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23/03/2025

LA JORNADA
Bukele, carcelero de Trump

La Jornada, México, 17-3-2025

El pasado sábado 15 de marzo el juez federal James E. Boasberg prohibió al Gobierno de Estados Unidos que siguiera deportando a extranjeros indocumentados, en respuesta a una demanda interpuesta por la Unión Estadunidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y la organización Democracy Forward. La resolución judicial señaló que un retraso en las expulsiones no perjudicaba a las autoridades y ordenó el regreso de cualquier avión que llevara migrantes deportados hacia otros países. Sin embargo, la administración que encabeza Donald Trump ignoró el fallo y una aeronave con expulsados llegó a El Salvador, cuyo presidente, Nayib Bukele, acordó recientemente con el secretario de Estado, Marco Rubio, un negocio entre ambos Gobiernos consistente en que el centroamericano recluirá en sus cárceles a unas 300 personas expulsadas de Estados Unidos a cambio de un pago anual de 6 millones de dólares, 20 mil dólares por prisionero.

El juez federal James Boasberg, del distrito de Washington
Foto Carolyn Van Houten (Getty Images)

Es claro que las deportaciones ordenadas por Trump tienen un fundamente legal sumamente endeble, por decir lo menos: la Ley de Enemigos Extranjeros de 1798, que da al jefe del Ejecutivo libertad para emprender en tiempos de guerra acciones como expulsiones masivas de personas del territorio estadunidense. Lo cierto es que oficialmente Estados Unidos no le ha declarado la guerra a nadie, por más que el magnate neoyorquino afirme que la organización delictiva de origen venezolano Tren de Aragua está en guerra con Estados Unidos y describa como invasión la presencia de integrantes de esa banda en territorio estadunidense, una hipérbole carente de toda razón jurídica y, desde luego, militar.

Bukele

Estos hechos permiten confirmar el desprecio por las leyes que caracteriza a la presidencia trumpista, la cual no sólo emprende acciones sin más base que el tremendismo metafórico de su titular, sino que ignora resoluciones judiciales como la aquí referida y convierte las acciones de su política xenofóbica y racista en hechos consumados.

El asunto tiene una faceta igualmente grave: el que Bukele haya asumido, a cambio de unos millones de dólares, la condición de carcelero de Estados Unidos. El hecho no sólo representa un trato humillante para El Salvador, sino que coloca a individuos cuya culpabilidad ni siquiera ha sido establecida en juicio en el ámbito del infierno penitenciario construido por el presidente salvadoreño con total desprecio por los derechos humanos de los internos.

Cabe recordar que con el argumento de la lucha contra la violencia de los grupos delictivos, Bukele realizó grandes redadas policiales que llevaron a la prisión a unos 80 mil individuos, muchos de ellos sin haber cometido más delito que el de tener, a juicio de la policía, una apariencia física de pandillero. Con ello, El Salvador se convirtió en el país con más población encarcelada en el mundo: mil 86 por cada 100 mil habitantes. Adicionalmente, el gobierno del país centroamericano erigió una megaprisión en la que se hacinan unas 25 mil personas. Quienes tienen la desgracia de caer en los reclusorios de Bukele pierden automáticamente todo derecho, incluido el de un proceso penal, visitas de abogados y familiares y una alimentación mínimamente digna.

Bukele incluso ha sometido a la población carcelaria a malos tratos como forma de presión explícita a las pandillas para que disminuyan sus actos de violencia.

En tales circunstancias, el hecho de que los gobiernos de ambos países hayan establecido un pacto comercial de reclusión de personas constituye una indignante violación internacional y binacional de los derechos humanos y debiera llevar a Naciones Unidas y a gobiernos democráticos del mundo a denunciar y repudiar tan denigrante negocio.

