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19/12/2023

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
Silencio de radio con Gaza… que cada vez se oye más

Luis E. Sabini Fernández, 19-12-2023

 “Desde hace más de dos meses fuerzas israelíes han bombardeado sin pausa la Franja de Gaza cometiendo la matanza televisada de población inerme más grande de la historia del mundo. Los líderes israelíes han usado generalmente un lenguaje genocida explícito para describir sus planes, incluso alguno de ellos ha llegado a sugerir el uso de armas nucleares para aniquilar por completo a la población de Gaza, que son más de dos millones. Se han derribado decenas de miles de edificios incluyendo viviendas, hospitales, escuelas, universidades y todos los edificios vinculados a una sociedad y sus actividades, que cuando han sido usados como blancos de artillería en conflictos militares siempre han sido considerados [hasta ahora] crímenes de guerra. Incluso, cuando el fiscal principal de la Corte Penal Internacional visitó recientemente Israel” y uno podría haber supuesto que tal visita podía tener que ver con  el copamiento del 7 de octubre y la reacción sin precedentes de los mandos israelíes asesinando a diestra y siniestra, pudimos ver, con alarma que su objetivo –remata Unz− “fue confeccionar cargos y acusaciones contra Hamas y otros grupos palestinos por las muertes de civiles israelíes a principios de octubre.”  [1]

Y sin embargo apenas se habla de este escándalo ético, político, mediático (y militar, obviamente) dado que la inmensa mayoría de los medios de incomunicaciòn de masas apenas rozan el tema y si lo hacen lo reducen a un enfrentamiento igualado entre Hamas e Israel. 


Incluso lo podríamos formular como una ley mediática: cuanto más establecido y “honorable” se revele un medio de incomunicación, menos atenderá lo que Unz considera “la matanza televisada de población inerme más grande de la historia del mundo.”

Porque la muerte de israelíes, en el concierto internacional importa. La de palestinos, no.

Al respecto, entiendo que corresponde expresar algo sobre la acción ejercida por palestinos que disparó/justificó/habilitó la acción militar de respuesta al operativo capitaneado por Hamas con toma de rehenes.

Más allá de mi escasa simpatía por movimientos basados en creencias divinas, Hamas “rechaza el derecho de Israel a haber desposeído a los palestinos de su patria en 1948 y encarcelarlos en guetos superpoblados como Gaza.” Impecables palabras de Jonathan Cook (de su artículo que cito en n. 3). Vale recordar que hasta la ONU reconoce un derecho de resistencia a la opresión colonial y al despojo consiguiente. Y la acción de Hamas se inscribe en esa lucha. Hurgando en la realidad de ese día clave, 7 de octubre, ya varias investigaciones han advertido que además del copamiento del cuartel regional israelí y consiguiente matanza de personal militar más o menos sorprendido, la sangre fue vertida por la hipererreacción militar israelí por la cual muchos israelíes fueron matados por “fuego amigo”).


Aunque la oclusión es mucha y el sesgo mediático es abismal, el humano es incorregible y sobrevienen excepciones. Transcribo ahora palabras de René Pérez Joglar, el rapero puertorriqueño conocido como Residente de Calle 13: “Desde octubre decidí posponer la salida de mi disco frente a todo el genocidio macabro que destruye lentamente a Palestina. No me siento bien, me duele demasiado y me pregunto cuándo fue el día en que nos deshumanizamos hasta el nivel en que podemos ver cómo explotan las cabezas de niños y niñas enfrente nuestro y no decimos nada”.

Residente de Calle 13 se hace más preguntas: “¿Por qué no se detiene todo como con la pandemia, detenemos todo y nos enfocamos en lo que está pasando en Gaza en vez de subir un story modelando ropa […] o la noche de fiesta […], te detienes por un momento, buscás información sobre Palestina y denunciás el genocidio que está cometiendo Israel con el apoyo de EE.UU. Como artista me entristeció el ver que durante toda la premiación de los Grammy nadie dijo nada sobre este genocidio.” La cita de Residente es del 12 de diciembre.

