05/11/2025

Petróleo venezolano, cambio de régimen made in USA y política gangsteril de Washington

El endeble pretexto moral hoy es la lucha contra las drogas, sin embargo el objetivo real es derrocar a un gobierno soberano, y el daño colateral es el sufrimiento del pueblo venezolano. Si esto suena familiar, es porque lo es.

Jeffrey D. Sachs & Sybil Fares, Common Dreams, 4-11-2025

Traducido par Tlaxcala

USA está desempolvando su viejo manual de cambio de régimen en Venezuela. Aunque el eslogan ha pasado de «restaurar la democracia» a «combatir a los narco-terroristas», el objetivo sigue siendo el mismo: el control del petróleo venezolano. Los métodos seguidos por USA son familiares: sanciones que estrangulan la economía, amenazas de fuerza y una recompensa de 50 millones de dólares por la cabeza del presidente venezolano Nicolás Maduro, como si esto fuera el Lejano Oeste.


Carlos Latuff

USA es adicto a la guerra. Con el cambio de nombre del Department of War [ministerio de la Guerra], un presupuesto propuesto para el Pentágono de 1,01 billones de dólares, y más de 750 bases militares en alrededor de 80 países, esta no es una nación que busque la paz. Durante las últimas dos décadas, Venezuela ha sido un objetivo persistente de los intentos usamericanos de cambio de régimen. El motivo, que el presidente Donald Trump dejó claramente expuesto, son los aproximadamente 300 mil millones de barriles de reservas de petróleo bajo la franja del Orinoco, las mayores reservas petroleras del planeta.

En 2023, Trump declaró abiertamente: «Cuando me fui, Venezuela estaba lista para colapsar. La habríamos tomado, habríamos conseguido todo ese petróleo… pero ahora estamos comprando petróleo de Venezuela, así que estamos haciendo a un dictador muy rico.» Sus palabras revelan la lógica subyacente de la política exterior yanqui, que muestra un completo desprecio por la soberanía y favorece en cambio la apropiación de los recursos de otros países.

Lo que está en marcha hoy es una operación típica de cambio de régimen dirigida por USA, revestida con el lenguaje de la interdicción antidrogas. USA ha concentrado miles de tropas, buques de guerra y aeronaves en el mar Caribe y el océano Pacífico. El presidente ha autorizado con orgullo a la CIA a llevar a cabo operaciones encubiertas dentro de Venezuela.

Las llamadas del gobierno usamericano a la escalada reflejan un desprecio temerario por la soberanía de Venezuela, el derecho internacional y la vida humana.

El 26 de octubre de 2025, el senador Lindsey Graham (Republicano, Carolina del Sur) apareció en televisión nacional para defender recientes ataques militares usamericanos contra buques venezolanos y para decir que ataques terrestres dentro de Venezuela y Colombia son una «posibilidad real». El senador por Florida Rick Scott, en el mismo ciclo informativo, reflexionó que si él fuera Nicolás Maduro «se iría a Rusia o China ahora mismo». Estos senadores pretenden normalizar la idea de que Washington decide quién gobierna Venezuela y qué sucede con su petróleo. Recuerde que Graham de modo similar defiende que USA luche contra Rusia en Ucrania para asegurar los 10 billones de dólares en riquezas minerales que Graham afirma, de manera fatua, que están disponibles para que USA las tome.

Tampoco son los movimientos de Trump una historia nueva respecto a Venezuela. Durante más de 20 años, administraciones usamericanas sucesivas han intentado someter la política interna de Venezuela a la voluntad de Washington. En abril de 2002, un golpe de Estado militar de corta duración depuso brevemente al entonces presidente Hugo Chávez. La CIA conocía los detalles del golpe por adelantado, y USA reconoció inmediatamente al nuevo gobierno. Al final, Chávez retomó el poder. Sin embargo, USA no puso fin a su apoyo al cambio de régimen.

