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17/12/2021

Sergio Rodríguez Gelfenstein
Con todo respeto Atilio Boron: no votaré por Boric

 

Sergio Rodríguez Gelfenstein,, 17/12/2021

Habló, o mejor dicho escribió, el gran Atilio Boron [Antonio Gramsci y el balotaje en Chile*]. No sólo hizo un artículo en el que sintiéndose –como siempre- poseedor único de la sacro santa verdad que emana de su conocimiento, y en el que no deja espacio a que se pueda pensar diferente, so pena de acusaciones y adjetivaciones de cualquier dimensión para los que osamos pensar diferente. También ha enviado mensajes inquisitorios a algunos amigos, consultándoles sobre el escrito en el que yo simplemente daba  mi opinión sobre las próximas elecciones en Chile [De Venezuela a Chile, de Caldera a Boric: Un solo Chávez y un solo Salvador ]. Tal ha sido su furia que hasta se ha permitido utilizar a Simón Bolívar para justificar su apoyo a Gabriel Boric en la segunda vuelta de las elecciones chilenas. Es muy viejo eso de descontextualizar para desinformar.

Debo decir sin embargo, que te agradezco por decir lo que para mí -un imberbe en estas lides), es un cumplido viniendo de alguien como tú, cuando afirmas que has aprendido tanto de mis “sofisticados análisis sobre la realidad internacional”.

Pero  de todas maneras Atilio, ¿Por qué gastas pólvora en alguien tan insignificante como yo? No soy el enemigo. Pensar distinto a ti, no me debería hacer blanco de tu irritación. En el mismo momento que tú estudiabas en la Universidad de Harvard, en Cambridge, Massachusetts, Estados Unidos, yo lo hacía en la Escuela de Artillería de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba (FAR) en La Habana. Entonces, es normal que pensemos diferente, provenimos de escuelas distintas. Cuando tú te hiciste doctor, yo me hice artillero a mucha honra

Mi padre (que no fue Lenin, ni Marx, ni Gramsci ni Rosa Luxemburgo) pero que fue un hombre íntegro, a toda prueba desde el punto de vista político, intelectual y ético me enseñó que a las personas mayores había que respetarlas, y yo te respeto porque como dijera el Comandante Camilo Cienfuegos (quien tampoco era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo) creo que “aquellos que luchan, no importa dónde, son nuestros hermanos”.


 Entonces, creo que tú también me deberías respetar aunque piense diferente a ti. Por eso, no voy a aceptar la grosería y la mala leche que te hace suponer que puedes caracterizar como te dé la gana a cualquiera. Nunca me he lavado las manos, pero sí, las tengo limpias y muy limpias. En la organización en la que milité me tocó manejar muchos recursos, antes trabajé en las FAR en Cuba y en el Ejército Popular Sandinista en Nicaragua y después en Chiapas y junto al Comandante Chávez en Venezuela, en un cargo en el que era más fácil corromperse que mantenerse limpio y no tengo una mácula ni en mis manos, ni en mi actuar.

Posteriormente, me hice académico (apenas me pude graduar de la universidad a los 40 años). Comencé a escribir y tampoco vas a encontrar que he eludido mis responsabilidades que ante todo son de compromiso y de principios. No creo en esos intelectuales que a diferencia de los políticos, tienen la oportunidad de decir cualquier cosa, equivocarse y escribir todo lo contrario en el próximo papel de trabajo. En mi país (y en otros donde se desarrollan procesos de transformación de la sociedad) mi silencio público ante aquello que considero mal hecho no ha estado exento de hacerlo saber por las vías que corresponde,  porque ante todo creo que no hay que darle armas al enemigo para que nos ataque y ataque a nuestros líderes.

Además, con José Martí (que no era Lenin, Marx, Gramsci, ni Rosa Luxemburgo) aprendí  que “toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz”, por lo que creo que los protagonismos personales de los que no hacemos la historia son innecesarios. No soy de esos “´intelectuales` que en su puta vida pisaron las calles [pero que] predican desde el púlpito de su egolatría” como dijera un gran periodista revolucionario argentino.

Respeto tu conocimiento Atilio, pero tú deberías respetar el mío aunque no sea tan excelso y encumbrado como el tuyo. No tuve la suerte tuya de estudiar profundamente a Lenin, Marx, Gramsci y Rosa Luxemburgo pero algo aprendí, en esa gran escuela que fue para mí las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Mi profesor de pensamiento político, Jesús Martínez,  un negro grande de más de 1.80 mt.  de altura, pausado, simpático con una sonrisa siempre a flor de labios, mayor de las FAR en ese momento,  quien venía de graduarse con honores en una Academia de la Unión Soviética y que no era Lenin, Marx, Gramsci o Rosa Luxemburgo,  me dijo que por mucho conocimiento que había adquirido, lo más importante para él era respetar y venerar ese uniforme verde olivo que portaba, que era el mismo de Fidel.

