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24/08/2022

WERNER RÜGEMER
1,21 € de salario mínimo o cómo Ucrania comparte “nuestros valores europeos”
La verdad sobre la corrupción, la pobreza, la prostitución, la maternidad subrogada, el acaparamiento de tierras y la explotación en Ucrania

Werner Rügemer, Nachdenkseiten, 21/7/2022
Traducido por Miguel Álvarez Sánchez, Tlaxcala

Ucrania es corrupta, lo sabemos, pero no importa, es por la buena causa. Pero la población más pobre y enferma, el país como eje de la mano de obra barata en toda Europa y el contrabando de cigarrillos en toda Europa, líder mundial en el tráfico del cuerpo femenino... y más soldados que cualquier Estado europeo de la OTAN.

 

Cuando se introdujo por primera vez un salario mínimo legal en Ucrania, en 2015, era de 0,34 euros la hora. Después lo incrementaron: en 2017 estaba en 68 céntimos, en 2019 en 10 céntimos más, que siguen siendo 78 céntimos, y desde 2021 son 1,21 euros. ¿Has oído hablar de algo así alguna vez?

Incluso este bajísimo salario no siempre se paga

Esto no significa en absoluto que este salario mínimo se pague realmente de forma correcta en este estado. Así, para una semana laboral completa en 2017, el salario mínimo mensual era de 96 euros. Pero en la industria textil y del cuero, por ejemplo, este salario mínimo para un tercio de los trabajadores, en su mayoría mujeres, sólo se consiguió mediante horas extraordinarias forzadas y no pagadas específicamente. También es habitual el pago por piezas: hay que coser un número determinado de camisas en una hora; si no se consigue, hay que volver a trabajar sin cobrar.

Si no había encargos, se ordenaban vacaciones no remuneradas. En muchos casos, no se concedieron o no se pagaron las vacaciones anuales que correspondían por ley. La dirección impidió la elección de los representantes de los trabajadores. Con este salario mínimo las personas estaban muy por debajo del nivel oficial de subsistencia: era de 166 euros en el año en cuestión.

La cadena salarial del hambre desde Ucrania a los países vecinos de la UE

Hay unas 2.800 empresas textiles registradas oficialmente, pero probablemente también un número igual de pequeñas empresas no registradas. Desde hace unas décadas, constituyen una economía sumergida muy normal, a menudo en pequeñas ciudades y pueblos.

En ello la mayoría de estas empresas son sólo proveedores de segunda clase para los productores de bajo coste mejor conectados internacionalmente en los países vecinos de la UE, especialmente en Polonia, pero también en Rumanía y Hungría.

Así, el 41 % de los zapatos de Ucrania se envían como productos semiacabados de sueldos de miseria a las fábricas de bajos salarios de Rumanía, Hungría e Italia: allí obtienen la inocente y hermosa etiqueta «Made in EU».


Los propios trabajadores del sector textil sólo pueden permitirse importaciones de segunda mano de Alemania

La mayoría de los aproximadamente 220.000 trabajadores textiles son mujeres mayores. Sólo se mantienen a flote gracias a su propia agricultura de subsistencia, por ejemplo, teniendo su propio huerto con un gallinero. Las enfermedades debidas a la malnutrición son comunes.

La ropa propia que compran las trabajadoras del sector textil procede en su mayoía de importaciones de segunda mano, principalmente de Alemania, Polonia, Bélgica, Suiza y Estados Unidos. Ucrania importa muchos más productos textiles de los que exporta.

Las caras importaciones de Boss y Esprit procedentes del rico Occidente de la UE, preproducidas en Ucrania, se destinan a la élite rica y a la burbuja de las ONG de Kiev, mientras que la mayoría de las importaciones son productos textiles de segunda mano de lo más barato. Los trabajadores del sector textil, pero también la mayoría de la población, sólo pueden permitirse los textiles desechables casi gratuitos de los países ricos.[1]

Pero los sindicatos occidentales y los «activistas de los derechos humanos» siguen mirando a Asia y a Bangladés cuando se trata de mano de obra barata en la industria textil que viola los derechos humanos. Aunque los salarios bajos son mucho más inferiores en Ucrania. También en los debates actuales en la UE y en el Bundestag alemán sobre una ley de la cadena de suministro: allí la visión va más allá, en términos globales, hacia Asia, mientras que se niega la cadena de pobreza UE-Ucrania.

