Affichage des articles dont le libellé est Amos Harel. Afficher tous les articles
Affichage des articles dont le libellé est Amos Harel. Afficher tous les articles

25/11/2025

La última escalada en el Líbano sirve a los intereses de Netanyahu y cuenta con el aval de Trump

Amos Harel, Haaretz, 24-11-2025
Traducido por Tlaxcala

Washington está realizando un enorme esfuerzo para forjar una nueva realidad en el Líbano, y quizá considere que una demostración de seriedad por parte de Israel puede sacar las negociaciones del estancamiento. Pero los ataques israelíes también están relacionados con otros frentes – y parecen destinados a desviar la atención de los fracasos de Netanyahu.


Haret Hreik, 23 de noviembre: tras el asesinato selectivo israelí. Foto Ibrahim AMRO / AFP

La operación de asesinato en pleno centro de Beirut el domingo fue la acción israelí más contundente en el Líbano desde que entró en vigor un alto el fuego hace un año. Tras semanas de amenazas, la Fuerza Aérea mató a Haytham Ali Tabatabai, considerado jefe del Estado Mayor de Hezbolá. La mayoría del liderazgo de la organización, empezando por el ex secretario general Hassan Nasrallah, fue eliminada durante la guerra del otoño pasado.


“Alto el fuego” es un término relativo. En la práctica, Israel reanudó sus ataques casi desde el primer día, centrados principalmente en operativos de Hezbolá y en sistemas de armas desplegados al sur del río Litani. Durante el último año, casi 400 personas han muerto en ataques aéreos israelíes en el Líbano. La mayoría eran operativos militares de Hezbolá, pero en un ataque inusual la semana pasada, dirigido contra un objetivo militar de Hamas en el campo de refugiados de Ain al-Helueh cerca de Sidón, murieron 14 palestinos.

Los ataques israelíes apuntan a los esfuerzos de Hezbolá por redistribuir hombres armados e infraestructura militar en la zona de la que debía retirarse conforme al acuerdo de alto el fuego. Pero detrás de bastidores también parecen influir otras consideraciones.

Hasta este verano, había cierto optimismo en Jerusalén y Beirut sobre la situación en el Líbano. La impresión era que el nuevo gobierno libanés y el actual liderazgo del ejército libanés estaban dispuestos a enfrentarse a Hezbolá y decididos a continuar su desarme, un esfuerzo que recibió un impulso gracias a los éxitos de Israel durante la guerra.

Pero en los últimos meses, las evaluaciones se han vuelto más pesimistas. Los esfuerzos del ejército libanés se detuvieron y Hezbolá aceleró su rearme a ambos lados del Litani. En respuesta, Israel intensificó sus ataques, aunque Hezbolá no ha realizado hasta ahora ninguna acción contra Israel.

Tabatabai es uno de los últimos miembros veteranos del liderazgo militar de Hezbolá, entre los pocos que sobrevivieron a la guerra del año pasado. La decisión de matar a un hombre tan alto en la jerarquía señala que Israel está dispuesto a asumir riesgos, incluso si el precio es interrumpir el alto el fuego con varios días de enfrentamientos militares.

El equilibrio de fuerzas entre los bandos es distinto al de hace más de un año. Nasrallah y la mayoría del liderazgo militar de Hezbolá ya no están vivos, el arsenal de cohetes de la organización se ha reducido y su espíritu de combate aparentemente tampoco es el que era. Sin embargo, existe el riesgo de represalias por parte de Hezbolá.

El primer ministro Benjamin Netanyahu presumiblemente no habría decidido asumir este riesgo sin el apoyo total del presidente estadounidense Donald Trump. Los estadounidenses han estado realizando grandes esfuerzos para persuadir a ambas partes de avanzar en un plan para una nueva realidad en el Líbano; quizá, si el proceso diplomático se ha descarrilado, consideraron necesario un ejemplo letal de la seriedad de las intenciones israelíes.

Los acontecimientos del domingo en el Líbano también están relacionados con lo que ocurre en otros frentes. En Siria, la administración Trump intenta promover un acuerdo de normalización con Israel, pero en realidad se topa con objeciones de Netanyahu. Además, Israel está preocupado por el despliegue militar de Hamas en las zonas de Tiro y Sidón. Hamas podría utilizar este despliegue para ejercer presión mientras los estadounidenses intentan hacer cumplir el alto el fuego en la Franja de Gaza.

Pero, como suele ocurrir con Netanyahu, tampoco se puede ignorar la conveniencia política de estos movimientos para él. No es casual que haya aumentado la tensión con el gobierno sirio mediante una visita provocadora al lado sirio de los Altos del Golán la semana pasada. La operación en Beirut tampoco parece desvinculada de tal tipo de cálculos, y lo mismo ocurre con la fricción constante en Gaza.

El hecho de que haya llamas de diversa intensidad ardiendo en varios frentes ayuda a Netanyahu a controlar la conversación pública y a preparar el clima que desea para la campaña electoral próxima. También le proporciona múltiples excusas para retrasar aún más su juicio penal.

Puede seguir jurando que ha aprendido las lecciones del ataque de Hamas del 7 de octubre de 2023 y que por eso adopta una postura tan agresiva y combativa. Pero en la práctica, no parece que sus decisiones se tomen únicamente por razones sustantivas de seguridad.

Una bomba para la cúpula de las FDI

En las horas antes y después del ataque en Beirut, el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, estaba absorto en otro asunto: una serie de medidas de mando dirigidas contra altos oficiales de las FDI, en el contexto de las conclusiones del comité Turgeman sobre los fallos del 7 de octubre. El comité, presidido por el general de división (ret.) Sami Turgeman, examinó los principales informes militares y evaluó su calidad. Su informe, entregado a principios de noviembre, incluye recomendaciones generales y explícitas, así como recomendaciones personales contra más de diez oficiales implicados en la toma de decisiones en los días previos al ataque de Hamas contra el Néguev occidental y el día de la masacre.

Turgeman lanzó una bomba al escritorio de Zamir, dado que las medidas de mando no formaban parte oficialmente del mandato del comité. Zamir no estaba inicialmente dispuesto a abordar este asunto, dada la carga que la guerra impone a las FDI y las cicatrices dejadas por las masacres. Es difícil que el jefe del Estado Mayor salga bien librado de este episodio. Muchos oficiales creen haber sido perjudicados. Por otro lado, hay familias en duelo que no quedarán satisfechas con las medidas tomadas, y el Consejo del 7 de Octubre, que agrupa a cientos de ellas, está justificado al exigir una comisión estatal independiente de investigación.

Las medidas anunciadas en la noche del domingo fueron, en definitiva, bastante severas: expulsión del servicio de reserva de tres generales mayores que están en proceso de retiro, y reprimendas de mando para otros tres que aún están en servicio. Medidas similares – expulsión de la reserva, reprimendas de mando e incluso destitución del servicio activo – se adoptaron contra varios otros oficiales de alto rango, desde teniente coronel hasta general de brigada, en Inteligencia Militar y el Mando Sur.

Las decisiones coincidieron casi por completo con las recomendaciones de Turgeman. En cambio, la decisión de Zamir de centrarse en la responsabilidad de los oficiales relevantes el 7 de octubre impidió que se tomaran medidas de mando contra el general de división Eliezer Toledano, quien fue comandante del sur hasta tres meses antes del estallido de la guerra. Toledano, al igual que la mayoría de los otros implicados, ya se había retirado de las FDI durante la guerra.

