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19/07/2023

HERNÁN CANO
Sergio Rodríguez Gelfenstein, combatiente en Nicaragua: “El 19 de julio fue el mejor día de mi vida”

 Hernán Cano, Sputnik Mundo, 18/7/2022

Hernán Cano es un periodista argentino radicado en la Venezuela Bolivariana. https://www.instagram.com/hernancanoperiodista/

 

 A 43 años de la victoria de la Revolución Sandinista, este escritor, investigador y analista político venezolano relató en entrevista con Sputnik su participación en el Frente Sur, con un contingente internacionalista enviado desde Cuba por Fidel Castro.

Sergio Rodríguez Gelfenstein fue entrevistado por Sputnik en Caracas - Foto Hernán Cano, Sputnik Mundo

Asimismo, él detalló cómo luego del triunfo contra la dictadura de Somoza este teniente de la Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) se puso a la tarea de crear el ejército nicaragüense.

La vida de Sergio Rodríguez Gelfenstein está asociada desde su nacimiento a la revolución socialista. De padre guerrillero, labra sus primeros pasos en la política con el triunfo de Salvador Allende en Chile, hasta que la dictadura de Augusto Pinochet puso fin a la experiencia de la Unidad Popular con el bombardeo al Palacio de La Moneda y un sangriento golpe de Estado.

Rodríguez Gelfenstein fue teniente de las FAR cubanas, combatiente internacionalista en Nicaragua, constructor del ejército nicaragüense, y luego embajador en este país, en uno de los pocos momentos en que la tierra de Sandino tuvo algo de paz.

En diálogo con Sputnik, este investigador y escritor narra apasionadamente los acontecimientos ocurridos hace exactamente 43 años, cuando el líder cubano Fidel Castro les planteó a él y a un grupo de combatientes latinoamericanos la misión de ir a combatir a Nicaragua, que aceptó inspirado en la máxima guevarista de "luchar contra el imperialismo donde quiera que esté".

Desde aquel día, Nicaragua es un cúmulo de recuerdos imborrables, eternos, de enorme felicidad que exigen un compromiso continuo con la revolución. “Así como nosotros tenemos a Bolívar, Nicaragua tiene a Sandino, y eso crea una impronta, una forma de ser y de mirarnos”, dice Rodríguez Gelfenstein.

Y recuerda que "no es en Playa Girón donde se produce la primera derrota del imperialismo en América, sino en Nicaragua, cuando el General Augusto César Sandino expulsa el ejército invasor yanqui". Hoy, 4 décadas después de aquellos años convulsos, "Nicaragua, Cuba y Venezuela han configurado, no un eje del mal, sino un triángulo que continúa con la tradición de lucha antiimperialista", destaca.

Sergio Rodríguez Gelfenstein: Fidel nos planteó que el equilibrio en Nicaragua lo tenía que romper el Frente Sur. Foto Hernán Cano/ Sputnik

— ¿Cómo te vinculas con la Revolución Sandinista?

— Mi papá estuvo preso en el Estadio Nacional de Chile tras el golpe de Estado contra Salvador Allende. Luego sale hacia Perú, y no podía regresar a Venezuela porque tenía causas pendientes de cuando había estado en la guerrilla. En esas condiciones, luego de varios ofrecimientos, él opta por irnos a Cuba. Yo tenía 17 años, y al llegar a La Habana solicito tener formación militar, y junto con un grupo de compañeros chilenos, porque yo también era chileno, recibimos formación militar en el ejército regular de Cuba. Era la época en que casi todos los militares cubanos iban a cumplir misiones internacionalistas, por ejemplo, en África, y muchos de nosotros solicitamos que nos envíen a una de esas misiones, pero Fidel, con su infinita sabiduría, decía que no, que esperemos, que ya iba a llegar el momento para nosotros, que no éramos cubanos.