03/10/2022

SERGIO FERRARI
Qatar en “offside”, el Mundial crea polémicas

 Sergio Ferrari, 3/10/2022

No siempre “goles son amores”
Futbolistas defienden sus derechos sindicales

Se acerca el pitazo inicial de un nuevo mundial. Con la mira en Qatar, la presión en el “planeta fútbol”, dentro y fuera de la cancha, aumenta sin cesar. Pasión de multitudes dignificada, ahora, por un acuerdo sindical a nivel mundial. En tanto la sociedad civil internacional exige memoria y reparación ante el irrespeto de los derechos humanos en la etapa premundialista.

 

Trabajo insalubre. Derechos humanos y laborales violados en Qatar. Foto Amnesty International

La última semana de septiembre el Foro Mundial de Ligas (WLF), que representa a 44 instituciones nacionales de fútbol profesional integradas por unos 1.100 clubes, y el Sindicato Mundial de Futbolistas (FIFPRO),  que nuclea a 66 sindicatos con 60.000 jugadoras-es, firmaron en Ginebra, Suiza, el primer Acuerdo Laboral Global (ALG). El mismo reconoce la importancia del diálogo social para mejorar los derechos de las y los futbolistas profesionales.

Como informa el sitio web del FIFPRO, este acuerdo “revolucionario” les permitirá a ligas y sindicatos en África, América Latina, Asia, Europa y Oceanía, abordar cuestiones esenciales a nivel internacional que afectan directamente las relaciones laborales entre los clubes y sus jugadoras-es. FIFPRO y WLF colaborarán también para desarrollar y promover la negociación colectiva asumiendo una mayor responsabilidad en el proceso de profesionalizar este deporte a nivel nacional.

Como próximos pasos, ambas contrapartes nombrarán a sus representantes para integrar el Consejo Ejecutivo que gestionará la aplicación del acuerdo. El Consejo se reunirá antes de fines de 2022 para debatir, entre otros asuntos, las prioridades de empleo, el calendario de partidos y competiciones y la carga de trabajo de las y los jugadores. En las negociaciones futuras se incluirán cuestiones como las normas laborales, la gestión de los traumatismos y las medidas para combatir la discriminación y el racismo dentro y fuera de la cancha, así como sus expresiones en las redes sociales.

  

Camisetas de futbol con el nombre de algunos de los miles de trabajadores migrantes muertos en las obras de construcción para el Mundial de Qatar

Guy Ryder, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), celebró este nuevo acuerdo internacional, el cual representa “un paso adelante en las relaciones laborales de las y los futbolistas”. Y subrayó que el fútbol puede inspirar y unir a personas de todas las nacionalidades y condiciones sociales, independientemente de su género y origen étnico. El Acuerdo Laboral Global se ajusta a los principios y derechos fundamentales del trabajo establecidos por la OIT en la Declaración de Principios y Derechos Fundamentales de1998. Retoma los Puntos de Consenso del Foro de Diálogo Global sobre el Trabajo Decente en el Mundo del Deporte (2020) e incluye una referencia específica al Convenio sobre la libertad sindical y la protección del derecho de sindicalización de 1948 y de negociación colectiva de 1949.

El acuerdo ofrecerá una plataforma para debatir las normas de protección sanitaria y de seguridad de las-los deportistas, así como el compromiso necesario para mejorar la representación y la participación de las ligas nacionales, los clubes que las componen y los sindicatos del sector. Además, se compromete a promover una mayor representación y reconocimiento del fútbol femenino.

 

Foto de grupo de los firmantes del Acuerdo Laboral Global que regirá las relaciones sociales en el mundo del fútbol

 Derechos humanos en cuestión

Mientras que el Acuerdo Laboral Global abre una ventana de esperanza para los actores deportivos, la sociedad civil internacional intensifica las críticas a Qatar.

En septiembre, reconocidos portavoces de organizaciones no-gubernamentales (ONG) continuaron exigiendo a la Federación Internacional del Fútbol (FIFA) la indemnización a los trabajadores migrantes cuyos derechos humanos fueron violados durante los preparativos para del Campeonato Mundial de 2022.

