Reinaldo Spitaletta, El Espectador, 28/12/2021
A Lola Vélez (María Dolores Vélez Sierra), que de joven era rubia y espigada, por su belleza sin par y sin mediar ningún concurso la coronaron reina los conductores de Bello, pueblo natal de la muchacha librepensadora que se convertiría en una pintora excepcional de Antioquia. A la señorita Lola, dilecta discípula del muralista mexicano Diego Rivera, como también lo había sido de los maestros Pedro Nel Gómez y Rafael Sáenz, le armaron un escándalo los pacatos godos bellanitas cuando pintó una sensual chica de aquel pueblo de obreros y la bautizó como la Tongolele bellanita.
Lola Vélez, que cuando estudiaba becada en México, no solo aprendía de técnicas del mural, la acuarela y preparación de lienzos, sino que participaba en deliciosas bohemias con Frida Kahlo y Chavela Vargas, tenía una afinidad amorosa con los obreros de Fabricato, a muchos de los cuales les enseñó a apreciar la pintura.
Nacida
en Bello en 1925, Lola habitaba cerca de la choza Marco Fidel
Suárez, en una casona de 3.600 metros cuadrados, con patio central,
jardines, pájaros, árboles frutales, murales y una vasta colección
pictórica de su autoría y de otros artistas. Ella, que tras sus estudios
en la Escuela La Esmeralda y en la Escuela de Restauración de
Chorobusco, en México, con la tutela de Rivera, encontró su propia
identidad, se caracterizó por sus colores (existe el color Lola Vélez,
así como hay, por ejemplo, el amarillo Van Gogh).
La choza Marco Fidel Suárez