La perle du jour

 « Le public n'est plus dupe des mensonges propagandistes qui résonnent dans les médias. Ces lettres ont été écrites par un petit groupe de radicaux, manipulés par des organisations financées par des fonds étrangers dans le seul but de renverser le gouvernement de droite. Ce n'est pas une vague. Ce n'est pas un mouvement. C'est un petit groupe de retraités bruyant, anarchiste et déconnecté, dont la plupart n'ont pas servi [dans l’armée] depuis des années ». C’est ainsi que Netanyahou a réagi aux pétitions qui se succèdent en rafales, émanant de centaines et de milliers de réservistes de l’armée de l’air, du corps médical militaire, de la marine, demandant au gouvernement d’arrêter de bombarder Gaza pour épargner les Israéliens encore captifs [les fameux « otages », qui sont encore une trentaine en vie plus une trentaine à l'état de cadavres]]. Bibi, qui a 75 ans, n’a pas l’intention, quant à lui de devenir un paisible retraité, ni bruyant ni silencieux. Les pilotes signataires de la première pétition seront rayés des cadres de l’armée génocidaire, ce qui est une bonne chose.

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07/01/2022

Alice Speri
Huda Al-Sarari ayudó a sacar a la luz las prisiones secretas de los Emiratos Árabes Unidos en Yemen, pagando por ello un precio muy alto

Alice Speri, The Intercept, 31/12/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala

Huda Al-Sarari se vio obligada a exiliarse después de que su trabajo de documentación sobre los abusos contra los derechos humanos cometidos por las fuerzas emiratíes respaldadas por Estados Unidos atrajera la atención mundial.

Huda Al Sarari en 2021. Foto : Adil Salim Obaid Al Bahrani

La abogada yemení Huda Al-Sarari llevaba años representando a mujeres en casos de maltrato doméstico y violencia de género cuando, en torno a 2015, empezó a recibir peticiones diferentes de ayuda.

Cuando el conflicto civil en Yemen se convirtió en una guerra por delegación entre las potencias regionales, las mujeres llamaban a Al-Sarari en mitad de la noche para contarle que acababan de asaltar sus casas y se habían llevado a sus maridos, hermanos e hijos por la fuerza. Otras se ponían en contacto con ella después de haber pasado días buscando a sus seres queridos en prisiones y comisarías,  suplicando a funcionarios que les decían que no estaban implicados en la detención de los hombres ni conocían su paradero.

“Estas familias le pedían: ‘Ayúdanos, han secuestrado a nuestros hijos’”, dijo Al-Sarari a The Intercept en una entrevista. “No podía oír hablar de estas violaciones y crímenes y no hacer nada”.

Las desapariciones comenzaron poco después de que Arabia Saudí lanzara una intervención aérea y terrestre sobre Yemen que contó con el respaldo de Estados Unidos y la participación de otras potencias regionales, como los Emiratos Árabes Unidos. Durante la campaña, los EAU, un aliado clave en la guerra liderada por EE. UU. contra Al Qaida en la Península Arábiga, tomaron el control de vastas franjas del sur de Yemen. A medida que el número de desaparecidos forzosos en la ciudad de Adén y sus alrededores aumentaba por centenares, empezaron a circular informes de que fuerzas de seguridad informales yemeníes, entrenadas y armadas por los EAU, estaban deteniendo, golpeando y a menudo torturando a los hombres.

Al-Sarari, junto con un grupo de otros abogados y activistas, comenzó a investigar discretamente esas informaciones. Su meticuloso esfuerzo de documentación culminó en una base de datos que en un momento dado incluyó los nombres de más de 10.000 hombres y niños, la mayoría de los cuales estaban detenidos fuera del dominio del sistema judicial del Estado. Ayudó a sacar a la luz una red de prisiones secretas gestionadas por los EAU con el conocimiento y, en ocasiones, la participación directa de las fuerzas estadounidenses.