01/12/2022

  FAUSTO GIUDICE
Chile: el Comendador sin estatua y el Afrodita de servicio
Entre Víctor y Camila, un abismo antropológico

Fausto Giudice, Tlaxcala, 29/11/2022
Traducido por María Piedad Ossaba

Víctor nació en 1915 en Madrid. Murió en 2018 en Santiago de Chile. Su fantasma merodea por la historia chilena, una historia llena de furia y traiciones que desmiente el ridículo himno nacional, que brama: “tu campo, de flores bordado/es la copia feliz del Edén”.

 

Camila nació en 1988. Es ministra Secretaria del gobierno de Gabriel Boric, uno de esos gobiernos de “centro izquierda” encargados de entretener la galería con piruetas posmodernas mientras que los verdaderos amos del país prosiguen con sus negocios as usual. Camila es incluso comunista, como sus padres, o al menos milita en un partido que lleva ese nombre. Como decía Lenin, no se puede impedir que una empresa tenga el nombre que quiera. Y al parecer no heredó los genes aventureros de su bisabuelo Marmaduke Grove, el hombre que intentó -y fracasó- un golpe de Estado revolucionario a bordo del famoso Avión Rojo en septiembre de 1930.


No son sólo cuatro generaciones las que separan a Víctor Pey Casado de Camila Vallejo Dowling. Es un abismo antropológico, digno de alimentar reflexiones históricas.

 

Victor en 1938

A la edad en la que Camila hizo su irrupción mediática como estrella del movimiento estudiantil de 2011, Víctor combatía contra la banda de Franco en las filas de la Columna Durruti. En 1939, tras la victoria de Franco, toma el camino del exilio: Perpiñán y luego París, donde conoce al poeta Pablo Neruda. Neruda acababa de ser nombrado por el presidente chileno como cónsul en París, con la tarea especial de organizar el viaje a Chile de los republicanos que habían huido de España.  Víctor fue uno de los 2.200 refugiados que desembarcaron del SS Winnipeg en Valparaíso el 3 de septiembre de 1939. Al salir del puerto de Trompeloup-Pauillac, cerca de Burdeos, Neruda escribió: Que la crítica borre toda mi poesía, si le parece. Pero este poema, que hoy recuerdo, no podrá borrarlo nadie”.

 

Clarín, 4 de noviembre de 1970

Victor y su hermano, ambos ingenieros, crearon una empresa constructora y realizaron una serie de grandes obras públicas, como el puerto de Arica. Pero Victor también escribió, primero para el diario La Hora. En la década de 1950, compró el diario Clarín, al que convirtió en el periódico más popular de la historia de Chile, contrapeso a la prensa de la oligarquía, encabezada por (y sigue siendo) encabezada por El Mercurio.

Amigo de Salvador Allende, Víctor defendió la Unidad Popular, que llegó al poder en noviembre de 1970. Clarín alcanzó cifras de ventas nunca vistas en Chile ni antes ni después, llegando a los 500.000 ejemplares vendidos. (Hoy en día, El Mercurio vende unos 30.000 ejemplares)

 

Yo, Augusto Pinocchoo, no he cometido ningún delito, por Alain Godefroid, Bélgica

El querido tío Augusto va a poner fin a esto: hace prohibir a Clarín y confiscar todos sus activos. Víctor parte de nuevo al exilio, esta vez a Venezuela y luego a Europa. Regresó a Chile con la “transición” y pasó el último cuarto de su más que centenaria vida luchando por obtener reparación. En vano. Los malditos demócratas, de derecha e izquierda, todos centristas por supuesto, harán caso omiso de los laudos del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), un tribunal de arbitraje con sede en Washington bajo los auspicios del Banco Mundial -así que no es exactamente un tribunal revolucionario- que ha apelado  repetidamente a los sucesivos gobiernos chilenos el pago de reparaciones por cientos de millones de dólares. A todos estos gobiernos les ha importado un pito y han preferido meter a la prensa oligárquica en su bolsillo y seguir concediéndole jugosos ingresos publicitarios.

Y así volvemos a la bella Camila, la Madona de los coches cama de izquierda: la señora ministra acaba de publicar un artículo en… El Mercurio para abogar por el pluralismo de la información, la lucha contra la desinformación y todo  el tintineo, es decir, las bobadas acostumbradas.

