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28/11/2025

¿Estuvo Israel detrás del atentado contra una sinagoga de Bagdad en 1951? Un nuevo documental israelí reabre el caso

Nirit Anderman, Haaretz, 6-11-2025
Traducido por Tlaxcala

Durante años, muchos emigrantes iraquíes judíos creyeron que Israel había estado detrás del ataque que destrozó a su comunidad para acelerar su Aliyá. Un nuevo documental reabre el caso.


Fotograma de “The Baghdad Files”. «Después de trabajar en esta película, yo también echo de menos Bagdad». Fotos de Ephrati Productions fotoshopeadas por Yaron Shin (Jewboy)

El 4 de enero de 1951, una fuerte explosión devastó la sinagoga Masouda Shem-Tov, en el corazón de Bagdad. «La sinagoga fue bombardeada desde una casa cercana (…) Logré escapar con el resto de la multitud —unas 600 o 700 personas— que huyó presa del pánico», contó Ezra Naim, un judío que había emigrado de Irak, a un periodista de Davar un par de semanas después. El rumor que circulaba entonces entre los judíos de Bagdad era que emisarios de Israel habían lanzado la granada dentro de la sinagoga.

«Lo había oído también de policías y funcionarios», dijo Naim. «Muchos judíos de Bagdad y de otras ciudades están encerrados en sus casas, rezando mucho y esperando la inmigración.»

El informe del 19 de enero en Davar pasó casi desapercibido, enterrado entre muchas otras noticias. Pero la posibilidad de que agentes israelíes hubieran arrojado la granada —que mató a cuatro personas e hirió a decenas— ha indignado y atormentado durante años a muchos inmigrantes iraquíes.


El director Avida Livni. «Quiero que digan que hice una buena película.» Foto David Bachar

Aunque las autoridades iraquíes arrestaron a tres activistas sionistas tras el ataque —ejecutando a dos de ellos— Israel ha negado siempre cualquier implicación en este incidente y en otros cuatro ataques contra la comunidad judía de Bagdad entre 1950 y 1951.

Sin embargo, los judíos bagdadíes siguieron desconfiando. Incluso tras llegar a Israel, muchos mantuvieron durante décadas que los responsables de la explosión —considerada un catalizador de la gran ola migratoria durante la Operación Ezra y Nehemías en los años cincuenta— no eran enemigos de la comunidad, sino emisarios del propio Estado israelí. Israel podría haber despejado fácilmente la duda publicando las conclusiones de sus investigaciones oficiales. En cambio, se ha negado a revelarlas.

Extrañando Bagdad

Más de siete décadas después de la explosión, la controversia resurge en un nuevo documental: Baghdad Files, dirigido por Avida Livni, proyectado en el Festival de Cine de Haifa y posteriormente en Kan 11. «Alguien lanzó esa granada, y el hecho de que hoy no sepamos quién lo hizo se debe a fuerzas que impiden que lleguemos a la verdad», dice Livni. «Cuando te bloquean el acceso a la verdad, empiezas a buscarla, y solo te quedan historias y conjeturas. Para un director que busca un documental interesante, lleno de giros, es un punto de partida fascinante.»

El motor dramático de la película es una caja de documentos que permaneció durante décadas en los archivos de la Universidad de Yale sin que nadie la advirtiera. Eran los papeles del periodista israelí Baruch Nadel, antiguo miembro de la milicia clandestina sionista Lehi, que escribió para Yedioth Ahronoth y Ha’olam Hazeh, entre otras publicaciones. En los años cincuenta, Nadel visitó las ma’abarot —campos de tránsito para los inmigrantes iraquíes recién llegados— y quedó impactado por sus condiciones inhumanas.

«Me encontré con personas en un proceso de desintegración mental, física y social», escribió entonces. «Algunos, que habían logrado preservar su humanidad, me dijeron que habían emigrado porque bombas les habían sido lanzadas por judíos iraquíes bajo órdenes de Israel.»

A lo largo de los años, Nadel volvió repetidamente a entrevistarlos y recopiló aún más testimonios. Cada vez más judíos bagdadíes le aseguraban que emisarios israelíes estaban detrás de los ataques. Nadel transcribió fielmente sus relatos, pero cuando quiso publicarlos, se enfrentó a negativas oficiales.

Una década después, cuando un editor israelí le encargó un libro sobre la Operación Ezra y Nehemías, Nadel dejó claro que escribiría que Israel había estado detrás de los atentados. Alarmado, el editor canceló el proyecto.