He aquí está la corrupción: C&A, Hugo Boss, Adidas, Marks&Spencer, New Balance, Esprit, Zara, Mexx son los usuarios finales que se lucran. Viven de una explotación que viola los derechos humanos. Es aquí, en los estados ricos de la UE, donde se encuentran los principales protagonistas de la corrupción. En secreto aplauden la inexistente o cómplice inspección de trabajo del estado ucraniano y la UE encubre también la injusticia laboral sistémica, con una amonestación ritualmente hipócrita e inconsecuente de la corrupción en Ucrania. [2]

Distribuidores de automóviles, productos farmacéuticos, ingeniería mecánica

De modo similar a la industria textil y del cuero funciona en otros sectores. Ucrania fue un foco de producción industrial en la Unión Soviética. Tras la independencia en 1991, los oligarcas se hicieron con las empresas, se llevaron los beneficios y no invirtieron nada en innovación. Las empresas occidentales tenían a su disposición a millones de trabajadores bien cualificados; con bajísimos salarios.

Miles de empresas, sobre todo de Estados Unidos y de la UE -unas 2.000 sólo de Alemania-, hacen pedidos de subcontratación de piezas más bien sencillas: Porsche, VW, BMW, Schaeffler, Bosch y Leoni, por ejemplo, para los cables de los coches; empresas farmacéuticas como Bayer, BASF, Henkel, Ratiopharm y Wella envasan y embalan sus productos allí; Arcelor Mittal, Siemens, Demag, Vaillant, Viessmann mantienen sucursales de montaje y venta. Aquí se pagan salarios de dos a tres euros, lo que supera el salario mínimo, pero sigue siendo inferior al de los países vecinos de la UE, Hungría, Polonia y Rumanía.

Por eso están los sitios ucranianos estrechamente vinculados a los sitios de las mismas empresas en estos países vecinos de la UE, donde los salarios mínimos legales son superiores a 3 euros e inferiores a 4 euros. Pero la interconexión es igual de válida con los estados vecinos aún más pobres, o sea Moldavia, Georgia y Armenia, que no son miembros de la UE. Aquí también operan las sucursales. En el contexto de la «vecindad del este», organizada por la UE, se explotan todas las diferencias de cualificación, incluso de salario, con Ucrania como puerta giratoria. 

Fuga de cerebros, por Sergii Fedko

 

Migración laboral por millones

Esta explotación selectiva de las ventajas de ubicación por parte de los capitalistas occidentales no ha conducido al desarrollo económico nacional, sino todo lo contrario. Ucrania se ha empobrecido económicamente. La mayoría de la población se hizo más pobre y más enferma. Una reacción masiva es la emigración laboral.

Empezó muy pronto. Hasta finales de la década de 1990, varios cientos de miles de ucranianos habían emigrado a Rusia. Los salarios no eran mucho más altos, pero en Rusia la excesiva occidentalización de los estilos de vida y el aumento del coste de la vida en lo que respecta a la alimentación, los alquileres, la sanidad y las tasas gubernamentales no causan estragos.

24/07/2022

WERNER RÜGEMER
The truth about corruption, poverty, prostitution, surrogate motherhood, land grabbing and exploitation in Ukraine

 Werner Rügemer, Nachdenkseiten, 21/7/2022
Translated by Lena Bloch

Ukraine is corrupt — we know, doesn’t matter, it’s for the good cause. But the poorest and sickest population, country as a hub of Europe-wide low-wage and cigarette smuggling, world leader in trafficking of the female body — and more soldiers than any European NATO state.


When a statutory minimum wage was first introduced in Ukraine, in 2015, it was 0.34 euros, or 34 cents per hour. After that, it was increased: in 2017 it was 68 cents, in 2019 it was 10 cents more, which is still 78 cents, and since 2021 it has been 1.21 euros. Ever heard of it?

 Even this lowest wage is not always paid

Of course, this doesn’t mean that this minimum wage is actually paid correctly in this state. Thus, for a full work week in 2017, the monthly minimum wage was 96 euros. But in the textile and leather industry, for example, this minimum wage for one-third of the mostly female workforce only came about through forced and not specifically paid overtime. Payment by the piece is also widespread — a certain number of shirts must be sewn in one hour; if this does not work out, unpaid reworking is required.