Juan Pablo Cárdenas, un veterano del honorable periodismo chileno -frecuentó las cárceles pinochetistas-, un jovencito de 73 años, acaba de responderle a Miss Dowling Street. Su columna se puede leer aquí.

28/11/2022

JUAN PABLO CÁRDENAS SQUELLA
Chile: La ministra Vallejo, la desinformación y El Clarín


 Juan Pablo Cárdenas S., Politica y Utopia, 28-11-2022

Aunque las constituciones democráticas establecen que el sufragio debe ser secreto, libre e informado, lo cierto es que son muy pocos los países del mundo que pueden asegurar que sus ciudadanos ejercen un voto plenamente consciente de las alternativas que se le presentan. Sabemos que el poder de la propaganda y del dinero influye considerablemente en las decisiones populares y que la ignorancia masiva conspira contra el carácter republicano de estos procesos.

Se asume que en nuestro país son muchos los electores que concurren a votar nada más porque el derecho al sufragio se les ha hecho obligatorio, tanto así que en el último plebiscito se agregaron más de 5 millones de votantes que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional. Los que, en su desgano por la política y molestia por las demandas populares no satisfechas, terminaron desaprobando la nueva institucionalidad propuesta. 

Asegurar que este rechazo no significa un voto de repudio al gobierno de Gabriel Boric sería peor que rendirse al rechazo del pueblo a la posibilidad de una nueva Constitución. En este sentido, el proceso institucional se habría clausurado, entonces, con ese más de 60 por ciento de votantes adversos, cuando apenas un año antes en un 80 por ciento el país animó el nuevo itinerario institucional.

Camila Vallejo (1988): ha sido comunista desde joven, lideresa estudiantil y acabó ministra

La ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, nos insta en una columna publicada por El Mercurio, a combatir la desinformación ciudadana, sin la cual a su juicio no serían posibles la libertad de expresión, el ejercicio del periodismo y la defensa del pluralismo como valor fundamental de la sociedad. Estando plenamente de acuerdo con ella es que pensamos que nuestras autoridades no han hecho lo posible por consolidar la diversidad informativa que debe caracterizar a las democracias, la que justamente se alimenta de un genuino pluralismo ideológico en los medios de comunicación. Hoy por hoy, los principales instrumentos en la educación y el libre albedrío de las personas.

Si el Régimen Militar clausuró y persiguió tan implacablemente a los medios de comunicación que no le eran afines fue, justamente, para mitigar la disidencia, para que los ciudadanos no tuvieran los conocimientos y alcances de la convicción de que la democracia era preferible a la Dictadura. Para que se mantuvieran desinformados de cuanto ocurría y se convencieran que lo que teníamos era de todas maneras mejor que el caos que imperaba en el mundo, según lo advertían majaderamente las principales autoridades de la época. De allí que la pertinacia y el riesgo asumido por los medios disidentes sea reconocido como un logro fundamental en la tarea de romper el bloqueo informativo, denunciar las violaciones sistemáticas de los DDHH y fomentar la recuperación democrática.

Camila Vallejo, pese a su juventud, seguramente tiene conocimiento de que paradójicamente todos los medios opositores a la Dictadura fueron desapareciendo durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. Debe saber, también, como desde La Moneda nada se hizo para reforzar la presencia de estos diarios y revistas durante la Transición a la Democracia, lo que además fuera propuesto por altos funcionarios de los Países Bajos que nos visitaron con ocasión del cambio de mando. Sin sospechar siquiera que los propios aportes ofrecidos por este país y otras naciones europeas iban a ser impedidos por el propio gobierno de Patricio Aylwin, el que, además, no se allanó a que estos medios pudieran acceder siquiera a la publicidad estatal.

