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19/10/2025

La política de separación de Israel perpetúa a Hamas, por Amira Hass

Amira Hass, Haaretz, 17/10/2025
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Traducido por Tlaxcala

Al aislar Gaza de Cisjordania y a los palestinos de su tierra, Israel ayudó a afianzar el Hamas y a borrar las alternativas políticas. Aunque el sueño de villas de lujo en Gaza se haya desvanecido, la lógica subyacente persiste: control del territorio, expulsión indirecta y el continuo asfixiamiento del pueblo palestino bajo el pretexto de la seguridad.


Un colono agita una honda hacia palestinos que recolectaban aceitunas en el pueblo de Beita, cerca de Nablus, el viernes pasado. El alto el fuego no puede verse como una derrota para los colonos. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP

Las promesas de un auge inmobiliario en Gaza — desde la visión del ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, el compromiso del ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben Gvir de vecindarios de alto nivel para policías, y los planes de la lideresa de colonos Daniella Weiss (con asistencia divina) para reinstaurar colonias — han resultado ser nada más que bocanadas de aire caliente.
Es tentador decir que el acuerdo de alto el fuego que ahora entra en vigor en la Franja de Gaza ha infligido un golpe severo al movimiento de colonos y a sus partidarios en USA. Igual de tentadora es la imagen de sus castillos de arena colapsando bajo el peso de la resistencia inimaginable y la firmeza de los habitantes de Gaza, y bajo la negativa egipcia, dura pero políticamente calculada, de permitir un éxodo masivo de palestinos hacia su territorio.
Los responsables de la política exterior de Egipto — independientemente de quién gobierne el país — han sospechado desde hace mucho tiempo la intención de Israel de “arrojar” Gaza y sus problemas hacia ellos. Desde el inicio de la guerra, tomaron en serio los planes israelíes de expulsión de la población de Gaza y de reubicación de judíos allí, expresados abiertamente por funcionarios israelíes que parecían olvidar que intentos similares de sus predecesores Mapai-Labor para expulsar de nuevo a los refugiados de 1948 de Gaza habían fracasado.


El ministro de Finanzas Bezalel Smotrich en una conferencia de  en Hebrón el mes pasado. Sus promesas de anexión resultaron no ser más que palabras vacías. Foto Itai Ron

Pero el alto el fuego no puede verse simplemente como una gratificante derrota para el campo colonizador. La lógica política detrás de esas bocanadas de aire caliente y castillos de arena ha dado forma, y continúa dando forma, a la política israelí desde la firma de los Acuerdos de Oslo. Esa lógica ha logrado impedir la creación de un Estado que hiciera realidad el derecho palestino a la autodeterminación, aunque solo en el 22 % restante de la tierra entre el río y el mar.
El sabotaje israelí de la soberanía palestina es el reflejo de su impulso por apropiarse de la mayor cantidad de tierra posible con el menor número de palestinos posible. En la práctica, esto significa expulsión: ya sea hacia la Zona A o al exilio; mediante bombardeos aéreos, o con garrotes y barras de hierro de los “jóvenes de las colinas”; ya sea por demolición de viviendas y desalojos forzados llevados a cabo bajo amenaza de armas por la Administración Civil o las FDI, o mediante encarcelamiento y procesamientos de quienes intentan proteger su comunidad y a sí mismos: el resultado es el mismo.
Cuando esta política es la guía, los esfuerzos internacionales para “reformar” los libros escolares palestinos están condenados al fracaso. La realidad diaria del asfixiamiento sistemático que impone Israel, y su autoritarismo, respaldado por su superioridad armamentística, son los padres de la incitación contra el sionismo.
Una de las herramientas más efectivas para sabotear la estatalidad palestina ha sido y sigue siendo la “separación”. Planteada en términos de seguridad que al público israelí le gusta adoptar — incluso cuando los motivos político-inmobiliarios son evidentes — esta herramienta adopta muchas formas: desconectar Gaza de Cisjordania (desde 1991); separar Cisjordania de Jerusalén Este; dividir las ciudades palestinas entre sí; aislar pueblos de las rutas circundantes y de los centros regionales; desenlazar a los palestinos de su tierra, y unos de otros.
Documentos oficiales del gobierno militar de las décadas de 1950 y 1960 — publicados décadas después — confirmaron lo que los palestinos (y los izquierdistas no sionistas) ya entendían desde hace mucho: la supuesta lógica “de seguridad” para duras restricciones de movimiento estaba impulsada en gran medida por intereses inmobiliarios judíos. La visión de una población y territorio palestinos fragmentados a ambos lados de la línea Verde siempre ha reflejado el plan de una “Gran Tierra de Israel” para los judíos. Ambas visiones operan todavía hoy, en paralelo a las cláusulas vagas del plan Trump para un alto el fuego y un “nuevo Medio Oriente”.
La derecha colonizadora compensa su pérdida parcial en Gaza — “parcial” porque las FDI lograron el objetivo compartido de infligir destrucción máxima y muerte en el enclave — intensificando los ataques y el acaparamiento de tierras en Cisjordania. Esto toma principalmente la forma de la separación diaria de los agricultores de sus tierras, una táctica con consecuencias inmediatas y dolorosas. Con la Administración Civil, el ejército y la policía, los colonos aceleran este proceso mediante la violencia física, la obstrucción burocrática y una arrogancia insaciable. Ahora que estamos en temporada de recogida de aceitunas, los batallones del Señor han vuelto su atención hacia la cosecha y los cosechadores mismos.


Enfrentamientos entre soldados y palestinos, acompañados por activistas, en el pueblo de Beita en Cisjordania el viernes. Foto Jaafar Ashtiyeh / AFP


