los disparos, espera horas por un poco de comida. La mayoría de las veces, los centros cierran en minutos, desbordados por la multitud. Mohammed regresa con las manos vacías.

En la ciudad de Gaza, Abdul Abu Okal, de 43 años, periodista de Al-Hayat Al-Yadida (periódico oficial de la Autoridad Palestina), busca alimentos en el mercado negro. Desde el 7 de octubre, ha acumulado 11.000 dólares de deuda. Su salario mensual de 700 dólares llega de forma irregular, debido al bloqueo israelí de los fondos palestinos.

Cuando lo recibe, debe retirarlo de comerciantes locales, ya que todos los bancos están cerrados. “Pero se quedan con el 40 % al 45 % como comisión”, explica por WhatsApp.
Cuando ya no tiene dinero, considera apostarse cerca de los pocos camiones de ayuda que entran al norte. “Una vez me acerqué, pero el ejército israelí nos disparó
Escapé por poco de la muerte”, relata.

Tensiones entre civiles

El personal médico está sin medios para tratar los casos de “desnutrición aguda”, que aumentan rápidamente. Solo pueden administrar sueros o algunas vitaminas.
Es una tortura no poder hacer más”, dice Ibrahim Al-Ashi, de 29 años, dentista que se ha convertido en médico voluntario. Cada día ve morir a varios niños. Y, según él, la situación empeora “por horas”.


Palestinos esperan recibir comida de un comedor social en la ciudad de Gaza, el 23 de julio de 2025. MAHMOUD ISSA / REUTERS

La desesperación aumenta las tensiones entre civiles. Videos muestran a personas empujándose y pisoteándose en las zonas de distribución.
El gobierno israelí quiere que nos matemos entre nosotros”, suspira Amjad Shawa, director de la red de ONG palestinas en Gaza. El hombre de cincuenta años relata ataques contra almacenes de ayuda realizados por mafias o a veces por simples gazatíes llevados al límite.

El martes 22, Shawa observó la entrada de 20 camiones del Programa Mundial de Alimentos con sacos de harina, a través del paso de Zikim. Pero ningún saco fue distribuido: apenas unos metros después, los camiones fueron saqueados por habitantes hambrientos.

En la Ciudad de Gaza, coordina una de las últimas cocinas comunitarias (“tekkya”) aún activas. Hasta hace poco, producía 1.000 comidas diarias, principalmente para personas con discapacidad que no pueden desplazarse.
El miércoles 23 de julio, su equipo le informó que cerrarían al día siguiente: ya no queda comida para preparar ni un solo plato.

 

18/07/2025

LUIS E. SABINI FERNÀNDEZ
La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina

Luis E. Sabini Fernández, 18-7-2025

La decisión judeosionista de exterminar a toda una población es el verdadero escándalo moral de nuestro tiempo.

Pero, ¿para qué y para quién es un escándalo?

No lo es, en primer término, para Israel, donde la política de exterminio de los palestinos goza de amplio apoyo.[1]


El niño caído, mural de Alan Zárate, estación de metro Cerro Blanco, Santiago de Chile

La política genocida es la máxima negación de valores universales que en tiempos bíblicos caracterizó al cristianismo.

El cristianismo forja un dios que, a diferencia del titular del Antiguo Testamento, reconoce rasgos y necesidades universales.

El choque entre éticas tribales y universales es muy fuerte, decisivo en nuestra condición humana. Somos distintos, nos comportamos de modo distinto, ya sea nuestra ética, nuestros impulsos morales, tribales o universales.

Tal vez el choque más relevante, en términos racionales, de discurso y de comportamientos, se expresa en la polémica –hace casi cinco siglos– en 1550 entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, dos sacerdotes cristianos que convivieron con la expansión colonial e imperial de España tras el llamado Descubrimiento de América con el cual España incorpora poder, riqueza, población a sus dominios, como nunca antes.

Nuestro curso histórico, el de la modernidad, reconoce ambos cauces –tribal y universal–, en inevitable conflicto.

Y el divorcio entre ambas posturas, impregna nuestra modernidad, sobre todo con la expansión que denominamos capitalista.