En verdad, vivimos, como con la fábula del rey desnudo que se sentía tan bien vestido; una situación esquizoide donde cada vez más gente considera deleznable el comportamiento israelí, pero ante la espada de Damocles que pende sobre ellos si se atreven a criticar algo judío atrayéndose la acusación de antisemitas, optan sencillamente por eludir el tema.

Pero es como describe Unz: matanza televisada de un alcance jamás visto. Ha habido, claro está, matanzas mucho mayores, pero que simultáneamente la estemos “viendo”, que se haga con total impunidad a la vista de todos nosotros y particularmente de los referentes morales del mundo; del Consejo de Seguridad, de la Asamblea de la ONU, de nuestros gobernantes en general, elegidos por los votos de poblaciones; del Tribunal Penal Internacional, que ya vimos para que fue a Israel (sin consideración alguna para investigar la matanza indiscriminada y masiva de pobladores palestinos, hombres, mujeres, niños, ancianos, bebes). En ese operativo, al que Israel atribuyó inicialmente 1.400 israelíes asesinados, hubo que ir descontando los militares israelíes matados durante el operativo, que se estiman entre 300 y 400 y luego, el tendal de muertos que dejó el contraataque israelí que ya se sabe eliminó centenares de seres humanos desde los helicópteros, donde perdieron la vida enorme cantidad de israelíes (los que trataron de irse en auto de la fiesta rave, por ejemplo, y especialmente los israelíes que estaban atrapados como rehenes por palestinos y que fueron matados junto con sus captores en el presunto operativo de rescate, dado que los militares israelíes zanjaron de ese modo, brutal, la cuestión de cualquier negociación. Las últimas estimaciones acercan a  decenas los muertos civiles israelíes.  

El copamiento del cuartel general israelí para Gaza en la madrugada del 7 de octubre,  que custodiaba el campo de concentración e inmediatamente después el operativo de toma de rehenes enfureció a los mandos militares (si aceptamos que fueron sorprendidos, porque también campea la tesis de que Israel “dejó hacer” a Hamas para justificar una terrible respuesta). De un modo u otro, la “armada brancaleone” (en armamentos, aunque sumamente efectiva) logró buena parte de sus objetivos: pagar a los militares en la misma moneda que los israelíes han descargado impunemente durante décadas,[2] y “cosechar” rehenes como futura moneda de cambio.

Todo ello resulta atroz, pero parece ser un desenvolvimiento llamemos lógico de las medidas tomadas contra Gaza al menos desde 2005, porque recordemos las palabras del carnicero Ariel Sharon al tener que retirar las colonias sionistas de Gaza, entonces: ‘nos vamos, pero le vamos a hacer la vida imposible’.


Unas seis horas después del copamiento palestino, los militares refuerzan con violencia todavía mayor la negación emprendida desde hace ya 17 años; no sólo de las libertades más básicas, como el derecho a circular; acceso a una atención sanitaria o al agua potable; ahora se trata de la matanza indiscriminada y generalizada so pretexto de la búsqueda y represalia de los ejecutores del golpe de mano. Pero, como bien recuerda Cook,  Israel nunca ha ocultado el hecho de que está castigando al pueblo de Gaza por estar gobernado por Hamas, que rechaza el derecho de Israel a haber desposeído a los palestinos de su patria en 1948 y encarcelarlos en guetos superpoblados como Gaza.” [3]

Como bien explica Cook, esta política israelí subvierte todo el esfuerzo desplegado tras la 2GM de impedir atentados al derecho más básico a la vida, como los ejecutados con el bombardeo de Dresde en 1945, sin ninguna finalidad militar, mero castigo para mostrar quien tiene el poder, e igualmente con el uso de bombas atómicas aniquilando la vida de centenares de miles de japoneses en Nagasaki e Hiroshima (con muerte inmediata y diferida mediante contaminación).