El sábado 11, cuando se escribió este artículo, hacia el mediodía había informes de hostigamiento y ataques directos por parte de colonos y soldados — por separado o juntos — contra recolectores de aceitunas de los pueblos de Jawarish, Aqraba, Beita y Madama al sur de Nablus; de Burqa al este de Ramala; y de Deir Istiya en la región de Salfit. El día anterior, llegaban informes similares desde Yarza, al este de Tubas; desde Immatin, Kafr Thulth y Far’ata en el área de Qalqilya; desde Jawarish, Qablan, Aqraba, Hawara, Yanun y Beita en la zona de Nablus; y de al-Mughayyir y Mazra’a al-Sharqiya al este de Ramala. Estos informes provienen de un solo grupo de WhatsApp que monitorea el norte de Cisjordania.
El hostigamiento va desde intrusiones, provocaciones, bloqueos de carreteras y amenazas armadas hasta agresiones físicas, robo de aceitunas e incendio de vehículos pertenecientes a recolectores y periodistas. Y lo que los colonos hacen esporádicamente, la política oficial lo aplica sistemáticamente: la negación del derecho de los palestinos a la libertad de movimiento entre Gaza y Cisjordania, y dentro de Cisjordania misma. La negación del derecho a elegir el lugar de residencia o de trabajo ha sido durante mucho tiempo devastadora para la sociedad palestina, la economía y las estructuras políticas, y especialmente para el futuro de su juventud.
No menos que las maletas de efectivo qataríes que Benjamin Netanyahu inició transfiriendo a Gaza, la separación de la población de la Franja respecto a la de Cisjordania, y el aislamiento de Gaza del resto del mundo — todo ello ha servido para fortalecer al Hamas — primero como organización política y militar, y luego como poder de gobierno.
En los años noventa, Hamas sostenía que Israel no tenía intención real de hacer la paz y que los acuerdos de Oslo no conducirían a la independencia. Las restricciones israelíes de movimiento en Gaza y su continua expansión de colonias tanto en Gaza como en Cisjordania hacían ese argumento convincente para muchos palestinos, especialmente en Gaza. Los atentados suicidas del Hamas fueron vistos tanto como una reacción como una prueba: ¿la respuesta de Israel premiaría a los opositores de Oslo y a los críticos de la Autoridad Palestina?
Y Israel los premió — al no cumplir sus compromisos. Las restricciones al movimiento y el robo burocrático de tierras debilitaron al Fatah y a la Autoridad Palestina, que había apoyado el proceso diplomático pero que a principios de los años 2000 había optado por la resistencia armada.


Grafiti que dice «Muerte al enemigo, libertad a la patria» en la colonia de Atara, cerca de Ramala, en agosto. Lo que los colonos hacen esporádicamente, la política oficial lo aplica sistemáticamente. Foto Nasser Nasser / AP


Eludiendo con astucia el hecho de que la fragmentación palestina siempre había sido el objetivo de Israel, Hamas presentó el desmantelamiento y el retiro israelí de 2005 como prueba de su propio éxito: que la lucha armada había funcionado. Cada nueva promoción de estudiantes de secundaria — que nunca había salido de la Franja sellada, nunca había conocido otra forma de vida y no encontraba empleo — se volvió más vulnerable a la cosmovisión opresiva del Hamas, a su propaganda y les daba razones de unirse a su ala armada (cobrando sueldos que sostenían familias empobrecidas). Hamas aprendió a canalizar la energía embotellada y la creatividad de Gaza en su maquinaria militar y política.
La Autoridad Palestina, el Fatah y su aparato de seguridad han permanecido impotentes frente a la ola creciente de desposesión de tierras en Cisjordania y a la devastación económica directa e indirecta incrustada en esa expropiación y separación — situación agravada por órdenes sucesivas de ministros israelíes de Finanzas para retener los ingresos arancelarios palestinos.
Ante el público palestino en Cisjordania, esta impotencia es inseparable de la corrupción de las élites civiles y militares de la Autoridad, que son percibidas como egoístas e indiferentes siempre que sus propios bolsillos estén llenos. No es sorprendente, entonces, que la resistencia armada — asociada principalmente con Hamas — conserve su prestigio entre la juventud de Cisjordania. Para ellos, la resistencia armada al menos causa sufrimiento y humillación al agresor israelí.
Todas las señales indican que Israel continuará bloqueando la libertad de movimiento de los palestinos entre Cisjordania, Israel y Gaza, y restringiendo la entrada de palestinos del extranjero y activistas internacionales en la Franja. Como resultado, quienes más necesitan oírlo no podrán saber lo que los residentes de Gaza realmente piensan de la resistencia armada. En otras palabras, cuántos de ellos realmente desprecian al Hamas. [y tú, Amira, ¿quizás lo sabes?, NdT]


Soldados custodian la construcción de una nueva carretera de colonos en Cisjordania, al oeste de Ramala. La supuesta lógica de seguridad de las restricciones de movimiento estaba arraigada en intereses inmobiliarios. Foto Zain Jaafar / AFP

Frente a las políticas israelíes de asfixia, muerte, destrucción y despojo en Cisjordania, la mayoría de los palestinos que no son residentes de la Franja, junto con muchos de sus simpatizantes internacionales, continuarán viendo al Hamas como el representante político auténtico de la aspiración a la libertad y resistencia ante la opresión.
La experiencia muestra que una vez que comience el trabajo de despejar las municiones sin explotar y reconstruir Gaza, quedará claro que el proceso es mucho más complejo y costoso de lo que se esperaba. Más allá de la reconstrucción física, cada uno de los millones de residentes de Gaza necesitará sanación física y psicológica y rehabilitación material, en una escala y duración sin precedentes que desafía la imaginación.
El enfoque correcto, justo y lógico es permitir que los palestinos de Cisjordania y de Israel participen plenamente en ese proceso, en colaboración con los profesionales de la Franja que sobrevivieron: ingenieros estructurales, arquitectos, obreros de la construcción, cirujanos, oftalmólogos, agricultores, expertos en TI, docentes, psicólogos, trabajadores sociales y especialistas en energías renovables.
También sería lógico desarrollar programas en Cisjordania para cuidar a las decenas de miles de niños de Gaza que han quedado huérfanos o lesionados hasta el punto de discapacidad permanente.
En resumen, antes de que el mundo lance licitaciones internacionales para la reconstrucción de Gaza, redacte especificaciones técnicas o emita declaraciones huecas sobre el reconocimiento de un Estado y la desaparición del Hamas, primero debe usar las herramientas políticas a su alcance para asegurar que Israel ponga fin a su política destructiva de separación entre Gaza, Cisjordania y el resto del territorio.
Si eso no ocurre — incluso si el Hamas deponía las armas dentro de Gaza — continuará, o alguna versión futura de él continuará, sirviendo como dirección política del pueblo palestino.

17/10/2025

¿Dirán algún día los israelíes sobre las atrocidades de su país en Gaza: “Siempre estuve en contra”?

Las personas no nacen crueles; se vuelven así. La crueldad de los palestinos hacia los israelíes se difunde ampliamente, mientras que nuestra crueldad, la de la sociedad israelí, se vuelve cada vez más sofisticada para proteger nuestros botines.

Amira Hass, Haaretz, 15/10/2025
Traducido por Tlaxcala


Los palestinos compran en un mercado improvisado en el campo de refugiados de Nuseirat, ubicado en el centro de la Franja de Gaza, el miércoles. Foto: Eyad Baba/AFP

Los optimistas dicen que, al final, los israelíes comprenderán la magnitud de la atrocidad que cometieron en la Franja de Gaza. La verdad se filtrará en su conciencia.
Los viejos videos de bebés destrozados por nuestras bombas llegarán algún día al corazón de los israelíes y los traspasarán. Verán de repente a los niños cubiertos por el polvo del hormigón triturado bajo el cual fueron rescatados, temblando incontrolablemente y mirando al vacío con una expresión que es todo un gran signo de interrogación.

