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14/07/2022

SERGIO RODRÍGUEZ GELFENSTEIN
Una nueva ruta para la restructuración del sistema internacional

Sergio Rodríguez Gelfenstein, 13/7/2022

La pandemia primero, y la guerra en Ucrania después, han hecho entrar al mundo en una acelerada dinámica de transformación y reconstrucción. La avalancha de eventos, acontecimientos y conflictos en el que se van produciendo posicionamientos de uno y otro actor, apunta a verificar que nos encontramos en un momento de mutación extrema del sistema internacional y la estructura que lo sostiene.


Muchos mundos en un mundo, por Ramiro Zardoya, Cuba

Tal vez en el futuro, cuando se intente señalar un momento y un lugar específico en el que formalmente se dio inicio a este quiebre, se señale la reunión ministerial del G20 realizada en Bali, Indonesia, los pasados 7 y 8 de julio como ese momento. Más allá de la fractura que produjeron ciertos hechos simbólicos propios de toda reunión multilateral, que en este caso se expresó en la inasistencia de los países miembros del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón)  a la cena que ofrecía la canciller de Indonesia Retno Marsudi  en su condición de anfitriona de la reunión, así como la negativa de ese mismo grupo de países a tomarse la foto de rigor dada la asistencia del canciller de Rusia, Serguei Lavrov, ocurrieron otras vicisitudes que podrían estar marcando una nueva ruta en el sistema internacional  .

Lo cierto es que, en la reunión, Estados Unidos no logró aprobar una resolución de rechazo a la operación militar de Rusia en Ucrania, lo que influyó directamente en que no hubiera declaración final del cónclave, dando inicio de esa manera a la partición del mundo –una vez más- en dos polos de poder. Vale decir que el G7 quedó en minoría en Bali como expresión de una tendencia mundial que se ha comenzado a manifestar.

Se están haciendo patente las repercusiones de las sanciones de Occidente a Rusia y las secuelas de la decisión de los países europeos y de Norteamérica de castigar económica y financieramente a sus pueblos, bajo la excusa de un necesario escarmiento a Rusia por no aceptar el “sistema internacional basado en reglas” propugnado por Estados Unidos y sólo aceptado por el 11% del planeta que se ha autodenominado “comunidad internacional”.

La confrontación de criterios que se manifiesta en escenarios como el del G20, dista mucho de aquellos en los que como el G7 y la OTAN, prima una supuesta unanimidad que en realidad es expresión de la imposición de Estados Unidos y la subordinación de las élites europeas que han decidido doblegarse ante Washington, anulando su condición de actores relevantes del sistema internacional. Otro tanto ocurre con Australia, Japón, y Canadá que han perdido todo tipo de presencia autónoma y soberana en el escenario internacional.

Vistas así las cosas, está emergiendo un sistema internacional novedoso que presagia la necesidad de renovación de su estructura. Parecen lejanos aquellos días, en los que los deportistas rusos eran excluidos de ciertas competencias. De la misma manera, rememoramos con estupor los intentos de hacer desaparecer la contribución que artistas o intelectuales rusos como Tchaikovsky, Chejov o Dostoievski hicieron a la cultura. Incluso recordamos ahora la estupidez que expone el hecho de que hasta los gatos rusos fueron excluidos de cualquier competencia internacional. Pero no, no ha pasado mucho tiempo, solo 4 meses desde que la barbarie neonazi apoyada por Occidente ha puesto en evidencia que desde 2014 se propuso utilizar a Ucrania como modelo para su restauración, incluso apoyando a fuerzas neonazis que siguen el ideario fanático de Hitler, Bandera y otros.