If there were no orders, unpaid leave was ordered. In many cases, the annual vacation due by law was not granted or not paid. Management prevented the election of employee representatives. With this minimum wage, people were far below the official subsistence level: It amounted to 166 euros in the year in question.

The Hunger Wage Chain from Ukraine to Neighboring EU Countries

There are about 2,800 officially registered textile companies, but also a presumably equally high number of unregistered small businesses. For decades, they have formed a normal shadow economy, often in small towns and villages.

Yet most of these companies rank only as second-class suppliers for the internationally better-connected low-cost producers in neighboring EU countries, especially in Poland, but also in Romania and Hungary.

Thus 41 percent of the shoes go as starvation-wage semi-finished goods from Ukraine first to the low-wage factories of Romania, Hungary and Italy: There they get the benign and beautiful label “Made in EU”.


 Textile workers themselves can only afford second-hand imports from Germany

The majority of the approximately 220,000 textile workers are older women. They keep their heads above water only by subsistence farming, for example by having their own garden with a chicken coop. Diseases due to malnutrition are common.

The textile workers mostly buy their own clothes from second-hand imports, which come mainly from Germany, Poland, Belgium, Switzerland and the USA. Ukraine imports much more textiles than it exports.

The expensive Boss and Esprit imports from the rich EU West, which are pre-produced in Ukraine, are destined for the rich elite and the NGO bubble in Kiev — while the majority of imports are the cheapest second-hand textiles. The textile workers, as well as the majority of the population, can only afford the almost free disposable textiles from the rich states.[1]

But Western unions and “human rights activists” still look to Asia and Bangladesh for low-wage jobs in the textile industry that violate human rights. Although low wages in Ukraine are much lower. Also in the current discussions in the EU and in the German Bundestag about a supply chain law: There the view goes far out, globally, to Asia, while the EU-Ukrainian poverty chain is denied.

Here it sits, the corruption: C&A, Hugo Boss, Adidas, Marks&Spencer, New Balance, Esprit, Zara, Mexx are the profiting end users. They live from the exploitation which is against human rights. Here in the rich EU states sit the main players of corruption. Clammily they gleefully welcome the non-existent or complicit labor inspectorate of the Ukrainian state, and the EU covers the systemic labor injustice as well, with ritual hypocritical and inconsequential admonition of corruption in Ukraine.[2]

Automotive suppliers, pharmaceuticals, mechanical engineering

The textile and leather industries are similar to other sectors. Ukraine was a focal point of industrial production in the Soviet Union. After independence in 1991, oligarchs took over the companies, made profits, and put nothing into innovation. For Western companies, millions of well-qualified employees were available — at low wages.

Thousands of companies, mainly from the USA and EU countries — about 2,000 from Germany alone — placed subcontracting orders for rather simple parts: Porsche, VW, BMW, Schaeffler, Bosch and Leoni, for example, for car cables; pharmaceutical groups such as Bayer, BASF, Henkel, Ratiopharm and Wella have their products filled and packaged; Arcelor Mittal, Siemens, Demag, Vaillant, Viessmann maintain assembly and sales branches. Wages of two to three euros are paid here, i.e. more than the minimum wage, but still lower than in the neighboring EU countries of Hungary, Poland and Romania.

This is why the Ukrainian sites are closely networked with the sites of the same companies in these neighboring EU countries, where the statutory minimum wages are above 3 euros and below 4 euros. However, the networking is just as valid with the even poorer neighboring states of Moldova, Georgia and Armenia, which are not EU members. Branches are also operated here. In the course of the “Eastern Neighborhood”, organized by the EU, all differences of qualification, even lower payment are exploited — with Ukraine as a revolving door.

Labor migration in millions

This selective exploitation of locational advantages by Western capitalists has not led to national economic development, on the contrary. Ukraine became economically impoverished. The majority of the population has been made poorer and sicker. A mass reaction is labor migration.

It began early on. By the late 1990s, several hundred thousand Ukrainians had emigrated to Russia. Wages were not much higher, but in Russia excessive Westernization of lifestyles and increases in the cost of living for food, rent, health and government fees do not stick.