En algún momento, dicen los optimistas, los israelíes dejarán de decir: «Se lo merecían, por el 7 de octubre. Ellos atacaron.» Los números dejarán de ser abstracciones y “¿quién cree a Hamás?”. Los lectores comprenderán que más de 20.000 niños fueron asesinados —un tercio de todos los muertos— por nuestras manos. Más de 44.000 niños fueron heridos —una cuarta parte de todos los heridos—. Comprenderán que apoyaron y facilitaron una guerra de aniquilación contra un pueblo, y no la derrota de una organización armada cruel.

En algún momento, entenderán que la crueldad individual de la venganza mostrada por tantos soldados —a menudo acompañada de risas y sonrisas difundidas por TikTok— y la crueldad fría, quirúrgica y anónima de quienes matan desde cabinas o salas de control como si jugaran a videojuegos— no son marcas de heroísmo, sino una grave enfermedad. Social y personal.

Los padres, creen los optimistas, no podrán dormir por las noches, preocupados de que las X en los fusiles de sus hijos marquen mujeres, ancianos o jóvenes que recolectaban hierbas para comer. Llegará el día en que los adolescentes pregunten a sus padres, que fueron soldados entonces, si también obedecieron una orden de disparar a un anciano que cruzó una línea roja desconocida.

Las hijas de pilotos condecorados preguntarán si lanzaron una bomba “proporcionada” que mató a cien civiles por un comandante medio de Hamás. “¿Por qué no te negaste?”, sollozará la hija.

Manifestantes portando fotos de niños palestinos asesinados en Gaza por Israel cerca de la base aérea de Tel Nof, a principios de este año.

Los nietos de un guardia de prisión jubilado preguntarán: “¿Golpeaste tú personalmente a un detenido esposado hasta que se desmayó? ¿Obedeciste la orden de un ministro de negar comida y duchas a los prisioneros? ¿Amasaste a 30 detenidos en una celda diseñada para seis? ¿De dónde vinieron las enfermedades de la piel? ¿Conocías a alguno de las decenas de detenidos que murieron en una prisión israelí por hambre, golpes o tortura? ¿Cómo pudiste, abuelo?” Los sobrinos de jueces del Tribunal Supremo leerán sus sentencias que permitieron todo eso y dejarán de visitarlos en el shabat.

En algún momento, creen los optimistas, el encubrimiento de la realidad por parte de los medios israelíes dejará de lavar cerebros y adormecer corazones. La expresión “el contexto” no será considerada una blasfemia, y el público conectará los puntos: opresión. Expulsión. Humillación. Deportación. Ocupación. Y todo el sufrimiento entre ellas. No son partes de consignas inventadas por judíos que se odian a sí mismos, sino la descripción de la vida de un pueblo entero, durante años, bajo nuestras órdenes y nuestras armas.

Las personas no nacen crueles; se vuelven así. La crueldad de los palestinos hacia los israelíes se cubre extensamente en nuestros medios, artículos y primeros planos. Se desarrolló como respuesta y resistencia a nuestro dominio extranjero y hostil. Nuestra crueldad, la de la sociedad israelí, se vuelve cada vez más sofisticada con el objetivo de proteger nuestros botines: la tierra, el agua y las libertades de las que expulsamos a los palestinos.

Los optimistas creen que hay un camino de regreso. Qué afortunados son, los optimistas.

16/10/2025

Oír el canto de un gallo en lugar de las bombas cayendo sobre Gaza es la principal causa de celebración


Los discursos y mítines israelíes de los últimos días han demostrado un total desprecio por el dolor y el sufrimiento en Gaza, así como por la destrucción que las FDI han dejado atrás.

Gideon Levy, Haaretz, 16/10/2025

English version

Traducido por Tlaxcala

Todo lo que le había ocurrido a Israel en los dos últimos años se reunió en la víspera de la festividad de Sucot, en la fiesta de fin de guerra en la Knéset. Fue una orgía de adulación, amor propio, vanagloria y negación.

Aparte de la gran alegría por la liberación de los rehenes, no se abrió ninguna ventana a un nuevo capítulo, solo más de lo mismo: Míranos, qué grandiosos somos, y no vemos a nadie más que a nosotros mismos. La embriaguez de la liberación se mezcló con una abundancia de auto-admiración y auto-embellecimiento: Qué hermosos somos los israelíes.


La voz de la Ilustración, el columnista de Haaretz Uri Misgav, se puso poético en la red X: “La victoria del espíritu sobre la desesperación, de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre el mal.” Nada menos. Mientras Misgav estaba poniéndose poético, cientos de miles de personas avanzaban, cargando sus pocas pertenencias restantes, a través de las ruinas y la destrucción de su tierra, de regreso a sus no-hogares.

Cientos de otros fueron liberados de las cárceles israelíes, y ellos tampoco resonaron en los medios israelíes, que continuaron su cobertura propagandística: ocultar Gaza tanto en la guerra como en la paz. Solo 20 personas han sido liberadas. Los demás no son personas. No tienen familias amorosas y llorosas. La imagen del prisionero liberado que llega a Gaza solo para descubrir que su esposa y sus hijos fueron asesinados por los bombardeos: esa no la han visto.

El gran elefante está ahí, y nadie se atrevió a mirarlo directamente. El presidente de la Knéset, Amir Ohana, Benjamín Netanyahu y, por supuesto, el maestro del género, el diputado de Yesh Atid Yair Lapid, estaban ocupados engrandeciéndose a sí mismos y a su señor feudal. Incluso en momentos así, no había oposición salvo los representantes de la Lista Conjunta Árabe, que por supuesto fueron expulsados de la sala.

Había celebraciones, y había motivo para celebrar. Pero también debía haber sido el momento para que alguien tuviera el valor de decir la verdad: una palabra sobre las mayores víctimas de la guerra cuya final se celebraba.

Netanyahu, Donald Trump o, al menos, el autodenominado “líder de la oposición” Lapid, debieron hablar de lo que Israel deja tras de sí. Lamentar, disculparse, asumir responsabilidad, admitir culpa, reconocer el dolor, prometer cambio, compensación, rehabilitación o sanación a las víctimas. Cualquier cosa.

En cambio, tuvimos a Lapid flanqueando a Netanyahu y Ohana desde la derecha, compitiendo por ver quién se arrastraba más ante Trump, mientras decía: No hubo genocidio. No hubo intención de matar de hambre a los palestinos (!). ¿Ninguna intención de matar de hambre, Lapid? ¿Cómo se atreve? ¿Y en base a qué? ¿A las declaraciones de los líderes del país que prometieron matar de hambre a los gazatíes y cumplieron su promesa?

