Sergio Rodríguez Gelfenstein, 30-1-2025
Estimados lectores, en esta ocasión voy a tratar de romper la dinámica tradicional. No voy a hablar de las calamidades a las que nos tiene sometido el imperialismo y el neoliberalismo. Tampoco haré mención de la maldición que encara el solo hecho de nombrar a los Trump, Netanyahu, Milei o Zelenski.
El año
pasado cerca de 10 millones de personas fallecieron en el planeta a causa de
este flagelo. Se estima que en 2040 esa cifra supere los 15 millones de
decesos. Esta terrible enfermedad afecta por igual a países con altos niveles
de desarrollo y a aquellos cuya
población tiene niveles bajos en cuanto a la esperanza de vida al nacer, la
educación, el acceso a la salud y los ingresos.
Un
artículo de la revista londinense The Economist señala que están a punto de
aparecer vacunas de nueva generación que
permitirán que el sistema inmunitario identifique los tumores y genere
condiciones para evitar su propagación.
Las
investigaciones actuales, que comienzan a mostrar positivos resultados, están
orientadas a crear vacunas contra cánceres de piel, ovarios y cerebro. Los
estudios partieron del descubrimiento del hecho de que las células cancerígenas
contenían miles de mutaciones que las diferenciaban de sus vecinas sanas,
haciendo que las primeras produjeran proteínas anormales, conocidas
como neoantígenos, que “alarmaban” al sistema inmunológico. Estos
neoantígenos son proteínas que se producen en las células cancerosas cuando se
alteran los genes que las codifican.
Esto
llevó a la conclusión de que era necesario introducir estos neoantígenos
en el cuerpo para que “entrenen” al sistema inmunológico con el
objetivo de que después, este tenga capacidad de identificar
el cáncer que los porte como cuerpo extraño.
Las
dificultades surgieron cuando los científicos debieron tomar muestras de un
tumor, “secuenciar su genoma y encontrar todas sus mutaciones genéticas para
que luego [fuera] posible determinar qué neoantígenos son capaces de provocar
la respuesta inmunitaria más fuerte en el cuerpo”. Esto obligó a que las
primeras vacunas tuvieran que ser específicas para cada paciente, “ya que el
perfil de mutaciones es distinto en cada tumor e incluso con
distintas células de un mismo tumor”.
Estas investigaciones que se han venido realizando en paralelo
en centros de investigación y laboratorios de varios países, han mostrado
avances significativos en algunos de ellos. Por ejemplo, en 2024 el laboratorio
alemán Merck y el estadounidense Moderna culminaron un estudio de tres años y
157 pacientes con melanoma (un tipo de cáncer de piel), en los que
lograron reducir en un 49 % el riesgo de muerte o recaída al inocularlos con
una vacuna terapéutica llamada ARNm-4157, “que se elabora de manera
personalizada para cada paciente y que se administra en
combinación con el fármaco de inmunoterapia Keytruda”. Este
porcentaje de disminución surge de la comparación con aquellos pacientes a los
que solo se les suministró el fármaco.
Otra investigación iniciada en Inglaterra en la Universidad de
Oxford a fines del año pasado está orientada a crear una vacuna preventiva
contra el cáncer de ovario, cuyo objetivo sea reconocer y atacar
las células cancerosas en las primeras etapas. Así mismo, este centro de
investigación está trabajando para elaborar una vacuna contra el cáncer de
pulmón.
Por su parte, en la Universidad de Florida Estados Unidos,
están estudiando la posibilidad de luchar contra el glioblastoma, un tipo
de cáncer cerebral para el que no existen tratamientos. Hasta ahora, las
pruebas se han verificado en perros con tumores cerebrales que vivieron una media de 139
días después del tratamiento en comparación con los 30-60 días que vivían
sin él.
La que pareciera la investigación más avanzada es la que
llevan adelante la Universidad de
Ciencia y Tecnología Sirius y el Centro Nacional de Investigación en
Epidemiología y Microbiología Gamaleya de Moscú, Rusia junto con especialistas
de los mayores centros oncológicos del país, quienes crearon una vacuna contra el
cáncer que actualmente se está probando en animales.
