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30/01/2022

M.K. Bhadrakumar
Occidente coopta a los talibanes
Reflexiones sobre los acontecimientos en Afganistán (40)

M.K. Bhadrakumar, Indian Punchline, 27/01/2022
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala 

M.K. Bhadrakumar es un exdiplomático indio que estuvo destinado, entre otros países, en la antigua URSS, Pakistán, Irán y Afganistán. Fue embajador en Uzbekistán (1995-98) y en Turquía (1998-2001). Amante del mundo de la literatura, la escritura y la política, centra sus trabajos en los eventos de Oriente Medio, Asia Central, Sur de Asia y Asia-Pacífico. @BhadraPunchline

El cónclave de tres días celebrado en Oslo del 23 al 25 de enero para la interacción de un grupo de diplomáticos occidentales con funcionarios talibanes marca una nueva fase en la situación política de Afganistán. Occidente estuvo representado por Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, así como por la Unión Euopea.

Delegación talibán encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, Amir Khan Muttaqi, se reúne con diplomáticos occidentales, Oslo, Noruega, 24 de enero de 2022

 Noruega está en una posición única para reconciliar a las partes alienadas. Además de su sólido sistema de inteligencia en Afganistán, Noruega se ha hecho un hueco en la diplomacia internacional en diversos escenarios como Mozambique, Venezuela, Colombia, Filipinas, Israel y los Territorios Palestinos, Siria, Myanmar, Somalia, Sri Lanka y Sudán del Sur.

 A falta de una estación de inteligencia activa en Afganistán, la CIA y el MI6 dependen de las aportaciones del Consejo Noruego para los Refugiados (CNR), que cuenta con una amplia red de miles de trabajadores sobre el terreno. El CNR ha mantenido una envidiable relación de trabajo con los talibanes a lo largo de los años.

 El secretario general del CNR, Jan Egeland, estuvo presente durante el cónclave celebrado a puerta cerrada en el Hotel Soria Moria, en la cima de una colina nevada a las afueras de Oslo, rodeada de bosques, que solía ser un sanatorio para rejuvenecer las mentes heridas y los cuerpos cansados.

 Las declaraciones de Egeland a los medios de comunicación son quizá las que mejor explican lo que ocurrió en el Hotel Soria Moria, rodeado de nieve, donde la delegación talibán y los diplomáticos occidentales pasaron tres días juntos en total reclusión. Egeland argumentó con contundencia:

 “Las sanciones nos frenan. No podemos salvar vidas sin levantar las sanciones. Están perjudicando a los mismos en los que la OTAN gastó miles de millones de dólares en defender hasta agosto”.

15/12/2021

STEVE COLL/ADAM ENTOUS
La historia secreta del fracaso diplomático de Estados Unidos en Afganistán

 Steve Coll y Adam Entous, The New Yorker Magazine, 10/12/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

Un conjunto de documentos inéditos revela un desalentador historial de errores de juicio, arrogancia y engaño que condujo a la caída del gobierno afgano respaldado por Occidente.

(Foto: Lorenzo Tugnoli/The Washington Post/contrasto/Redux)

 
El 14 de abril el presidente Joe Biden puso fin a la guerra más larga de la historia de Estados Unidos, anunciando que las últimas tropas estadounidenses que quedaban en Afganistán se marcharían el 11 de septiembre. En las semanas siguientes, los talibanes conquistaron decenas de distritos rurales y se acercaron a las principales ciudades. A mediados de junio, la República Islámica de Afganistán -el frágil Estado democrático construido por los modernizadores afganos, los soldados de la OTAN y los contribuyentes estadounidenses tras los atentados del 11 de septiembre- parecía estar inmerso en una espiral de muerte. Sin embargo, su presidente, Ashraf Ghani, insistió ante su gabinete en que la República iba a perdurar. En cada reunión, “nos daba seguridades y nos animaba”, dijo Rangina Hamidi, ministra de Educación en funciones. Ghani les recordó que “Estados Unidos no hizo una promesa de que estaría aquí para siempre”.