Procurando erigir fundamentos para un derecho internacional, con los Convenios de Ginebra, se prohibieron “los castigos colectivos”. Por eso resume Cook: “Lo que Israel le está haciendo a Gaza es la definición misma de castigo colectivo. Es un crimen de guerra: 24 horas al día, 7 días a la semana, 52 semanas de cada año, durante 16 años [ahora 17].” (ibíd.)

Apenas como complemento de la acertada observación de Cook, pienso que, a la vez, la política de matanza a población civil, ahora a ritmo industrial, responde a la ya empleada política de vaciamiento poblacional, que fue la Nakba de 1948 y “salirse con la suya”, para quedarse “bíblicamente” con la tierra (aunque la de Gaza no fue bíblicamente judía; oh paradoja de un misticismo que es apenas hoja de parra).

En el sitio-e del que participan el ahora nonagenario Noam Chomsky y muchos intelectuales comprometidos con la verdad, titulan una de sus últimas notas: “Una fábrica de asesinatos en masa”, refiriéndose al muy calculado –hasta con inteligencia artificial− bombardeo de ciudades y carreteras de Gaza.[4]

Con todos sus rasgos repulsivos y monstruosos, no deja de ser un experimento novedoso. Porque hasta ahora, tales políticas, genocidas, se hacían discretamente, con escaso acceso a esos acontecimientos, y en este caso, desde el 7 de octubre, por la tenacidad verista de los periodistas allí en el terreno de los hechos, casi todos palestinos, pero también porque los despliegues tecnológicos actuales presentizan permanentemente la información que fluye si no irrestricta con mucho empuje (pese a los diques de contención de los dueños del poder), cada vez somos más los que “nos enteramos”.

Y tenemos la esperanza que cada vez seamos más quienes cuestionemos a los periodistas prescindentes que hablan de cosas “importantes” o triviales pero salteándose lo más posible el mal rato de ser rotulado antisemita.

Como dice pedagógicamente Andrew Anglin: “La definición oficial de “antisemitismo” antes del 7 de octubre de 2023 era “odiar a los judíos sin motivo alguno”; la posterior a esa fecha  es “decir que los judíos deberían dejar de matar bebés”.[5]

Lo que Israel empieza a cosechar puede ser el comienzo del fin de su impunidad. Chutzpah incluida.

Notas

[1]  Ron Unz, ”Eliminating the Entire Palestinian People”, unz.review, 11 dic. 2023.

[2]  No existen precedentes en la cantidad de soldados israelíes muertos en la operación.

05/02/2023

JORGE MAJFUD
Los cien millones de muertos del comunismo
Y los mil millones del capitalismo

Jorge Majfud, Escritos Críticos, 29-1-2023

Resumen de un capítulo del libro de próxima aparición Moscas en la telaraña

Sé que no es necesario desde ningún punto de vista, pero para comenzar me gustaría aclarar que no soy comunista. Tengo otras ideas menos perfectas sobre lo que debería ser la sociedad y el mundo, que no es este, tan fanáticamente orgulloso de sus propios crímenes. Pero como me molesta la propaganda del amo que acusa a cualquier otra forma de pensamiento de propaganda, ahí voy otra vez contra la corriente.

En La frontera salvaje (2021) nos detuvimos en Operación Sinsonte, uno de los planes más secretos y, al mismo tiempo, más conocidos de la guerra psicológica y cultural organizada y financiada por la CIA durante la Guerra fría. Ahora veamos uno de los casos más promocionados y viralizados de los años 90s, como lo fue Le Livre noir du communisme, publicado por el ex maoísta Stéphane Courtois y otros académicos en 1997. No nos detendremos ahora sobre la conocida psicología del converso, porque no es necesario. El libro fue una especie de Manual del perfecto idiota latinoamericano pero del primer mundo y con mucho más vida mediática.