“Los habitantes de Gaza no tienen electricidad, ni comida, ni agua, ni combustible… Luchamos contra bestias con forma humana y actuamos en consecuencia”, había dicho el exministro de Defensa Yoav Gallant al comienzo de la guerra. Pero Lapid se mantuvo firme: “Israel fue un país y un ejército que luchaba contra terroristas que envían a sus hijos a morir por una sesión de fotos.” Un Douglas Murray israelí, una versión angloparlante del colaborador Yosef Haddad. Con una oposición así, ¿para qué derrocar al gobierno?

Debió haber sido diferente. Una ceremonia de fin de guerra sin verdad es un evento repugnante. Horas de autosatisfacción en la Knéset, declaraciones cursis repetidas en los medios, sin inclinar una sola vez la cabeza por lo que Israel ha perpetrado. ¿Qué fuerza tendría Israel si hubiera actuado de otra manera y reconocido los crímenes que cometió? Si hubiera mencionado el dolor de Gaza. Si hubiera asumido un mínimo de responsabilidad por su destino, en lugar de vomitar, con la típica arrogancia lapidiana: “Terroristas que envían a sus hijos”, como si fuera Yahya Sinwar quien se sentara en las cabinas de los cazas que masacraron sin piedad a los niños gazatíes.

La esperanza se desvaneció en la víspera de Simjat Torá. Netanyahu se negó a asistir a la cumbre de paz de Trump en Sharm el-Sheij, y la Knéset continuó encubriendo los crímenes de Israel. Así no se abre un nuevo capítulo.

A pesar de ello, es un tiempo de esperanza.



06/10/2025

TIGRILLO L. ANUDO
Le flottiglie che vengono sequestrate ogni giorno


Tigrillo L. Anudo, 6 ottobre 2025
Tradotto da Tlaxcala

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Il mondo cambia poco. Si ripetono schemi storici. Il passato non se n’è mai andato. La cosificazione degli esseri umani continua. La colonizzazione è all’ordine del giorno. La pirateria nelle acque internazionali rinasce con altri attori (chi si è infine tenuto gli aiuti e gli averi degli occupanti della flottiglia umanitaria diretta a Gaza?). Vengono definiti “terroristi” coloro che intraprendono azioni a favore della giustizia.


Il sequestro della Flottiglia Globale Sumud, che portava aiuti umanitari al popolo tormentato di Gaza, è ciò che accade quotidianamente in molti paesi. Sta accadendo proprio ora in Ecuador, Perù, Argentina, dove le politiche neoliberiste sottomettono la popolazione alla fame, alla mancanza di assistenza sanitaria, di istruzione, di alloggio, di lavoro — a una morte lenta.

La differenza è che non si tratta di flottiglie che viaggiano per mare. Sono flottiglie di investimento sociale che restano sequestrate nei Congressi e nelle Assemblee pluto­cratiche e corrotte. La differenza sta nel fatto che questa pratica del capitalismo globale diventa più visibile in una nazione invasa, massacrata e umiliata dall’ideologia sionista, concezione di uno Stato suprematista che realizza una pulizia etnica contro coloro che considera “inferiori” e “terroristi”.

Nei paesi menzionati sono sequestrati i diritti umani di altre etnie (indigeni, afrodiscendenti, contadini, operai meticci), operano regimi dittatoriali, repressivi e antidemocratici. Non uccidono con aerei bombardieri e intelligenza artificiale, ma con la negazione della dignità umana, ignominia resa invisibile dai mezzi di comunicazione imprenditoriali e dagli apparati educativi che programmano analfabeti politici.

Tutto è articolato. Daniel Noboa (presidente dell’Ecuador), Dina Boluarte (presidente del Perù) e Javier Milei (presidente dell’Argentina) sono alleati del governo sionista di Netanyahu. Come loro, Donald Trump (presidente degli Stati Uniti) e altri presidenti di nazioni europee fanno affari con il regime di Israele che difendono. Anche se alcuni governi europei hanno respinto a parole le azioni terroristiche dello Stato israeliano in Palestina (tra questi Italia e Spagna), hanno finito per abbassare la testa di fronte al genocidio. Non c’è fermezza nel rifiuto. Hanno paura di assumere posizioni decise, non vogliono uscire dal Club dei potenti complici del mondo.

Il governo degli USA segue l’ideologia sionista, è il suo riferimento. È l’alleato naturale di coloro che incarnano ciò che è più caratteristico del capitalismo 2.0: usura, controllo delle banche e del sistema finanziario, gestione delle industrie più redditizie, produzione di armi e tecnologie di sorveglianza, servizi di spionaggio e tecniche di combattimento contro i “nemici interni”, sviluppi di Intelligenza Artificiale che aumentano lo sfruttamento del lavoro e la disoccupazione. Il capitalismo 2.0 fa avanzare la tecnologia e arretra l’umanità.

Israele insegna agli USA come fare affari, coinvolgendoli come partner in un ambizioso progetto alberghiero in territorio palestinese. Né il Diritto Internazionale né i Diritti Umani fermano il tasso di profitto. Il mondo politico elitario continua, in gran parte, a essere molto permissivo con il genocidio a Gaza. Conviene loro. Sono i fili invisibili degli interessi commerciali e diplomatici che predominano nell’agenda delle politiche estere. Prevale l’economia politica, non l’etica né la solidarietà internazionale.

Nemmeno i romanzi distopici del XX secolo avevano previsto l’utopia negativa che il mondo vive oggi. Un piccolo paese con un esercito potente, sostenuto dall’impero usamericano, “difende” il proprio diritto a commettere un genocidio. Inoltre, considera l’atto di portare cibo, acqua, medicine e altri aiuti umanitari a un popolo bloccato come atti terroristici finanziati da Hamas. Si concede il permesso di imporre un blocco marittimo alla Striscia di Gaza (da 17 anni), sottomettendola alla sete, alla fame e alla mancanza di medicinali. Si permette anche di violare il diritto al mare abbordando imbarcazioni che si trovano in acque internazionali.

A chi importa la Palestina?

Come affrontare il pericolo rappresentato dal terrorismo di Stato di Israele? Le marce e le flottiglie umanitarie sono più simboliche che efficaci. Tuttavia, sono preziose e devono continuare, perché rendono visibile l’infame offensiva di una macchina che uccide bambini e donne. Esistono anche campagne di boicottaggio contro le imprese che finanziano il terrorismo dell’esercito sionista. Anche la loro portata è limitata, ma si aggiungono al clamore per la pace. Il presidente Petro ha proposto un Esercito di Salvezza dell’Umanità, ma non c’è stata una risposta tempestiva per realizzarlo. Il presidente Trump ha annunciato un “Piano di Pace” recolonizzatore per fermare la “guerra” (non dice genocidio) e amministrare la Striscia di Gaza con Tony Blair (assassino di asiatici). Un inganno e una beffa per il mondo. Annullano l’autodeterminazione dei popoli con un colpo di penna, decidono per la Palestina.

