De todos los discursos y grandilocuencias políticas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 en Glasgow (COP26), las palabras del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador [desde México, ya que no fue a Glasgow, dejando al canciller Marcelo Ebrard representar el país, NdE de Tlaxcala] fueron las más profundas y las menos hipócritas.
López Obrador despotricó contra los “tecnócratas
y neoliberales”, los dirigentes mundiales que tienen en sus manos el futuro de
la humanidad. Esto iba en referencia directa a los líderes de los países
poderosos que “aumentan su producción de combustibles, al mismo tiempo que
celebran cumbres para la protección del medio ambiente” y llegan a Glasgow en
aviones privados.
En efecto, la hipocresía sigue definiendo lo que se supone que es una lucha global colectiva contra el cambio climático y sus devastadoras y a menudo mortales consecuencias.
El consumo excesivo, la desigualdad y el capitalismo descontrolado no fueron las palabras clave que definieron la COP26. Fueron en gran medida ecologistas “radicales” y “de izquierdas” quienes hicieron esas alegaciones fuera de las salas de la conferencia. Señalar lo evidente se ha convertido, lamentablemente, en un acto radical.
Dentro de los elegantes salones de la cumbre, la política fue la de siempre, aunque disimulada, de preocupación virtuosa por el destino de toda la humanidad.