 

De este libro proceden las infinitas publicaciones de las redes sociales sobre “los cien millones de muertos del comunismo”, aunque sus propios autores estiman un número menor, entre 65 y 95 millones. Especialistas en el área (sus autores no lo son) observaron que Courtois enlistó cualquier evento donde estuviese involucrado un país comunista y tomó la cifra más alta en cualquier caso.

Por ejemplo, la Segunda Guerra mundial es atribuida a Hitler y a Stalin, cuando fue este último el primer responsable de la derrota del primero, y fue el primero, no el segundo, el causante de esa tragedia. Es más, llega a la conclusión de que Stalin mató más que Hitler, sin considerar las razones de cada tragedia y atribuyendo parte de los 70 a 100 millones de muertos en la Segunda Guerra a Stalin, siendo que uno comenzó la guerra y el otro la terminó. Los veinte millones de muertos rusos son atribuidos a Stalin. Los especialistas en la Era soviética estiman la responsabilidad de Stalin en un millón de muertos, lo cual es una cifra horrenda, pero lejos de lo que se le atribuye y aún más lejos que cualquiera de las matanzas causadas por las otras superpotencias vencedoras, ex aliadas de Stalin.

En 1945, el general LeMay arrasó con varias ciudades japonesas, como Nagoya, Osaka, Yokohama y Kobe, tres meses antes de las bombas atómicas. En la noche del 10 de marzo, LeMay ordenó arrojar sobre Tokio 1500 toneladas de explosivos desde 300 bombarderos B-29. 500.000 bombas llovieron desde la 1:30 hasta las 3:00 de la madrugada. 100.000 hombres, mujeres y niños murieron en pocas horas y un millón de otras personas quedaron gravemente heridas. Un precedente de las bombas de Napalm fueron probadas con éxito. “Las mujeres corrían con sus bebés como antorchas de fuego en sus espaldas” recordará Nihei, una sobreviviente. “No me preocupa matar japoneses”, dijo el general LeMay, el mismo que menos de dos décadas después le recomendará al presidente Kennedy lanzar algunas bombas atómicas sobre La Habana como forma de resolver el problema de los rebeldes barbudos. A principio de los 80s, el secretario de Estado Alexander Haig le dirá al presidente Ronald Reagan: “Sólo deme la orden y convertiré esa isla de mierda en un estacionamiento vacío”.

El libro de Courtois enlista dos millones de muertos en Corea del Norte atribuidas al comunismo de los tres millones totales de muertos, sin considerar que los bombardeos indiscriminados del General MacArthur y otros “defensores de la libertad” barrieron con el 80 por ciento del país. Desde el año 1950, se solían arrojar cientos de toneladas de bombas en un solo día, todo lo cual, según Courtois y sus repetidoras de Miami y la oligarquía latinoamericana, no habrían sido responsables por la muerte de mucha gente.

Courtois también cuenta un millón de muertos en Vietnam debido a los comunistas, sin considerar que se trató de una guerra de independencia contra las potencias imperiales de Francia y de Estados Unidos, las que dejaron al menos dos millones de muertos, la mayoría no en combate sino bajo el clásico bombardeo aéreo estadounidense (inaugurado en 1927 contra Sandino en Nicaragua) y del uso del químico Agente Naranja, que no sólo borró del mapa a un millón de inocentes de forma indiscriminada sino que sus efectos en las mutaciones genéticas se sienten aún hoy.