 

El 23 de junio Ghani y sus asesores subieron a un avión fletado por Kam Air que los llevaría de Kabul a Washington D.C. para reunirse con Biden. Mientras el avión sobrevolaba el Atlántico, se sentaron en el suelo de la cabina para repasar los temas de conversación de la reunión. Los funcionarios afganos sabían que Biden consideraba que su gobierno era desesperadamente díscolo e ineficaz. Aun así, Ghani les recomendó que presentaran “un mensaje a los estadounidenses” de unidad resistente, que podría persuadir a Estados Unidos para que les diera más apoyo en su guerra actual contra los talibanes. Amrullah Saleh, el vicepresidente primero, que dijo sentirse “apuñalado por la espalda” por la decisión de Biden de retirarse, aceptó a regañadientes “mantener una narrativa optimista”.

 

Biden recibió a Ghani y a sus principales asesores en el Despacho Oval la tarde del 25 de junio. “No nos vamos a ir”, dijo Biden a Ghani. Sacó del bolsillo de su camisa una tarjeta de agenda en la que había escrito el número de vidas estadounidenses perdidas en Afganistán e Iraq desde el 11-S, y se la mostró a Ghani. “Aprecio los sacrificios estadounidenses”, dijo Ghani. Luego explicó: “Nuestro objetivo para los próximos seis meses es estabilizar la situación, y describió las circunstancias en Afganistán como un “momento Lincoln”.

 

“La petición más importante que tengo para Afganistán es que tengamos un amigo en la Casa Blanca”, dijo Ghani.

 

“Tenéis un amigo”, respondió Biden.

 

Ghani pidió ayuda militar específica. ¿Podría Estados Unidos proporcionar más helicópteros? ¿Continuarían los contratistas estadounidenses ofreciendo apoyo logístico al ejército afgano? Las respuestas de Biden fueron vagas, según los funcionarios afganos presentes en la sala.

 

Biden y Ghani también hablaron de la posibilidad de un acuerdo de paz entre la República Islámica y los talibanes. Los diplomáticos estadounidenses llevaban años dialogando con los talibanes para negociar la retirada de Estados Unidos y fomentar conversaciones de paz por separado entre los insurgentes y Kabul. Pero las conversaciones habían fracasado, y los talibanes parecían decididos a tomar Afganistán por la fuerza. La probabilidad de que los talibanes “hagan algo racional no es muy alta”, dijo Biden, según los funcionarios afganos presentes.

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15/11/2021

Salman Rafi Sheikh
Los afganos, peones hambrientos en los grandes juegos de poder

Salman Rafi Sheikh, Asia Times, 15/11/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala
 

Salman Rafi Sheikh es un periodista independiente pakistaní. Nació en Kasur, pequeña ciudad de la región del Punyab, graduándose en ciencias políticas en la universidad Quaid-i-Azam de Islamabad. Cursó el doctorado en el departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad SOAS de Londres. Centra sus investigaciones en las cuestiones de política de identidad y etnonacionalismo en los Estados poscoloniales, sobre todo en Pakistán. Autor de
The Genesis of Baloch Nationalism: Politics and Ethnicity in Pakistan, 1947-1977.

Se retiene la ayuda como forma de ejercer presión geopolítica sobre los talibanes, pero el grupo militante declara que el hambre es el precio de expulsar a los invasores occidentales.

 

Afganistán se tambalea hacia la hambruna bajo el régimen talibán (Foto: Facebook)

Mientras la hambruna se cierne sobre Afganistán, las potencias externas parecen estar sopesando opciones para promover sus propios intereses, tanto frente a los talibanes como frente a sus rivales regionales y extrarregionales.


Desde su llegada al poder en agosto, los talibanes no han logrado contentar a las potencias externas -incluidos USA, China y Rusia- respecto a la ruptura de todos sus vínculos con Al Qaida, el Movimiento Islámico del Turquestán Oriental (ETIM, por sus siglas en inglés) y otros grupos militantes y terroristas.


La retirada de USA también cerró la entrada de ayuda extranjera, dejando la situación económica del país con problemas de liquidez y pendiendo de un hilo. La ONU predice que el país se verá afectado por una de las peores crisis humanitarias de su historia en el próximo invierno.


