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26/11/2022

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
¿Peligros del autismo?
Fútbol y automovilismo en la cultura uruguaya

Luis E. Sabini Fernández, 24-11-2022

Un deslinde inicial y radical: soy un perro jugando al fútbol. Siempre lo fui, incluso cuando hicimos nuestros intentos infantiles con el Goleada Fóbal Clú o el Deportivo Bulevar.

Alberto S. Ballesteros

No voy a hablar entonces ni desde la sapiencia ni desde la técnica futbolísitica. Apenas como un veterano que mira los partidos, eso sí, desde hace décadas.

Esta mañana, esperando el ómnibus en Montevideo, escuchaba a dos comentadores en la calle, nada empilchados, acerca del partido que se acababa de empatar con Corea del Sur: −que quién fue el mejor? –Valverde… surgió otro nombre en contrapunto que no pude oír, y luego un descarte redondo y a dúo, Suárez… no, Suárez ni pensarlo…

Este pensamiento llano, me parece, pese a su crudeza, muy representativo de la situación del fútbol en Uruguay, de la sociedad uruguaya en este aspecto.

La búsqueda del mejor, del increíble, del formidable… cuando yo era un niño, escuchaba del omnipresente Atilio García (que era argentino) o de Obdulio −el troesma, el Mago [otro mago]−,  o  de Juan Schiaffino… o Roque Gastón Máspoli… Diego Rocha en los ’60, Ladislao Mazurkievicz en los ‘70,  otro Diego −Forlán− hacia el cambio de siglo, el batallador Luis Suárez… todavía batallando.

La conversación al paso que rememoré muestra claramente que esa búsqueda sigue. Del mejor. Quien nos pueda salvar.

Claro que tales figuras, míticas como Maradona o más terrenales como Messi, que tenemos aquí enfrente, son bienvenidas.

Pero no es la única forma de hacer un equipo espléndido, maravilloso, casi invencible. Y lo peor, no es la mejor forma.

Cuando irrumpieron en 1954, en el Quinto Campeonato Mundial equipos formidables como el húngaro o el alemán, que terminó llevándose el triunfo, ¿qué traían consigo?

Los pases. La precisión en los pases.


El trabajo colectivo, dónde finalmente perdía importancia quien llegaba a meter la redonda en la red. Porque el gol era el fruto de dos o tres pases maestros, inmortales. Por supuesto que importaba, importa el remate, pero no es lo único, ni mucho menos.

Para la cultura futbolera dominante en nuestro país, los escribas deportivos o los radiales, ponen el acento en el último que tocó la pelota y la puso en el arco. Pero una cultura un poco menos cortoplacista y más sabia, sabría poner el acento en el trabajo previo, de equipo.

En Uruguay perdura el culto a quien “nos va a salvar”. Por eso, el plantel contó ayer, una vez más con figuras del ayer –Suárez, Godin, casi casi Cavani o Cáceres…

23/11/2022

REINALDO SPITALETTA
El Mundial de la infamia

Reinaldo Spitaletta, Sombrero de mago, El Espectador, 22-11-2022

El fútbol dejó de ser inocente hace años, y en su historial, con fascinaciones y milagros, trampas y teatralidades, hay un catálogo de desafueros y otras arbitrariedades. Más allá de los prodigios, de las gambetas y las florituras, de las atajadas espectaculares o de los goles que conducen a un orgasmo universal, el fútbol contrajo disímiles enfermedades, auspiciadas por los microbios del capitalismo y las ganas infinitas de plusvalías a granel.

La sombra del Mundial, por Raul Fernando Zuleta, Colombia

La FIFA, una transnacional privada con injerencia sin límites en lo público, ha sido cómplice de distintos desmanes, además de propiciar corruptelas, coimas, sobornos y otra feria de desprestigios en muchos de sus afiliados. El Mundial de Qatar es una muestra de cómo el dios de los mercados, el gran señor don dinero que cantara el poeta, sirve para esconder un sartal de violaciones a los derechos humanos y despropósitos sin cuento contra los trabajadores. Amén de auspiciar regímenes dictatoriales, como pasa con el del emir Tamim bin Hamad Al Thani.

