Kareem Chehayeb, Aljazeera,
14/6/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández
Kareem Chehayeb es un periodista y
analista político libanés que colabora con Al Jazeera, Middle East Eye y
otros medios. Vive en Beirut. @chehayebk
Las ONG temen la escasez
de médicos y la hambruna de millones de seres en la provincia de Idlib si el
Consejo de Seguridad de la ONU no extiende el uso del cruce fronterizo de Bab
al-Hawa para la entrada de la ayuda.
Un
camión que transportaba vacunas COVID-19 llega en abril a Idlib, Siria, a
través del cruce de Bab al-Hawa en la frontera con Turquía [Foto: Yahya Nemah /
EPA-EFE].
Una
votación crucial en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en julio
puede cerrar el último salvavidas humanitario para unos 4,4 millones de sirios
en las zonas controladas por la oposición en el noroeste.
El cruce
fronterizo de Bab al-Hawa, en la frontera entre Turquía y Siria, es el último
cruce con mandato de la ONU que permite que la ayuda se entregue directamente a
las regiones necesitadas sin pasar por el gobierno de Asad en Damasco. Cada mes
entran unos 1.000
camiones que transportan ayuda humanitaria.
“Dependemos
completamente de la ayuda”, dijo a Al Jazeera el Dr. Hamzeh Hassan, del
Hospital Bab al-Hawa, el centro médico más grande de la zona. “Carecemos de
medicamentos y equipos quirúrgicos, todo lo que conseguimos nos llega a través
del paso de Bab al-Hawa”.
En julio
de 2014, el Consejo de Seguridad estableció cuatro cruces fronterizos
humanitarios hacia la Siria devastada por la guerra, pero en las renovaciones
posteriores de ese mandato, Rusia y China, aliados de Asad, redujeron su número
y para ello hicieron uso de sus poderes de veto y suspendieron tres cruces: al-
Ramtha, cerca de la frontera con Jordania, al-Yarubia, en el noreste entre Iraq
y la provincia de al-Hasakeh, controlada por los kurdos, y el cruce de Bab
al-Salam entre Turquía y el norte de Siria.
“Estamos
ahora en la segunda ola de la COVID y los casos están creciendo
exponencialmente”, dijo el Dr. Hassan, que espera ayuda médica para poder
salvar a más pacientes. “Deberían llegar pronto más equipo y medicamentos, pero
si la frontera se cierra, se producirá una catástrofe humana”.
El
lanzamiento de la vacuna en Idlib ha sido también lento. “Están vacunadas poco
más de 17.000 personas, en su mayoría trabajadores de primera línea”, dijo a Al
Jazeera el Dr. Fadi Hakim de la Fundación de la Sociedad Médica USA-Siria
(SAMS, por sus siglas en inglés). “Si alcanzamos un pico, Dios no lo quiera, no
podremos afrontarlo”.
Durante
la última década, cientos de miles de sirios murieron y millones se vieron
forzados a desplazarse. Idlib es hoy el último bastión de la oposición de
Siria, bajo
el control de antiguos afiliados de al-Qaida, Hay'et Tahrir al-Sham (HTS) y
grupos rebeldes respaldados por Turquía.
Las
fuerzas sirias y rusas han atacado Idlib en los últimos años para recuperar la
provincia, bombardeando habitualmente hospitales, escuelas, mercados y hogares,
provocando una grave crisis
humanitaria. La pandemia de COVID-19 también ha empeorado una situación que
ya era nefasta.