Mientras que unos 23 millones de afganos, en un país de 38 millones de habitantes, se enfrentan al hambre aguda, 8,7 millones se encuentran en estado de emergencia, la segunda categoría más alta en la jerarquía de calamidad del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU. Esta última cifra es superior a los 3 millones del año pasado.


Con los precios del combustible y los alimentos ya por las nubes, la ONU dice que Afganistán necesita casi 7.000 millones de dólares para evitar una hambruna total.


Las múltiples sequías se han combinado con el colapso económico a la hora de provocar la crisis. Pero su resolución efectiva y oportuna está estrechamente ligada a las consideraciones e intereses geopolíticos específicos y mutuamente conflictivos de los actores relevantes.

18/10/2021

MODASER ISLAMI
A pan y agua: La dieta del hambre de los niños afganos

 

Modaser Islami, Asia Times, 14/10/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

Modaser Islami es un periodista independiente afgano que vive actualmente en Kabul. Centra sus trabajos en Afganistán y el Sur de Asia. @mmodaser

Sin ayuda humanitaria y los precios por las nubes, millones de familias se enfrentan a la pobreza y al hambre bajo los talibanes.

  Un niño en grave estado de desnutrición recibe tratamiento en un hospital de Kandahar
(Foto: Murteza Khaliqi/Agencia Anadolu)

El jornalero Mohammad Zia y su familia son los rostros de la hambruna que asola Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder y la economía empezó a implosionar.

Zia dice que lleva semanas sin encontrar trabajo y sin poder comprar comida.

“Hace unos dos meses que no llevo carne o comida adecuada a casa”, dijo. “Mis hijos y yo solo nos llenamos el estómago con pan y agua”.

La historia es similar para Nayiba, una viuda de 41 años cuya familia tuvo que desplazarse a causa del conflicto en el norte del país.

Nayiba declaró a Asia Times que tenían un litro de aceite para cocinar, pero que llevan 17 días sin poder utilizarlo por temor a que les lleguen invitados. “Sólo hemos tenido agua hervida y pan todo este tiempo”.

Las familias desplazadas en Kabul contaron que no podían comprar leche ni medicinas para sus bebés y niños enfermos.

Mohammad Yasir, residente en Kabul y antiguo empleado del gobierno, dijo que su familia solo puede permitirse algunos alimentos.

23/09/2021

La crisis de los refugiados afganos está a punto de estallar

F.M. Shakil, Asia Times, 17/9/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

F.M. Shakil es un periodista independiente afincado en Peshawar y Secretario General de la Cámara de Comercio e Industria de Khyber Pakhtunkhwa, Pakistán. @faq1955

Los países vecinos no quieren más refugiados, especialmente los permanentes; las condiciones de los campos son lamentables.


Peshawar.- Ninguno de los países vecinos de Afganistán está dispuesto a acoger a los refugiados y desplazados internos afganos, a pesar de que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) advierte que el 97% de la población afgana corre el riesgo de caer en la pobreza y el hambre.

La agencia de la ONU advierte que Afganistán se acerca a un colapso total debido a “la congelación de las reservas de divisas, el desplome de las finanzas públicas, la creciente presión sobre el sistema bancario y el aumento de la pobreza acentuado por la persistente sequía, la pandemia de la covid-19 y la agitación causada por la actual transición política”.

El mes pasado, un gran número de afganos, que temían la represión talibán, se agolpó en la frontera de Spin Boldak con la agitada provincia pakistaní de Baluchistán. Sin embargo, las autoridades pakistaníes y talibanes no estaban dispuestas a permitirles el paso seguro a pesar de que se avecinaba una crisis humanitaria. En su lugar, el gobierno pakistaní sugirió que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) mantuviera campamentos en el lado afgano de la frontera para esos nuevos refugiados.