Más allá de una “chilena”, de un deslumbrador “taquito”, de un “gol olímpico” (como el único hasta ahora marcado en un Mundial, el del colombiano Marcos Coll contra el mejor arquero del orbe, Lev Yashin, la Araña Negra), de una “pared” más colosal que cualquier estadio, el fútbol se ha usado para la protección de dictadores y el ocultamiento de diversas ignominias. La dinastía de “sangre azul” del emir qatarí ha hecho demostración de su poder infinito, en el que al pueblo solo le corresponde poner trabajos y sangre roja, vulgar y sin abolengo.

Antes de 2010 ya se sabía de las mañas y características antidemocráticas del régimen del exótico país árabe. La FIFA, a la que asuntos “menores”, como si el país designado es un paraíso o un infierno, poco o nada le interesan, (dirá con sorna que no se entremete en los fueros internos del país elegido como sede, incluso si hay maniobras corruptas, como las ha habido), concedió la sede del Mundial a Qatar. Se supo de todas las presiones, patrañas, intermediaciones políticas y sobornos. Nada raro. Es un viejo estilo. El dios oro decide. Todas las oraciones para él, el bendito, el alabado.

Qatar, gracias a los oficios del oro (¿y del moro?) y que todo, si se tiene el poder del petróleo (oro negro) y de otras riquezas, se hace posible, fue el seleccionado (¿predestinado?), no por Alá, “el más grande”, gracias al poder despótico de una casta, de un régimen antidemocrático, que desde entonces pasaría a hacer parte del lenguaje cotidiano del orbe entero. La FIFA se la jugó (años después, cuando ya era muy tarde, se arrepintió su pluma mayor, el don Blatter). El fútbol todo lo puede.

Quién construirá los estadios, quién todas las infraestructuras, (¿Quién construyó Tebas, la de las siete Puertas?, se preguntaba Bertolt Brecht). Para eso estaban los pobres de otras partes, de Pakistán, de Filipinas, de Sri Lanka, de Nepal y de la India, para trabajar de “enero a enero”, de “domingo a domingo”, sin derechos, solo llenos de necesidades y urgencias. A los que las estirpes intocables pueden explotar porque para eso han repletado sus bolsillos y otros bancos. Para eso mandan.

De pronto, el mundo comenzó a saber, gracias a investigaciones periodísticas, por ejemplo, las realizadas por The Guardian, que algo grave pasaba con los inmigrantes obreros en Qatar, un país en el que, por si fuera poco, no hay libertad de expresión, se maltrata a las mujeres y se prohíben relaciones homosexuales (se criminalizan y se tratan como “daño mental”), entre otros vilipendios y afrentas. Se supo del nuevo esclavismo. La explotación infernal de los descastados.

Estadios construidos con sangre obrera. Según el periódico inglés, 6.500 migrantes murieron en las hechuras de las brillantes y pomposas obras que hoy son el templo del fútbol mundial. Qué importan los muertos, ni los innumerables abusos, si todo quedó resplandeciente, si las élites dominantes pueden reír y mostrar sus lujos, al tiempo que miles de familias lloran a sus ausentes. Qué importa si no hay libertades, si se vulneran los derechos de las mujeres, de los lgtbi, de los que quieren manifestar alguna antipatía por el todopoderoso emir, si los gritos de gol taparán el oprobio.

El fútbol dejó de ser inocente. Lo sabía, por ejemplo, Mussolini en 1934. Lo supieron los nazis. Y ciertos dictadores africanos. Lo supo la junta militar de Argentina 78, cuando los gritos de gol ahogaban los lamentos de los torturados y camuflaban a los miles de desaparecidos. Ya lo habían demostrado los represivos militares brasileños de 1970, a los que Pelé, el Rey, complació con su genio. En Qatar se puede decir que el fútbol con sangre entra. Un driblin, una atajada, un “túnel” (caño u ordeñada), un tiro en el palo, un gol, hacen olvidar las tropelías.