LUIS CASADO
París… ¿vale una misa?
No fueron los 30 pesos, sino los 30 años

 Luis Casado, 16/12/2021

Para acceder al trono, las familias reales practicaron los peores crímenes, incluyendo el uxoricidio, el matricidio y el parricidio. También las alianzas espurias. Louis XVIII nombró ministro del Interior al regicida Joseph Fouché, que había aprobado el guillotinamiento de su hermano Louis XVI. En la actualidad se suele practicar la "cocina", el tráfico de influencias y sobre todo la imbecilidad...

Salvador Allende, vistiendo la "camisa de acero" de los combatientes antifascistas

En la Edad Media, Adalberto Iº rehusó levantar el asedio de Tours. El rey Hugues Capet lo llamó al orden preguntándole: “¿Quién te hizo conde?” Adalberto respondió con insolencia: “Y a ti… ¿Quién te hizo rey?”

No. Henri de Bourbon, rey de Navarra –que pasaría a la historia como Henri IV de Francia– nunca pronunció aquella frase apócrifa: “París vale una misa”.

Pero sí es cierto que John FitzGerald Kennedy llegó a la presidencia de los EE. UU. gracias –entre otros– al amable concurso de la mafia: su padre se había enriquecido traficando alcohol en tiempos de la Prohibición y tenía una libreta de direcciones más larga que un lunes sin pan. John F. Kennedy lo pagó caro poco más tarde, en Dallas.

No pocos políticos llegaron al poder mediante componendas de las cuales no estuvo ausente ni la “cocina”, ni el tráfico de influencias, ni las oscuras transacciones, ni el dinero extranjero, ni siquiera el crimen. Todo eso conforma un dato de la causa.

A Sarkozy lo financió ilegalmente Muammar Gadafi, razón por la que luego –ya presidente de Francia– se lo cargó por la sencilla razón que los muertos no hablan (de todos modos, su ministro del Interior acaba de entrar en cana).

En los años 1980 Mitterrand le entreabrió una puerta a la extrema derecha para debilitar a la derecha republicana, gracias a lo cual accedió al Eliseo. El pato de la boda lo pagamos ahora, cuando esa derecha ultramontana se alza como una amenaza real en las presidenciales gabachas de mayo próximo.

Algunas veces las maniobras fallan: ya he contado cómo Fausta Flavia Máxima, esposa del emperador romano Constantino I, intentó subvertir el orden de sucesión imperial acusando a Crispus, hijo del primer matrimonio de Constantino, de querer levantarle la crinolina. Constantino, que estaba a punto de convertirse al catolicismo (lo hizo poco después) hizo asesinar a su propio hijo, posibilitando así la sucesión de un hijo de Fausta Flavia Máxima. No obstante, la madre de Constantino le hizo ver la maniobra y el emperador, ni corto ni perezoso, hizo hervir a Fausta Flavia Máxima quien, según cuentan, dio buena sopa.

En las elecciones presidenciales chilenas asistimos a la puesta en práctica –masiva y determinada– del consejo que canta con ritmo de tonada el Conjunto Cuncumén: “Quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija”.

11/12/2021

CARLOS FIGUEROA
Vargas Llosa y el neofascismo

Desde la izquierda Mario Vargas Llosa es visto como alguien que giró hacia la derecha. Ciertamente es un hombre lo suficientemente inteligente como para no repetir las aseveraciones ultraderechistas frecuentes en estos tiempos. Él mismo se autoadscribe como un “demócrata”, uno de los eufemismos con los cuales la derecha neoliberal quiere disfrazar su verdadera filiación. Su última novela, “Tiempos Recios”, dedicada al derrocamiento de Jacobo Árbenz en Guatemala y posterior asesinato de su derrocador, Castillo Armas, revela su agenda distinta a la de la derecha neofascista. El sentido de la novela es reprocharle a la derecha anticomunista el que le hayan regalado a la izquierda la figura histórica de Árbenz.


No obstante, indudablemente ante el avance de la izquierda, la derecha neoliberal preferirá cualquier otro escenario antes que el triunfo de esa izquierda. En este momento, en Chile, el panorama para el neofascista José Antonio Kast no es halagador. Después de predicciones optimistas para su candidatura al haber ganado por poco margen las primarias, recientes encuestas le dan un triunfo al candidato de la izquierda Gabriel Boric por un margen que va del 5 al 13% de diferencia de votos. Dada la historia electoral de Chile, sería insólito que Boric ganara en la segunda vuelta: nunca un candidato perdedor en la primera vuelta ha ganado la segunda.