En una
entrevista para RT, Alexánder Guíntsburg, director del Centro Gamaleya explicó
que su vacuna se basará en una plataforma de ARNm que entrenará al sistema
inmunitario del cuerpo humano para atacar a las células malignas, con lo cual
guarda cierta similitud con las anteriormente expuestas. Al aplicar la vacuna,
“ en el organismo aparecerán células que reconocerán las proteínas extrañas, se
adherirán al tumor y liberarán enzimas activas. Algunas de ellas horadarán
las células afectadas, mientras que otras penetrarán por esa vía y
destruirán las proteínas tumorales”. Guíntsburg detalló que gracias a este mecanismo no se producirá
inflamación y se destruirá tanto el tumor, como también las células que
hacen metástasis. Esta vacuna también es personalizada para cada paciente sobre
la base de la consideración de que no hay dos tumores iguales. Así mismo, será
un instrumento terapéutico para aquellos pacientes que han sido sometidos
a intervención quirúrgica para eliminar un tumor.
El
tratamiento pasa por la recepción por parte del enfermo de un ciclo de siete u ocho
inyecciones con intervalos de varias semanas después de lo cual se
comprobará si hay una respuesta inmunitaria a la vacuna para que el paciente comience
a recibir inyecciones periódicas,
posiblemente de por vida para eliminar el riesgo de reaparición de la
patología.
Los
componentes de la vacuna están siendo probados durante aproximadamente 10 meses
hasta concluir la fase experimental a fines de este año, cuando será posible su
uso tras obtener la aprobación de las autoridades de salud rusas. Se espera que
para el mes de septiembre de este año la vacuna comience a ser utilizada en seres
humanos. Vale decir que los especialistas que han elaborado esta vacuna y que
se encuentran trabajando en ella desde mediados de 2022, son los mismos que crearon
la exitosa Sputnik V para combatir el covid-19.
Hasta el
momento, según las pruebas realizadas en
animales inoculados con melanoma, al décimo quinto día del tratamiento el
sistema inmunológico empieza a funcionar, disminuyendo ostensiblemente el
tamaño del tumor al comparar animales vacunados y no vacunados. Guíntsburg aseguró que si todas las etapas se realizan tal como está previsto, la
fabricación de la vacuna demorará entre seis y ocho semanas. El costo de la
dosis será de alrededor de 3.000 dólares pero Andréi Kaprin, oncólogo jefe del
Ministerio de Salud de Rusia aseguró que en su país será proporcionada
gratuitamente a los enfermos.
Estableciendo
una perspectiva de futuro, Guíntsburg ha asegurado que "dentro de 10-15 años, la humanidad
también extenderá, consecuentemente, la posibilidad de vivir sin estas
enfermedades". Pero vale aclarar que esta vacuna no servirá para combatir
todos los tipos de cáncer ya que no todos son susceptibles de inmunoterapia. Por
ahora solo se desarrollarán -en primera instancia- vacunas de ARNm personalizadas contra el
cáncer de piel, para después seguir con
las de riñón, pulmón ( el más frecuente
en humanos), mama, algunas gastrointestinales y páncreas para las que se necesitan
ensayos separados a fin de confirmar su eficacia.
En esa
medida, los científicos rusos han asegurado que es poco probable que se pueda crear
una vacuna preventiva universal contra esta dolencia ya que no es posible
considerar el cáncer como una enfermedad única sino que cada una tiene “orígenes
diferentes, en tejidos diferentes y con cursos diferentes”.
En
cualquier caso, la noticia es muy importante porque de esta manera se podrá
desafiar a uno de los peores flagelos que enfrenta la humanidad. Sin embargo,
como se ha visto, es muy probable que si la vacuna es conseguida por los
laboratorios occidentales (tal como ocurrió con la de Covid 19) primará el
interés de lucro y de ganancia más que el de salvaguarda de la salud y la vida
humana.
Por ello también, es esperanzador el anuncio del ministerio de salud de Rusia en el sentido de que la vacuna se proporcionará gratuitamente a todos los ciudadanos. Es de esperar que en un futuro no muy lejano, la misma sea recibida en todos los países del mundo. Con ello la ciencia rusa habrá hecho una nueva contribución en beneficio de los ciudadanos del planeta sin establecer diferencias entre su condición social, de raza o la pertenencia a uno u otro país.