El poder de algunos humanos negará y desechará a otros humanos despojados de esos atributos. A veces bastará considerarlos “otros” y ya no tendrán la plenitud de derechos que el universalismo procura atribuir a cada quien.

Nuestra modernidad navegará siempre, agónicamente, entre el universalismo declarado a toda hora y la negación, práctica, concreta de toda igualdad.

Pero no lo reconocerá. Declarativamente, la modernidad tardía, el mundo ‘siguiendo reglas’, el orden jurídico internacional asentado con la ONU, desde mediados de la década de los ‘40 proclamará “la igualdad entre los hombres”. En todo caso, omitirá delicadamente que se trata de “nuestros hombres”, europeos, blancos (que se extiende claro, a las mujeres… nuestras).

Hemos examinado en notas anteriores el sincericidio de Lindsey Graham, un rentado de la AIPAC que tiene una banca en el Senado de EE. UU., que aplica ese doble estándar; la vieja máxima orwelliana: ‘todos somos iguales, pero hay algunos que son más iguales que otros’. Viendo entonces su práctica, resulta muy poco igualitaria la democracia que se dice igualitaria.

El pensamiento doble se aplica a todo; en particular, en la reproducción de la información sobre la realidad.

–Israel genera un ataque sorpresa sobre Irán (no sabemos si coordinado con EE. UU. o no) y los medios de incomunicación de masas exclaman: Israel se defiende.

–Irán propone normas de control de la actividad militar nuclear en la región. Israel se niega, se ha negado siempre a aceptar forma alguna de control de su actividad nuclear con fines militares. Y OIEA se queja porque no tendría del todo allanado su control en Irán; nada dice porque Israel no le acepta ninguna inspección (sin ni siquiera entrar a considerar los métodos non sanctos de que se valió Israel para obtener su armamento nuclear).


Muestra de zapatos infantiles frente al Palacio de La Moneda, Santiago de Chile, en repudio a la matanza en Gaza

La ONU ha ido tejiendo redes asistenciales ante estados nacionales en crisis, que en general han fracasado; Srebrenica en Bosnia, en Haití, en Myanmar, en los Altos de Golán y en tantos otros sitios.

Evaluó Volker Türk, austríaco, Alto Comisionado para DD.HH. de la ONU (desde 2022): “También trabajé en esta organización durante los genocidios contra los tutsis, los musulmanes bosnios, los yazidíes y los rohinyás. En todos los casos, cuando el polvo se asentó sobre los horrores que se habían perpetrado contra poblaciones civiles indefensas, quedó dolorosamente claro que habíamos fracasado en nuestro deber de cumplir los imperativos de prevenir atrocidades masivas, de proteger a los vulnerables y de exigir a los responsables que rindieran cuentas. Y así ha sucedido con las sucesivas oleadas de asesinatos y persecuciones contra los palestinos a lo largo de toda la vida de la ONU”.

Pero la Gran Hada Madrina del cuento del Tío Sam trasciende los designios iniciales acumulando voluntad y sensibilidad que son propias de los seres humanos, sean cuales fueren las instituciones y aparatos en que se articulen.  Y así, ante el escándalo de la migración forzosa y el robo de tierras palestinas a manos de Israel, gente con corazón dentro de  la ONU ha creado una comisión que ha montado todo una red de servicios para hacer la vida cotidiana de los despojados algo menos invivible (no hay un reconocimiento cabal de los derechos palestinos, pero no se acepta llanamente la política racista de un poder ocupante, por más investido que esté de preceptos  milenarios y cuente con el aval de ”la primera potencia”).

UNRWA cuenta con decenas de miles de asistentes (pensemos que los palestinos, despojados, bloqueados, se estiman en casi 2 millones en la Franja de Gaza y otros más de dos millones en Cisjordania y Jerusalén Oriental).