También atribuye la barbarie del régimen de los Jemeres Rojos en Camboya enteramente a “el comunismo”, sólo porque el régimen era comunista, sin mencionar que Pol Pot había sido apoyado por Washington y las corporaciones occidentales; que fue el Vietnam comunista que derrotó a Estados Unidos el que puso fin a esa barbarie mientras Occidente continuó apoyando a los genocidas reconociéndolos en la ONU como gobierno legítimo hasta los años 80. Entre 1969 y 1973, cayeron sobre Camboya más bombas (500.000 toneladas) que las que cayeron sobre Alemania y Japón durante la Segunda Guerra. Lo mismo les ocurrió a Corea del Norte y a Laos. En 1972, el presidente Nixon preguntó: “¿Cuántos matamos en Laos?” A lo que su secretario de Estado, Ron Ziegler, contestó: “Como unos diez mil, o tal vez quince mil”. Henry Kissinger agregó: “en Laos también matamos unos diez mil, tal vez quince mil”. El dictador comunista que los seguirá, Pol Pot, superará esa cifra por lejos, masacrando a un millón de su propio pueblo. Los Jemeres Rojos, hijos de la reacción contra el colonialismo de Occidente, fueron apoyados por China y Estados Unidos. Otro régimen comunista, el Vietnam que derrotó a Estados Unidos, puso fin a la masacre de Pol Pot luego de una matanza de 30.000 vietnamitas. Aparte de los masacrados por las bombas de Washington solo en Laos y Camboya, decenas de miles más siguieron muriendo desde el fin de la guerra, debido a las bombas que no explotaron al ser arrojadas.

El mayor número que suman a los 94 millones de víctimas del comunismo se refiere a la catastrófica hambruna de la China de Mao en los 60s. Esta hambruna de 1958-62 no causó 60 millones, sino, muy probablemente, entre 30 y 40 millones y en ningún caso fue un plan de exterminio deliberado y racista, estilo nazi en Alemania o británico en India. La necesidad de industrialización se repitió en países como Brasil y Argentina y su único pecado fue haber llegado tarde. En el caso chino, combinó una política desastrosa con problemas climáticos. Pese a todo, la expectativa de vida en China comenzó a mejorar rápidamente a partir de los 60s. Durante el mismo período de la guerra fría, el nuevo estado democrático en India comenzó a mejorar las expectativas de vida de su población. Pero no se debió a ningún plan sino, simplemente, a haber dejado de ser una colonia hambreada, brutalizada y expoliada por el Imperio británico, que sólo entre 1880 y 1920 fue responsable de la muerte de 160 millones de personas.

No obstante, en este período de democracia capitalista en India, los muertos atribuibles a la ausencia de reformas sociales sumaron 100 millones. El mundialmente premiado economista y profesor de Harvard University, Amartya Sen y Jean Drèze de la London School of Economics, en 1991 habían publicado Hunger and Public Action donde analizaron con rigor estadístico varios casos olvidados de hambrunas mundiales provocadas por sistemas, modelos y decisiones políticas. En el capítulo 11 observaron: “Comparando la tasa de mortalidad de India de 12 por mil con la de China de 7 por mil y aplicando esa diferencia a una población de 781 millones en la India de 1986, obtenemos una estimación del exceso de mortalidad en India de 3,9 millones por año”.

La gran prensa no se hizo eco y el mundo no se enteró. Por el contrario, seis años más tarde saltó a la fama, como por arte de magia, Le Livre noir du communisme y otros del mismo género comercial de venta rápida, de consumo rápido y de fácil digestión.

1878

 Antes analizamos la posición del intelectual y diplomático indio-británico Shashi Tharoor y de los profesores Jason Hickel y Dylan Sullivan sobre el impacto de las políticas imperiales del capitalismo, lo que contradice las narrativas populares más promovidas por los medios dominantes y las agencias de gobierno, lo que se podría resumir en una de sus conclusiones: “En todas las regiones estudiadas, la incorporación al sistema mundial capitalista se asoció con una disminución de los salarios por debajo del mínimo de subsistencia, un deterioro de la estatura humana y un repunte de la mortalidad prematura.

