Pronunciamiento de un grupo de profesores universitarios franceses.
Nos enteramos con asombro el 25 de noviembre de la elección de Mario Vargas Llosa a la Academia Francesa. No conocemos las razones de esto. Quizás la Academia consideró que el escritor peruano encarnaba el ideal del escritor comprometido de la Ilustración. Pero esta elección plantea serios problemas éticos. El reciente apoyo de Mario Vargas Llosa a José Antonio Kast, candidato de extrema derecha, nostálgico defensor de la dictadura militar de Pinochet, en las elecciones presidenciales de Chile del 19 de diciembre, es de hecho solo una de los últimas manifestaciones de una actitud que ha legitimado durante décadas a líderes responsables de asesinatos y violaciones de derechos humanos. Aquí están algunos ejemplos.
Mario Vargas Llosa apoyó con entusiasmo al presidente colombiano
El escritor apoyó con entusiasmo al presidente colombiano Iván Duque, electo en 2018, quien puso fin a los acuerdos de paz firmados en 2016 entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), luego de un conflicto mortal que duró décadas. Desde entonces, los asesinatos de exguerrilleros, sindicalistas, líderes indígenas y conservacionistas se han vuelto casi cotidianos. Mario Vargas Llosa escribió el 21 de febrero de 2021: “Desde que lo conocí siempre supe que el presidente de Colombia Iván Duque sería un ejemplo para el resto de América Latina”. En abril pasado, la policía colombiana disparó a quemarropa contra la población civil que se manifestaba contra la extrema liberalización de la economía, matando a más de 70 personas. En septiembre, Vargas Llosa volvió a felicitar al señor Duque, en Madrid, y declaró que Colombia “está haciendo las cosas bien en materia de legalidad y libertad.”
En su propio país, Perú, M. Vargas Llosa ha demostrado que la justicia y la vida humana no son importantes para él. En abril de 2021, la primera vuelta de las elecciones presidenciales enfrentó a Keiko Fujimori, hija del ex dictador Alberto Fujimori y candidata de una derecha dura apoyada por la extrema derecha, y a Pedro Castillo, un sindicalista campesino que se presentaba como candidato de un partido de izquierda radical. En las elecciones de 2011 y 2016, el propio Vargas Llosa denunció en Keiko Fujimori la herencia autoritaria y mafiosa del régimen de su padre. Nadie duda de que su elección hubiera significado el regreso al poder del crimen organizado y la reconstitución de un “narcoestado”. Keiko Fujimori enfrenta por eso varios juicios por delitos graves de corrupción. También se cree que quienes la rodean ordenaron asesinatos y una masacre para que el electorado votara por un candidato que se cree que tiene “mano dura” contra la delincuencia y lo que quedaría de Sendero Luminoso.
Hizo campaña por Keiko Fujimori
Desde su derrota en la segunda vuelta en junio de 2021, Keiko Fujimori se negó a aceptar los resultados electorales, que todos los observadores internacionales habían reconocido como transparentes. Ahora está haciendo campaña para la destitución del nuevo presidente. Grupos violentos de ultraderecha atacan físicamente a políticos de centro izquierda y centro derecha. Algunos piden un golpe de estado. Sin embargo, el señor Vargas Llosa tuvo un papel activo en el advenimiento de este estado de caos en el Perú, liderando una campaña sin reservas a favor de Keiko Fujimori, presentándola como el último baluarte contra el advenimiento del comunismo, participando a través de sus intervenciones a la polarización y violencia que marcaron el periodo entre las dos vueltas. Contribuyendo al clima de irracionalidad que reinaba en los medios de comunicación, mientras el Perú era duramente golpeado por la crisis de COVID, Mario Vargas Llosa no dudó en plantear la posibilidad de fraude electoral.
En este caso, como en el de Perú o Colombia, es una ideología la que ha llevado a Mario Vargas Llosa a exonerar o apoyar a delincuentes. Sus posiciones deben ubicarse en el contexto de la consolidación de las redes de la derecha y la extrema derecha hispanoamericana a través del lobby de la Fundación International de la Libertad (FIL) que preside y que se presenta como un think tank neoliberal. Uno de los manifiestos de la FIL protestó contra las medidas preventivas adoptadas por los estados en el marco de la gestión del COVID. En España, Mario Vargas Llosa aparece junto a los que banalizan el franquismo.