En el nivel de hostigamiento progresivo que Israel ha desencadenado contra la Franja de Gaza desde 2006, pero particularmente tras el 7 oct. 2023, Israel ha dispuesto por sí y ante sí, la expulsión de UNRWA, acusándola de ser cómplice con Hamás, pese a que apenas se pudo sumariar tentativamente a no más de una decena de sus funcionarios, como los que podrían tener alguna relación o simpatía por Hamás en una plantilla de personal que se cuenta por decenas de miles (y reparemos que Israel inició un cerco de aniquilamiento sobre la Franja de Gaza en 2006, impidiendo progresivamente plantar, producir, disponer de agua potable y bloqueando toda contacto con el mundo exterior, salvo el decidido por el Estado de Israel que monopoliza la provisión de alimentos).

Un campo de concentración, aquel modelo de los ’40, tantas veces reiterado.

Beniamin Netanyahu, ha estimulado el acoso a los gazatíes reviviendo el exterminio de los amalecitas. Al respecto Gilad Atzmon, nacido judío pero que ha roto con esa identidad tribal que se le asignara con el nacimiento, sostiene que el genocidio en curso no es sino “el verdadero regreso a casa de los judíos”.[2]

Son palabras fuertes, pero resultan muy acordes con la mentalidad de la mayoría aplastante en Israel. Sin un fuerte apoyo popular, no podría haberse desplegado con tanta fuerza una política de desprecio, de acoso, de tanto hostigamiento, de muerte explícita.

Porque entiende de qué habla, Atzmon exhorta a los cristianos a darse cuenta del verdadero alcance y significado del Antiguo Testamento. Esta observación es clave, porque en sus primeros tiempos, los cristianos adoptaron el Nuevo Testamento cada vez con más fuerza, separando ese dios del de la Torá. Sin embargo, y en buena parte, por la corrupción de la Iglesia Católica, primero los valdenses en el siglo 14 [y antes de ellos, los cátaros en el siglo 12, NdE] y luego Lutero y otros en el siglo 16, rompieron con la Iglesia Católica. Pero cometieron el error habitual: tiraron el bebito con el agua sucia.

Ante el lujo y la disolución vaticana, dejaron de tener como referencia básica al Nuevo Testamento y retornaron al Viejo: la Biblia judía. La del dios despótico. Y con ese movimiento, de reencuentro cristiano con el Viejo Testamento, tenemos hoy en día, sobre todo en EE. UU., pero expandiéndose por todo el mundo, sectas protestantes, que nutren la corriente de los cristianos sionistas de EE. UU., con su poder económico, su fanatismo religioso y su defensa acérrima del genocidio emprendido contra los palestinos.

Esta coexistencia tácita, pero agónica entre supremacismo e igualitarismo dentro de la Iglesia Católica es desgarradoramente conflictiva.

En la situación actual, un factor muy vinculado al desarrollo tecnológico, se presenta como decisivo: lo mediático, la infoesfera, que nos permite acceder al conocimiento de manera mucho más integral e inmediata, al mismo tiempo permite el bloqueo de la realidad, como el genocidio actual, a través de un machaconeo mediático caudaloso, inagotable, sesgado y falaz dispuesto para preservar los privilegios de los privilegiados, que han programado un genocidio más para afianzar, precisamente, sus privilegios.

Este segundo momento de la infoesfera pone en cuestión el “efecto mariposa” que una monstruosidad como un genocidio en acto, debería generar. Porque lo pensable, apenas uno advierte un genocidio, es su rechazo más terminante. Y si los genocidas se burlan de las víctimas, como en Israel, peor aún. Y si los usufructuarios del genocidio y de la apropiación de los bienes de los despojados y asesinados, llegan incluso a organizar terrazas desde donde mejor visualizar, cómodamente sentados, cómo los soldados aniquilan palestinos desarmados;  ancianos y niños incluidos, la reacción de repudio y rechazo tendría que ser aún más intensa. El efecto mariposa tendría que estar adquiriendo la forma de un tsunami político. Pero el efecto mariposa va golpeándose contra diversas aristas, intereses, recursos, tanto desde la esfera judicial o desde la del entertainment, como con los ejércitos de escribas o “creativos” de la corriente mediática principal.

Una tarea se impone: desbrozar ese tejido que se nos quiere hacer pasar como de conocimiento y en rigor es de condicionamiento.