La principal dificultad de Zamir durante meses ha sido con el jefe de Inteligencia Militar, el general de división Shlomi Binder. La brigada operativa que él comandaba el 7 de octubre formó parte del fracaso de las FDI en prepararse con antelación y responder eficazmente a la invasión de Hamas en el Néguev occidental. Pero como jefe de Inteligencia Militar, Binder es muy estimado por Zamir y esencial para sus próximos movimientos, tras haber destacado en el liderazgo de la Inteligencia Militar en las guerras del Líbano y de Irán.

Zamir no tiene un candidato adecuado para suceder a Binder si decidiera traducir la reprimenda en una retirada inmediata, o si el primer ministro Benjamin Netanyahu y el ministro de Defensa Israel Katz intentaran forzar su salida. Finalmente, se acordó que Binder recibiría una reprimenda de mando y no permanecería en las FDI después de completar su mandato como jefe de Inteligencia Militar. Este compromiso le permitirá finalizar su periodo.

Adoptar medidas severas contra los implicados es un paso bienvenido en vista de la gravedad del fallo, y llega con gran retraso – más de dos años después de la masacre. Si Zamir quiere intentar reconstruir la confianza pública en el ejército, gravemente dañada, este es uno de los dos pasos que debe tomar. El otro consiste en abrir un verdadero proceso de implementación de las lecciones de la guerra, un proceso que nunca ha comenzado realmente.

Pero desde una perspectiva política, aún no está claro si Zamir ha tenido éxito. En apariencia, Netanyahu tiene buenas razones para estar satisfecho: el fuego vuelve a dirigirse contra las FDI, y él se cuida mucho de no expresar ninguna sensación de responsabilidad o culpa por la masacre que ocurrió bajo su mandato como primer ministro prácticamente eterno.

Quizá la marcada diferencia entre las medidas – aunque tardías – adoptadas contra los oficiales, por un lado, y la conducta de Netanyahu, por otro, vuelva a intensificar la demanda de establecer una comisión estatal de investigación como cuestión clave en la próxima campaña electoral. La oposición, de hecho, empieza a centrarse en esta injusticia escalofriante.

 

 

La dernière escalade au Liban sert les intérêts de Netanyahou et bénéficie de l’appui de Trump

 

Amos Harel, Haaretz, 24/11/2025
Traduit par Tlaxcala

Washington déploie un immense effort pour forger une nouvelle réalité au Liban et estime peut-être qu’une démonstration de sérieux de la part d’Israël peut sortir les négociations de l’impasse. Mais les attaques israéliennes sont également liées à d’autres fronts – et semblent viser à détourner l’attention des échecs de Netanyahou.


L’opération d’assassinat au cœur de Beyrouth dimanche a constitué l’action israélienne la plus brutale au Liban depuis l’entrée en vigueur d’un cessez-le-feu il y a un an. Après des semaines de menaces, l’armée de l’air a tué Haytham Ali Tabatabai, qualifié de chef d’état-major du Hezbollah. La plupart des dirigeants de l’organisation, à commencer par l’ancien secrétaire général Hassan Nasrallah, ont été tués lors de la guerre de l’automne dernier.

« Cessez-le-feu » est un terme relatif. Dans la pratique, Israël a repris ses attaques presque dès le premier jour, visant principalement des opérateurs du Hezbollah et des systèmes d’armes déployés au sud du fleuve Litani. Au cours de l’année écoulée, près de 400 personnes ont été tuées dans les frappes israéliennes au Liban. La plupart étaient des combattants du Hezbollah, mais lors d’une frappe inhabituelle la semaine dernière, visant une cible militaire du Hamas dans le camp de réfugiés d’Aïn El Heloueh près de Sidon, 14 Palestiniens ont été tués.

Haret Hreik, 23 novembre : après l'assassinat ciblé israélien. Photo Ibrahim AMRO / AFP


Les frappes israéliennes visent les efforts du Hezbollah pour redéployer des hommes armés et une infrastructure militaire dans la zone que l’organisation était censée évacuer en vertu de l’accord de cessez-le-feu. Mais en coulisses, d’autres considérations semblent également entrer en jeu.

Jusqu’à cet été, un certain optimisme régnait à Jérusalem et à Beyrouth quant à la situation au Liban. L’impression était que le nouveau gouvernement libanais et l’actuelle direction de l’armée libanaise étaient prêts à affronter le Hezbollah et déterminés à poursuivre son désarmement, un effort renforcé par les succès d’Israël durant la guerre.

Mais ces derniers mois, les évaluations sont devenues plus pessimistes. Les efforts de l’armée libanaise ont cessé, et le Hezbollah a accéléré ses tentatives de se réarmer des deux côtés du Litani. En réponse, Israël a intensifié ses attaques, même si le Hezbollah s’est jusqu’à présent abstenu de toute attaque contre Israël.

Tabatabai est l’un des derniers membres vétérans de la direction militaire du Hezbollah, parmi les rares à avoir survécu à la guerre de l’an dernier. La décision de tuer un homme aussi haut placé signale qu’Israël est prêt à prendre des risques, même si cela implique de rompre le cessez-le-feu avec plusieurs jours d’affrontements militaires.

Le rapport de forces entre les deux parties n’est plus le même qu’il y a plus d’un an. Nasrallah et la plupart des dirigeants militaires du Hezbollah ne sont plus en vie, les stocks de roquettes de l’organisation ont diminué et son moral de combat semble également en baisse. Néanmoins, il existe un risque de représailles du Hezbollah.

Netanyahou n’aurait vraisemblablement pas pris ce risque sans l’appui total deTrump. Les USAméricains déploient de grands efforts pour convaincre les deux parties d’avancer vers un plan pour une nouvelle réalité au Liban ; peut-être, si le processus diplomatique est effectivement enlisé, ont-ils estimé qu’un exemple létal de la détermination d’Israël était nécessaire.

Les développements de dimanche au Liban sont également liés à ce qui se passe sur d’autres fronts. En Syrie, l’administration Trump tente de promouvoir un accord de normalisation avec Israël, mais se heurte à des objections de Netanyahou. En outre, Israël s’inquiète du déploiement militaire du Hamas dans les régions de Tyr et Sidon. Ce déploiement pourrait être utilisé par le Hamas pour exercer une contre-pression alors que les USAméricains tentent de faire respecter le cessez-le-feu dans la bande de Gaza.

Mais, comme souvent avec Netanyahou, il est impossible d’ignorer l’utilité politique de ces actions pour lui. Ce n’est pas un hasard s’il a ravivé les tensions avec le gouvernement syrien par une visite provocatrice du côté syrien du Golan la semaine dernière. L’opération à Beyrouth ne semble pas non plus étrangère à ce type de calculs, et il en va de même pour les frictions régulières à Gaza.

Le fait que des foyers de tension plus ou moins intenses brûlent sur plusieurs fronts aide Netanyahou à contrôler la conversation publique et à créer l’état d’esprit qu’il souhaite pour la prochaine campagne électorale. Cela lui fournit également une multitude d’excuses pour retarder encore son procès pénal.

Il peut continuer à affirmer avoir tiré les leçons de l’attaque du Hamas le 7 octobre 2023 et que c’est pour cette raison qu’il adopte une ligne agressive et combative. Mais en pratique, ses décisions ne semblent pas motivées uniquement par des considérations de sécurité.