Ahmed Rahma, Türkiye

Tutto indica che il disordine che distrugge il Diritto Internazionale potrà essere compensato solo con l’uso della forza da parte di nuovi e audaci attori. Gli Houthi dello Yemen, un paese povero devastato dalla guerra, hanno osato lanciare droni e missili su Israele; lo fanno per solidarietà con la Palestina, per farsi sentire come nazione ignorata e colpita, per motivi storico-religiosi, per strategia, per calcolo politico, perché hanno la dignità e il coraggio che mancano alle nazioni ricche. Queste azioni, insieme alle risposte con missili supersonici dell’Iran che hanno fatto a pezzi la Cupola di ferro di Israele, stanno incoraggiando altri paesi a intervenire per fermare i massacri impuniti che ogni giorno commettono i militari folli guidati da Netanyahu. Israele non è così invulnerabile, è già stato dimostrato. E un paese minuscolo come lo Yemen capisce di poter giocare un ruolo controllando il Mar Rosso, attraverso il quale naviga gran parte dei combustibili e delle merci del commercio internazionale. In un mondo dove si violano le regole della convivenza e del rispetto tra le nazioni, si autorizza la continuazione di tali violazioni da parte di altri interessati. Israele rischia di essere cancellato dalla mappa per la sua persistente sfida alla pace e alla moralità internazionale.

Se l’esercito israeliano si arroga il diritto di sequestrare navi in acque internazionali, sta legittimando che gli Houthi attacchino le navi che trasportano armi, merci o combustibili attraverso lo Stretto di Bab el-Mandeb, l’entrata sud del Mar Rosso, attraverso cui passano le navi cariche di petrolio che riforniscono non solo Israele, ma anche Europa e Stati Uniti. Anche le navi di quest’ultimo paese soffriranno. I prezzi del petrolio possono aumentare. L’economia mondiale potrebbe essere colpita. La legge della giungla si espande sul pianeta; un futuro incerto potrebbe segnare le relazioni internazionali.

La disputa dei mercati e delle rotte commerciali mondiali è una partita a scacchi tra Russia, Cina, Europa e Stati Uniti. Nessuno di loro si preoccupa del destino della Palestina. Si preoccupano di come si posizionano di fronte ai loro avversari. Ogni volta che si apre un nuovo fronte di guerra per gli Stati Uniti, russi e cinesi ne approfittano. Sono interessati a vedere gli USA logorarsi aiutando i loro soci israeliani. Ecco perché orsi e draghi non entrano con forza a difendere la Palestina. È così che funziona l’economia politica. Piccoli paesi come lo Yemen e il Libano (Hezbollah) fanno di più per i gazawi che le grandi potenze. I governi arabi non riescono nemmeno a mettersi d’accordo su come sostenere i loro fratelli palestinesi, né su come affrontare la sfida sionista.

Solo i popoli salvano i popoli. Altre iniziative saranno indispensabili per fermare il genocidio. Non esiste potere militare che salvi vite a Gaza. Nessun governo osa intercedere per i palestinesi massacrati. Nessuno vuole “mettersi nei guai”, ciascuno guarda al proprio interesse. Finora, solo l’Indonesia ha offerto 20.000 soldati per un improbabile esercito di salvezza. Nessuno crede negli eserciti di salvezza.

Gaza è sola. I suoi abitanti continuano a cadere sotto i proiettili assassini di Netanyahu. Dopo Hiroshima e Nagasaki, il genocidio palestinese è il più grande fallimento dell’umanità.
La cupola sionista è determinata a sterminare gli abitanti di Gaza.
Lo fa dal 1947, quando i suoi alleati britannici li posizionarono deliberatamente nel territorio palestinese.
Il loro odio e la loro paura (mancanza di amore) li hanno portati a considerare tutti i palestinesi come terroristi.
Dicono lo stesso di coloro che cercano di portare loro aiuti.

Il fascismo sta regnando, e non ce ne siamo accorti. 

TIGRILLO L. ANUDO
Las flotillas que secuestran todos los días

 

Tigrillo L. Anudo, 6-10-2025

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El mundo cambia poco. Se repiten patrones históricos. El pasado nunca se fue. La cosificación de los seres humanos continúa. La colonización está a la orden del día. La piratería en aguas internacionales revive con otros actores (¿quién se quedó finalmente con las ayudas y las pertenencias de los ocupantes de la flotilla humanitaria rumbo a Gaza?). Tildan de “Terroristas” a quienes emprenden acciones en pro de la justicia.

El secuestro de la Flotilla Global Sumud que llevaba ayuda humanitaria al pueblo atormentado de Gaza es lo que ocurre diariamente en muchos países. Está ocurriendo ahora mismo en Ecuador, Perú, Argentina, donde las políticas neoliberales someten a la población al hambre, la falta de atención en salud, educación, vivienda, empleos, muerte lenta.

La diferencia es que no son flotillas que van por el mar. Son flotillas de la inversión social que quedan secuestradas en los Congresos y Asambleas plutocráticas corruptas. La diferencia está en que esa práctica del capitalismo global se hace más visible en una nación invadida, masacrada y humillada por la ideología sionista, concepción de un Estado supremacista que hace una limpieza étnica con quienes considera “inferiores y terroristas”.

En los países mencionados están secuestrados los derechos humanos de otras etnias (indígenas, afrodescendientes, campesinos, obreros mestizos), operan regímenes dictatoriales represivos y antidemocráticos. No asesinan con aviones bombarderos e inteligencia artificial, sino con la negación de la dignidad humana, ignominia invisibilizada por los medios de comunicación empresariales y los aparatos de educación programadores de analfabetas políticos.

Todo está articulado. Daniel Noboa -presidente del Ecuador-, Dina Boluarte -presidenta del Perú-, y Javier Milei -presidente de Argentina-, son aliados del gobierno sionista de Netanyahu. Igual que éstos, Donald Trump -presidente de Estados Unidos- y otros presidentes de naciones europeas, tienen negocios y defienden el régimen de Israel. Aunque gobiernos europeos rechazaron de palabra las acciones terroristas del Estado Israelí en Palestina (entre ellos Italia y España) terminaron agachando la cabeza ante el genocidio. No hay entereza en el rechazo. Les da miedo asumir posiciones enhiestas, no quieren salirse del Club de los poderosos cómplices del mundo.

El gobierno de Estados Unidos sigue la ideología sionista, es su referente. Es el aliado natural de quienes encarnan lo más característico del capitalismo 2.0: la usura, el control de la banca y sistema financiero, el manejo de las industrias más lucrativas, la producción de armas y tecnología de vigilancia, servicios de espionaje y técnicas de combate a “enemigos internos”, desarrollos de Inteligencia Artificial que aumenta la explotación del trabajo y el desempleo. El capitalismo 2.0 avanza la tecnología y decrece la humanidad.