GHF: la Fundación Humanitaria de Gaza (Gaza Humanitarian Foundation) es un buen ejemplo de la neolengua orwelliana programada por la intelectualidad israelí.[3]

Bueno es advertir que para adueñarse del destino de la Franja de Gaza (“depurada” de sus habitantes ancestrales) se han aliado en su desguace no solo la dirección sionista israelí sino también el Instituto británico Tony Blair y el Boston Consulting Group; también figura el proyecto de una ribera turística “a todo lujo” para milmillonarios, bajo auspicios de Donald Trump. [leer aquí]

GHF desplazó, incluso con violencia, los 400 puestos de asistencia de UNRWA y los sustituyó por una red de 4 puestos de asistencia, y al personal de la ONU civil por militares israelíes.

Teóricamente, cada uno de estos solo 4 puestos de suministro de alimentos tendría que “atender” a una población deliberadamente hambreada (y desde hace años con fortísimas privaciones) de alrededor de medio millón de habitantes. La sola mención del número señala el desprecio, el destrato absoluto por la población que quieren exterminar y no pueden hacerlo abiertamente. Desprovistos de abrigos y protección, a menudo sin techo o con precarias, vulnerables carpas. No conocemos la regularidad de la entrega de alimentos, pero sí nos enteramos de las balaceras con que frecuentemente los soldados combinan la entrega de alimentos, que dejan el tendal de palestinos no solo hambreados sino así asesinados.

La entrega de alimentos en sí es un ejercicio de abyección: para recibir un alimento deben avanzar por estrechos corredores de alambrados apeñuscados y a merced de los militares.

A tener en cuenta:

–Distinguir lo real y lo fingido (la maraña aluvional de las fake news)

–No llamar guerra a lo que no es una guerra.

–La mirada racista es necesariamente sesgada.

–Y la mirada supremacista no podrá ver otra realidad que la propia. Como les pasa a los israelíes que lloran tanto a sus muertos sin advertir que, por ejemplo, los palestinos tienen probablemente cien veces más hijos, madres, hermanos, esposos, abuelas, amigos, que llorar, también matados (muy a menudo por los que tantos israelíes lloran).

–Si existe un fundamento teórico en el sionismo, doctrinario para la visión supremacista, como se desprende de ciertos pasajes del Talmud, tenemos que saber que ese discurso teórico afectará inevitablemente la práctica política.

–Un rasgo que vemos sistemáticamente organizado desde la perspectiva de dominio (¿local, regional, universal?) es la más que problemática relación con la verdad: Israel miente. Mienten en todo. Mienten siempre. Tal vez sea el mayor reconocimiento que hacen a la verdad.

–Corolario inevitable: una política que niega la igualdad de los seres humanos no tiene más remedio que mentir.

 –Saber que los que defienden los privilegios que gozan mienten siempre, los que fabricaron esta pesadilla necesariamente mienten, para preservarlas.

–La práctica política de Israel y su desapego radical a todo el ordenamiento político internacional es tolerado y a menudo asistido por los estados nacionales del “Primer Mundo”. Y la pasividad a menudo impotente de estados africanos, asiáticos o sudacas, que cumplen “el orden basado en reglas”. O “se la creen”.

–Paradoja inevitablemente llamativa: que Israel, con su peculiar origen administrativo (primer fruto “cosechado” por ONU), se burle de todas las reglamentaciones, acuerdos, principios, respetos del orden onusiano.


Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”, célebre frase de Cicerón, que podríamos retomar: “Hasta cuándo Netanyahu abusarás de nuestra paciencia?”

 Judy Duarte, São Paulo, Brasil

 Notas

[1]  Véase, por ejemplo, Norman Finkelstein, “Netanyahu  es un espejo perfecto de la sociedad israelí.”, blogs.mediapart.fr, 14 jul. 2025.

[3]   The Israel Project’s 2009.  GLOBAL LANGUAGE DICTIONARY. Uno de sus recurrentes capítulos es “Words that work” (palabras que funcionan-trabajan-rinden).