Une bombe pour l’état-major de Tsahal

Dans les heures qui ont précédé et suivi la frappe de Beyrouth, le chef d’état-major de Tsahal Eyal Zamir était absorbé par un autre dossier : une série de mesures de commandement visant des officiers supérieurs de Tsahal, dans le contexte des conclusions du comité Turgeman sur les défaillances du 7 octobre. Le comité, présidé par le général de division (rés.) Sami Turgeman, a examiné les principaux briefings militaires et évalué leur qualité. Son rapport, déposé début novembre, comprend des recommandations générales et explicites, ainsi que des recommandations personnelles contre plus de dix officiers impliqués dans la prise de décision dans les jours précédant l’attaque du Hamas sur le Néguev occidental et le jour du massacre.

Turgeman a déposé une bombe dans le bureau de Zamir, étant donné que des mesures de commandement ne faisaient pas officiellement partie du mandat du comité. Zamir n’était pas initialement désireux de traiter ce dossier, compte tenu du poids que la guerre fait peser sur Tsahal et des cicatrices laissées par les massacres. Il est difficile pour le chef d’état-major de sortir indemne de cet épisode. Beaucoup d’officiers estiment avoir été lésés. Inversement, des familles endeuillées ne seront pas satisfaites des mesures prises, et le Conseil du 7 octobre, qui regroupe des centaines d’entre elles, est fondé à exiger une commission d’enquête d’État indépendante.

Les mesures annoncées dimanche soir ont finalement été assez sévères : suspension du service de réserve pour trois généraux majors en instance de retraite, et réprimandes de commandement pour trois autres toujours en service. Des mesures similaires – suspension de la réserve, réprimandes de commandement et même renvoi du service actif – ont été prises contre plusieurs autres officiers supérieurs, du grade de lieutenant-colonel à celui de général de brigade, au sein du renseignement militaire et du commandement sud.

Les décisions correspondent de très près aux recommandations de Turgeman. En revanche, la décision de Zamir de se concentrer sur la responsabilité des officiers en poste le 7 octobre a empêché la prise de mesures contre le général de division Eliezer Toledano, qui était commandant du sud jusqu’à trois mois avant le déclenchement de la guerre. Toledano, comme la plupart des autres impliqués, avait déjà pris sa retraite durant la guerre.

La principale difficulté de Zamir depuis des mois concerne le chef du renseignement militaire, le général de division Shlomi Binder. La brigade opérationnelle qu’il commandait le 7 octobre était partie prenante dans l’échec de Tsahal à se préparer et à répondre efficacement à l’invasion du Hamas dans le Néguev occidental. Mais en tant que chef du renseignement militaire, Binder est très apprécié de Zamir et essentiel pour ses orientations futures, après avoir excellé dans la direction du renseignement militaire durant les guerres au Liban et en Iran.

Zamir n’a pas de candidat adéquat pour succéder à Binder s’il devait traduire la réprimande en un départ immédiat, ou si Netanyahou et le ministre de la Défense Israel Katz tentaient de pousser à sa sortie. Il a finalement été décidé que Binder recevrait une réprimande de commandement et ne resterait pas dans Tsahal à l’issue de son mandat à la tête du renseignement militaire. Ce compromis lui permettra d’aller au bout de son mandat.

Prendre des mesures sévères contre les responsables constitue une étape bienvenue au regard de la gravité de la défaillance, même si elle intervient très tard – plus de deux ans après le massacre. Si Zamir souhaite tenter de reconstruire la confiance du public israélien envers l’armée, fortement ébranlée, il doit accomplir cette étape, l’une des deux essentielles. L’autre consiste à ouvrir un véritable processus de mise en œuvre des leçons de la guerre, un processus qui n’a jamais réellement commencé.

Mais d’un point de vue politique, il n’est pas encore clair si Zamir a réussi. En apparence, Netanyahou a de bonnes raisons d’être satisfait : le feu est de nouveau dirigé contre Tsahal, et il prend soin de n’exprimer aucun sentiment de responsabilité ou de culpabilité pour le massacre qui s’est produit sous sa surveillance de premier ministre quasi-éternel.

Peut-être que la différence flagrante entre les mesures tardives prises contre les officiers, d’une part, et la conduite de Netanyahou, de l’autre, intensifiera à nouveau la demande d’établissement d’une commission d’enquête d’État comme enjeu central de la prochaine campagne électorale. L’opposition commence effectivement à concentrer son attention sur cette injustice accablante.

08/08/2025

AMOS HAREL
El plan de Netanyahu para la toma de control de la Ciudad de Gaza pone a Israel en la senda de una guerra perpetua

La ampliación de los combates en Gaza solo ha empeorado la situación de Israel, y la única solución del primer ministro es adentrarse aún más en el atolladero. Mientras tanto, sus ministros ya están tratando de normalizar las inevitables bajas militares y la muerte inminente de los rehenes.

Amos Harel, Haaretz, 8-8-2025

Traducido por Tlaxcala

 

Una bandera israelí dañada en Gaza, vista desde el lado israelí de la frontera entre Israel y Gaza, el 7 de agosto de 2025. Foto Amir Cohen / REUTERS

La crisis entre el primer ministro Benyamin Netanyahu y el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel, Eyal Zamir, sobre la siguiente fase de la guerra en la Franja de Gaza es aún peor de lo que han informado los medios de comunicación esta semana.

Es más difícil que nunca saber qué pretende realmente Netanyahu: en esta etapa, no solo porque mantiene abiertas todas sus opciones, sino porque no se detendrá ante nada. Sin embargo, la tensión entre ambos es real.

Netanyahu puede tener otros objetivos (apaciguar al ala mesiánica de derecha de su coalición gobernante; disuadir a Hamás), pero actualmente parece centrado en persuadir al ejército para que se prepare para una ocupación total o casi total de Gaza.

En la madrugada del viernes, tras una reunión maratoniana, el gabinete aprobó el plan de Netanyahu para preparar la toma de control de la ciudad de Gaza. Zamir cree que esto sería desastroso. No es inconcebible que se vea obligado a dimitir, o que sea destituido, debido a la disputa, lo que provocaría numerosos terremotos secundarios en las FDI.

El conflicto entre ambos hombres se deriva directamente del estancamiento de la guerra. A lo largo de esta guerra, la más larga de la historia de Israel, los partidarios de Netanyahu han afirmado que está aplicando una estrategia ordenada que ha obtenido importantes logros (Irán, Líbano, Siria, los golpes asestados a Hamás) a pesar de los contratiempos sufridos. Pero, en la práctica, ha sumido a Israel en graves dificultades.

Entre mayo y julio, hubo una oportunidad de alcanzar al menos un acuerdo parcial con Hamás para la liberación de los rehenes, algo que Netanyahu afirmaba querer. Pero su decisión de ampliar la guerra lanzando en mayo una amplia operación terrestre, conocida como Operación Carros de Gedeón, después de haber violado unilateralmente un alto el fuego, no dio los resultados que él y el ejército habían esperado.

Fue entonces cuando comenzó el fiasco de la ayuda. La Fundación Humanitaria de Gaza, con sede en USA, no cumplió los ambiciosos objetivos que se había fijado en cuanto a la distribución de la ayuda a los habitantes de Gaza —algo previsible desde el principio— y el fin del control de Hamás sobre la ayuda no doblegó a la organización. Al contrario, se produjo una nueva catástrofe humanitaria en Gaza, aún peor que las anteriores. Los propagandistas propalestinos la amplificaron aún más mediante un aluvión de engaños y guerra psicológica.[sic]

La imagen de Israel en el extranjero se desplomó aún más, el gobierno usamericano ejerció presión y, hace dos semanas, Netanyahu se vio obligado a abrir las puertas de Gaza e inundar el enclave con ayuda, en contra de todas sus declaraciones anteriores. Sin embargo, el daño causado a la población de Gaza fue tan grande que llevará mucho tiempo repararlo. Y ni siquiera hablemos de la actitud de la comunidad internacional hacia Israel. Lo que vivieron los turistas israelíes en Grecia fue solo el comienzo. El número de advertencias sobre posibles ataques contra israelíes y judíos en el extranjero se está disparando.