 Clarín, 4 de noviembre de 1970

Por el contrario, lo que se comprobó después es que los nuevos gobernantes convinieron con El Mercurio, la Tercera y otros medios pro pinochetistas respetar y prolongar los contratos publicitarios y así salvarlos de sus inminentes quiebras y desaparición. Un gesto que le aseguró a los nuevos moradores de La Moneda un buen trato de parte de estos, al menos por algunos años. “La mejor política de comunicaciones es la que no se tiene” fue la hipócrita explicación de uno de los voceros del primer gobierno de la Concertación, después de asegurarle a los medios que fueron cómplices de la Dictadura una larga vida que se prolonga hasta hoy y se permite, incluso, ofrecerle tribuna a la joven ministra comunista del gobierno actual. Con el tiempo, resultó evidente que las nuevas autoridades optaron por una política de connivencia con la prensa derechista que arriesgarse a la crítica y las demandas que se le harían de parte del periodismo libre e inclaudicable.

Sabe también la ministra Vallejo que, además de hacerse cómplices de la desaparición de tantos medios que contribuían a la diversidad democrática, todos los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría litigaron ante el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) para impedir que el Estado chileno indemnizara a los propietarios españoles del diario El Clarín por la decisión de Pinochet de clausurarlo y apoderarse de todos sus bienes. Un juicio que después de tres décadas le dio finalmente la razón a Víctor Pey* y a la Fundación Presidente Allende y acaba de dictaminar la obligación de Chile de compensar a los dueños del matutino con varios millones de euros o dólares por el perjuicio ocasionado el que, sin duda, también representaba una grave transgresión a la libertad de prensa.

Mucho podría hacer la Ministra Secretaria General de Gobierno para que la actual administración no siga dilatando tan justo acto de reparación. Que se comprometa a mediar ante nuestro Jefe de Estado para que cumpla con la sentencia de este tribunal internacional. Con lo que, además, se posibilitaría la reaparición del diario que hasta hoy puede demostrar que es el de mayor circulación de nuestra historia, aunque en la actualidad está reducido solo a una versión electrónica.

La reaparición de Clarín sin duda contribuiría a la diversidad informativa que sigue tan ausente en nuestro sistema de medios, donde impera tanto la uniformidad de los contenidos de la TV, radio y periódicos, así como la desinformación popular señalada por la ministra en su columna. Podría alentar, con ello, a que se cumpla con lo que el mismo diputado Boric prometió respecto de este diario silenciado y que hoy busca reaparecer con la indemnización ya definida.

 *Víctor Pey Casado (1915-2018): combatiente de la Columna Durruti en defensa de la República española, emigró a Chile en 1939. Amigo personal de Salvador Allende y de Pablo Neruda. Además de participar en la construcción de obras como el puerto de Arica, Pey, ingeniero de profesión, se dedicó al periodismo. Comenzó escribiendo columnas en el diario La Hora, y terminó adquiriendo el Clarín de manos de Darío Saint Marie. "Chile para mi significó la libertad. Aquí me enamoré, aquí construimos con mi hermano casas, obras públicas, obras de agua potables, caminos, puertos", afirmó Pey en 2015, al recibir una medalla rectoral en la U. de Chile por su centenario. Clarín fue el periódico más exitoso de la historia de Chile, llegando a vender hasta 500.000 copias en un día. [NdE Tlaxcala]


19/09/2022

LUIS CASADO
La misma jeringa con distinto bitoque

, 18-9-2022

Es sabido, la historia se repite, como decía Karl, primero como tragedia, luego como comedia. Ignorantes de la Historia, no nos damos cuenta que lo de hoy es una payasada...

De Alexis de Tocqueville suele ignorarse muy frecuentemente un libro que nos toca de cerca –“El Antiguo Régimen y la Revolución”– razón que justifica esta parida. Una vez más le debo el hallazgo a Armando, lector pertinaz de obras inteligentes.

El conde de Tocqueville (1805 – 1859) tenía buenas costumbres que se han ido perdiendo entre los intelectuales contemporáneos hasta desaparecer casi del todo. Entre ellas se cuenta una que su condición de noble hubiese debido ahorrarle: el trabajo.