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17/09/2021

CIDOB
Quién es quién en el conflicto de Afganistán

Editado por Roberto Ortiz de Zárate, CIDOB, 16/9/2021

Presentación
Con este documento, CIDOB realiza un estudio de los acontecimientos políticos vividos en Afganistán entre agosto y septiembre de 2021, abordándolos desde las perspectivas de 54 actores, personales y estatales, implicados en los mismos. A través de estos protagonistas en contexto, se establecen los antecedentes de la crisis y se estudia la secuencia de los acontecimientos: la retirada de las tropas de Estados Unidos y la OTAN; la ofensiva relámpago de los talibanes, los colapsos del Ejército Nacional Afgano y el Gobierno de la República Islámica, y la conquista de la práctica totalidad del país por los fundamentalistas; los puentes aéreos internacionales de emergencia para la evacuación de extranjeros y ciudadanos afganos; la situación de inseguridad y violencia en el aeropuerto de Kabul; las consultas políticas en la capital y la resistencia antitalibán en Panjshir; y la constitución del Gobierno interino del Emirato Islámico de Afganistán, así como las primeras disposiciones de los talibanes y los primeros movimientos diplomáticos en torno al nuevo régimen.(Este documento tiene cobertura informativa hasta el 16 de septiembre de 2021. Para más información sobre la actualidad en Afganistán, pueden consultarse otros documentos y materiales de los investigadores de CIDOB que se enlazan al final de esta página).  

 

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10/09/2021

ANAND GOPAL
Las otras mujeres afganas

Anand Gopal, The New Yorker, 13/9/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala  

Anand Gopal es profesor adjunto de investigación del Centro sobre el Futuro de la Guerra, de la Escuela de Política y Estudios Globales de la Universidad Estatal de Arizona (ASU). Es periodista y sociólogo (doctorado por la Universidad de Columbia) y ha trabajado extensamente en Afganistán, Siria e Iraq. Ha realizado reportajes para New Yorker, New York Times Magazine y otras publicaciones, al tiempo que ha elaborado estudios basados en su trabajo de campo y en el análisis de redes complejas. Su libro “No Good Men Among the Living : America, the Taliban and the War Through Afghan Eyes fue finalista del Premio Pulitzer 2015 de no ficción general y del National Book Award 2014. Ha ganado un National Magazine Award, un George Polk Award y tres premios del Overseas Press Club por sus reportajes sobre Oriente Medio. Su trabajo actual se centra en la democracia y la desigualdad, y está escribiendo un libro sobre las revoluciones árabes. Habla árabe, dari y pastún. @Anand_Gopal_

En el campo, la interminable matanza de civiles puso a las mujeres en contra de unos ocupantes que decían ayudarlas.

Más del 70% de los afganos no viven en las ciudades. En las zonas rurales la vida bajo la coalición liderada por USA y sus aliados afganos se convirtió en puro peligro; incluso tomar té en un campo iluminado por el sol, o ir en coche a la boda de tu hermana, era una apuesta potencialmente mortal. (Foto: Stephen Dupont/Contact Press Images)

 