Esta semana nos hemos enterado de que el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, que hace dos meses intentó denegar la asignación de 700 millones de shekels (175 millones de euros) para garantizar los centros de distribución de ayuda de la GHF, ahora está asignando sin pestañear otros 3000 millones de shekels al proyecto. «No me interesan los palestinos, pero sí destruir Hamás», explicó. Y mientras tanto, los habitantes de Gaza que intentan desesperadamente conseguir comida para sus familias en los escasos centros de distribución siguen muriendo, por disparos o pisoteados.


Un niño palestino come tahini crudo cerca de un punto de distribución del GHF el sábado. Foto Eyad Baba/AFP

A mediados de julio, antes de que estallara la crisis alimentaria, parecía que se estaba llegando a un acuerdo parcial sobre los rehenes. Israel hizo mucho ruido sobre la ocupación de dos corredores en la región de Morag, en el sur de Gaza, con el fin de poder cederlos en el acuerdo. Los altos cargos de Defensa se mostraban cautelosamente optimistas, como si el alto el fuego inicial de 60 días que se estaba negociando fuera a dar lugar esta vez a un plan más amplio para poner fin a la guerra. Pero Hamás no tardó en comprender las nuevas circunstancias y, desde entonces, no ha mostrado ningún signo de flexibilidad en las negociaciones. Incluso añadió dos exigencias: la liberación de los miembros capturados de su fuerza de élite Nukhba, responsable de la masacre del 7 de octubre, y el aplazamiento de la liberación del último rehén hasta que haya comenzado la reconstrucción de Gaza. Empezó a insistir en la necesidad de reconstruir Gaza, en parte para señalar su intención de seguir formando parte del Gobierno del territorio.

Estas exigencias enfurecieron tanto a Netanyahu como al presidente Trump, y llevaron las negociaciones a un punto muerto. En la práctica, toda la guerra está estancada. Las negociaciones se han suspendido, los negociadores israelíes han sido retirados de Qatar y los combates en Gaza están más estancados que nunca debido a la crisis humanitaria y a la falta de una decisión sobre el futuro del ejército. Por utilizar una analogía deportiva, Netanyahu prefiere ir por la banda que por el centro. No busca una victoria rápida. Quiere dejar abiertas tantas alternativas como sea posible y ganar tiempo, evitando al mismo tiempo cualquier amenaza a su coalición gubernamental.


Netanyahu abraza a Eyal Zamir, en el cuartel general de defensa de Kirya, en Tel Aviv, a finales de junio. Foto Maayan Toaf/GPO

La falta de avances abre la puerta a una crisis con los altos mandos del ejército israelí que implique debilitar al ejército y abusar del jefe del Estado Mayor. Al igual que la «ciudad humanitaria» de Rafah, que nunca se materializó, o el plan de emigración de Gaza, que hasta ahora no ha llegado a ninguna parte, una crisis de este tipo da a los medios de comunicación un nuevo tema del que hablar. La tensa espera de reuniones decisivas y las filtraciones distraen un poco la atención de los fracasos del gobierno: la prolongación de una guerra sin objetivos, los gritos de las familias de los rehenes, el escandaloso proyecto de ley para legalizar la exención del servicio militar de los ultraortodoxos y la mala actuación de los ministros. Mientras tanto, el tiempo pasa y el gobierno sobrevive.

Una guerra perpetua también podría ayudar a Netanyahu a alcanzar su segundo objetivo: asegurar su victoria en las próximas elecciones, aunque todas las encuestas pronostican su derrota. Esto se lograría socavando sistemáticamente el proceso democrático bajo el pretexto de la guerra y sus necesidades.

Zamir tampoco tiene buenas soluciones para la crisis que se ha creado. La ofensiva terrestre de mayo no logró su objetivo y, en opinión de Zamir, eso se debe a que el gobierno no aprovechó sus logros para la diplomacia. Ahora, al carecer de capacidad para obligar a Hamás a firmar un acuerdo, Israel está improvisando soluciones alternativas. Zamir ha aprovechado el respiro en los combates para reducir las tropas en Gaza. El ejército también ha tomado medidas para reducir la carga de los reservistas este año y ha puesto fin a su política de prolongar automáticamente el servicio de los soldados reclutas mediante órdenes de movilización de emergencia.

Normalización del abandono

El enfrentamiento con Netanyahu se intensificó tras un reportaje del veterano periodista Nahum Barnea publicado el viernes pasado en el periódico de gran tirada Yedioth Ahronoth. Barnea escribió que Zamir estaba considerando la posibilidad de dimitir si los responsables políticos le obligaban a conquistar toda la Franja de Gaza. La oficina del primer ministro, siguiendo su costumbre, intentó presionar al jefe del Estado Mayor para que se desvinculase del informe, pero Zamir se negó, aunque el titular inequívoco del artículo aparentemente le sorprendió en cierta medida.

Las razones de la frustración de Zamir son comprensibles: el gabinete de seguridad casi nunca se reúne (en su lugar, hay reuniones de los jefes de las facciones del Knesset, un foro desprovisto de autoridad legal); las reuniones personales entre Zamir y el primer ministro son escasas y esporádicas; y la guerra se está librando al estilo salami, sin que se haya establecido una política clara.


Una simpatizante de los rehenes secuestrados el 7 de octubre de 2023, sostiene carteles mientras participa en una protesta para exigir la liberación inmediata de los rehenes y el fin de la guerra en Tel Aviv, Israel, el 7 de agosto de 2025. Foto Ammar Awad/ REUTERS

Mientras tanto, la familia Netanyahu ha lanzado una ofensiva contra Zamir. Mientras el padre alza la voz en los pasillos, el hijo y la madre actúan según sus métodos: a través de las redes sociales y filtraciones a los medios de comunicación. Yair Netanyahu tuiteó acusaciones infundadas contra el jefe de Estado mayor, en el sentido de que estaba planeando un golpe militar, y se desvinculó de la responsabilidad de su padre por el nombramiento de Zamir (de hecho, el primer ministro declaró con orgullo en la ceremonia de nombramiento en marzo que era la tercera vez que quería a Zamir para el cargo).

Sara Netanyahu fue citada diciendo que había advertido a su marido que no nombrara a Zamir, porque no sería capaz de soportar la presión de los medios de comunicación. Como en una república bananera, la prensa informó de que Netanyahu padre quería a Zamir, pero que la madre y el hijo presionaron para que se nombrara al general David Zini, que entretanto ha sido nombrado jefe del servicio de seguridad Shin Bet, una decisión peligrosa.

Esta semana, corresponsales diplomáticos y militares recibieron filtraciones detalladas —de una forma que plantea dudas sobre la seriedad de la discusión— sobre los planes que exige Netanyahu: la conquista de la ciudad de Gaza y los campos de refugiados en el centro de la Franja. Se trata de dos de los tres enclaves en los que las FDI han obligado a la población palestina a refugiarse y donde se encuentran los rehenes israelíes (el tercero es la zona de Mauasi, en la costa sur de la Franja).