En marzo de 2015, Barack Obama codificó una notable ficción legal. Firmó la Orden Ejecutiva 13692, declarando la situación política interna de Venezuela como una «amenaza inusual y extraordinaria» para la seguridad nacional de USA para activar sanciones económicas gringas. Ese movimiento preparó el terreno para una coerción creciente por parte de USA. La Casa Blanca ha sostenido esa afirmación de una «emergencia nacional» usamericana desde entonces. Trump añadió sanciones económicas cada vez más draconianas durante su primer mandato. Asombrosamente, en enero de 2019, Trump declaró a Juan Guaidó, entonces una figura de la oposición, «presidente interino» de Venezuela, como si Trump pudiera simplemente nombrar a un nuevo presidente venezolano. Esta tragicomedia grencha acabó desmoronándose en 2023, cuando USA abandonó esta maniobra fracasada y ridícula.

USA ahora está iniciando un nuevo capítulo de apropiación de recursos. Trump ha sido durante mucho tiempo vocal acerca de «quedarse con el petróleo». En 2019, al hablar de Siria, el presidente Trump dijo: «Nos estamos quedando con el petróleo, tenemos el petróleo, el petróleo está asegurado, dejamos tropas únicamente por el petróleo.» Para los que lo dudan, las tropas usamericanas aún permanecen hoy en el noreste de Siria, ocupando los campos petroleros. Antes, en 2016, sobre el petróleo de Irak, Trump dijo: «Yo decía esto constantemente y de forma consistente a quien quisiera escuchar, decía quédense con el petróleo, quédense con el petróleo, quédense con el petróleo, no dejen que alguien más lo consiga.»

Ahora, con nuevos ataques militares a buques venezolanos y conversaciones abiertas sobre ataques terrestres, la administración invoca los narcóticos para justificar el cambio de régimen. Sin embargo, el artículo 2(4) de la Carta de las Naciones Unidas prohíbe expresamente «la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado». Ninguna teoría gringa de «guerras de cárteles» justifica remotamente un cambio de régimen coercitivo.

Incluso antes de las incursiones militares, las sanciones coercitivas usamericanas han funcionado como un ariete de asedio. Obama construyó el marco de sanciones en 2015, y Trump lo convirtió en un arma aún más potente para derrocar a Maduro. La afirmación era que la «presión máxima» empoderaría a los venezolanos. En la práctica, las sanciones han causado un sufrimiento generalizado. Como encontró el economista y renombrado experto en sanciones Francisco Rodríguez en su estudio sobre las «Consecuencias humanas de las sanciones económicas», el resultado de las medidas coercitivas usamericanas ha sido una caída catastrófica del nivel de vida en Venezuela, un empeoramiento marcado de la salud y la nutrición, y un daño grave a las poblaciones vulnerables.

El endeble pretexto moral hoy es la lucha contra las drogas, sin embargo el objetivo real es derrocar a un gobierno soberano, y el daño colateral es el sufrimiento del pueblo venezolano. Si esto suena familiar, es porque USA ha emprendido repetidamente operaciones de cambio de régimen en busca de petróleo, uranio, plantaciones de banano, rutas de oleoductos y otros recursos: Irán (1953), Guatemala (1954), Congo (1960), Chile (1973), Irak (2003), Haití (2004), Siria (2011), Libia (2011) y Ucrania (2014), por nombrar solo algunos casos. Ahora Venezuela está en el escaparate.

En su brillante libro Covert Regime Change (2017), la profesora Lindsey O’Rourke detalla las maquinaciones, los reveses y los desastres de no menos de 64 operaciones encubiertas usamericanas de cambio de régimen durante los años 1947-1989. ¡Ella se centró en ese período anterior porque muchos documentos clave de esa época ya han sido desclasificados! Trágicamente, el patrón de una política exterior usamericana basada en operaciones de cambio de régimen encubiertas (y no tan encubiertas) continúa hasta el día de hoy.

Las llamadas del gobierno de Washington a la escalada reflejan un desprecio temerario por la soberanía de Venezuela, el derecho internacional y la vida humana. Una guerra contra Venezuela sería una guerra que los ciudadanos de USA no quieren, contra un país que no ha amenazado ni atacado a USA, y sobre fundamentos legales que fracasarían ante un estudiante de primer año de Derecho. Bombardear buques, puertos, refinerías o soldados no es una demostración de fuerza. Es puro y simple hampa.

NdT: El discurso pronunciado por Tulsi Gabbard en Manama el 31 de octubre, en el que anunciaba el fin de la política de «cambio de régimen» de Washington, pasó claramente desapercibido para los autores. Léase Después del armisticio económico de Seúl, el armisticio militar de Manama 

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