Una tarde del pasado agosto, Shakira oyó golpes en la puerta de su casa. En el valle de Sangin, en la provincia de Helmand, al sur de Afganistán, las mujeres no deben ser vistas por hombres que no sean parientes suyos, así que su hijo de diecinueve años, Ahmed, fue a abrir la puerta. Afuera había dos hombres con bandoleras y turbantes negros, que llevaban rifles. Eran miembros de los talibanes, que habían emprendido una ofensiva para arrebatar el campo al Ejército Nacional Afgano. Uno de los hombres advirtió: “Si no os marcháis de inmediato, va a morir todo el mundo”.
Shakira, que ronda los cuarenta años, reunió a su familia: su marido, un comerciante de opio, estaba profundamente dormido tras haber sucumbido a las tentaciones de su producto, y sus ocho hijos, incluida la mayor, Nilofar, de veinte años -de la misma edad que la propia guerra-, a la que Shakira llamaba su “sustituta”, porque ayudaba a cuidar de los más pequeños. La familia cruzó una vieja pasarela que atravesaba un canal, y luego se abrió paso entre juncos y parcelas irregulares de judías y cebollas, atravesando casas oscuras y vacías. Sus vecinos también habían sido advertidos y, salvo por las gallinas errantes y el ganado huérfano, el pueblo estaba vacío.
La familia de Shakira caminó durante horas bajo un sol abrasador. Empezó a sentir el traqueteo de golpes lejanos y vio cómo la gente iba fluyendo desde las aldeas de la ribera: hombres agachados bajo bultos abarrotados de todo lo que no podían soportar dejar atrás, mujeres caminando tan rápido como les permitían sus burkas.
El golpeteo de la artillería llenaba el aire, anunciando el comienzo de un asalto talibán a un puesto de avanzada del ejército afgano. Shakira mantenía en equilibrio a su hija menor, de dos años, sobre su cadera mientras el cielo centelleaba y tronaba. Al anochecer habían llegado al mercado central del valle. Los escaparates de hierro corrugado habían sido en gran parte destruidos durante la guerra. Shakira encontró una tienda de una sola habitación con el techo intacto y su familia se instaló allí para pasar la noche. Para los niños, sacó un juego de muñecas de tela, una de las muchas distracciones que había practicado durante los años de huir de las batallas. La tierra tembló mientras sostenía las figuras a la luz de una cerilla.
Al amanecer, Shakira salió al exterior y vio que unas cuantas docenas de familias se habían refugiado en el abandonado mercado. Antes había sido el bazar más próspero del norte de Helmand, con tenderos que pesaban el azafrán y el comino en balanzas, carros cargados de vestidos de mujer y escaparates dedicados a la venta de opio. Ahora sobresalían por todas partes pilares sueltos y el aire olía a restos de animales en descomposición y a plástico quemado.
A lo lejos, el suelo estallaba de repente creando fuentes de tierra. Los helicópteros del ejército afgano zumbaban por encima, y las familias se escondían detrás de las tiendas, considerando cuál podría ser su próximo movimiento. Había combates a lo largo de las murallas de piedra del norte y de la ribera del río al oeste. Al este, el desierto de arena roja se extendía hasta donde Shakira podía ver. La única opción era dirigirse al sur, hacia la frondosa ciudad de Lashkar Gah, que seguía bajo el control del gobierno afgano.
El viaje implicaba atravesar una llanura árida plagada de bases estadounidenses y británicas abandonadas, donde anidaban francotiradores, y cruzar alcantarillas potencialmente llenas de explosivos. Unas cuantas familias se pusieron en marcha. Incluso si llegaban a Lashkar Gah, no podían estar seguros de lo que encontrarían allí. Desde el comienzo del bombardeo de los talibanes, los soldados del ejército afgano se habían rendido en masa, suplicando un pasaje seguro a casa. Estaba claro que los talibanes no tardarían en llegar a Kabul, y que los veinte años y los billones de dólares dedicados a derrotarlos habían quedado en nada. La familia de Shakira estaba en el desierto, discutiendo la situación. Los disparos sonaban cada vez más cerca. Shakira vio vehículos talibanes corriendo hacia el bazar y decidió quedarse. Estaba cansada hasta los huesos, con los nervios a flor de piel. Afrontaría lo que viniera después, lo aceptaría como una sentencia. “Llevamos toda la vida huyendo”, me dijo. “No voy a ir a ninguna parte”.
La guerra más larga de la historia de Estados Unidos terminó el 15 de agosto, cuando los talibanes capturaron Kabul sin disparar un solo tiro. Hombres barbudos y desaliñados con turbantes negros tomaron el control del palacio presidencial, y alrededor de la capital se izaron las austeras banderas blancas del Emirato Islámico de Afganistán. Cundió el pánico. Algunas mujeres quemaron sus expedientes escolares y se escondieron, temiendo volver a los años noventa, cuando los talibanes les prohibieron aventurarse solas en las calles y prohibieron la educación de las niñas. Para los estadounidenses, la posibilidad muy real de que los logros de las dos últimas décadas pudieran borrarse parecía plantear una terrible elección: comprometerse de nuevo con la aparentemente inacabable guerra o abandonar a las mujeres afganas.

02/09/2021

VIJAY PRASHAD
De cómo los talibanes echaron a Occidente de Afganistán

por Vijay Prashad, NEWSClick, 26/8/2021
Traducido por S. Seguí, Tlaxcala

Algunos días después de que los talibanes entraran en Kabul, el 15 de agosto, sus representantes empezaron a hacer averiguaciones en busca de la “localización de activos” del banco central de la nación, el Da Afghanistan Bank (DAB), unos activos conocidos que ascienden a cerca de 9.000 millones de dólares. En comparación, el banco central del vecino Uzbekistán, que tiene una población casi equivalente de aproximadamente 34 millones de personas para una población en Afganistán de más de 39 millones, tiene reservas internacionales por valor de 35.000 millones de dólares. Pero Afganistán es un país pobre, en comparación, y sus recursos han sido devastados por la guerra y la ocupación.


