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17/11/2021

AMIRA ABO EL-FETOUH
Israel se ha convertido en la puerta de entrada para los gobernantes del mundo árabe

Dra. Amira Abo el-Fetouh, Middle East Monitor, 15/11/2021
Traducido del inglés por
Sinfo Fernández, Tlaxcala
 

La Dra. Amira Abo el-Fetouh es una odontóloga y escritora egipcia; centra sus trabajos en cuestiones políticas y literarias. @amiraaboelfetou

 

El pueblo árabe está viviendo su momento peor y más oscuro, experimentando un nivel de humillación y desgracia sin precedentes. Este pueblo nunca se ha acercado a sus enemigos pidiendo perdón y presentándose como leal a los opresores; tampoco ha buscado normalizar las relaciones con los asesinos que derraman su sangre. ¿Qué ha pasado con los herederos de la mejor Ummah creada para la humanidad?


“No a la normalización” [لا للتطبيع La laltatbiya’]: grafiti de manos con mangas coloreadas con las banderas de Emiratos Árabes Unidos y Baréin estrechando otra mano con una manga con la bandera israelí, Cisjordania, 4 de octubre de 2020
[Foto: Hazem Bader/AFP vía Getty Images]

 

Lo que ha sucedido es que los ocupantes coloniales extranjeros nombraron gobernantes para que actuaran como agentes suyos, que se volvieron después leales a los ocupantes en lugar de a su propio pueblo y a la Ummah. Han torturado a su pueblo, lo han humillado, lo han oprimido y le han impuesto el fascismo. Han embrutecido a su pueblo para complacer a los extranjeros, y así lo han debilitado y sometido al miedo y la obediencia. No han podido exigir su libertad e independencia, por lo que la opresión de estos agentes -etiquetados como presidentes o reyes- incluye la entrega de riquezas materiales para que no derroquen a sus gobernantes, incluso mientras los reprimen.


Los colonialistas estaban tranquilos sobre su propiedad, que abandonaron por voluntad propia y la entregaron a manos seguras; manos que traicionan su religión, el arabismo y el pueblo. Ahora, los que quedan al mando y anhelan el poder en su país saben que la puerta por la que deben pasar es Israel, el Estado de ocupación abiertamente colonial en Palestina.


Los agentes de este ocupante particular en la región son los líderes árabes, que se han apresurado a normalizar las relaciones para obtener la protección del Estado colonial de colonos contra su propio pueblo. Resulta irónico que Israel, que ansía la normalización por parte de los países árabes, tenga ahora mucho donde elegir y pueda establecer condiciones para la normalización, incluyendo un metafórico certificado de buena conducta para los potenciales normalizadores.

La normalización ya no es una vergüenza que los gobernantes deben mantener en secreto para asegurar su supervivencia en sus tronos. Ahora es abierta, y se sienten orgullosos de ella ante el mundo, y por tanto es recompensada por el enemigo. También se ha convertido en un medio de castigo por parte de Israel para reformar y disciplinar a los normalizadores árabes, recompensando a aquellos con los que está contento y amenazando a los demás hasta que se vuelvan al camino que Tel Aviv ha despejado para ellos. El proceso de normalización consiste ante todo en la táctica del palo y la zanahoria, como se ha visto en la normalización entre Israel y Sudán. “Esto es algo que habrá que evaluar, algo que nosotros e Israel observamos muy de cerca”, se dice que ha declarado el Departamento de Estado de EE. UU. sobre los recientes acontecimientos en Jartum.

Los EAU normalizan sus lazos con Israel

 (Viñeta: Mohamed Sabaaneh/Middle  EastMonitor)

 

La semana pasada dos aviones aterrizaron en dos aeropuertos de la región. Uno aterrizó en Tel Aviv y llevaba al hijo del criminal golpista Khalifa Haftar, que derramó la sangre de los libios y causó estragos y destrucción en su país. El otro llevaba al ministro de Asuntos Exteriores de los EAU, Abdullah Bin Zayed, y aterrizó en el aeropuerto de Damasco. Los dos hombres tenían misiones similares. 

El hijo de Haftar fue a pedir a los israelíes que le ayudaran a proponer a su padre para la presidencia de Libia y luego a ganarla, con la promesa de un cheque en blanco para la normalización de Libia con el Estado de apartheid. Bin Zayed acudió al carnicero Bashar Al-Asad, que ha matado a cientos de miles de sirios, ha desplazado a la mitad de la población y ha destruido completamente el país antes de entregarlo a Rusia e Irán. Todo tenía que ver también con la normalización, pero de forma indirecta. El régimen criminal de Asad ha estado en contacto constante con Israel, aunque en secreto, desde el gobierno de su padre, el difunto Hafez Al-Assad, a quien Israel llevó al poder. Asad padre recompensó al Estado ocupante vendiéndole los Altos del Golán; Israel le devolvió el favor preservando su régimen y el de su hijo después de él.


Los EAU están tomando la delantera en la promoción de la normalización en la región y se consideran el agente exclusivo del ocupante, dadas sus estrechas relaciones con Israel y su cooperación en el plano político, militar, económico, cultural e incluso religioso. Ahora está promoviendo la religión “abrahámica” tal y como desean el enemigo sionista y Estados Unidos. El ministro de Asuntos Exteriores se dirigió al asesino Asad con el mensaje de normalización a cambio de que siguiera gobernando Siria. Así lo dejó claro la entonces ministra de Justicia israelí, Ayelet Shaked, en la Conferencia del Instituto Internacional de Lucha contra el Terrorismo en Tel Aviv en 2017. “Asad”, dijo, “debe mantener a Irán fuera [de Siria] si quiere sobrevivir”.

En el momento en que su declaración fue publicada por los periódicos israelíes, el príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed Bin Salman, estaba visitando Israel en secreto. Ni Arabia Saudí ni Israel lo desmintieron, pero fue filtrado por Israel -como es habitual- con el fin de exponer a Bin Salman y ponerlo en evidencia.

Es doloroso ver cómo Israel se convierte en la brújula de los políticos árabes, y cómo los políticos que aspiran a gobernar tienen que pasar por Tel Aviv para obtener el sello de aprobación de los ocupantes. La obediencia y la lealtad al Estado de ocupación es el precio que tienen que pagar. Es una tragedia.

 

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