Altos mandos del ejército israelí advirtieron de que esto requeriría una operación terrestre de varios meses y acciones para peinar la zona y purgarla de terroristas, lo que podría llevar hasta dos años. La operación requeriría entre cuatro y seis divisiones, lo que supondría un número astronómico de días adicionales de servicio de reserva. Y la intención es seguir empujando a la población por la fuerza hacia la sección sur de la Franja, mientras se intenta obligarla a emigrar.

Zamir, por el contrario, propuso rodear los enclaves actuales, ejercer presión militar sobre ellos desde el exterior e intentar desgastar a Hamás, sin poner en peligro la vida de los rehenes. Tampoco parece una solución ganadora.

Trump, al parecer, ha dado luz verde a Netanyahu para ampliar la operación en Gaza, siempre que las fuerzas actúen con rapidez, sin permanecer allí innecesariamente.

Al mismo tiempo, obligó al primer ministro a permitir la entrada de la ayuda. Por el momento, Netanyahu, con el respaldo de Trump, está luchando por una operación a gran escala, a pesar de los riesgos. También está comprando ideas irresponsables que se expresan en su entorno: que después de ocupar la ciudad de Gaza, sería posible gestionar la distribución de alimentos allí a través de los clanes locales.

Aún así, hay una salida: si el primer ministro evita presentar un calendario rígido, siempre es posible falsear el ritmo de ejecución y esperar que, mientras tanto, surja otra solución con la ayuda de la amenaza militar.

Los servidores del primer ministro, los ministros y los diputados, están ocupados normalizando la guerra y preparando el terreno para que la opinión pública acepte abandonar a los rehenes a la muerte. Se empieza afirmando que los civiles secuestrados en sus casas y en el festival de música Nova son en realidad «prisioneros de guerra», soldados capturados que deben esperar a que termine la guerra, en una fecha desconocida en el futuro, para ser devueltos, y se termina silenciando a las familias de los rehenes en el Knesset.

Zamir tiene una clara ventaja: el ejército sigue respaldándolo. La mayoría absoluta de los oficiales cree en él y en sus consideraciones. Netanyahu, cuyos partidarios barajan hipótesis de destitución y sustitución, deberá tenerlo en cuenta. La combinación del peligro para la vida de los soldados y los rehenes, junto con la confrontación pública entre el primer ministro y el jefe del Estado Mayor, podría inclinar la opinión pública en contra de Netanyahu.


Reservistas en Gaza, en marzo. Foto Portavoz de las FDI

Si Zamir hace lo que hizo Eli Geva en la guerra del Líbano de 1982 —como comandante de la 211ª Brigada Blindada, dimitió del ejército en protesta por la guerra—, entraremos en territorio desconocido. Es probable que esto provoque un mayor rechazo al servicio, especialmente entre las unidades de reserva, y que finalmente surja un nuevo movimiento de las Cuatro Madres, eficaz y más vociferante, como el que surgió en 1997 contra la guerra del Líbano.

El verdadero estado del ejército, que lleva 22 meses luchando en Gaza, se puede deducir de una publicación de un mayor de la reserva, comandante de una unidad que maneja maquinaria pesada. «En las últimas tres semanas he experimentado de cerca la profundidad del problema», escribió. «La falta de organización, la incertidumbre y la ausencia de un objetivo operativo claro son sentimientos que se repiten en todos los ámbitos... El resultado sobre el terreno: las fuerzas se mueven sin contexto, sin continuidad y sin un objetivo claro. Las tropas de combate también lo sienten, no solo por la carga, sino por una sensación de total desprecio operativo».

Cuando las cosas se dicen con claridad, y no a través de fuentes anónimas, los medios de comunicación se ven obligados a informarlas de manera directa. Pero la mayoría de las veces se dedican a difuminar los acontecimientos de Gaza bajo una espesa capa de patriotismo, camaradería guerrera y edulcoramiento.

6 de agosto de 2025: una niña palestina frente al Centro de Salud Sheikh Radwan, en el norte de la ciudad de Gaza, tras su destrucción en un ataque nocturno. Foto: Omar Al-Qattaa/AFP.

AMOS HAREL
Le plan de Netanyahou pour prendre le contrôle de la Ville de Gaza engage fermement Israël sur la voie d’une guerre perpétuelle

L’intensification des combats à Gaza n’a fait qu’aggraver la situation d’Israël, et la seule solution du Premier ministre est de s’enfoncer encore davantage dans le bourbier Pendant ce temps, ses ministres tentent déjà de normaliser les inévitables pertes militaires et la mort imminente des otages

Amos Harel, Haaretz, 8/8/2025
Traduit par Tlaxcala


Un drapeau israélien endommagé flotte sur Gaza, vu depuis le côté israélien de la frontière entre Israël et Gaza, le 7 août 2025. Photo : Amir Cohen / REUTERS

La crise entre le Premier ministre Benjamin Netanyahou et le chef d’état-major des Forces de défense israéliennes, Eyal Zamir, au sujet de la prochaine phase de la guerre dans la bande de Gaza est encore plus grave que ce que les médias ont rapporté cette semaine.

Il est plus difficile que jamais de savoir ce que Netanyahou a vraiment l’intention de faire : à ce stade, non seulement parce qu’il garde toutes ses options ouvertes, mais aussi parce qu’il est prêt à tout. Néanmoins, la tension entre les deux hommes est réelle.

Netanyahou a peut-être d’autres objectifs (apaiser l’aile messianique de droite de sa coalition gouvernementale, dissuader le Hamas), mais il semble actuellement se concentrer sur la persuasion de l’armée de se préparer à une occupation totale ou quasi totale de Gaza.

Tôt vendredi matin, après une réunion marathon, le cabinet a approuvé le plan de Netanyahou visant à préparer la prise de contrôle de la ville de Gaza. Zamir pense que cela serait désastreux. Il n’est pas inconcevable qu’il soit poussé à démissionner, ou licencié, en raison de ce différend, ce qui provoquerait de nombreux séismes secondaires au sein de l’armée israélienne.

Le conflit entre les deux hommes découle directement de l’impasse dans laquelle se trouve la guerre. Tout au long de cette guerre, la plus longue de l’histoire d’Israël, les partisans de Netanyahou ont affirmé qu’il mettait en œuvre une stratégie ordonnée qui avait permis d’obtenir des résultats importants (Iran, Liban, Syrie, coups portés au Hamas) malgré quelques accrocs en cours de route. Mais dans la pratique, il a plongé Israël dans de graves difficultés.

De mai à juillet, il y avait une possibilité de parvenir à un accord au moins partiel avec le Hamas sur la libération des otages, ce que Netanyahou prétendait vouloir. Mais sa décision d’étendre la guerre en lançant une vaste opération terrestre en mai, connue sous le nom d’opération « Les chars de Gédéon », après avoir violé unilatéralement un cessez-le-feu, n’a pas donné les résultats escomptés par lui-même et l’armée.

C’est également à ce moment-là que le fiasco de l’aide humanitaire a commencé. La Gaza Humanitarian Foundation, basée aux USA, n’a pas atteint les objectifs ambitieux qui lui avaient été fixés en matière de distribution de l’aide aux Gazaouis – ce qui était prévisible dès le départ – et la fin du contrôle du Hamas sur l’aide n’a pas mis l’organisation à genoux. Au contraire, une nouvelle catastrophe humanitaire s’est développée à Gaza, pire encore que celles qui l’ont précédée. Les propagandistes propalestiniens l’ont ensuite amplifiée par un flot de mensonges et de guerre psychologique.[sic]

La position d’Israël à l’étranger s’est encore détériorée, le gouvernement usaméricain a exercé des pressions et, il y a deux semaines, Netanyahou a été contraint d’ouvrir les portes de Gaza et d’inonder l’enclave d’aide, contrairement à toutes ses déclarations précédentes. Pourtant, les dommages causés à la population de Gaza sont si importants qu’il faudra beaucoup de temps pour les réparer. Et ne parlons même pas de l’attitude de la communauté internationale envers Israël. Ce que les touristes israéliens ont vécu en Grèce n’était qu’un début. Le nombre d’alertes concernant des attaques potentielles contre des Israéliens et des Juifs à l’étranger est en forte augmentation.

