La farsa tragicómica desatada
por la derecha venezolana con el apoyo de Washington y Bruselas suscitó esta
reacción de Gustavo Avilán*.
Esto lo escribo solo en mi cuarto. No
creo que surta mayor efecto. Cada vez que alguien que se considera objetivo y
sensato se entera de que defiendo algo de este gobierno me deja de hablar.
Amigos que lo fueron durante años, familiares, de los más cercanos. Algo que me
parece propio de película de ciencia ficción. Si uno les dice que no ganó el
MariaCorino, caramba, ya no te hablan más. Y es que no ganó. Nada indica que
ganó
Pero entonces lo que pasa es que uno es
un terrible cegato, bruto, ignorante, y no sé si pensarán que uno es capaz de
administrar un campo de exterminio chavista para quemar a todos los opositores,
no sé, porque lo tratan a uno de esa manera. Es que si bien la izquierda
desvalorizaba todo lo que hubieran hecho los adecos*, caramba, no llegaban a
ser así no solo como los opositores extremistas que apoyan a María Corina, sino
como incluso esos que una vez fueron chavistas y ahora se sienten como que si
hubieran encontrado por fin el punto del centro, una especie de Aleph, desde el
que se ven las cosas claramente objetivas y se percibe como el TSJ** estaba
haciendo trampa con los votos y por eso fue que ganó el chavismo este de mierda
de nuevo.
Ya hablo con las paredes. Dentro de poco
caminaré por ellas. Seré como aquel vampiro de una película que caminaba por el
techo boca abajo. Todos me van dejando de hablar, y como yo le voy dejando de
hablar a estos chavistas que confunden al chavismo con la izquierda esa pajúa y
retardataria de antes, o con las Damas Salesianas, que me parecen algo bastante
respetable, por ateo que yo sea, me voy quedando no digo que solo, sino
absolutamente solo, rodeado de esta calamidad que nos rodea, esta incapacidad
de hablar, que es lo que para mí caracteriza al ser humano.
Miranda en La Carraca, por Arturo Michelena, 1896
Veo a Miranda en la Carraca y me veo a
mí. Soy la Ifigenia de Teresa de la Parra,
que escribía porque se aburría. Un Reverón pero en
un cuarto de Los
Palos Grandes. Aburrido como una ostra que casi que pinto atardeceres con
mis excrementos, rodeado, diría Ramos Sucre,
de una ralea de monos. Terminaré como él por suicidarme, de aburrimiento. Pero
solo porque no tengo ni un centavo para volver a ir una vez más a Macuto y ver el
mar.
Apestan. Pero no como los
usuarios del metro. No. Todos
ustedes, apestan.
Notas
*Adecos : partidarios de Acción Democrática,
que gobernó Venezuela en el llamado Trienio Adeco (1945-1948)
** TSJ: Tribunal Supremo de Justicia
*Gustavo Avilán
Caraqueño
Cocinero
Estudió algo de filosofía