La monarquía francesa conoció numerosos episodios que hoy llamaríamos crisis económicas, políticas, institucionales, religiosas, etc., acompañadas de hambrunas y revueltas. Tales crisis eran resueltas gracias a modernas técnicas que consistieron mayormente en masacrar a los hambrientos y a los revoltosos. No obstante, cuando Su Majestad estaba de buen humor se le podía convencer de usar recursos que aun hoy pasan por habilidosos:

“Eso se ve muy bien en la Memoria que Turgot le dirigió al Rey en 1775, en la que le aconsejaba, entre otras cosas, hacer elegir libremente por toda la nación y reunir cada año alrededor de su persona, durante seis semanas, una asamblea representativa, pero sin acordarle ningún poder efectivo. Ella se ocuparía de administración y jamás de gobernar, tendría más bien opiniones que dar que voluntades que expresar, y, a decir verdad, solo se encargaría de discurrir sobre las leyes sin legislar. ‘De esta manera el poder Real se vería ilustrado sin ser molestado’, decía Turgot, y la opinión pública sería satisfecha sin peligro.” (Alexis de Tocqueville. El antiguo Régimen y la Revolución. 1856).

Cualquier parecido con recientes acontecimientos de la vida real no es pura coincidencia. Pero hay más, más sofisticado y de una eficacia insuperable: hacer participar al pueblo, directamente, en el diagnóstico de los males y en la búsqueda de los remedios.

Se le atribuye al Rey Philippe le Bel la paternidad del invento allá por el año 1302. La pillería es conocida como “Les cahiers des doléances” lo que en buen romance quiere decir “Cuadernos de quejas”. El Rey ordenaba que en cada ciudad, pueblito o aldea, se instalase un escribano para tomar nota de lo que libremente cada súbdito –noble, clérigo o pringao– tuviese a bien llevar a conocimiento de Su Majestad. En la época de la Revolución Francesa la población era del orden de 25 millones de almas y los municipios ya se contaban en decenas de miles. De modo que al terminar la colecta de todas las quejas de todos los quejicas, los archivos se enriquecían con centenares de miles de páginas manuscritas que era urgente olvidar apenas archivadas. Tocqueville se dio el trabajo de leer todos los Cuadernos de quejas que ordenó colectar Louis XVI, y llegó a una conclusión sorprendente, mira ver:

“Leí atentamente los cuadernos que llenaron los tres órdenes antes de reunirse en 1789; digo los tres órdenes, los de la nobleza y el clero así como el tercer estado. Veo que aquí piden el cambio de una ley, acá de una costumbre, y tomo nota. Continué así hasta terminar este inmenso trabajo, y, cuando llegué a reunir el conjunto de todos esos anhelos particulares, me di cuenta con una suerte de terror que lo que reclaman es la abolición simultánea y sistemática de todas las leyes y de todas las costumbres en vigor en el país.” (A. de Tocqueville. Op. cit.)

Lo que precede es lo que más tarde Karl Marx llamaría “radicalidad”, en el sentido de no irse por las ramas y apuntar directamente a las raíces de las cuestiones planteadas.

Comparadas con los Cuadernos de quejas de 1789 las reivindicaciones contemporáneas en Chile, en Francia o en Liliput, son meado de gato.

En 1789 los privilegiados intentaron hacer lo mismo que había hecho Philippe le Bel en 1302: pasarse las quejas por las amígdalas del sur. El resultado lo conoces: la Revolución Francesa, el fin de la monarquía, el fin de la nobleza, la nacionalización de los bienes de la Iglesia, la instauración de la República, los Derechos del Hombre y el Ciudadano, la Abolición de la esclavitud, el Sufragio universal y dos o tres detallitos más de los que la Humanidad se enorgullece hasta ahora.

Tocqueville no es muy complaciente cuando se trata de juzgar a quienes fueron incapaces de ver lo que venía. Refiriéndose a los poderosos de la época escribe:

“Muchos eran sin embargo muy hábiles en su oficio; dominaban a fondo todos los detalles de la administración pública de su época; pero en cuanto a esta gran ciencia del gobierno, que enseña a comprender el movimiento general de la sociedad, a juzgar lo que ocurre en el espíritu de las masas y a prever lo que resultará de ello, eran tan principiantes como el propio pueblo.” (A. de Tocqueville. Op. cit.)

Cualquier parecido con recientes acontecimientos de la vida real no es pura coincidencia, ya se dijo.

