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01/10/2021

MARTIN CHULOV
Asad, el proscrito, se vende a Occidente como la clave de la paz en Oriente Medio

Martin Chulov, The Guardian, 26/9/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala
 


Martin Chulov cubre la información sobre Oriente Medio para The Guardian desde hace dieciséis años. En 2015 recibió el Premio Orwell de periodismo.@martinchulov

Tras diez años de derramamiento de sangre, los aliados extranjeros intentan rehabilitar al líder sirio


Carteles en Damasco con imágenes de Bashar al-Asad poco antes de las elecciones presidenciales del pasado mayo (Foto: Firas Makdesi/Reuters)

 
Qamishli, Siria.- Durante casi una década fue un paria que luchaba por conseguir alguna reunión en el extranjero o incluso por hacerse valer ante sus visitantes. En gran medida solo en su palacio, excepto por la presencia de sus ayudantes de confianza, Bashar al-Asad presidía un Estado roto cuyos escasos amigos exigían un precio humillante para protegerle y no temían demostrarlo.
Durante sus viajes regulares a Siria, Vladimir Putin organizó reuniones en bases rusas, obligando a Asad a ir trás de él en los actos. Irán impuso con demasiada facilidad su voluntad, dictando a menudo las condiciones militares o dejando de lado al líder sirio en decisiones que determinaban el curso de su país.
Pero con el estruendo de la guerra y la insurrección retrocediendo y una región exhausta que intenta configurarse nuevamente tras diez años agotadores, está surgiendo una dinámica improbable: Asad, el marginado, está siendo muy requerido. Los enemigos que se oponían a él cuando Siria se desintegraba, consideran cada vez más a Damasco como la clave para recomponer una región rota. La barbarie que supuso la muerte de medio millón de personas,-las autoridades dejaron de contar las víctimas en 2015- ya no parece ser el obstáculo que era. Tampoco lo es el papel central de Asad en una catástrofe que desarraigó a la mitad de la población del país e infectó el cuerpo político de Europa y más allá.
En lugar de ser el epicentro de la desintegración de Oriente Medio, Siria se ha convertido en un punto central de los planes para restaurar una estabilidad posterior a la Primavera Árabe. En los últimos doce meses, los EAU y Arabia Saudí han enviado funcionarios a la capital siria para reunirse con sus jefes de espionaje. Egipto y Qatar también se han acercado. Jordania, por su parte, ha implorado la ayuda de Estados Unidos para reintegrar a Siria y ha sugerido que es el país mejor situado para ayudar.
 
A principios de este mes, Washington hizo una jugada propia que se añadirá al resurgimiento de Asad. En un intento por resolver la crisis energética de Líbano, la embajada estadounidense en Beirut anunció un plan para enviar gas natural egipcio a través de Jordania y Siria. La propuesta dio a Asad una participación directa en la búsqueda de una solución para el Líbano, un giro de los acontecimientos que muchos en la capital libanesa dicen que arrastrará de nuevo al país bajo la tutela siria.
 
“Como mínimo, las dos crisis económicas [Líbano y Siria] están ahora integradas”, dijo un diplomático europeo. “Hasta ahí las soluciones soberanas. ¿Comprende realmente Estados Unidos lo que ha hecho aquí? Todos estos años hablando de la construcción de Estado… Y luego, al final, le devuelves el lío a Bashar, que ha jugado un papel principal en la muerte de ambos países”.
 
Asad se apresuró a aceptar el acuerdo por el que Siria se apropiaría de una parte del gas egipcio para sus propias necesidades, como hizo cuando un camión cisterna con gasóleo iraní destinado al Líbano fue descargado a mediados de septiembre en su puerto de Baniyas. Para celebrar la ocasión, invitó a los ministros libaneses a la frontera, donde -según el libro de jugadas de Putin- sus funcionarios solo mostraron la bandera siria.
 
“Los ministros libaneses deberían haberse levantado y marchado”, dijo Mirna Khalifa, investigadora de Beirut. “Pero los mendigos no pueden elegir. Y ahora nos hemos visto obligados a volver a mendigarle a Bashar”.
 
