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23/12/2021

JORGE MAJFUD
El terrorismo de la guerra contra el terrorismo

Jorge Majfud, 22/12/2021

Cuando se habla de drogas, se culpa a los productores, no a los consumidores. Pero cuando se habla de armas, se culpa del mal a los consumidores, no a los productores. La razón estriba, entiendo, en el lugar que ocupa el poder.

El congreso de Estados Unidos acaba de aprobar la construcción de un Memorial de la Guerra contra el Terrorismo a construirse no muy lejos del monumento a Lincoln, “para honrar aquellos que sirvieron en el conflicto más largo de la historia de la Nación”. No será el primero, ya que existe el Global War on Terrorism Memorial en Georgia, para que las nuevas generaciones nunca olviden el sacrificio de El país de las leyes que, como Superman, lucha “por la libertad y la justicia” en el mundo. Narrativa para niños educados en Disney World y para adultos que valoran la fé sobre la razón: el mundo se reduce a la lucha del Bien contra el Mal y nosotros somos los guardianes del Bien, del Destino manifiesto.

 

Memorial de  la Guerra Global contra el Terrorismo, Vineland, New Jersey, inaugurado en 2019

Como siempre, los mitos están recargados de olvidos estratégicos. Ni siquiera se trató del conflicto más largo, ya que sólo la guerra de despojo, no de la tribu sino de la Nación Seminole se extendió desde 1816 hasta mediados del siglo XIX. Antes de convertirse en mascota de un equipo de fútbol, los seminoles fueron verdaderos héroes en una verdadera guerra de defensa contra el despojo de su territorio en Florida y contra una abismal diferencia de poder militar. Al igual que otros pueblos despojados y masacrados por el fanatismo anglosajón, fueron considerados salvajes (terroristas) que, según el discurso de la Unión del presidente Andrew “Mata Indios” Jackson de 1832,  “nos atacaron primero sin que nosotros los provocásemos”.

El 31 de agosto de 2021, el presidente Joe Biden anunció el “fin de la guerra contra el terrorismo”. (Naturalmente, como escribimos hace veinte años, el negocio de la guerra se desplazará al Extremo Oriente. Habrá una Segunda Guerra Fría en el ciberespacio, no sin los fuegos de la primera.) Como ningún presidente estadounidense puede hablar de amor sino de guerra, el bueno de Biden, con un estilo muy Obama, ha advertido: “permítanme dejarlo bien claro: si buscas hacerle daño a Estados Unidos… debes saber que nunca te perdonaremos. No lo olvidaremos. Te perseguiremos hasta los confines de la Tierra y pagarás por tu ofensa”. Una copia literal de las advertencias de recordar y castigar las defensas y ofensas ajenas que se leen por miles en los anales de la historia de los últimos doscientos años. 

Sólo la “Guerra contra el terrorismo” oculta las raíces del problema de la misma forma que la “Guerra contra las drogas”, diseñada, según sus autores, para criminalizar a negros y latinos. (También Pekin ha usado ese ideoléxico de “Guerra contra el terrorismo” para justificar la violación de los derechos humanos del pueblo Uighur.) El nombre “Guerra contra el terrorismo” y la obligación de no olvidar ocultan un olvido sistemático, como la destrucción de democracias en Oriente Medio (como la de Irán en 1953), la desestabilización de gobiernos seculares (como el de Afganistán en los años 70), la  creación de milicias descontroladas (como los Muyahidín o los Contras en los 80), las Guerras perdidas y genocidas (como Vietnam en los 60 o Irak en los 2000). Como los más recientes bombardeos indiscriminados en Siria e Irak, filtrados por accidente pero probados como recurso sistemático. (Luego, mejor criminalizar a quienes nos descubrieron matando, como es el caso de Julian Assange.) Como la detención indefinida de sospechosos derivada de la Ley Patriota de 2003, la cual se ha extendido de forma obscena a los inmigrantes pobres. Porque los pobres son siempre sospechosos. Porque este es El país de las leyes, como les gusta repetir a los pobres que logran pasar y hacerse de papeles y papelitos.