Reunión del Banco central el 29 de agosto, bajo la dirección del gobernador nombrado por los talibanes, mulá Abdul Qaher (Hayi Muhammad Idris)

Los funcionarios del DAB dijeron a los talibanes que los 9.000 millones de dólares están en la Reserva Federal de Nueva York, lo que significa que la riqueza de Afganistán está en un banco de Estados Unidos. Pero antes de que los talibanes pudieran intentar acceder al dinero, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ya se había adelantado y había congelado los activos del DAB y puesto la transferencia de éstos fuera del control de los talibanes.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) asignó recientemente 650.000 millones de dólares en Derechos Especiales de Giro (DEG) para su distribución en todo el mundo. Cuando se les preguntó si Afganistán podría acceder a su parte de los DEG, un portavoz del FMI dijo en un correo electrónico: “Como siempre, el FMI se guiará por la opinión de la comunidad internacional. Actualmente, la comunidad internacional no tiene claro el reconocimiento de un gobierno en Afganistán, por lo que el país no puede acceder a los DEG ni a otros recursos del FMI”.

Los puentes financieros tendidos hacia Afganistán para sostener al país durante los 20 años de guerra y devastación, se han derrumbado lentamente. El FMI decidió retener la transferencia de 370 millones de dólares antes de que los talibanes entraran en Kabul, y ahora los bancos comerciales y Western Union han suspendido las transferencias de dinero al país. La moneda nacional, el afgani, está en caída libre.

29/08/2021

¿Qué es lo que sabemos sobre el Estado Islámico en la provincia de Jorasán (ISIS-K)?

Al Jazeera, Reuters, 27/8/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández, Tlaxcala

El ISIS-K ha reivindicado la autoría de los mortíferos atentados suicidas frente al aeropuerto de Kabul. Esto es lo que sabemos sobre este grupo:


Una captura de un vídeo sin fecha muestra al fallecido líder del ISIS-K Hafiz Said, en el centro, en un lugar no revelado cerca de la frontera entre Pakistán y Afganistán. Said fue asesinado el 10 de julio de 2015 en Nangarhar, según el gobierno afgano

[Foto distribuida por EPA/TTP]

El Estado Islámico en la provincia de Jorasán, (ISIS-K), ha reivindicado la autoría de los atentados mortales perpetrados frente al aeropuerto de Kabul, en los que murieron al menos 175 civiles y 13 soldados estadounidenses y hubo asimismo decenas de heridos.

El ISIS-K afirmó que sus terroristas suicidas habían escogido a “traductores y colaboradores del ejército usamericano” para los atentados del jueves por la noche.

Entre los muertos se encuentran también al menos 28 miembros de los talibanes, según el grupo que ahora gobierna Afganistán.

El ISIS-K es conocido por ser una rama del grupo armado ISIL (ISIS/Daesh), que aseguraba querer establecer un “califato” islámico en Iraq y Siria.

Jorasán hace referencia a una región histórica bajo un antiguo califato que incluía partes de Afganistán, Irán, Pakistán y Turkmenistán.

Son adversarios de los talibanes, con enseñanzas diferentes sobre estrictas creencias suníes.

El grupo armado se formó en 2014 tras una escisión de los combatientes de los talibanes pakistaníes y los combatientes afganos que habían prometido lealtad al difunto líder del ISIL/Daesh, Abu Bakr al-Baghdadi.

El ISIS-K tiene un fuerte arraigo en el noreste de Afganistán, pero cuenta con células durmientes en Kabul y otras provincias.

En una entrevista de 2014 con Al Jazeera, Aymenn Jawad al-Tamimi, miembro del Foro de Oriente Medio, dijo que el ISIS-K “no es en realidad un grupo separado”, sino un contingente de miembros de Al Qaida procedentes de la región fronteriza entre Afganistán y Pakistán.