Since the 2000s, and accelerated by the aftermath of the 2014 Maidan coup, some 5 million Ukrainians have been migrant workers — about two million more or less permanently abroad, and about three million commuting to neighboring states. In particular, the Polish state, which in any case lays claim to western parts of Ukraine, encourages labor migration from Ukraine. About two million Ukrainians are employed in Poland, mainly in low-skilled jobs as cleaners, domestic helpers, waiters, caretakers for the elderly, and truck drivers. [3] In Poland, the business of employment agencies is also flourishing: they declare Ukrainians to be Polish citizens and place them as home care workers in Germany and Switzerland, for example: they pay the minimum wage there for a 40-hour week, but in reality the care workers have to be on call 24 hours a day, according to the contract with the Polish agency.

Hundreds of thousands of Ukrainians are also employed on a permanent basis, on a temporary basis or shuttling back and forth in Romania, Hungary, Slovakia and the Czech Republic, with minimum wages between 3.10 euros and 3.76 euros. Ukrainians are happy about this, even if they are pushed a bit below these minimum wages — it is still much better than in their home country, and the labor inspectorate says nothing and the EU says nothing either.

Students from Ukraine like to be engaged seasonal workers in EU agriculture. In Lower Saxony alone, there are about 7,000 students annually, who admittedly do not necessarily study, but enter with forged matriculation papers. Neither in Ukraine nor in Germany is there any control, as a study by the Friedrich Ebert Foundation found.[4]

Minimum wage in Lithuania: in 2015 it was 1.82 euros, five times higher than in Ukraine at the time; in 2020 it was 3.72 euros. The EU is promoting the development of Lithuania into a European freight forwarding center: with the help of artificial intelligence, cheap and willing truck drivers from third countries such as Ukraine and Moldova, but also from further afield such as the Philippines, are steered across Europe. They don’t need to learn any language; they receive their instructions via smartphone and navigator. For example, with the start of the war in Ukraine, trucking companies in Lithuania and Poland were suddenly short of over 100,000 truck drivers — from Ukraine, they were not allowed to leave because of military service.[5]

Women’s Poverty I: Forbidden Prostitution Flourishes

The patriarchal oligarch state of Ukraine has extremely deepened the inequality between men and women. With a 32 percent gender pay gap, Ukrainian women are in the very last place in Europe: on average, they receive one-third less pay than their male counterparts, and in the field of finance and insurance the figure is as high as 40 percent for the same work[6] — the EU average is 14 percent. Because of patriarchal stereotypes, women are also particularly often pushed into precarious part-time jobs, even more so than in Merkel’s Germany, which ranks second to last among EU countries in terms of discrimination against women.

This patriarchal poverty of women includes the prohibition of prostitution, which, however, particularly flourishes under these very conditions. Primary school teachers, who cannot get by on their 120 euros a month, are also among the estimated 180,000 women who work as prostitutes in Ukraine, divorced single women with children, the unemployed.

Because prostitution is forbidden, brothel operators earn money, as do police officers and cab drivers, because they have a good income through silence. Private apartments are also used, like the brothels in prime locations in the capital Kiev. Tourists are lured in — with 80 euros they are in. Eight services per night — not uncommon. A little less than half of the income remains with the women. Some hope for a transitional period of one, two or even three years. Often in vain. One-third become drug addicts, one-third are HIV-positive.[7]

After the “liberalization” of sexual services by the federal government of Schröder/SPD and Fischer/Greens, Germany became the “brothel of Europe”. The federally owned development agency GTZ advertised in its “Germany Travel Guide for Women” for Ukrainian women who now had good prospects in the sex business. Many came. Merkel’s Germany became the European center for commercial prostitution, the majority of which was also illegal and tolerated by the authorities — favorable conditions for women who did not come from an EU member state. So it stands to reason that pimps are now trying to recruit fleeing Ukrainian women already at the border in 2022.[8]


 Women’s Poverty II: The Female Body as Exploitation Material

Ukraine is a pleasing location for Western companies to engage in practices that are otherwise forbidden, a thousandfold site for U.S.-led globalization. This is also true for the commercial use of the female body, far beyond illegal prostitution.

Ukraine is the global hot spot for industrial surrogacy, with more extensive “liberalization” than otherwise. Widespread female poverty provides an inexhaustible reservoir.

Vittoria Vita, La Vita Nova, Delivering Dreams or more prosaically BioTech — these are the names under which surrogacy agencies in Kiev and Kharkiv advertise their services and their women. Pretty, healthy Ukrainian women are offered in catalogs for wealthy foreigners. Between 39,900 and 64,900 euros are the prices for a healthy delivered baby. The wish child tourists come from the USA, Canada, Western Europe, and China.[9].