10/10/2021

KAREN GREENBERG
11-S: ¿Pedir perdón? ¡Ni por asomo! Sin rendir cuentas y sin pedir disculpas

Karen J. Greenberg, TomDispatch.com, 7/10/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala


Karen J. Greenberg, colaboradora habitual de TomDispatch, es directora del Centro de Seguridad Nacional de la Facultad de Derecho de la Universidad Fordham (Nueva York). Ha escrito varios libros, el último de los cuales es Subtle Tools: The Dismantling of Democracy from the War on Terror to Donald Trump  (Princeton University Press).  Julia Tedesco ha colaborado en investigaciones necesarias para este artículo. @KarenGreenberg3

El aniversario de los atentados del 11-S estuvo marcado por días de rememoraciones: por los valientes rescatistas de aquel momento, por los miles de asesinados al derrumbarse las Torres Gemelas, por los que murieron en el Pentágono, o en Shanksville, Pensilvania, por luchar contra los secuestradores del avión comercial en el que viajaban, así como por los que combatieron en las guerras interminables que fueron la respuesta de Estados Unidos a aquellos ataques de Al Qaida.

Un cuento de dos torres, por Rafat Alkhateeb, Jordania

 Para algunos, el recuerdo de ese horrible día incluye sacudir la cabeza por los errores que este país cometió en la forma de responder ante el mismo, errores con los que vivimos hasta este mismo momento.

Entre los personajes más prominentes que sacudieron la cabeza por los errores cometidos tras el 11-S, y por no haberlos corregido, estaba la de Jane Harman, demócrata por California, que entonces formaba parte de la Cámara de Representantes. Pero se uniría a todos los miembros del Congreso, menos a una -la también representante de California Barbara Lee- para votar a favor de la notablemente confusa Autorización para el Uso de la Fuerza, o AUMF (por sus siglas en inglés), que allanó el camino para la invasión de Afganistán y tantas otras cosas. De hecho, sirvió para poner al Congreso en el congelador a partir de entonces, permitiendo que el presidente pasara por encima de él para decidir durante años a quién atacar y dónde, siempre y cuando justificara lo que hiciera aludiendo a un término claramente impreciso: el terrorismo.  Así, Harman también votaría a favor de la Ley Patriot, que más tarde se utilizaría para poner en marcha políticas de vigilancia masiva sin orden judicial, y luego, un año después, a favor de la invasión de Iraq por parte de la administración Bush (basada en la mentira de que el gobernante iraquí Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva).

Pero, con motivo del XX aniversario de los atentados, Harman ofreció un mensaje diferente, que no podría haber sido más apropiado o, en general, más raro en este país: un mensaje impregnado de arrepentimiento. “Fuimos más allá del uso, cuidadosamente diseñado y autorizado por el Congreso, de la fuerza militar”, escribió arrepentida, refiriéndose a la autorización de 2001 para usar la fuerza contra Al Qaida y Osama bin Laden. Harman también criticó la decisión de ir a la guerra contra Iraq en base a una “inteligencia selectiva”; el uso eterno de los ataques con aviones no tripulados en guerras interminables; así como la creación de una prisión de injusticia en la Bahía de Guantánamo, Cuba, y de los sitios negros de la CIA en todo el mundo, destinados torturar a los prisioneros de la guerra contra el terrorismo. El resultado, concluyó, fue crear “más enemigos de los que destruimos”.

12/09/2021

JON SCHWARZ
Lo más aterrador del 11-S fue la respuesta de USA

 Jon Schwarz, The Intercept, 10/9/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala  

El miedo que experimenté aquel terrible día en Nueva York no puede compararse con el temor que he desarrollado al observar el camino que hemos recorrido desde entonces.

El 11 de septiembre de 2001 me desperté alrededor de las 8:30 de la mañana, me di una ducha y me hice una taza de café instantáneo Nescafé. Para cuando abrí mi ordenador portátil y entré en Common Dreams -el sitio web favorito de todos los progresistas de la época- eran las 9 de la mañana.

El diseño de entonces de Common Dreams ofrecía las historias importantes en el centro de la página y breves fragmentos sobre temas menos significativos en una columna a la izquierda. En la columna de la izquierda aparecía una frase en rojo: “Avión choca en el World Trade Center”.

Esto me proporcionó tres minutos de deliciosa ignorancia durante los cuales era posible creer que un avión había chocado con la torre norte del World Trade Center por accidente, tres minutos para vivir, sin darme cuenta, en la era posterior al 11-S. Entonces, a las 9:03 de la mañana, como todos los que habían encendido un televisor, vi cómo el vuelo 175 de United se estrellaba contra la torre sur.

Salí enseguida de mi apartamento y me dirigí a la Séptima Avenida, donde había una vista sin obstáculos de la calle Fulton, a tres kilómetros al sur. Lo que había contemplado en la televisión también estaba allí, en la realidad: miles de personas muertas o a punto de morir de las formas más atroces imaginables.

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