Están lejanas las “terapias de conversión” para el sagrado emir y su régimen de mierda (que tiene el color del oro). El gol hace olvidar.

 

09/10/2022

ALESSANDRO GHEBREIGZIABIHER
Copa Mundial del Agua

 Alessandro Ghebreigziabiher, Storie e Notizie N° 2067, 7/10/2022

Traducido por María Piedad Ossaba

Va a iniciar muy pronto, amigos. Aguantad, por favor.

En poco más de un mes comenzará el gran espectáculo.

Pero, ¿quién hubiera dicho que esta sería la ocasión de hacer algo justo, solidario, en una palabra, humano?

Aparentemente, a pesar del enorme impacto ambiental y de los costos exorbitantes, el fin puede justificar, por una vez, los medios.

Porque, oid, desde el inicio del torneo, durante unas tres semanas, 140 campos* recibirán cada uno al menos 10.000 litros de agua al día.

Agua dulce, ¿de acuerdo? Previamente desalada, con todos los esfuerzos económicos e industriales adecuados, además de los medioambientales, como ya se ha mencionado. Pero esta es una oportunidad para cerrar un ojo, porque lo que está en juego es la supervivencia de nuestros semejantes más necesitados.

Ahora bien, no los he contado todos, pero 140 campos, es un número importante, barato, y 10.000 litros de agua para beber por día representan un verdadero maná del cielo, o más bien del mar.

Pienso, evidentemente, en los campos que cuentan con el mayor número de habitantes, como el de Bidi Bidi, en Uganda, con sus 270.000 refugiados que huyen de la guerra civil en Sudán del Sur, y el de Kutupalong, en Bangladesh, que acoge a refugiados rohingyas, y compite con el precedente en cuanto a la triste primacía de las presencias.

Diez mil litros de agua al día sería una bendición increíble, donde incluso un solo sorbo es capaz de influir en las posibilidades de supervivencia del día siguiente.

Pero la lista es larga y es muy bueno poder anunciar esta maravillosa noticia.

Me imagino la alegría en los otros campos africanos, como por supuesto el de Dadaab, en Kenia, en su mayoría habitado por refugiados somalíes también esta vez a causa de una maldita guerra “civil”, aunque la razón por la que nos obstinamos en llamarla así se me escapa. ¿Qué tiene de civil en exterminar a generaciones enteras? Puf...

Por supuesto, todos sabemos de dónde viene una parte esencial de las responsabilidades de estas tragedias y ciertamente no son cosas locales, o al menos deberíamos saberlo.

En cualquier caso, no es el momento de las condenas, sino el de los aplausos y los agradecimientos. Cuando los ricos del deporte y del petróleo se unen para hacer algo bueno, hay que reconocerlo, punto.

¿Qué hay más hermoso que el agua? Los refugiados sirios en el campo de refugiados de Zaatari, en Jordania, y los ciudadanos migrantes en el de Traiskirchen, en Austria, los refugiados tamiles en el campo de Mandapam, en la India, o los refugiados sudaneses en el campo de Pugnido, uno de los numerosos campos en Etiopía, lo saben mejor que cualquiera de nosotros, en un orden desesperado más que disperso.

Pero, como he recordado, la lista es verdaderamente impresionante entre África, Asia y, en particular, el Oriente Medio, desde los campamentos en Pakistán hasta los de Burundi, Argelia y Tailandia, Yemen y Ruanda.

Un verdadero campeonato mundial entre comunidades que hacen equipo en cada momento, un cuerpo único entre los que necesitan ayuda y los que cruzan la frontera o el mundo entero para ayudar.