Ya en mayo de 2021, el periódico británico The Guardian cifraba en 6.500 el número de trabajadores que habían muerto durante la construcción de los estadios, en su inmensa mayoría inmigrantes de India, Bangladesh, Nepal, Sri Lanka y Pakistán. Esta información se basó, principalmente, en los datos proporcionados por estos países.

10/01/2022

REFUGIADOS EN LIBIA
Nuestro Manifiesto Político

 Traducido por Tlaxcala

Somos refugiados y vivimos en Libia.

Venimos de Sudán del Sur, Sierra Leona, Chad, Uganda, Congo, Ruanda, Burundi, Somalia, Eritrea, Etiopía y Sudán. Huimos de las guerras civiles, las persecuciones, los cambios climáticos y la pobreza en nuestros países de origen. Todos fuimos empujados por circunstancias más allá de la resistencia humana.

Queríamos llegar a Europa en busca de una segunda oportunidad para nuestras vidas y, por lo tanto, llegamos a Libia. Aquí nos convertimos en la mano de obra oculta de la economía libia: colocamos ladrillos y construimos casas libias, reparamos y lavamos automóviles libios, cultivamos y plantamos frutas y verduras para agricultores libios y mesas de comedor libias, montamos satélites en techos altos para las pantallas libias, etc.

Al parecer, esto no es suficiente para las autoridades libias. Nuestra fuerza de trabajo no es suficiente. Quieren el control total de nuestros cuerpos y dignidad. Lo que encontramos a nuestra llegada fue una pesadilla hecha de torturas, violaciones, extorsiones, detenciones arbitrarias … sufrimos todas las violaciones de derechos humanos posibles e inimaginables.

No sólo una vez.

Hemos sido interceptados por la fuerza en el mar por la llamada guardia costera libia, financiada por las autoridades italianas y europeas, y luego devueltos a prisiones y campos de concentración inhumanos. Algunos de nosotros tuvimos que repetir este ciclo de humillación, dos, tres, cinco, hasta diez veces.

Tratamos de alzar la voz y difundir nuestras historias. Enseñamos esto a instituciones, políticos, periodistas, pero aparte de muy pocos interesados, nuestras historias no se escucharon. Fuimos silenciados deliberadamente.

Pero ya no.

Desde el 1 de octubre de 2021, el día en que la policía y las fuerzas militares libias llegaron a nuestros hogares en el barrio de Gargaresh y nos sometieron a duras, despiadadas y despiadadas represiones y redadas masivas. Miles de personas fueron arrestadas arbitrariamente y detenidas en campos de concentración inhumanos.

Al día siguiente, llegamos como individuos y nos reunimos en la sede del ACNUR. Aquí entendimos que no teníamos otra opción que empezar a organizarnos.

Alzamos nuestras voces y las de los refugiados sin voz que han sido silenciados constantemente. No podemos seguir en silencio mientras nadie nos defiende y defiende nuestros derechos.

Ahora estamos aquí para reclamar nuestros derechos y buscar protección en países seguros.

Por lo tanto, exigimos ahora con nuestras voces:

1. Evacuaciones a tierras seguras donde nuestros derechos serán protegidos y respetados.

2. Justicia e igualdad entre refugiados y solicitantes de asilo registrados en el ACNUR en Libia.

3. La abolición de la financiación de los guardacostas libios, que han interceptado constantemente y por la fuerza a refugiados que huían del infierno libio y los han llevado a Libia, donde les suceden todas las atrocidades.

4. El cierre de todos los centros de detención de Libia, que están financiados en su totalidad por las autoridades italianas y de la Unión Europea.

5. Las autoridades deben llevar ante la justicia a los perpetradores que han disparado y matado a nuestros hermanos y hermanas tanto dentro como fuera de los centros de detención.

6. A las autoridades libias a que dejen de detener arbitrariamente a las personas de que se ocupa la oficina del ACNUR.

7. Pedir a Libia que firme y ratifique el texto de la Convención de Ginebra sobre los Refugiados de 1951.

👉Si usted y / o su organización están de acuerdo, por favor firme nuestro Manifiesto aquí