Gideon Levy, Haaretz, 3/8/2025
Traducido por Tlaxcala
El reconocimiento europeo de Palestina es un gesto vacío que exime de responsabilidad a Israel. Sin sanciones para detener la matanza en Gaza, no es diplomacia, es complicidad.
El reconocimiento internacional de un Estado palestino recompensa a Israel, que debería dar las gracias a todos y cada uno de los países que lo hacen, ya que dicho reconocimiento sirve como una alternativa engañosa a lo que realmente se debe hacer: imponer sanciones.
El reconocimiento es un sustituto erróneo de los boicots
y las medidas punitivas que se deben tomar contra un país que perpetúa el
genocidio. El reconocimiento es una declaración vacía que los gobiernos
europeos, vacilantes y débiles, utilizan para demostrar a su opinión pública
enfurecida que no guardan silencio.
Reconocer un Estado palestino, que no existe ni existirá
en un futuro próximo, si es que alguna vez existe, es un silencio vergonzoso.
La gente se muere de hambre en Gaza y la reacción de Europa es reconocer un
Estado palestino. ¿Salvará esto a los hambrientos de Gaza? Israel puede ignorar
estas declaraciones con el apoyo de USA.
Eran Wolkowski, Haaretz
Se habla de un «tsunami» diplomático en Israel, sabiendo
que no llegará a las costas israelíes, siempre y cuando el reconocimiento no
vaya acompañado de la imposición de un precio por el genocidio.
El primer ministro británico, Keir Starmer, uno de los
primeros en reconocer a Palestina en la ola actual, después de Francia, se
superó a sí mismo. Se apresuró a presentar su medida como una sanción
(condicional), cumpliendo así con su deber.
Si Israel se
comporta bien, prometió, retirará su dedo acusador.
¿Qué tipo de sanción es esta, señor primer ministro? Si
reconocer a Palestina promoverá una solución, según su creencia, ¿por qué
presentarlo como un castigo? Y si se trata de una medida punitiva, ¿dónde está?
Así es cuando el miedo a Donald Trump se apodera de
Europa y la paraliza, cuando está claro que cualquiera que imponga sanciones a
Israel lo pagará. El mundo prefiere por ahora una fiesta verbal. Las sanciones
están bien cuando se trata de invasiones rusas, pero no de invasiones
israelíes.
La decisión de Starmer ha llevado a muchos otros a seguir
su ejemplo, lo que se presenta en Israel como un terremoto diplomático, un
tsunami. Esto no detendrá el genocidio, que no se detendrá sin medidas
prácticas por parte de la comunidad internacional. Estas son urgentes e
insoportables, ya que la matanza y el hambre intensa en Gaza continúan.
El reconocimiento tampoco traerá consigo un Estado. ¿Cómo
lo expresó una vez la líder de los colonos Daniella Weiss, tras una anterior
ola de reconocimientos? «Abro la ventana y no veo ningún Estado palestino».
Tampoco lo verá en un futuro próximo.
A corto plazo, Israel se beneficia de esta ola de
reconocimientos porque sustituye al castigo que se merece. A largo plazo, puede
haber algún beneficio en reconocer un Estado imaginario, ya que plantea la
necesidad de encontrar una solución.
Pero se necesita una dosis enfermiza de optimismo e
ingenuidad para creer que el reconocimiento sigue siendo relevante.
Nunca ha habido un
momento peor; el reconocimiento ahora es como silbar en la oscuridad. Los
palestinos no tienen líderes, y los líderes israelíes han hecho todo lo posible
para impedir ese Estado y lo han conseguido.
Está bien que el número 10 de Downing Street quiera un
Estado palestino, pero mientras Jerusalén no lo quiera, con el asentamiento
extremista de Yitzhar dedicado a destruir propiedades palestinas y cada vez más
fuerte con el apoyo ciego de Washington a Israel, no va a suceder.
Cuando la derecha israelí está en la cima de su poder y
el centro israelí vota en la Knesset a favor de la anexión y en contra del
establecimiento de un Estado palestino, cuando Hamás es la entidad política más
fuerte que tienen los palestinos y los colonos y sus ayudantes son la
organización más fuerte de Israel, ¿de qué Estado palestino estamos hablando?
¿Dónde estaría?
Una tormenta en un vaso de agua. El mundo cumple con su
deber mientras Israel destruye y mata de hambre. El plan de limpieza étnica
defendido por el gobierno israelí se está llevando a cabo primero en Gaza. No
se pueden concebir peores condiciones para soñar con la creación de un Estado.
¿Dónde se establecería? ¿En un túnel excavado entre
Yitzhar e Itamar? ¿Existe alguna fuerza capaz de evacuar a cientos de miles de
colonos? ¿Cuál?
¿Existe un bando político que lucharía por ello?
Lo mejor sería tomar primero medidas punitivas prácticas
que obligaran a Israel a poner fin a la guerra —Europa tiene los medios para
ello— y luego poner sobre la mesa la única solución que queda: una democracia
entre el Mediterráneo y el río Jordán; una persona, un voto. Apartheid o
democracia. Para nuestro horror, ya no hay una tercera vía.