Inmigrantes iraquíes en campos de tránsito, años 1950. Nadel escribió que encontró «a personas en proceso de desintegración mental, física y social». Foto Meitar Collection, Pritzker Family National Photography Collection, Biblioteca Nacional de Israel

Finalmente, Nadel expresó sus acusaciones en una entrevista publicada en 1977 en la revista Bamaaracha, centrada en la discriminación contra los judíos mizrajíes. El resultado fue una demanda por difamación presentada por Mordejai Ben-Porat, uno de los organizadores de la inmigración judía iraquí.

Nadel comenzó a preparar su defensa, pero su vida se derrumbó. Su hija, entrevistada en la película, cuenta que, tras la muerte de su hijo, él decidió abandonar todo. Firmó un acuerdo con Ben-Porat, dejó Israel por USA, depositó sus archivos personales en Yale —con una nota dirigida al «futuro investigador de este material»— y murió en Nueva York en 2014.

Tres años después, los profesores Yehouda Shenhav-Shahrabani y Hannan Hever descubrieron los documentos y publicaron un artículo titulado Violence in Baghdad (1950–1951), Violence of the Archives. Según Livni, fue el periodista Itay Ziv [crítico de televisión de Haaretz] quien le habló por primera vez del hallazgo y propuso hacer un documental.

El secreto y la ocultación no hacen sino profundizar las sospechas. Nadie investigó esto tan a fondo como Baruch Nadel, y él tenía nombres específicos, recurrentes. Lamento sobre todo no haber hecho esta película hace diez años, cuando aún había muchos más testigos.
Avida Livni

Debido a la pandemia, Livni no pudo consultar los documentos físicamente y pasó horas delante del ordenador leyendo el material digitalizado. «Era como leer una novela de suspense», dice. «Me quedaba despierto toda la noche leyendo los testimonios. Había de todo: historias personales, documentos, conclusiones. En un momento pensé: ya tenemos película, incluso si no hay una respuesta definitiva a quién lanzó la granada.»

En lugar de realizar un relato histórico lineal, Livni eligió centrar la película en la caja de documentos. Según él, contiene unos 117 testimonios recopilados por Nadel. El espectador sigue su investigación a través de los años cincuenta, sesenta y setenta. Se entrelazan testimonios nuevos de sobrevivientes actuales —como Geula El’ani, que recuerda a su madre decir que la clandestinidad judía lanzó la granada— junto a descendientes de segunda y tercera generación que siguen cargando heridas sin cerrar.



Nadel en 1972. Dejó sus hallazgos «al futuro investigador de este material». Foto
 The Dan Hadani Collection, Biblioteca Nacional de Israel

Una comunidad judía próspera antes del éxodo

Baghdad Files relata la historia de la comunidad judía de Irak, bien establecida y próspera, una gran parte de la cual —pese al trauma del pogromo del Farhud en 1941— continuó viviendo cómodamente junto a sus vecinos musulmanes. Por eso, tras la creación de Israel, muchos no tenían prisa por hacer aliyá. A diferencia de las clases populares, las élites —médicos, comerciantes, intelectuales— evitaron inscribirse para emigrar.

En el documental, Shenhav-Shahrabani señala que en abril de 1949 se propuso en el Mossad Le’Aliyah Bet (ramo de la Haganh encargado de la inmigración) arrojar «granadas de susto» en cafés frecuentados principalmente por judíos, junto con panfletos instándolos a abandonar Irak, para acelerar su salida. Tras el ataque de la sinagoga en 1951, más de 80 000 judíos solicitaron renunciar a su ciudadanía iraquí para emigrar a Israel: en pocos meses, la comunidad prácticamente desapareció.

La película muestra una Bagdad vibrante y floreciente antes de los ataques. «Esa granada simboliza la pérdida —la ruptura violenta de todo eso», dice Livni. «Después de trabajar en esta película, yo también echo de menos Bagdad.» Fotografías raras de la sinagoga Masouda Shem-Tov y relatos de niños asesinados y familias separadas ofrecen una imagen de pérdida colectiva. El testimonio de El’ani sobre el niño huérfano asesinado ante sus ojos —abandonado allí por sus padres adoptivos para que lo llevaran a Israel— es especialmente desgarrador.


El profesor Yehouda Shenhav-Shahrabani. Habló de «granadas de susto» lanzadas en cafés.
Foto Avner Shahaf

«Y luego llegan aquí, y de repente ven que quizá no es mejor aquí», dice Livni. «Algunos hablaban de un “sionismo cruel”, que era mejor hacer un sacrificio allá para traer a todos aquí y construir un país. Digamos que, en términos fríos y matemáticos, quizá es cierto. Pero ese niño huérfano abandonado —¿qué matemática justifica eso?»