03/10/2022

SERGIO FERRARI
Qatar en “offside”, el Mundial crea polémicas

 Sergio Ferrari, 3/10/2022

No siempre “goles son amores”
Futbolistas defienden sus derechos sindicales

Se acerca el pitazo inicial de un nuevo mundial. Con la mira en Qatar, la presión en el “planeta fútbol”, dentro y fuera de la cancha, aumenta sin cesar. Pasión de multitudes dignificada, ahora, por un acuerdo sindical a nivel mundial. En tanto la sociedad civil internacional exige memoria y reparación ante el irrespeto de los derechos humanos en la etapa premundialista.

 

Trabajo insalubre. Derechos humanos y laborales violados en Qatar. Foto Amnesty International

La última semana de septiembre el Foro Mundial de Ligas (WLF), que representa a 44 instituciones nacionales de fútbol profesional integradas por unos 1.100 clubes, y el Sindicato Mundial de Futbolistas (FIFPRO),  que nuclea a 66 sindicatos con 60.000 jugadoras-es, firmaron en Ginebra, Suiza, el primer Acuerdo Laboral Global (ALG). El mismo reconoce la importancia del diálogo social para mejorar los derechos de las y los futbolistas profesionales.

Como informa el sitio web del FIFPRO, este acuerdo “revolucionario” les permitirá a ligas y sindicatos en África, América Latina, Asia, Europa y Oceanía, abordar cuestiones esenciales a nivel internacional que afectan directamente las relaciones laborales entre los clubes y sus jugadoras-es. FIFPRO y WLF colaborarán también para desarrollar y promover la negociación colectiva asumiendo una mayor responsabilidad en el proceso de profesionalizar este deporte a nivel nacional.

Como próximos pasos, ambas contrapartes nombrarán a sus representantes para integrar el Consejo Ejecutivo que gestionará la aplicación del acuerdo. El Consejo se reunirá antes de fines de 2022 para debatir, entre otros asuntos, las prioridades de empleo, el calendario de partidos y competiciones y la carga de trabajo de las y los jugadores. En las negociaciones futuras se incluirán cuestiones como las normas laborales, la gestión de los traumatismos y las medidas para combatir la discriminación y el racismo dentro y fuera de la cancha, así como sus expresiones en las redes sociales.

  

Camisetas de futbol con el nombre de algunos de los miles de trabajadores migrantes muertos en las obras de construcción para el Mundial de Qatar

Guy Ryder, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), celebró este nuevo acuerdo internacional, el cual representa “un paso adelante en las relaciones laborales de las y los futbolistas”. Y subrayó que el fútbol puede inspirar y unir a personas de todas las nacionalidades y condiciones sociales, independientemente de su género y origen étnico. El Acuerdo Laboral Global se ajusta a los principios y derechos fundamentales del trabajo establecidos por la OIT en la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de1998. Retoma los Puntos de Consenso del Foro de Diálogo Global sobre el Trabajo Decente en el Mundo del Deporte (2020) e incluye una referencia específica al Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicalización de 1948 y de negociación colectiva de 1949.

El acuerdo ofrecerá una plataforma para debatir las normas de protección sanitaria y de seguridad de las-los deportistas, así como el compromiso necesario para mejorar la representación y la participación de las ligas nacionales, los clubes que las componen y los sindicatos del sector. Además, se compromete a promover una mayor representación y reconocimiento del fútbol femenino.

 

Foto de grupo de los firmantes del Acuerdo Laboral Global que regirá las relaciones sociales en el mundo del fútbol

 Derechos humanos en cuestión

Mientras que el Acuerdo Laboral Global abre una ventana de esperanza para los actores deportivos, la sociedad civil internacional intensifica las críticas a Qatar.

En septiembre, reconocidos portavoces de organizaciones no-gubernamentales (ONG) continuaron exigiendo a la Federación Internacional del Fútbol (FIFA) la indemnización a los trabajadores migrantes cuyos derechos humanos fueron violados durante los preparativos para del Campeonato Mundial de 2022.

Ya en mayo de 2021, el periódico británico The Guardian cifraba en 6.500 el número de trabajadores que habían muerto durante la construcción de los estadios, en su inmensa mayoría inmigrantes de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán. Esta información se basó, principalmente, en los datos proporcionados por estos países.