Cette semaine, nous avons appris que le ministre des Finances Bezalel Smotrich, qui avait tenté il y a deux mois de refuser l’allocation de 700 millions de shekels (175 millions d’euros) pour sécuriser les centres de distribution de l’aide de la GHF, alloue désormais sans sourciller 3 milliards de shekels supplémentaires à ce projet. « Les Palestiniens ne m’intéressent pas, mais détruire le Hamas, oui », a-t-il expliqué. Pendant ce temps, les Gazaouis qui tentent désespérément d’obtenir de la nourriture pour leurs familles dans les rares centres de distribution continuent de mourir, sous les balles ou piétinés à mort.


Un garçon palestinien mange du tahini cru près d’un centre de distribution de la GHF samedi. Photo Eyad Baba/AFP

À la mi-juillet, avant que la crise alimentaire n’éclate, un accord partiel sur les otages semblait proche. Israël a fait grand cas de l’occupation de deux couloirs dans la région de Morag, au sud de Gaza, afin de pouvoir les céder dans le cadre de l’accord. Les hauts responsables de la défense se montraient prudemment optimistes, comme si le cessez-le-feu initial de 60 jours en discussion allait cette fois déboucher sur un plan plus large pour mettre fin à la guerre. Mais le Hamas a rapidement saisi la nouvelle donne et, depuis lors, il n’a montré aucun signe de flexibilité dans les négociations. Il a même ajouté deux exigences : la libération des membres capturés de sa force d’élite Nukhba, qui a perpétré le massacre du 7 octobre, et le report de la libération du dernier otage jusqu’au début de la reconstruction de Gaza. Il a commencé à mettre en avant la nécessité de reconstruire Gaza, en partie pour signaler son intention de rester au sein du gouvernement du territoire.

Ces exigences ont provoqué la colère de Netanyahou et du président Trump et ont conduit les négociations dans une impasse. En réalité, toute la guerre est au point mort. Les négociations ont été suspendues, les négociateurs israéliens ont été rappelés du Qatar et les combats à Gaza sont plus statiques que jamais en raison de la crise humanitaire et de l’absence de décision sur la suite des opérations militaires. Pour utiliser une analogie sportive, Netanyahou préfère jouer large plutôt que direct. Il ne cherche pas une victoire rapide. Il veut laisser ouvertes autant d’options que possible et gagner du temps tout en évitant toute menace pour sa coalition gouvernementale.


Netanyahou donne l'accolade à Eyal Zamir, au QG de la défense à Tel-Aviv, fin juin. Photo Maayan Toaf/GPO

L’absence de progrès ouvre la voie à une crise avec les hauts responsables de l’armée israélienne, qui pourrait se traduire par un affaiblissement de l’armée et des attaques contre le chef d’état-major. À l’instar de la « ville humanitaire » de Rafah qui n’a jamais vu le jour ou du plan d’émigration des Gazaouis qui n’aboutit à rien, une telle crise donnerait aux médias un nouveau sujet de discussion. L’attente tendue des réunions décisives et des fuites permet de détourner quelque peu l’attention des échecs du gouvernement : la prolongation d’une guerre sans objectif, les cris des familles des otages, le projet de loi scandaleux visant à légaliser l’exemption du service militaire pour les ultra-orthodoxes et les mauvaises performances des ministres. Pendant ce temps, le temps passe et le gouvernement survit.

Une guerre perpétuelle pourrait également aider Netanyahou à atteindre son deuxième objectif : assurer sa victoire aux prochaines élections, même si tous les sondages prédisent sa défaite. Pour ce faire, il suffirait de saper systématiquement le processus démocratique sous le couvert de la guerre et de ses nécessités.

Zamir n’a pas non plus de solution satisfaisante à la crise qui s’est créée. L’offensive terrestre de mai n’a pas atteint son objectif et, selon Zamir, c’est parce que le gouvernement n’a pas tiré parti de ses succès pour mener une diplomatie efficace. Aujourd’hui, incapable de contraindre le Hamas à signer un accord, Israël improvise des solutions alternatives. Zamir a profité de l’accalmie des combats pour réduire les effectifs militaires à Gaza. L’armée a également pris des mesures pour réduire la charge pesant sur les réservistes cette année et a mis fin à sa politique de prolongation automatique du service des soldats appelés sous les drapeaux par des ordres d’appel d’urgence.

Normalisation de l’abandon

Le conflit avec Netanyahou s’est intensifié à la suite d’un article publié vendredi dernier par le journaliste chevronné Nahum Barnea dans le quotidien à grand tirage Yedioth Ahronoth. Barnea a écrit que Zamir envisageait la possibilité de démissionner si les décideurs politiques l’obligeaient à conquérir toute la bande de Gaza. Le cabinet du Premier ministre, suivant son habitude, a tenté de faire pression sur le chef d’état-major pour qu’il se dissocie de l’article, mais Zamir a refusé, même si la formulation sans équivoque du titre l’a apparemment quelque peu surpris.

Les raisons de la frustration de Zamir sont compréhensibles : le cabinet de sécurité ne se réunit pratiquement jamais (à la place, il y a des réunions des chefs des factions de la Knesset, un forum dépourvu de toute autorité légale) ; les rencontres personnelles entre Zamir et le Premier ministre sont rares ; et la guerre est menée à la sauvette, sans qu’aucune politique claire ne soit définie.


Une sympathisante des otages capturés le 7 octobre 2023 brandit des pancartes lors d’une manifestation exigeant la libération immédiate des otages et la fin de la guerre, à Tel-Aviv le 7 août 2025. Photo Ammar Awad/ REUTERS

Pendant ce temps, la famille Netanyahou a lancé une offensive contre Zamir. Alors que le père fait entendre sa voix dans les coulisses, le fils et la mère agissent selon leurs méthodes : via les réseaux sociaux et des fuites dans les médias. Yair Netanyahou a tweeté des accusations infondées contre le chef d’état-major, affirmant qu’il préparait un coup d’État militaire, et s’est dissocié de la responsabilité de son père dans la nomination de Zamir (en réalité, le Premier ministre avait fièrement déclaré lors de la cérémonie de nomination en mars que c’était la troisième fois qu’il voulait Zamir à ce poste).

Sara Netanyahou aurait déclaré avoir averti son mari de ne pas nommer Zamir, car il ne serait pas capable de résister à la pression des médias. Comme dans une république bananière, la presse a rapporté que Netanyahou père voulait en fait Zamir, mais que la mère et le fils avaient fait pression pour la nomination du général David Zini, qui a entre-temps été nommé à la tête du service de sécurité Shin Bet – une décision dangereuse.

Cette semaine, des correspondants diplomatiques et militaires ont reçu des fuites détaillées – d’une manière qui soulève des doutes quant au sérieux de la discussion – sur les plans exigés par Netanyahou : la conquête de la ville de Gaza et des camps de réfugiés au centre de la bande de Gaza. Il s’agit de deux des trois enclaves dans lesquelles l’armée israélienne a contraint la population palestinienne à se réfugier et où sont détenus les otages israéliens (la troisième est la région de Mawasi, sur la côte sud de la bande de Gaza).