Para describir lo que vivimos hoy, en francés recurrimos a un modismo: “Du pareil au même”. Mi abuelo materno, luchador social de toda una vida, lo decía en su jerga de practicante: “Es la misma jeringa con distinto bitoque”.

21/01/2022

ALEJANDRO KIRK
Chile: Quiénes son los cobardes que matan gente desarmada

Alejandro Kirk, Politika, 21/1/2022

Alejandro Kirk es un periodista chileno, corresponsal de HispanTV y teleSur. @kirkreportero

Como en una pelea de borrachos, el general Cuellar desafía a sus 'oponentes': "Sale pa' juera poh, sale pa' juera". Pa' juera, o sea allí donde tiene cuatro amigos esperando. Este comportamiento de un general de la República -milico en territorio ocupado- es penoso y lamentable. La alta oficialidad no se distingue mucho de los matones de barrio. Una nota del periodista Alejandro Kirk.

Resultó un tiro en el pie el ya famoso desafío de callejón formulado por el general chileno Luis Felipe Cuellar, jefe militar del estado de excepción en el Wallmapu (Araucanía), a los supuestos grupos armados que operan en la zona: "...aquí hay gente cobarde que mata civiles desarmados. ¿Por qué no se enfrentan con nosotros?" los invitó.

 

La incitación al enfrentamiento - y el anuncio de que el Ejército iba a matar gente- fue condenada masivamente, incluido el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), cuyo director, Sergio Micco, no se caracteriza por su asertividad en el tema.

Más bien, la oferta de caerse a balazos con una fuerza infinitamente inferior, vino a reforzar las iniciativas de norma para que en la nueva Constitución, actualmente en redacción, se transforme profundamente la naturaleza y el carácter de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad, que en cada oportunidad demuestran no haberse desligado de la Doctrina de Seguridad Nacional.

Hay ya tres iniciativas populares de ese tipo presentadas a la Convención Constitucional.

La bravuconada de Cuellar responde a una larga tradición del Ejército de Chile, cuyo tejado de vidrio (o rabo de paja) en el tema no parece haber sido comprendido por los herederos del dictador Augusto Pinochet: si algo ha caracterizado a este cuerpo armado en su historia, es haber reprimido, secuestrado, torturado, asesinado y hecho desaparecer alegremente a miles de sus propios conciudadanos civiles... siempre desarmados.

Ha sido diferente cuando los oponentes estaban armados y entrenados.

Los relatos de los participantes del atentado en contra de Pinochet, en 1986, coinciden en que la guardia personal militar del dictador no opuso resistencia alguna. Huyeron despavoridos al primer tiroteo, se escondieron debajo de los vehículos o incluso se lanzaron a un barranco, como mostraron las reconstituciones judiciales. Si Pinochet no cayó ese día, fue tanto por las fallas del armamento de los atacantes como por la calidad del blindaje del auto y la pericia del chofer.

Pinochet no murió, pero los atacantes escaparon todos ilesos, dejando en ridículo a los comandos especializados que habían jurado dar la vida por su jefe.

En Chile jamás se dice, pero en Perú son conocidas las tropelías de las tropas chilenas victoriosas -un Ejército organizado a toda prisa en 1879 con leva de campesinos- contra la población civil en las poblaciones que ocupaban. La guerra lanzada en 1879 contra Perú y Bolivia para anexar los yacimientos de salitre fue el último conflicto armado en que participó Chile.

En el Wallmapu está muy fresca la memoria del genocidio conocido como "Pacificación de la Araucanía", perpetrado por las fuerzas militares entre 1861 y 1883, para arrebatarles sus tierras y entregárselas a inmigrantes europeos y terratenientes chilenos.

Una de las Iniciativas Populares de Norma, la del capitán (R) Juan Painecura, hace una descripción detallada de 23 masacres perpetradas contra civiles por el Ejército chileno (ver aquí).

La lista no incluye los 17 años de dictadura entre 1973 y 1991, en que al menos tres mil personas fueron asesinadas, dos mil desaparecidas, y decenas de miles sufrieron secuestros, torturas, exilio y persecuciones.