Israel le enseña a Estados Unidos cómo hacer negocios, lo involucra como socio en un ambicioso proyecto hotelero en territorio palestino. A la tasa de ganancia no la detiene ni el Derecho Internacional ni los Derechos Humanos. El mundo político elitista sigue, en gran parte, muy permisivo con el genocidio en Gaza. Les conviene. Son los hilos invisibles de intereses comerciales, diplomáticos, los que predominan en la agenda de las políticas para las relaciones exteriores. Prima la economía política, no la ética ni la solidaridad internacional.

Ni siquiera las novelas distópicas del siglo XX previeron la utopía negativa que vive el mundo hoy. Un pequeño país con un ejército poderoso, respaldado por el imperio estadounidense, “defiende” su derecho a cometer un genocidio. Además, considera la acción de llevar alimentos, agua, medicina y otras ayudas humanitarias, a un pueblo bloqueado, como actos terroristas financiados por Hamas. Se da el permiso para hacer bloqueo marítimo a La Franja de Gaza (desde hace 17 años), sometiéndolo a la sed, el hambre y la ausencia de medicamentos. También se permite violar el derecho al mar al abordar embarcaciones que están en aguas internacionales. ¿A quién le importa Palestina?

¿Cómo enfrentar el peligro que significa el terrorismo de Estado de Israel? Las marchas y las flotillas humanitarias son más simbólicas que efectivas. Sin embargo, son valiosas y deben continuar porque visibilizan la infame ofensiva de una máquina que mata niños y mujeres. También hay campañas de boicot a empresas que financian el terrorismo del ejército sionista. Su alcance también es limitado pero van sumando al clamor por la paz. El presidente Petro propuso un Ejército de Salvación de la Humanidad, pero no hubo respuesta oportuna para cristalizarlo. El presidente Trump anunció un “Plan de Paz” recolonizador para frenar la “guerra” (no dice genocidio) y administrar con Tony Blair (asesino de asiáticos) La Franja de Gaza. Un engaño y burla al mundo. Anulan la autodeterminación de los pueblos de un plumazo, deciden por Palestina.

Todo indica que el desorden que destroza el Derecho Internacional sólo podrá ser compensado con el uso de la fuerza por nuevos y audaces actores. Los hutíes de Yemen, un país pobre asolado por la guerra, se han atrevido a lanzar drones y misiles a Israel; lo hacen por solidaridad con Palestina, lo hacen para hacerse sentir como nación ignorada y golpeada, lo hacen por motivos histórico religiosos, lo hacen por estrategia, lo hacen por cálculo político, lo hacen porque tienen la dignidad y la valentía de la que carecen las naciones ricas. Estas acciones, más las respuestas con misiles supersónicos de Irán que volvieron trizas el domo de hierro de Israel, están alentando a otros países a intervenir para frenar las masacres que impunemente cometen a diario los enloquecidos milicos dirigidos por Netanyahu. Israel no es tan invulnerable, ya quedó demostrado. Y un país diminuto como Yemen entiende que puede jugar controlando el Mar Rojo por donde navega gran parte de los combustibles y mercancías del comercio internacional. En un mundo donde se violan las reglas de la convivencia y el respeto entre naciones, se autoriza la continuidad de la violación de dichas reglas por parte de otros interesados. Israel está arriesgando a ser borrado del mapa por su persistente desafío a la paz y moralidad internacional.

Ahmed Rahma, Türkiye

Si el ejército israelí se abroga el derecho a secuestrar barcos en aguas internacionales está validando que los hutíes ataquen barcos que les lleven armas o mercancías o combustibles por el Estrecho de Bad el-Mandeb, la entrada sur del Mar Rojo, por donde transitan buques cargados de petróleo que abastecen no sólo a Israel, sino a Europa y Estados Unidos. Los barcos de este último país también sufrirán. Los precios del petróleo pueden subir. La economía mundial se podría afectar. La ley de la selva se expande en el planeta, un futuro incierto podría marcar las relaciones internacionales.

La disputa de los mercados y las rutas comerciales mundiales tiene en un ajedrez a Rusia, China, Europa y Estados Unidos. A ninguno de ellos le importa la suerte de Palestina. Están preocupados de cómo se posicionan frente a sus contrincantes. Cada que se abre un nuevo frente de guerra para Estados Unidos, se aprovecha por parte de rusos y chinos, sacan partido de ello. Les interesa que Estados Unidos se desgaste ayudando a sus socios israelíes. De ahí que los osos y dragones no entren con energía a defender a Palestina. Así funciona la economía política. Hacen más por los gazatíes países pequeños como Yemen y Líbano (Hezbolá) que las grandes potencias. Los gobiernos árabes tampoco se ponen de acuerdo en cómo apoyar a sus hermanos palestinos, ni en cómo hacer frente al desafío sionista.

Sólo los pueblos salvan a los pueblos. Otras iniciativas serán indispensables para atajar el genocidio. No hay poder militar que salve vidas en Gaza. Ningún gobierno se atreve a interceder por los palestinos masacrados. Ninguno se quiere “meter en problemas”, cada uno mira su interés propio. Hasta ahora, sólo Indonesia ofreció 20.000 soldados para un ejército de salvación improbable. Nadie cree en ejércitos de salvación.

Gaza está sola. Siguen cayendo sus habitantes bajo las balas asesinas de Netanyahu. Después de Hiroshima y Nagasaki, el genocidio palestino es el mayor fracaso de la humanidad. La cúpula sionista está empeñada en exterminar a los gazatíes. Lo viene haciendo desde 1947 cuando sus socios británicos los ubicaron calculadamente en territorio palestino. Su odio y miedo (falta de amor) los ha llevado a considerar a todos los palestinos como terroristas. Lo mismo dicen de quienes tratan de llevarles ayuda. El fascismo está reinando y no nos hemos dado cuenta. 

05/10/2025

GIDEON LEVY
Si, hay que llorar por la sangre derramada: pasarán generaciones antes de que Gaza olvide el genocidio

 Gideon LevyHaaretz, 5-10-2025

Traducido por Tlaxcala

Hace falta un grado extraordinario de optimismo para no estar abatido —o aguafiestas— ante el acuerdo sobre Gaza. Pero se puede: la propuesta tiene sus aspectos positivos.


Palestinos inspeccionan los daños en un barrio residencial tras una operación israelí en la zona, el sábado.
Foto Ebrahim Hajjaj / REUTERS


No se trata de un acuerdo de paz entre Israel y Gaza, lo cual habría sido mucho mejor, sino de un acuerdo que USA impuso a Israel. Desde hace tiempo está claro que solo un acuerdo impuesto puede hacer que Israel cambie. Aquí está. Una señal de esperanza en la continuación de políticas coercitivas usamericanas, sin las cuales nada se movería.