De hauts responsables de l’armée israélienne ont averti que cela nécessiterait une opération terrestre de plusieurs mois et des actions visant à passer la zone au peigne fin et à la purger de tout terroriste, ce qui pourrait prendre jusqu’à deux ans. L’opération nécessiterait quatre à six divisions, ce qui représente un nombre astronomique de jours de réserve supplémentaires. Et l’intention est de continuer à pousser la population par la force vers le sud de la bande de Gaza tout en essayant de la contraindre à émigrer. Zamir, en revanche, a proposé d’encercler les enclaves actuelles, d’exercer une pression militaire sur elles depuis l’extérieur et d’essayer d’épuiser le Hamas, sans mettre en danger la vie des otages. Cela ne semble pas non plus être une solution gagnante.

Trump semble avoir donné le feu vert à Netanyahou pour étendre l’opération à Gaza, à condition que les forces agissent rapidement, sans s’attarder inutilement sur place. Dans le même temps, il a contraint le Premier ministre à autoriser l’acheminement de l’aide. Pour l’instant, Netanyahou, avec le soutien de Trump, s’efforce de mener une opération de grande envergure, malgré les risques. Il adhère également à des idées irresponsables qui circulent dans son entourage, selon lesquelles, après avoir occupé la ville de Gaza, il sera possible de gérer la distribution de la nourriture sur place par le biais des clans locaux.

Il existe toutefois une issue : si le Premier ministre évite de présenter un calendrier rigide, il sera toujours possible de brouiller les pistes quant au rythme de mise en œuvre et d’espérer qu’entre-temps, une autre solution émergera grâce à la menace militaire.

Les serviteurs du Premier ministre, les ministres et les députés, s’affairent à normaliser la guerre et à préparer le terrain pour que l’opinion publique accepte d’abandonner les otages à la mort. Cela commence par l’affirmation que les civils qui ont été enlevés chez eux et lors du festival de musique Nova sont en réalité des « prisonniers de guerre », c’est-à-dire des soldats capturés qui doivent attendre la fin de la guerre, à une date inconnue, pour être libérés, et cela se termine par le silence imposé aux familles des otages à la Knesset.

Zamir a un avantage certain : l’armée est toujours derrière lui. La majorité absolue des officiers le croit et partage ses considérations. Netanyahou, dont les partisans envisagent des scénarios de destitution et de remplacement, devra en tenir compte. La combinaison du danger pour la vie des soldats et des otages et d’une confrontation publique entre le Premier ministre et le chef d’état-major pourrait faire basculer l’opinion publique contre Netanyahou.


Réservistes à Gaza, en mars. Photo porte-parole de l’armée israélienne

Si Zamir fait ce qu’Eli Geva a fait pendant la guerre du Liban en 1982 – en tant que commandant de la 211e brigade blindée, il avait démissionné de l’armée pour protester contre la guerre –, nous entrerons en territoire inconnu. Cela risque d’entraîner un refus plus important de servir, en particulier parmi les unités de réserve, et de voir enfin naître un nouveau mouvement des Quatre Mères, efficace et plus virulent, à l’image de celui qui avait vu le jour en 1997 contre la guerre au Liban.

L’état réel de l’armée, qui combat à Gaza depuis 22 mois, peut être déduit d’un message publié par un major de réserve, commandant d’une unité qui utilise du matériel de génie lourd. « Au cours des trois dernières semaines, j’ai pu constater de près la gravité du problème », écrit-il. « Le manque d’organisation, l’incertitude et l’absence d’objectif opérationnel clair – des sentiments qui reviennent dans tous les cadres... Le résultat sur le terrain : les forces se déplacent sans contexte, sans continuité et sans objectif clair. Les troupes de combat le ressentent également, non seulement dans la charge, mais aussi dans un sentiment de mépris total pour les opérations. »

Lorsque les choses sont clairement énoncées, et non par des sources anonymes, les médias sont obligés de les rapporter de manière directe. Mais la plupart du temps, ils s’efforcent de brouiller les événements à Gaza sous une épaisse couche de patriotisme, de camaraderie guerrière et d’édulcoration.

6 août 2025 : une fillette palestinienne devant le centre de santé Sheikh Radwan, dans le nord de la ville de Gaza, après sa destruction lors d'une frappe nocturne. Photo Omar Al-Qattaa/AFP

16/06/2025

AMOS HAREL
Trump tient Netanyahou à distance alors que le front intérieur israélien fait les frais de la guerre contre l’Iran

L’armée de l’air israélienne a endommagé des installations, tué des scientifiques et ralenti les capacités d’enrichissement d’uranium, mais chaque roquette iranienne qui atteint sa cible porte un coup dur, et ce nouveau front lointain pourrait nous faire oublier ceux qui sont retenus en otages juste à côté de chez nous.

Amos Harel, Haaretz, 16/6/2025

 Traduit par Fausto GiudiceTlaxcala

Trois jours après le début de la nouvelle guerre entre Israël et l’Iran, les règles du jeu commencent à se préciser. Pour l’instant, il s’agit avant tout d’une épreuve d’endurance et d’une course aux dégâts. Après avoir porté un coup d’envoi sévère et assuré sa supériorité aérienne dans l’ouest de l’Iran, Israël veut se garantir suffisamment de temps pour frapper efficacement le plus grand nombre possible de cibles gouvernementales, militaires et nucléaires, par ordre de priorité croissant.


Emad Hajjaj, Jordanie

Dans le même temps, l’Iran tente d’infliger des dommages d’une ampleur similaire sur le front intérieur israélien. Cette fois-ci, il n’hésite pas à viser des infrastructures et des installations militaires situées au cœur de zones civiles densément peuplées.

Comme les frappes israéliennes sont menées par des avions qui volent juste au-dessus des cibles, elles sont plus précises et plus meurtrières (à ce propos, il est presque amusant de se rappeler qu’il y a moins de deux ans, les studios de télévision de droite israéliens étaient remplis de porte-parole du gouvernement expliquant que l’armée de l’air n’était pas indispensable, en raison de leur colère contre la participation des pilotes aux manifestations contre le coup d’État du gouvernement).

Mais les armes iraniennes sont également très précises, comme le montrent certaines frappes documentées, les ogives des missiles laissant derrière elles d’énormes dégâts. Les régions de Tel-Aviv et de Haïfa ont subi des dégâts sans précédent. Au moins 19 civils ont été tués, des centaines d’autres blessés et cinq personnes sont toujours portées disparues dimanche soir.

Lors d’un rassemblement organisé la semaine dernière en l’honneur des réservistes du Commandement du front intérieur, un officier supérieur a déclaré que ses unités avaient répondu aux exigences élevées qui leur avaient été imposées jusqu’à présent, mais a ajouté que la guerre qui a débuté le 7 octobre 2023 n’avait pas entraîné une seule scène de destruction massive en Israël. Depuis vendredi, on dénombre près de dix sites de ce type. Le tir direct de missile à Bat Yam, au sud de Tel-Aviv, a donné lieu à une opération complexe visant à retrouver des personnes ensevelies sous les décombres.

Les deux camps souffrent, mais de manière inégale pour l’instant. Comme il s’agit également d’une guerre de l’image, qui utilise intensivement les nouveaux et les anciens médias, des tentatives de dissimulation sont faites. L’Iran a un problème plus important et, par conséquent, est contraint d’inventer des histoires sur la destruction d’avions de combat israéliens.

