Gideon
Levy, Haaretz, 18/8/2024
Traducido por Michel Mujica
Qué fácil es escandalizar a los israelíes por los colonos
amotinados. No somos nosotros, no tenemos nada que ver. Ni siquiera forman
parte de Israel. Son la «mala hierba salvaje» al margen de la sociedad. Es un
hecho, todo el mundo se exime de cualquier responsabilidad. Los políticos se
alzan en un coro de condenas, e incluso la prensa pone cara de asombro. ¿Quién
lo hubiera creído? Los medios de comunicación se tomaron la molestia de
informar sobre el incidente. En un día realmente bueno, uno o dos alborotadores
pueden ser detenidos durante una o dos horas. En contraste con la ocultación de
los crímenes del ejército, destaca el enfoque de los crímenes de los colonos.
De repente se permite mostrar a las víctimas y condenar a los criminales. Pero
los crímenes de los colonos palidecen en comparación con los crímenes del
ejército.
Derkaoui Abdellah
En Yit, Huwara, Qusra, las colinas del sur de Hebrón y la
parte norte del valle del Jordán hay efectivamente gente que vive bajo el
terror de los colonos, pero comparado con los estragos que el ejército está
causando en Gaza y en Cisjordania, los disturbios de los colonos no son más que
un campamento de verano. Un campamento de verano de horror, pero sólo de
dimensiones menores. El ejército perpetra a diario el pogromo de Yit, en una
versión mucho más letal, en los campos de refugiados de Tulkarem, Yenín, Nablús
y, obviamente, en Gaza. Un pogromo cada día. Pero sólo los colonos provocan
conmoción. Yit provocó conmoción, pero el asesinato de 100 desplazados que se habían
refugiado en una escuela de Gaza sólo provocó un bostezo. La conmoción ante los
disturbios de los colonos es forzada y despreciable. Canaliza todo el
sentimiento de culpa reprimido hacia los márgenes, encogiéndose de hombros ante
cualquier responsabilidad.
Al contemplar el increíble declive moral que ha
experimentado Israel en los últimos 10 meses, se puede observar que el ejército
ha sido responsable de la mayoría de los crímenes. Incluso en Yit, si el
ejército hubiera cumplido con su deber, no se habría producido allí ningún
pogromo. Sabe cómo reprimir cualquier protesta pacífica o disturbio palestino,
pero se mantiene al margen o apoya los pogromos perpetrados por judíos. Es una
política, no un percance. Es la intención, no un error. Pero incluso cuando
está claro que el ejército es el culpable del pogromo de Yit, nadie lo condena,
porque el ejército somos nosotros, y nosotros no estábamos en Yit; no tuvimos
nada que ver con los disturbios que allí se produjeron. Nosotros somos el bello
Israel y ellos son los trastornados, con sus largas patillas y sus gigantescas kipás.
Otra tribu, la tribu de Judea. Nosotros somos de Israel. Nuestras manos están
limpias.
Pero la base de Sde Teiman es del ejército, los escudos
humanos utilizados en Gaza son el ejército, los asesinatos son del ejército.
Cuarenta mil muertos son del ejército, la destrucción de Gaza es del ejército;
los crueles controles de carretera en Cisjordania son del ejército; el
asesinato de los gemelos de tres días, junto con su madre y su abuela, mientras
el padre estaba fuera obteniendo su certificado de nacimiento, es el ejército;
el creciente uso de drones para matar gente en Cisjordania es el ejército; los
pilotos, las unidades de artillería, las unidades blindadas, las excavadoras,
las unidades caninas, todos son el ejército. Son nuestros hijos; casi
cualquiera que camine por una calle o conduzca por la autopista está
relacionado de algún modo con ellos. Ellos son los que cometen la mayoría de
los crímenes de los que Israel es responsable, no los gángsters de Givat Ronen
o las tropas de asalto de Havat Gilad.
Es precisamente el campo de la protesta el que no está
dispuesto a ver todo esto. La derecha oculta de su vista cualquier muestra de
maldad infligida a los palestinos. Ésta colma su deseo de venganza y sed de
sangre. Pero el campo de la protesta no es así. Es humano y ético, mira cómo se
escandaliza ante Yit y sus compañeros. Este bando no sólo niega los crímenes
del ejército, sino que sigue adorándolo. De ahí provienen la mayoría de sus
líderes. Incluso el último líder de la izquierda, Yair Golan [nuevo líder del
Partido laborista], procede del ejército.
Tras el pogromo de Yit, uno de los más graves,
que se saldó con la muerte de un inocente cuyo asesino nunca será juzgado
debidamente, es precisamente el momento de analizar el panorama general. Benjamín
Netanyahu es el primer ministro, y él tiene la culpa. Todos los colonos violan
la ley y algunos de ellos son asesinos en potencia. Pero sobre todos ellos
pende una nube oscura que cubre sus acciones: las Fuerzas de Defensa de Israel.
Es la verdadera cabeza de la pirámide criminal y es la responsable. Es el
cuerpo que seguimos adorando, ignorando lo que está causando. Está formado por
nuestros hijos y sus comandantes son nuestros guías. Nadie está dispuesto a
condenar sus crímenes ni a enumerarlos. Quítense el el sombrero ante las FDI, por los siglos de los siglos.