Jon Schwarz, The Intercept, 15/6/2021 Traducción
del inglés por S. Seguí
Antes
de colaborar con First Look Media, Jon Schwarz trabajó para Michael Moore y su productora
Dog Eat Dog Films, y fue productor de investigación para el documental de Moore
“Capitalism: A Love Story”. Sus
trabajos han aparecido en numerosas publicaciones, entre otras New Yorker, The
New York Times, The Atlantic, Wall Street Journal, Mother Jones y Slate, y ha
colaborado con National Public Radio y “Saturday Night Live”. En 2003
se ganó una apuesta de 1.000 dólares a que Iraq no tenía armas de destrucción
masiva.
La cumbre del lunes mostró de qué modo la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) ha decidido que tiene una misión global abiertamente
expansiva.
En una escala, la semana pasada,
en su viaje a Bélgica para asistir a la cumbre de la OTAN del lunes, el presidente
Joe Biden visitó una base de la Real Fuerza Aérea en el este de Inglaterra.
“En Bruselas”, dijo a la multitud reunida, “dejaré bien claro que el compromiso
de Estados Unidos con nuestra alianza de la OTAN y con su artículo 5 es sólido
como una roca. Es una obligación sagrada la que tenemos bajo el Artículo 5.”
Estas líneas iban dirigidas a un
número ínfimo de seres humanos. Ciertamente, casi ningún usamericano tiene la
menor idea qué es el Artículo 5 o lo que establece.
Pero las palabras de Biden
fueron realmente significativas. El artículo 5 es una cláusula del Tratado del
Atlántico Norte, el documento fundacional de la OTAN, que establece que
cualquier ataque armado contra cualquier miembro de la alianza “se considerará
un ataque contra todos ellos”.
He aquí el elemento central de
cómo Estados Unidos dirige el mundo y pretende seguir dirigiéndolo en el
futuro. También significa que si nos enfrentamos a la perspectiva de compartir
el poder con otros –hoy en día esto significa principalmente China– podemos
acabar destruyendo el mundo.
El Tratado del Atlántico Norte
es también conocido como el Tratado de Washington, lo cual indica la mayor
parte de lo que hay que saber sobre él. Se redactó en 1949, en una época en la
que el poder de Estados Unidos era tan avasallador que podía simplemente dictar
sus condiciones a sus aliados. La mayor parte de los escasos debates celebrados
con los diplomáticos de otros países tuvieron lugar en secreto a lo largo de
dos semanas en el Pentágono. Participó en su redacción un funcionario del
Departamento de Estado, portador del delicioso nombre de Thomas Achilles, que
más tarde afirmó que su jefe le había dicho: “No me importa si las alianzas
enredadas han sido consideradas peor que el pecado original desde la época de
George Washington. Tenemos que negociar una alianza militar con Europa
Occidental en tiempos de paz y tenemos que hacerlo rápidamente.”
La justificación pública de la
OTAN era que se trataba de una alianza defensiva necesaria para impedir que la
Unión Soviética invadiera Europa Occidental. La justificación privada, tal y
como la articuló Achilles, era algo diferente.
En ese momento Europa Occidental
estaba devastada, postrada y desmoralizada y necesitaba urgentemente confianza
y energía en su interior. Con los ejércitos soviéticos en la mitad de Europa, y
todavía con toda su capacidad bélica, y con los partidos comunistas como actores
políticos mayores en Francia e Italia, era igualmente fundamental contar con
algo que suscitara el respeto soviético.