Si, con el mismo criterio de Courtois y sus repetidoras, continuásemos contando los millones de indígenas muertos en las Américas en el proceso que hizo posible le capitalismo en Europa, los al menos diez millones de muertos que el rey belga Leopold II dejó en la empresa llamada Congo y tantas otras masacres de negros en África que no importan, o en India, o en Bangladesh, o en Medio Oriente, pasaríamos fácilmente varios cientos de millones de muertos en cualquier Libro negro del capitalismo.

Más que eso. La reconocida economista y profesora de Jawaharlal Nehru University, Utsa Patnaik, ha calculado que Gran Bretaña le robó a India $45 billones de dólares sólo entre 1765 y 1938 y causó, a lo largo de esos siglos, la muerte no de cien millones sino de más de mil millones de personas. La cifra alcanzada en su libro publicado por Columbia University Press de Nueva York, que a primera vista parece exagerada, no es menos excesiva que la atribuida por Courtois en base a los mismos criterios―sólo que está mejor documentada.

Sólo que una de las dos narrativas alcanza los grandes titulares y su objetivo: en las democracias secuestradas, no importa el peso de las verdades, sino la suma de las opiniones inoculadas.

28/11/2022

JUAN PABLO CÁRDENAS SQUELLA
Chile: La ministra Vallejo, la desinformación y El Clarín


 Juan Pablo Cárdenas S., Politica y Utopia, 28-11-2022

Aunque las constituciones democráticas establecen que el sufragio debe ser secreto, libre e informado, lo cierto es que son muy pocos los países del mundo que pueden asegurar que sus ciudadanos ejercen un voto plenamente consciente de las alternativas que se le presentan. Sabemos que el poder de la propaganda y del dinero influye considerablemente en las decisiones populares y que la ignorancia masiva conspira contra el carácter republicano de estos procesos.

Se asume que en nuestro país son muchos los electores que concurren a votar nada más porque el derecho al sufragio se les ha hecho obligatorio, tanto así que en el último plebiscito se agregaron más de 5 millones de votantes que ciertamente muy poco sabían de qué se trataba la Carta Magna definida por la Convención Constitucional. Los que, en su desgano por la política y molestia por las demandas populares no satisfechas, terminaron desaprobando la nueva institucionalidad propuesta. 

Asegurar que este rechazo no significa un voto de repudio al gobierno de Gabriel Boric sería peor que rendirse al rechazo del pueblo a la posibilidad de una nueva Constitución. En este sentido, el proceso institucional se habría clausurado, entonces, con ese más de 60 por ciento de votantes adversos, cuando apenas un año antes en un 80 por ciento el país animó el nuevo itinerario institucional.

Camila Vallejo (1988): ha sido comunista desde joven, lideresa estudiantil y acabó ministra

La ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, nos insta en una columna publicada por El Mercurio, a combatir la desinformación ciudadana, sin la cual a su juicio no serían posibles la libertad de expresión, el ejercicio del periodismo y la defensa del pluralismo como valor fundamental de la sociedad. Estando plenamente de acuerdo con ella es que pensamos que nuestras autoridades no han hecho lo posible por consolidar la diversidad informativa que debe caracterizar a las democracias, la que justamente se alimenta de un genuino pluralismo ideológico en los medios de comunicación. Hoy por hoy, los principales instrumentos en la educación y el libre albedrío de las personas.

Si el Régimen Militar clausuró y persiguió tan implacablemente a los medios de comunicación que no le eran afines fue, justamente, para mitigar la disidencia, para que los ciudadanos no tuvieran los conocimientos y alcances de la convicción de que la democracia era preferible a la Dictadura. Para que se mantuvieran desinformados de cuanto ocurría y se convencieran que lo que teníamos era de todas maneras mejor que el caos que imperaba en el mundo, según lo advertían majaderamente las principales autoridades de la época. De allí que la pertinacia y el riesgo asumido por los medios disidentes sea reconocido como un logro fundamental en la tarea de romper el bloqueo informativo, denunciar las violaciones sistemáticas de los DDHH y fomentar la recuperación democrática.