Decenas de miles de vidas se han salvado este fin de semana. El miedo, el hambre, las enfermedades, el sufrimiento y las penurias de más de dos millones de personas podrían empezar a disminuir. El domingo, al menos, tendrán su primera noche de sueño sin la amenaza de los bombardeos sobre sus cabezas expuestas. Cientos de personas más recuperarán su libertad: los 20 rehenes israelíes con vida, los 250 prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua en Israel y los 1.800 residentes de Gaza, en su mayoría inocentes, detenidos en Israel.

Sí, en la misma frase: los prisioneros palestinos también tienen familias que han soportado meses o años de angustia e incertidumbre sobre el destino de sus seres queridos. La mayoría merece ser liberada por fin. Ninguno de los 1.800 detenidos de Gaza que serán liberados ha sido juzgado. Ellos también fueron secuestrados. Es mejor no comparar las condiciones de detención: fueron terribles en ambos lados. Por tanto, su liberación es motivo de alegría para todos: todos los cautivos y todas las familias.

Este acuerdo restaura el orden en las relaciones entre Estados Unidos e Israel: Israel es el Estado cliente y Estados Unidos la superpotencia. En los últimos años, esas definiciones se habían difuminado por completo, hasta el punto de que, especialmente durante las administraciones de Obama y Biden, a veces parecía que Israel era el patrón y Estados Unidos su protectorado. Por fin hay un presidente estadounidense que se atreve a utilizar el enorme poder a su alcance para dictar las acciones de Israel. Las medidas impuestas por Donald Trump son buenas para Israel, aunque pocos lo admitan.

Poner fin a la guerra es, por supuesto, algo bueno para Gaza, pero también es bueno para Israel. No es momento de enumerar todos los terribles daños que esta guerra ha causado a Israel, algunos irreversibles. El mundo no olvidará pronto el genocidio; pasarán generaciones antes de que Gaza olvide.
Detener la guerra ahora es el mal menor para un Israel que ha perdido su rumbo. En los últimos meses, el país ha estado al borde del colapso moral y estratégico. El tío Donald lo devuelve a sus dimensiones originales y tal vez lo encamine hacia un rumbo distinto.

Israel podría haber evitado esta guerra, que solo lo ha perjudicado. Pero también podría haber gestionado su final de otra manera. Negociaciones directas con Hamas y gestos de buena voluntad podrían haber cambiado el curso. Una retirada completa de la Franja de Gaza y la liberación de todos los prisioneros habrían señalado un nuevo comienzo. Pero Israel, como siempre, eligió actuar de otra forma: hacer solo lo que se le impuso.

Gaza, e incluso Hamas, terminan esta guerra de pie. Golpeados, ensangrentados, exhaustos, empobrecidos, pero en pie. Gaza se ha convertido en una Hiroshima, pero su espíritu sigue vivo. La causa palestina había desaparecido por completo de la agenda internacional —otro momento de paz con Arabia Saudí y los palestinos se habrían convertido en los indios americanos de la región— y entonces llegó la guerra y los devolvió a la cima de la agenda mundial. El mundo los ama, el mundo siente compasión por ellos.

No hay consuelo para los habitantes de Gaza, que han pagado un precio indescriptible —y el mundo podría volver a olvidarlos—, pero por ahora, están en el centro del mundo.

Este momento debe aprovecharse para cambiar el estado de ánimo en Israel: es hora de que los israelíes abran los ojos y vean lo que han hecho.
Quizás no valga la pena llorar por la leche derramada, pero la sangre derramada es diferente. Es hora de abrir la Franja de Gaza a los medios y decirles a los israelíes: “Miren, esto es lo que hemos hecho.”
Es hora de aprender que confiar únicamente en la fuerza militar conduce a la devastación.
Es hora de entender que en Cisjordania estamos creando otro Gaza.
Y es hora de mirar de frente y decir: Hemos pecado, hemos actuado con maldad, hemos transgredido.

03/10/2025

RYAN GRIM/MURTAZA HUSSAIN
Cómo Larry Ellison y Ron Prosor seleccionaron a Marco Rubio por su fidelidad a Israel
Las revelaciones de correos electrónicos pirateados

Ryan Grim et Murtaza Hussain, DropSiteNews, 2-10-2025
Traducido por
Tlaxcala

Todo se está alineando para Larry Ellison. El multimillonario cofundador del gigante tecnológico Oracle, a veces el hombre más rico del mundo (superando a Musk) y firme partidario de Israel, está a punto de asumir un papel protagonista en la reconfiguración de TikTok en USA. Su hijo, David Ellison, se prepara para tomar el control de grandes sectores de los medios de comunicación, incluidos CBS News, CNN, Warner Brothers y Paramount, y, según se informa, incorporará Ala estrella facha Bari Weiss, de Free Press, para orientar la línea editorial.


Larry Ellison en la Casa Blanca con Trump el 21 de enero de2025. Foto Andrew Harnik/Getty Images

«La familia Ellison está acaparando el mercado de la atención y de los datos de la misma manera en que los Vanderbilt lo hicieron con los ferrocarriles y los Rockefeller con el petróleo», resumía recientemente Wired. La forma en que planean operar ese monopolio se pondrá a prueba en lo que el presidente Donald Trump denomina la “Nueva Gaza”, la zona de libre comercio tecno-distópica que será administrada por un Consejo de la Paz encabezado por Trump y por el socio político y empresarial de larga data de Ellison, Tony Blair. Ellison ha donado o prometido más de 350 millones de dólares al Instituto Tony Blair, que Blair ha utilizado para promover la visión de Ellison: una alianza entre gobierno, poder corporativo y vigilancia tecnológica. Oracle, al proporcionar infraestructura de bases de datos y servicios de computación en la nube a otras grandes empresas como FedEx y NVIDIA, se ha convertido silenciosamente en una de las compañías más poderosas del mundo.

Como máximo diplomático del país, el secretario de Estado Marco Rubio también ha desempeñado un papel en las conversaciones sobre TikTok que orientaron a la empresa hacia Ellison, después de haber liderado, como senador, la campaña para demonizar la aplicación; también estuvo estrechamente implicado en la presentación del plan de Trump para el futuro de Gaza, que entrega el enclave a Blair. El yerno de Trump, Jared Kushner, encargó al Instituto Blair en la primavera que elaborara un plan para la posguerra en Gaza, que, según informó el Times of Israel, fue completado recientemente.

Que Rubio se encuentre en una posición tan central se debe en parte a Ellison, quien ha sido un gran mecenas del exsenador gusano de Florida. Ellison examinó por primera vez la lealtad de Rubio hacia Israel a principios de 2015, según correos electrónicos inéditos revisados por Drop Site. Rubio alcanzó notoriedad como un joven senador conservador apoyado por el Tea Party en 2010, lanzando una campaña presidencial en el ciclo de 2016. Como secretario de Estado, Rubio inició una represión sin precedentes contra la libertad de expresión, deteniendo e intentando deportar a críticos de Israel precisamente por el “delito” de criticar a Israel.

