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23/06/2025

FABER CUERVO
Colombia en el mundo: ¿Por qué hacemos lo del avestruz? ¿Para qué sirve la filosofía?

Faber Cuervo, 23-6-2025

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“Ambientalismo sin lucha social es apenas jardinería”

“Filosofía sin lucha política es apenas mera bacanería”


La sociedad colombiana no ha podido tramitar pacífica y eficazmente sus conflictos por la ausencia de una educación política, filosófica, histórica, ética y estética. Es decir, por carencia de todo aquello que nos hace más humanos. Ha privilegiado la fuerza de la ignorancia, la censura y las balas, por sobre la fuerza de la argumentación, el conocimiento y el pensamiento crítico.

Desde el siglo XX se instauró la creencia de que “en la mesa no se debe hablar de política ni religión para evitar conflictos”. Esa visión del statu quo opresor promovió la postura del avestruz, enterrar la cabeza para no ver todo lo que reviste importancia en la sociedad.

La filosofía es el cuidado del pensar. La política es el cuidado del otro. La ética es el cuidado de sí. Pero ninguna de estas disciplinas las enseña la universidad. La filosofía que transmite la universidad no es para trasformar y emancipar la sociedad sino para consolidar sus cimientos de colonización, esclavitud, deshumanización y pobreza.

La política es quizás la disciplina que más nos humaniza. Somos seres eminentemente políticos. Sin el otro no podemos existir. Por eso, la política es el cuidado del otro. En la medida que defiendo los intereses y derechos del otro, estoy defendiendo los míos propios.

Las imágenes recurrentes de movilizaciones populares tomándose las calles de las ciudades no son divulgadas en los medios de comunicación empresariales, sólo lo hacen los medios alternativos independientes. Ellas revelan una fervorosa lucha entre una clase social trabajadora contra una clase social explotadora opresora. Lo que la antigua filosofía política denominó la lucha de clases determinante de la historia de los pueblos.

Sin embargo, esas imágenes reveladoras no suscitan interés, mucho menos análisis, discusiones, o profundización en la problemática sociológica que entrañan, en amplias franjas de la población, en círculos de estudio, en grupos de formación cultural, en organizaciones sociales importantes. Se asume la postura del avestruz, se mira para un solo lado, se prefiere evitar salir de la zona de confort, o sea, “yo tengo casi todo, no me importa lo que ocurra allá fuera”.

La filosofía es una herramienta para interpretar, pero en especial, para transformar la realidad. Esta filosofía no gusta al statu quo, no se promueve en la academia, no tiene cabida en la prensa ni en la radio, ningún sistema de educación prepara para ella.

Vivimos en un mundo de complejos fenómenos que requieren de la filosofía y la política para entenderlos y tramitarlos. No en vano surgió la filosofía política como una disciplina que analiza las sociedades y propone utopías para transformarlas. John Rawls, filósofo usamericano, propuso un nuevo contrato social para zanjar las odiosas diferencias entre las clases sociales, basado en la justicia distributiva. La obscena desigualdad social es una de las principales causas de las violencias y calamidades en las sociedades.

¿De qué sirve la filosofía política si no se toma partido por las víctimas que padecen exclusión, persecución y genocidio? En un mundo de tanta desigualdad como el que habitamos es un imperativo tener empatía hacia esos seres desdichados. Solo queda una opción coherente con la humanización a la que nos debemos: no seguir siendo tibios, ser amorosamente radicales contra los diseños estructurales que eternizan la inequidad. Es inaceptable que millones de colombianos y no colombianos sufran diariamente la pobreza aplastante de cualquier esperanza y proyecto de vida. La filosofía política tiene el reto de ofrecer alternativas al modelo del capitalismo empobrecedor de los más y enriquecedor de los menos.  

La neutralidad en un mundo donde impera la ley de la selva no es decorosa. Es indigna. No podemos dudar en rechazar categóricamente la violación al Derecho Internacional, el arrasamiento de las soberanías de países que no tienen bombas nucleares para defenderse de los terroristas Estados de Israel y Estados Unidos de América. Si Irán tuviera siquiera una bomba nuclear no lo hubieran atacado. Lo atacan porque quieren cambiar su gobierno, controlar sus reservas de hidrocarburos y el Estrecho de Ormuz, poner allí bases militares para seguir preparando el asedio a China.

Poderosos bombarderos B-2 de los USA lanzaron bombas rompe búnkeres a instalaciones nucleares de Irán. La temible bomba GBU-57 pesa 13 toneladas y media; su enorme peso logra impulsarla hasta 60 metros bajo tierra donde detona 2.400 kilogramos de explosivos. ¿Cómo la humanidad calla ante estas acciones que atentan contra toda la vida planetaria? Esas detonaciones en esas profundidades pueden generar alteraciones en el subsuelo. También pueden generar liberación de uranio, lo que pondría en riesgo la salud de todos los seres vivos alrededor.

El colonialismo está más vivo que nunca. Israel prosigue el genocidio contra el pueblo palestino y mantiene total control sobre Gaza, ahora quiere ingresar a argentina cuyas puertas abre el vasallo Milei. Dicen que van por el agua, La Patagonia y otros recursos. Las fuerzas armadas de Israel han atacado a cinco países en menos de un año: Palestina, Líbano, Yemen, Siria, Irán. ¿Cuál será el sexto? El gobierno de Donald Trump criminaliza a los inmigrantes latinoamericanos que han contribuido a la prosperidad de la economía estadounidense; las redadas que ha ordenado han separado niños de sus padres, ha violentado los derechos humanos, ha afectado la producción industrial y agrícola.

La seguridad del planeta, la continuidad de la vida, los valores más caros de las civilizaciones están en riesgo. ¿Dónde están la filosofía, la política, la ética? ¿En cuál rincón dormitan? La ética –cuidado de sí- con los principios que libremente elegimos para conducirnos a favor de la paz, la justicia social y con la naturaleza, deberían enarbolarse con toda la fuerza moral posible. Como el avestruz, no podemos seguir autocensurándonos eludiendo las cuestiones fundamentales. Hay que tomar partido contra la oscuridad, contra todas las expresiones de violencia, contra el genocidio, la discriminación racial-étnica-social-de género, la pobreza, el colonialismo, la explotación del trabajo.


Pacificadores de nuestro tiempo, por Tjeerd Royaards, Países Bajos