En su visita a Washington en agosto, el rey Abdullah de Jordania planteó a los miembros del Congreso la necesidad de volver a comprometerse con Asad. El plan parecía dirigido a restaurar el papel de Jordania como intermediario bajo la administración de Biden, y a descargarse de la carga financiera del enorme número de sirios que aún se encuentran en suelo jordano, muchos de ellos refugiados.
 
“Jordania podría liderar un compromiso inicial con el régimen para garantizar el compromiso antes de que se inicien contactos más amplios”, decía una nota informativa preparada por Abdullah.
 

Vladimir Putin saluda a Bashar al-Asad en un encuentro en Moscú celebrado a primeros de septiembre. (Foto: Mikhael Klimentyev/Sputnik/EPA)

Malik al-Abdeh, un observador de Siria cercano a la oposición siria, dijo: “Lo que sucede es que el régimen está desesperado por conseguir acabar con las sanciones de Estados Unidos y la UE y restablecer las relaciones diplomáticas con los países árabes y Occidente. El rey Abdullah parece estar poniendo esto sobre la mesa y diciendo “vamos a dárselo a Asad a cambio de un cambio limitado de comportamiento”.

“Asad no entablará una relación transaccional como se describe en el documento. Lo que probablemente hará es explotar los canales que se le ofrecen para socavar cualquier influencia que tengan los Estados árabes y occidentales”.

Hay otra dinámica que ha contribuido a atraer a Asad de nuevo al redil: el ascenso del heredero al trono de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, y la modernización que está intentando del Reino -alejándose de un rígido régimen teológico en el que los clérigos compiten con los gobernantes por el poder, para convertirse en un Estado policial nacionalista árabe- del tipo que Sadam Husein y Muamar Gadafi habrían reconocido instintivamente.

Un influyente asesor de un líder regional dice que Asad se siente envalentonado por la nueva atención que se le está prestando. “Los saudíes han enviado a su jefe de espionaje y los emiratíes quieren hacer negocios con él. Y ahora los estadounidenses y los jordanos. Se ha vuelto imposible tratar con él. Ha insistido en que no va a comprometer en absoluto a Siria, y que todos los estadounidenses tienen que abandonar Deir Ezzor. Incluso ha estado exigiendo voz y voto sobre el lugar al que deben retirarse”.

En la ciudad nororiental siria de Qamishli, donde los kurdos del país dominan los asuntos locales, el constante resurgimiento de Asad no ha pasado desapercibido. Aquí se le considera más un pírrico vencedor de una guerra de desgaste que un estratega; su supervivencia se debe al papel histórico de Siria en la región y a la forma en que su difunto padre, Hafez al-Asad, construyó el Estado moderno.

“Hafez se aseguró de que, si una rama de su régimen caía, se produjeran terremotos en otros lugares. Eso es lo que ha ocurrido”, dijo Ako Abdullah, un técnico de comunicaciones. “Las consecuencias fueron demasiado graves para todos y la gente perdió la paciencia”.

Otro sirio de Qamishli, un comerciante que está contra Asad y que se refirió a sí mismo como Abu Laiz, dijo que el mundo estaba empezando a olvidar la década de destrucción de Siria. “Se marcharon de Afganistán, y ahora de nosotros”, dijo. “Pronto Bashar volverá a la ONU y se levantarán las sanciones. Volverá a controlar el Líbano. La historia debería enseñarnos algo”.

Toby Cadman, un abogado británico que trabaja en procesos por crímenes de guerra y que se ha centrado en Siria, advirtió contra el reencuentro con Asad. “No es un régimen con el que debamos considerar restablecer relaciones diplomáticas. El reciente acercamiento de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Jordania y Qatar es algo “que debemos abordar con gran preocupación".

“No puede haber paz, estabilidad ni reconciliación sin un proceso orientado a la justicia y la rendición de cuentas. Le hemos fallado al pueblo sirio durante la última década. No tapemos las grietas de la inestabilidad y la injusticia con un último acto de abandono”.

 

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