11/08/2025

LORENZO TONDO
Anas al-Sharif, destacado corresponsal de Al Jazeera, entre los cinco periodistas asesinados en un ataque aéreo israelí en Gaza

Israel admite el ataque deliberado contra el periodista, conocido por su cobertura en primera línea, en un ataque contra una tienda de campaña situada fuera del hospital al-Shifa

Lorenzo Tondo en Jerusalén, The Guardian, 11-8-2025
Con Reuters y Agence France-Presse
Traducido por Tlaxcala

Las Fuerzas de Defensa de Israel afirman que Anas al-Sharif, que había expresado su miedo a ser asesinado, era el líder de una célula de Hamás. Fotografía: Al Jazeera

Un destacado periodista de Al Jazeera que había sido amenazado anteriormente por Israel ha muerto junto con cuatro compañeros en un ataque aéreo israelí.

Anas al-Sharif, uno de los rostros más reconocibles de Al Jazeera en Gaza, murió mientras se encontraba dentro de una tienda de campaña para periodistas frente al hospital al-Shifa, en la ciudad de Gaza, el domingo por la noche.

Según la cadena con sede en Catar, en el ataque murieron siete personas en total, entre ellas al-Sharif, el corresponsal de Al Jazeera Mohammed Qreiqeh y los operadores de cámara Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa.

Las Fuerzas de Defensa de Israel admitieron el ataque y afirmaron que el reportero «había sido jefe de una célula terrorista de la organización terrorista Hamás y era responsable de promover ataques con cohetes contra civiles israelíes y las Fuerzas de Defensa de Israel».

Afirmaron que tenían información de inteligencia y documentos encontrados en Gaza como prueba, pero los defensores de los derechos humanos dijeron que había sido blanco de un ataque por sus reportajes en primera línea de la guerra de Gaza y que la afirmación de Israel carecía de pruebas.


La tienda de campaña frente al hospital Al-Shifa, donde Anas al-Sharif y otras seis personas murieron en un ataque israelí. Israel admitió el ataque, alegando que era un militante de Hamás, una afirmación que la ONU ha calificado de infundada. Fotografía: Ebrahim Hajjaj/Reuters

Al Sharif fue calificado como «uno de los periodistas más valientes de Gaza» y Al Jazeera afirmó que el ataque era «un intento desesperado de silenciar las voces en previsión de la ocupación de Gaza».

El mes pasado, el portavoz del ejército israelí, Avichai Adraee, compartió un video de al-Sharif en X y lo acusó de ser miembro del ala militar de Hamás. En ese momento, la relatora especial de la ONU sobre la libertad de expresión, Irene Khan, lo calificó de «afirmación sin fundamento» y de «ataque flagrante contra los periodistas».

En julio, al-Sharif declaró al Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) que vivía con la «sensación de que podía ser bombardeado y martirizado en cualquier momento».

Tras el ataque, el CPJ se declaró «consternado» al conocer la muerte de los periodistas.

«La costumbre de Israel de tildar a los periodistas de militantes sin aportar pruebas creíbles plantea serias dudas sobre sus intenciones y su respeto por la libertad de prensa», declaró la directora regional del CPJ, Sara Qudah.

«Los periodistas son civiles y nunca deben ser blanco de ataques. Los responsables de estos asesinatos deben rendir cuentas».

El Sindicato de Periodistas Palestinos condenó lo que calificó de «crimen sangriento» de asesinato.

En enero de este año, tras un alto el fuego entre Hamás e Israel, al-Sharif llamó la atención de todo el mundo cuando, durante una transmisión en vivo, se quitó el chaleco antibalas mientras estaba rodeado por decenas de residentes de Gaza que celebraban el cese temporal de las hostilidades.

Pocos minutos antes de su muerte, al-Sharif publicó en X: «Última hora: Un bombardeo israelí intenso y concentrado con “cinturones de fuego” está golpeando las zonas este y sur de la ciudad de Gaza».

En un último mensaje, que según Al Jazeera había sido escrito el 6 de abril y que fue publicado en la cuenta de X de al-Sharif tras su muerte, el reportero decía que había «vivido el dolor en todos sus detalles, probado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, pero nunca dudé en transmitir la verdad tal y como es, sin distorsiones ni falsificaciones».

«Alá será testigo contra aquellos que permanecieron en silencio, aquellos que aceptaron nuestro asesinato, aquellos que nos ahogaron y cuyos corazones no se conmovieron ante los restos esparcidos de nuestros niños y mujeres, sin hacer nada para detener la masacre a la que se ha enfrentado nuestro pueblo durante más de un año y medio», continuó.

El joven de 28 años deja atrás a su esposa y dos hijos pequeños. Su padre murió en un ataque israelí contra la casa familiar en el campo de refugiados de Yabalia, en la ciudad de Gaza, en diciembre de 2023. En ese momento, al-Sharif dijo que seguiría informando y se negó a abandonar el norte de Gaza.

Otro periodista de Al Jazeera en Gaza, Hani Mahmoud, dijo: «Esta es quizás la noticia más dura que he dado en los últimos 22 meses. No estoy lejos del hospital Al-Shifa, a solo una manzana, y pude oír la enorme explosión que tuvo lugar hace aproximadamente media hora, cerca del hospital Al-Shifa.

«Pude verlo cuando iluminó el cielo y, en cuestión de segundos, corrió la noticia de que se trataba del campamento de periodistas situado en la entrada principal del hospital Al-Shifa».

Al-Sharif y sus colegas llevaban informando desde Gaza desde el inicio del conflicto.

«Es importante destacar que este ataque se produce solo una semana después de que un oficial militar israelí acusara directamente a Anas y lanzara una campaña de incitación contra Al Jazeera y los corresponsales sobre el terreno por su trabajo, por su implacable cobertura de la hambruna, la inanición y la desnutrición», añadió Mahmoud.

Israel ha asesinado a varios periodistas de Al Jazeera y a miembros de sus familias, entre ellos Hossam Shabat, asesinado en marzo, e Ismail al-Ghoul y su camarógrafo Rami al-Rifi, asesinados en agosto.

La esposa, el hijo, la hija y el nieto del corresponsal jefe Wael al Dahdouh fueron asesinados en octubre de 2023 y él mismo resultó herido en un ataque semanas después en el que murió el camarógrafo de Al Jazeera Samer Abu Daqqa.

Israel, que no permite la entrada de periodistas extranjeros en Gaza y que ha atacado a reporteros locales, ha matado a 237 periodistas desde que comenzó la guerra el 7 de octubre de 2023, según la oficina de prensa del Gobierno de Gaza. El Comité para la Protección de los Periodistas afirmó que al menos 186 periodistas han sido asesinados en el conflicto de Gaza. Israel niega haber atacado deliberadamente a periodistas.