The intended parents couple delivers egg and sperm in one of the dozens of special clinics. They are fertilized in a test tube. Then the foreign embryo is implanted in the surrogate mother. The surrogate mother carries a genetically foreign child. This was developed in the USA, but it is much more expensive there: between 110,000 and 240,000 euros. In Ukraine it is less regulated. The woman carrying the child must not have anything to do genetically with the child, she is just a foreign tool that is to be forgotten immediately after use, no longer exists at all — and is ready for the next use for a completely different foreign couple.

The prices differ depending on whether the intended parents want a specific gender for their ordered baby or not: without a choice of gender, it costs 39,900 euros at BioTech, with two attempts at the desired gender it costs 49,900 euros, and with unlimited attempts it costs 64,900 euros. These offers include hotel accommodation, issuance of birth certificate and passport in the German consulate. So far, more than 10,000 such babies have been delivered worldwide.

The surrogate mother — a surrogate mother company bears the appropriate name: Surrogacy Ukraine — receives a monthly bonus of between 300 and 400 euros during pregnancy; after successful delivery of the product, the bonus is increased to 15,000 euros. If there is a miscarriage, the child is disabled or its adoption is refused, the surrogate mothers get nothing. Their psychological condition is not taken into account, and there is no social security against damage to their health. There are no studies on the long-term consequences.

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22/07/2022

WERNER RÜGEMER
1,21 € de salaire minimum ou comment l’Ukraine partage « nos valeurs européennes »

Werner Rügemer, Nachdenkseiten, 21/7/2022
Traduit par
Fausto Giudice, Tlaxcala

Lorsqu'un salaire minimum légal a été introduit pour la première fois en Ukraine en 2015, il était de 0,34 euro, soit 34 centimes de l'heure. Il a ensuite été augmenté : en 2017 il était de 68 centimes, en 2019 il était de 10 centimes de plus, soit 78 centimes, et depuis 2021 il est de 1,21 euro. Vous le saviez ?

Même ce salaire le plus bas n'est pas toujours payé

Bien sûr, cela ne signifie pas que ce salaire minimum est effectivement payé correctement dans cet État. Pour une semaine de travail complète en 2017, le salaire minimum mensuel était de 96 euros. Mais dans l'industrie du textile et du cuir, par exemple, ce salaire minimum n'est intervenu pour un tiers des salariés, majoritairement féminins, que par le biais d'heures supplémentaires forcées et non spécifiquement rémunérées. Le paiement aux pièces est également courant – un certain nombre de chemises doivent être cousues en une heure ; si ce n’est pas la cas, il faut travailler plus gratuitement. S'il n'y avait pas de commandes, un congé sans solde était ordonné. Le congé annuel légal n'était souvent ni accordé ni payé. La direction de l'entreprise a empêché l'élection de représentants des salariés.

Avec ce salaire minimum, les personnes se trouvaient bien en dessous du minimum vital officiel : il s'élevait à 166 euros l'année en question.

La chaîne des salaires de misère de l'Ukraine vers les pays voisins de l'UE

Il existe environ 2 800 entreprises textiles officiellement enregistrées, mais aussi un nombre probablement aussi élevé de petites entreprises non enregistrées. Elles constituent depuis des décennies une économie souterraine tout à fait normale, souvent dans les petites villes et les villages.

Pourtant, la plupart de ces entreprises ne se classent que comme fournisseurs de deuxième classe pour les producteurs à bas prix mieux connectés au niveau international dans les pays voisins de l'UE, surtout en Pologne, mais aussi en Roumanie et en Hongrie.

C'est ainsi que 41 pour cent des chaussures semi-finies, payées une misère, quittent l'Ukraine pour les usines à bas salaires de Roumanie, de Hongrie et d'Italie, où elles reçoivent l'innocente et belle étiquette « Made in EU ».


 Les travailleurs du textile eux-mêmes ne peuvent se permettre que des importations de seconde main en provenance d'Allemagne

La majorité des quelque 220 000 travailleur·ses du textile sont des femmes âgées. Elles ne survivent que grâce à leur propre agriculture de subsistance, par exemple en cultivant leur propre jardin avec un poulailler. Les maladies dues à la malnutrition sont fréquentes.