Camila Vallejo, pese a su juventud, seguramente tiene conocimiento de que paradójicamente todos los medios opositores a la Dictadura fueron desapareciendo durante los gobiernos de la Concertación y de la Nueva Mayoría. Debe saber, también, como desde La Moneda nada se hizo para reforzar la presencia de estos diarios y revistas durante la Transición a la Democracia, lo que además fuera propuesto por altos funcionarios de los Países Bajos que nos visitaron con ocasión del cambio de mando. Sin sospechar siquiera que los propios aportes ofrecidos por este país y otras naciones europeas iban a ser impedidos por el propio gobierno de Patricio Aylwin, el que, además, no se allanó a que estos medios pudieran acceder siquiera a la publicidad estatal.

 Clarín, 4 de noviembre de 1970

Por el contrario, lo que se comprobó después es que los nuevos gobernantes convinieron con El Mercurio, la Tercera y otros medios pro pinochetistas respetar y prolongar los contratos publicitarios y así salvarlos de sus inminentes quiebras y desaparición. Un gesto que le aseguró a los nuevos moradores de La Moneda un buen trato de parte de estos, al menos por algunos años. “La mejor política de comunicaciones es la que no se tiene” fue la hipócrita explicación de uno de los voceros del primer gobierno de la Concertación, después de asegurarle a los medios que fueron cómplices de la Dictadura una larga vida que se prolonga hasta hoy y se permite, incluso, ofrecerle tribuna a la joven ministra comunista del gobierno actual. Con el tiempo, resultó evidente que las nuevas autoridades optaron por una política de connivencia con la prensa derechista que arriesgarse a la crítica y las demandas que se le harían de parte del periodismo libre e inclaudicable.

Sabe también la ministra Vallejo que, además de hacerse cómplices de la desaparición de tantos medios que contribuían a la diversidad democrática, todos los gobiernos de la Concertación y la Nueva Mayoría litigaron ante el CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) para impedir que el Estado chileno indemnizara a los propietarios españoles del diario El Clarín por la decisión de Pinochet de clausurarlo y apoderarse de todos sus bienes. Un juicio que después de tres décadas le dio finalmente la razón a Víctor Pey* y a la Fundación Presidente Allende y acaba de dictaminar la obligación de Chile de compensar a los dueños del matutino con varios millones de euros o dólares por el perjuicio ocasionado el que, sin duda, también representaba una grave transgresión a la libertad de prensa.

Mucho podría hacer la Ministra Secretaria General de Gobierno para que la actual administración no siga dilatando tan justo acto de reparación. Que se comprometa a mediar ante nuestro Jefe de Estado para que cumpla con la sentencia de este tribunal internacional. Con lo que, además, se posibilitaría la reaparición del diario que hasta hoy puede demostrar que es el de mayor circulación de nuestra historia, aunque en la actualidad está reducido solo a una versión electrónica.

La reaparición de Clarín sin duda contribuiría a la diversidad informativa que sigue tan ausente en nuestro sistema de medios, donde impera tanto la uniformidad de los contenidos de la TV, radio y periódicos, así como la desinformación popular señalada por la ministra en su columna. Podría alentar, con ello, a que se cumpla con lo que el mismo diputado Boric prometió respecto de este diario silenciado y que hoy busca reaparecer con la indemnización ya definida.

 *Víctor Pey Casado (1915-2018): combatiente de la Columna Durruti en defensa de la República española, emigró a Chile en 1939. Amigo personal de Salvador Allende y de Pablo Neruda. Además de participar en la construcción de obras como el puerto de Arica, Pey, ingeniero de profesión, se dedicó al periodismo. Comenzó escribiendo columnas en el diario La Hora, y terminó adquiriendo el Clarín de manos de Darío Saint Marie. "Chile para mi significó la libertad. Aquí me enamoré, aquí construimos con mi hermano casas, obras públicas, obras de agua potables, caminos, puertos", afirmó Pey en 2015, al recibir una medalla rectoral en la U. de Chile por su centenario. Clarín fue el periódico más exitoso de la historia de Chile, llegando a vender hasta 500.000 copias en un día. [NdE Tlaxcala]