Pero el temor inunda a la derecha dentro y fuera de Chile. Cuando celebraban “el fin de ciclo de los gobiernos progresistas”, pareciera que viene una nueva ola de los mismos. En un encuentro online organizado por el partido de Kast, Vargas Llosa afirmó que “sería una verdadera tragedia para América Latina que la izquierda siguiera ganando elecciones”. Pero ¿quién es el candidato que Vargas Llosa considera preferible a la tragedia de una izquierda ganadora?


Kast es hijo de un oficial nazi que logró refugiarse en Italia y después en Chile. Hermano de Miguel Kast, uno de los “Chicago Boys” que participaron en el diseño neoliberal de la dictadura pinochetista. Más aun, Miguel estuvo asociado a la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), la policía secreta de la dictadura pinochetista. Su otro hermano ha sido mencionado como participante en interrogatorios a prisioneros después del golpe de 1973.

Parentescos aparte, Kast defiende el legado de Pinochet, un renovado “estado de emergencia” con atribuciones para allanamiento de moradas y espionaje en comunicaciones, zanjas (que no muros) para impedir el paso a los migrantes, cierre del Instituto Nacional de Derechos Humanos, un plan internacional contra los “radicales de izquierda” (nuevo Plan Cóndor) [léase Chile: El candidato Kast y la Operación Cóndor, por Roberto Pizarro Hofer], derogación de la Ley del Aborto, eliminación del Ministerio de la Mujer, cierre de la FLACSO-Chile [Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales], lucha contra el Estado interventor. Defensa de la Constitución pinochetista, el cristianismo y el libre mercado.

El proyecto de Kast es defender al neoliberalismo con la represión autoritaria. Durante cuarenta años el neoliberalismo se dijo partidario de la democracia. Ahora que está en crisis, el estallido social chileno en 2019 lo revela, se refugia en una derecha que se quita la máscara demócrata. Al parecer Vargas Llosa está en esa sintonía.

29/11/2021

JUAN PABLO CÁRDENAS S.
Chile: Kast o Boric

 Juan Pablo Cárdenas S., Política y Utopía, 28/11/2021

 

Si con tantos candidatos presidenciales en la primera ronda electoral fue más alta la abstención que la cantidad de votantes, nada presagia que ahora la situación pudiera cambiar y no sean todavía más los que se resistan a votar por cualquiera de las dos opciones en carrera. Esto es, por José Antonio Kast o Gabriel Boric. Seguramente se va a confirmar aquello que el que resulte elegido como presidente de la República no reúna más allá de un 20 o 25 por ciento del total de ciudadanos.

De esta forma, será la democracia la más afectada en estas elecciones. Es incuestionable que al país le importan mucho más los temas de seguridad y las demandas socioeconómicas que la estabilidad de un régimen que en cuarenta años, además, no ha logrado los estándares democráticos que existen en otras naciones del mundo. Allí donde se constata mayor igualdad social, diversidad de prensa y una más plena institucionalidad. En que los poderes del estado, por ejemplo, tengan real autonomía, el presidencialismo no sea tan asfixiante y en el Parlamento como en el Poder Judicial reine la probidad y la transparencia. 

Un país asolado por el miedo a la delincuencia común, por el creciente fenómeno del narcotráfico y las acciones desquiciadas de la violencia política, difícilmente puede consolidar paz social, cual es la gran aspiración del pueblo. Junto, por supuesto, con el derecho al trabajo, a sueldos y pensiones dignas y en que cesen las prácticas de discriminación, xenofobia y racismo como, sin duda, se expresan en nuestra tensa convivencia social. No solo en la Araucanía, sino en todo el territorio.

Al candidato Kast le resultará muy difícil sacudirse de su pasado pinochetista, de su recio conservadurismo y de los tantos temores que representa su posición de extrema derecha. Más le costará todavía separar aguas de algunos de esos adherentes que no trepidan en justificar las graves violaciones de los Derechos Humanos y, para colmo, abogan por liberar a los genocidas y torturadores condenados por los  tribunales chilenos e internacionales. 

Al candidato Boric le complicará, asimismo, deslindarse de sus propias declaraciones como aquella de propiciar la amnistía o indulto de quienes en la época del Estallido Social cometieron graves desmanes y llegaran a incendiar estaciones del Metro y algunos templos. Aunque éstos se encuentren por tanto tiempo arbitrariamente detenidos a la espera de ser absueltos o ejecutoriados.