En marge : un compte libanais plutôt favorable à Israël a publié dimanche en mon nom une fausse information selon laquelle Israël serait prêt à signer un accord de reddition, compte tenu de la gravité des attaques à la roquette. Cela n’a jamais eu lieu.

Qu’ont accompli les attaques israéliennes jusqu’à présent ? Le programme nucléaire est l’objectif principal et déclaré, mais les résultats semblent quelque peu limités. L’armée de l’air a endommagé des installations, détruit du savoir-faire (en tuant des scientifiques) et des capacités d’enrichissement d’uranium.

Il n’y a pour l’instant aucune information sur les dommages causés aux stocks d’uranium enrichi ou aux grandes concentrations de centrifugeuses. Il semble possible de retarder l’avancement du programme nucléaire, mais Israël aura du mal à le détruire. En ce qui concerne les missiles, Israël a remporté une grande victoire en frappant des lanceurs et en « éclaircissant » quelque peu l’arsenal de missiles.

Kamal Sharaf, Yémen

Dimanche après-midi, l’Iran a tiré une salve de missiles relativement peu importante visant des sites stratégiques. Il faudra encore attendre un jour ou deux pour voir si les Iraniens se montrent plus parcimonieux dans leurs tirs. Néanmoins, chaque missile qui échappe aux systèmes d’interception israéliens peut causer beaucoup de dégâts.

Il est possible que le résultat le plus important obtenu jusqu’à présent dans cette guerre soit l’effet combiné de l’assassinat de nombreux hauts dirigeants et commandants et de la supériorité aérienne acquise. Le régime dirigé par le guide suprême, l’ayatollah Ali Khamenei, est répressif et impopulaire. Si Khamenei lève les yeux et imagine un F-35 israélien dans le ciel, cela affectera certainement sa confiance en lui.

Il est également possible que les actions d’Israël le rendent encore plus déterminé, par crainte que des concessions soient perçues comme une faiblesse et pourraient très bien accélérer la chute du régime. C’est pourquoi on craint une percée iranienne très médiatisée vers l’arme nucléaire, par exemple sous la forme d’un essai nucléaire public dans le désert.

Dans le même temps, ces derniers jours, Khamenei a également perdu un nombre important de personnes qui l’ont accompagné au cours des quatre dernières décennies, voire plus, depuis l’époque de la guerre Iran-Irak. On ne peut qu’espérer qu’il se demande s’il n’a pas trop mis en danger sa propre personne et le régime en minimisant les conséquences de l’attaque israélienne prévue, et s’il ne risque pas de finir comme Hassan Nasrallah, le chef du Hezbollah tué en septembre dernier, ou Bachar al-Assad, le dirigeant syrien dont le régime est tombé en novembre.

À la diféfrence d’Israël, l’Iran a déjà été soumis à des bombardements intensifs de ses villes, lors de la guerre contre l’Irak en 1988. Le prédécesseur de Khamenei, l’ayatollah Khomeini, avait été contraint d’accepter la fin de la guerre avec l’Irak en raison des dégâts causés par la guerre d’usure menée par l’Irak dans la phase finale du conflit, appelée « guerre des villes ». C’était une décision que Khomeini avait alors qualifiée de « boire le calice empoisonné ». Israël espère obtenir quelque chose de similaire avec Khamenei, mais il est encore trop tôt pour dire s’il s’agit d’un espoir vain.


Muzaffar Yulchiboev, Ouzbékistan

Qu’en est-il des otages ?

En réponse aux critiques dont il a fait l’objet dimanche, le Premier ministre Benjamin Netanyahou a visité les lieux de la destruction. La plupart de ses ministres restent à l’écart (et dans la plupart des cas, c’est probablement mieux ainsi).

Netanyahou ne prend pas la peine de répondre aux questions qui ne sont pas rédigées par ses collaborateurs, il est donc difficile de savoir, d’après ses déclarations, si Israël a une stratégie pour mettre fin à la guerre. Et force est de constater une fois de plus que beaucoup dépendra du président usaméricain Donald Trump.

Dimanche, dans un autre tweet plutôt bizarre, Trump a appelé à un accord entre Israël et l’Iran, a promis de « rendre sa grandeur au Moyen-Orient » et, comme d’habitude, s’est plaint de ne pas être suffisamment reconnu. Il est difficile de deviner quelles sont ses intentions, mis à part son désir déclaré de mettre fin à la guerre.

Cependant, comme d’habitude, il semble peu probable que cela s’accompagne de capacités de médiation concrètes. Jusqu’à présent, mis à part le cessez-le-feu entre Israël et le Hamas et l’accord sur les otages conclu en janvier, ses collaborateurs ont échoué dans tous leurs efforts sur tous les fronts.

À l’heure actuelle, il semble (mais cela pourrait bien être faux) que Trump tente de maintenir son administration à distance des attaques israéliennes. Netanyahou, quant à lui, souhaite clairement impliquer les USAméricains, en partie parce qu’il a besoin d’eux pour attaquer des sites qu’Israël ne peut pas atteindre seul.

Dimanche, une vieille idée a refait surface : celle que les USA devraient louer à Israël certains de leurs armements spéciaux nécessaires à cette fin. Mais cette idée ne semble pas réalisable à court terme, compte tenu du savoir-faire nécessaire pour utiliser et entretenir cet équipement, qui est également important pour les USA eux-mêmes. Trump est capable de beaucoup de choses extrêmes, mais il est douteux qu’il puisse approuver une telle mesure.

Israël se prépare toujours à des scénarios qui pourraient être encore pires que les attaques iraniennes sur son territoire. Cette semaine, l’armée israélienne a considérablement réduit ses forces dans la bande de Gaza et a envoyé la plupart des troupes retirées à la frontière orientale, afin d’empêcher l’envoi de milices chiites depuis la Jordanie pour mener une attaque similaire à celle du 7 octobre.

L’opération militaire à Gaza fait du surplace et est désormais reléguée au second plan par le nouveau front avec l’Iran. Mais le risque est grand que la question des otages soit négligée, d’autant plus que le gouvernement n’a, de toute façon, montré que peu d’intérêt pour leur sort.

Dans le même temps, sans que l’opinion publique n’y prête guère attention, le mandat du directeur du Shin Bet, Ronen Bar, a pris fin dimanche. Bar avait été limogé par Netanyahou, s’était opposé à cette décision, avait battu le Premier ministre devant la Cour suprême dans un litige sur cette question, puis avait décidé de démissionner. Compte tenu de la grave crise que traversait sa relation avec Netanyahou, cette décision était en partie justifiée.

Il laisse néanmoins le service entre de bonnes mains. Son adjoint, S., assurera l’intérim à la tête de l’agence, et son ancien adjoint, M., reprendra ce poste jusqu’à la nomination d’un directeur permanent. L’annonce par Netanyahou de la nomination du général David Zini à ce poste est actuellement suspendue.

Sous la direction de Bar, le Shin Bet a échoué lamentablement le 7 octobre 2023, ce qui a contraint Bar à démissionner. Mais le traitement odieux que lui a réservé Netanyahou, notamment une campagne diffamatoire dans les médias de droite, reflétait une volonté de rejeter toute la responsabilité de cet échec sur les militaires et les professionnels du renseignement, tout en ignorant les succès remportés par les services sous la direction de Bar avant et après le massacre.

Mais tout comme la haine de la droite envers les pilotes de l’armée de l’air s’est éteinte à la lumière de leurs récentes réalisations, on peut au moins espérer qu’à l’avenir, le caractère et les actions de Bar mériteront également une évaluation plus juste et plus substantielle.

Suicide politique, par Vasco Gargalo, Portugal