10/04/2022

FAUSTO GIUDICE
Bucha, una Timişoara del siglo XXI

  Fausto Giudice, 9/4/2022

El 1 de abril de 2022, el alcalde de Bucha, un barrio residencial de 36.000 habitantes al noroeste de Kiev, anuncia que la ciudad fue "liberada" la víspera del 31 de marzo de los ocupantes rusos. Al mismo tiempo, la policía ucraniana anunció que había lanzado una caza de "saboteadores" y "agentes rusos disfrazados de civiles". El 2 de abril, el abogado ucraniano Ilya Novikov publicó en su página de Facebook un vídeo de una página ucraniana de Telegram, de un minuto y nueve segundos de duración, en el que se veía un convoy de vehículos blindados ucranianos avanzando por una calle de Bucha. Se pueden contar doce cuerpos, uno de los cuales tiene las manos atadas a la espalda con una venda blanca.

En las horas siguientes, toda la "socialmediasfera" y luego los medios de comunicación dominantes se volvieron locos. "Los rusos cometieron crímenes de guerra en Bucha, masacraron a 300 civiles". Nadie ha visto los 300 cuerpos. Algunas fotos muestran bolsas negras que supuestamente contienen cuerpos. Queremos creer que contienen cadáveres, pero esto no nos dice cuándo y cómo murieron.  Las fotos y los vídeos se suceden en un caos total: el mismo cuerpo aparece en diferentes fotos en diferentes lugares. Los cuerpos aparecen, desaparecen y reaparecen con diferentes detalles. Algunas fotos muestran cuerpos con las manos atadas a la espalda, otros con brazaletes blancos en los brazos. Durante el mes en que las tropas rusas ocuparon Bucha y sus alrededores, se animó a los civiles a llevar brazaletes blancos para demostrar que eran civiles no hostiles. Los civiles, militares y paramilitares ucranianos llevaban brazaletes azules. Así que los militares rusos, según la narrativa dominante, mataron a civiles que no les eran hostiles. Así que están tan locos como su líder, Putin, el Gran Satán de 2022.

 Después y al mismo tiempo que los medios de comunicación y las redes sociales, los políticos entraron en el baile: Joe Biden, Ursula von der Leyen, Josep Borrell, todos denunciaron el "crimen de guerra de Bucha". Rusia se vió prohibir de hablar y votar en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Zelensky, el "servidor del pueblo", el eterno héroe de un culebrón sin fin, pide un "Tribunal de Nuremberg para Putin". Y por último, aquí está el propio Papa, en una escena digna de Nanni Moretti, blandiendo y besando una bandera ucraniana "de la ciudad martirizada de Bucha", durante una ceremonia en la que regala huevos de Pascua a los niños ucranianos. Ningún medio de comunicación que publicó fotos o vídeos de la escena explicó lo que estaba escrito en la bandera: “Cuarta Centuria Cosaca de Maidan”. La centuria ("sotnya") era la unidad básica de las tropas cosacas en los distintos ejércitos en los que servían. Durante lo que Radio Free Europe bautizó como el “Euromaidán” de 2013-2014, el servicio de orden organizado por el político Andriy Parubiy, inicialmente neonazi y después veleta, se estructuró en grupos con nombres tan poéticos que evocaban el "pasado glorioso" ucraniano, es decir, la lucha contra, el "judeo-bolchevismo".

Hasta aquí llegó Bucha. ¿Por qué Bucha? ¿Porque en inglés, Bucha evoca inevitablemente butcher, “carnicero»? ¿Pero quién sería el carnicero jefe de Bucha? Hay dos tesis opuestas: Azatbek Asanbekovich Omurbekov y Serhii Korotkykh.