Les ouvrières du textile achètent la plupart du temps leurs propres vêtements à partir d'importations de seconde main : celles-ci proviennent principalement d'Allemagne, de Pologne, de Belgique, de Suisse et des USA. L'Ukraine importe en effet beaucoup plus de textiles qu'elle n'en exporte.

Les importations coûteuses de Boss et d'Esprit, préproduites en Ukraine et provenant de l'Ouest riche de l'UE, sont destinées à l'élite riche et à la bulle oéngéiste à Kiev - alors que la majorité des importations sont des textiles de seconde main les moins chers. Les ouvrières du textile, mais aussi la majorité de la population, ne peuvent s'offrir que des textiles jetables presque gratuits en provenance des pays riches [1].

Mais les syndicats occidentaux et les « défenseurs des droits humains » continuent de regarder vers l'Asie et le Bangladesh lorsqu'il s'agit de bas salaires contraires aux droits humains dans l'industrie textile. Mais les bas salaires soient bien moins élevés en Ukraine. Il en va de même pour les discussions actuelles au sein de l'UE et du Bundestag allemand sur une loi relative à la chaîne d'approvisionnement : le regard se porte loin, à l'échelle mondiale, vers l'Asie, tandis que la chaîne de pauvreté UE-Ukraine est niée.

C'est là qu'elle se trouve, la corruption : C&A, Hugo Boss, Adidas, Marks&Spencer, New Balance, Esprit, Zara, Mexx sont les acheteurs finaux qui en profitent. Ils vivent d'une exploitation contraire aux droits humains. C'est ici, dans les riches États de l'UE, que se trouvent les principaux acteurs de la corruption. En secret, ils saluent joyeusement l'inspection du travail inexistante ou complice de l'État ukrainien, et l'UE couvre également l'injustice systémique en matière de travail, avec un rappel rituel, hypocrite et sans conséquence de la corruption en Ukraine [2].

Sous-traitants automobiles, industrie pharmaceutique, construction mécanique

Comme dans l'industrie du textile et du cuir, il en va de même dans d'autres secteurs. L'Ukraine était un centre de production industrielle de l'Union soviétique. Après l'indépendance en 1991, les oligarques ont repris les entreprises, ont fait des bénéfices et n'ont rien investi dans l'innovation. Des millions d'employés bien qualifiés étaient à la disposition des entreprises occidentales - pour des salaires très bas.

Des milliers d'entreprises, surtout usaméricaines et européennes - environ 2 000 pour la seule Allemagne - sous-traitent des pièces plutôt simples : Porsche, VW, BMW, Schaeffler, Bosch et Leoni par exemple pour les câbles automobiles ; des groupes pharmaceutiques comme Bayer, BASF, Henkel, Ratiopharm et Wella font remplir et emballer leurs produits ; Arcelor Mittal, Siemens, Demag, Vaillant, Viessmann entretiennent des filiales de montage et de vente. Les salaires y atteignent deux à trois euros, soit plus que le salaire minimum, mais encore plus bas que dans les pays voisins de l'UE, la Hongrie, la Pologne et la Roumanie.

C'est pourquoi les sites ukrainiens sont étroitement reliés aux sites des mêmes entreprises dans ces pays voisins de l'UE, où les salaires minimums légaux sont supérieurs à 3 euros et inférieurs à 4 euros. Mais ce réseau est tout aussi valable avec les pays voisins encore plus pauvres que sont la Moldavie, la Géorgie et l'Arménie, qui ne sont pas membres de l'UE. Des filiales y sont également exploitées. Dans le cadre du « voisinage oriental » organisé par l'UE, toutes les différences de qualification et de salaire sont exploitées, avec l'Ukraine comme porte de sortie.

Fuite de cerveaux, par Sergii Fedko

Des millions de travailleurs migrants

Cette exploitation sélective des avantages liés à la localisation par les capitalistes occidentaux n'a pas conduit au développement économique, bien au contraire. L'Ukraine s'est appauvrie sur le plan économique. La majorité de la population est devenue plus pauvre et plus malade. La migration de travail est une réaction de masse.

Elle a commencé très tôt. Jusqu'à la fin des années 1990, plusieurs centaines de milliers d'Ukrainiens ont émigré en Russie. Les salaires n'étaient certes pas beaucoup plus élevés, mais l'occidentalisation excessive du mode de vie et le renchérissement du coût de la vie pour la nourriture, les loyers, la santé et les taxes d'État ne se répercutent pas en Russie.