Para Livni, el caso de la granada no es solo un hecho histórico, sino una parábola permanente sobre decisiones políticas e institucionales tomadas a costa de individuos. «Esto pasa en todas partes: la gran matemática destruye la vida de quienes solo quieren vivir», señala. «La guerra, los desalojos, las promesas rotas… El establishment siempre miente porque debe protegerse. Si dijera la verdad, casi no habría películas ni libros ni investigaciones.»

«El establishment siempre miente»

Según Livni, el establishment mintió cuando envió ciudadanos a asentarse en el Sinaí ocupado sin decirles que pronto serían desalojados; mintió cuando envió soldados a luchar en los últimos años prometiendo que si Gaza era ocupada, todo estaría bien; y ha mentido durante años a los residentes de la frontera de Gaza.

«Estoy haciendo ahora una película sobre los “Zorros de Kfar Aza”, el equipo de fútbol del kibutz. Algunos miembros fueron asesinados el 7 de octubre, y el equipo jugó un partido tres días después, en el kibutz Shefayim —descalzos— porque sus zapatos se habían quemado. Mantienen el equipo unido con todo lo que tienen. Son personas que no creen en el establishment, porque los traicionó. Los traicionó mucho antes del 7 de octubre, pero solo entonces lo comprendieron. Hablas con ellos y enseguida entiendes: tu rol aquí es ser un peón. Hoy estás aquí, mañana allí.»

El establishment israelí creó comisiones de investigación sobre el atentado en la sinagoga Masouda Shem-Tov, pero sus conclusiones siguen clasificadas. En Baghdad Files, Livni intenta acceder a estos materiales y descubre que están guardados en archivos estatales inaccesibles al público. Nadie puede leerlos.


Escritos de Nadel en la película. «Nadie investigó esto tan a fondo como él.» Foto “Baghdad Files”

«El secreto y la ocultación no hacen sino profundizar las sospechas», dice Livni. «Nadel recopiló testimonios por todo el país. Tenía nombres específicos, repetidos. Fuimos cuidadosos al no mencionarlos explícitamente, también por consideraciones legales. Lo que más lamento es no haber hecho esta película diez años antes, cuando todavía había muchos más testigos vivos.»

Para él, el silencio —el intento del establishment de enterrar la verdad— es el verdadero peligro. «Es como cuando de niño hiciste algo malo y esperas el castigo —estás listo para afrontarlo— pero nada ocurre. Se convierte en un secreto que guardas quizá con unas pocas personas —y ese secreto arde durante años, no se apaga. Porque todo lo silenciado acaba vengándose.»

La película muestra que la nueva generación de inmigrantes iraquíes también busca respuestas. «Es, sobre todo, el deseo de justicia. El Estado ya está establecido, todos están aquí, pero nuestra historia quedó atrás. Quieres saber la verdad: por qué mataron a tu abuelo, por qué murió ese niño», dice Livni. «Quieres saber, y alguien te detiene: “No vas a saber.” ¿Por qué? Son sus familias. Que revelen la verdad. Que muestren lo que tienen. Y hay un millón de casos así: los niños yemenitas [denuncias de que miles de niños inmigrantes yemeníes fueron secuestrados y dados en adopción en los primeros años del Estado de Israel], Pfizer [acuerdo entre Israel y Pfizer para suministrar vacunas contra la COVID-19 a cambio de datos médicos]… pero el establishment no dirá la verdad porque necesita proteger su poder.»

Sin embargo, Livni insiste en que la verdadera prueba de la película no es su importancia histórica, sino su calidad cinematográfica. «No quiero que digan que hice algo importante; quiero que digan que hice una buena película.» Y en efecto, Baghdad Files ofrece algo más que una crónica histórica: nostalgia por la Bagdad anterior a la explosión, la investigación de Nadel, las intrigas y el ocultamiento. Livni y la montadora Tal Shefi logran combinar nostalgia, documental detectivesco, trauma intergeneracional y una injusticia histórica sufrida por los judíos de países árabes a manos del establishment asquenazí fundador del Estado.

Al final, la pregunta «¿quién lanzó la granada?» se desvanece, dejando espacio a otras: ¿qué significa un secreto nacional nunca revelado? ¿Qué ocurre cuando toda una comunidad lleva una memoria que contradice la narrativa oficial? ¿Cuál es el precio del silencio? ¿Y quién lo paga? Baghdad Files cumple el deseo de Nadel para un «futuro investigador» y demuestra que la historia de Israel no se escribe solo en documentos oficiales, sino también en memorias y testimonios —mucho más difíciles de silenciar.