(Foto: Bassam Khabieh/Reuters)
En su libro “Testigos de la guerra”, el fotógrafo Bassam Khabieh confronta al mundo con la vida y la muerte en la guerra siria, que dura ya más de diez años.
En 2020, un padre joven en Idlib, Siria, publicó un video de él mismo haciendo reír a su hija de cuatro años al escuchar unas bombas que cada vez sonaban más cerca. En el video, se puede escuchar un estruendo, después, la pequeña de mejillas rosadas, de pie en un sofá junto a su padre, estalla en carcajadas. Entre chillidos, dice: “¡Sí, es muy divertido!”
El video capta la paradoja de Siria: en medio del sufrimiento, la destrucción y la muerte generalizados, la vida continúa de alguna manera. Esta perseverancia dolorosa se refleja conmovedoramente en “Witnesses to War: The Children of Syria” [Testigos de la guerra: Los niños de Siria], un nuevo libro de fotografías de Bassam Khabieh.
En 2011, cuando se inició el conflicto, Khabieh se vio obligado a tomar fotografías no porque quisiera ser fotógrafo, sino porque estaba en posición única para documentar su propia comunidad y los horrores que estaba soportando. Como informante cuyas fotografías pronto se distribuyeron por todo el mundo, Khabieh se convirtió en un reportero gráfico que se negó a mirar hacia otro lado cuando el país empezó a arder a su alrededor. Tomó fotografías de sus amigos, parientes y comunidad mientras sucumbían a los bombardeos, los ataques químicos, el empobrecimiento causado por los bloqueos y por una despiadada guerra de desgaste.