Ameer Makhoul, Progress
Center for Policies,
24/9/2025
Traducido por Tlaxcala
Introducción
Según los medios de comunicación israelíes, el acuerdo de
seguridad entre Israel y Siria, que la administración Trump desea firmar el 29
de septiembre de 2025 al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas,
será objeto de una reunión tripartita entre Trump, Netanyahu y Charaa.
El 22 de este mes se celebró una reunión preparatoria
entre el ministro de Asuntos Exteriores sirio y el ministro de Asuntos
Estratégicos israelí. Los medios de comunicación israelíes, citando a
Independent Arabia Saudi, indicaron que la administración Trump estaba
presionando a Netanyahu para que convocara la reunión tripartita en esa fecha.
Notas
En su discurso del 23 de septiembre ante la Asamblea
General, Trump afirmó haber resuelto siete conflictos armados, lo que no es del
todo exacto, y argumentó que eso lo hacía merecedor del Premio Nobel de la Paz.
Al mismo tiempo, Tom Barrack, embajador de USA en Turquía y enviado especial
para los asuntos sirios y libaneses, declaró que la paz en la región estaba
lejos de ser un hecho y era poco probable, y que los acuerdos de seguridad no
duraban. En una larga entrevista concedida a Sky News, subrayó que USA no
libraría las guerras de otros, un principio firmemente arraigado en la doctrina
de Trump. Sin embargo, Trump presentó el acuerdo de seguridad entre Israel y
Siria como el «octavo conflicto» que había resuelto.
En la realidad siria, en medio de las rivalidades
regionales e internacionales, Israel no está interesado en la normalización,
mientras que Turquía se opone firmemente a cualquier posibilidad de que el
régimen sirio se sume a los acuerdos de Abraham, dada su alianza de seguridad
con Israel. Desde el punto de vista usamericano, el acuerdo de seguridad podría
evolucionar hacia una solución política global y una paz duradera. Pero
Washington tiene claro que Israel no se retirará de Siria, ni del monte Hermón,
ni, por supuesto, de los Altos del Golán, ocupados en 1967 y anexionados en
virtud de la legislación israelí.
En la misma entrevista, Barrack subrayó que Israel no se
retirará de las cinco posiciones que ocupa en el Líbano desde la última guerra,
y añadió que la derrota de Hezbolá es tarea del ejército libanés, al que
describió como «mayoritariamente suní», frente al partido chií. Consideraba que
la composición sectaria del ejército era un factor clave para desarmar a
Hezbolá, basándose en la identidad y la doctrina. Este enfoque se ajusta a la
cláusula del acuerdo que impide a Irán utilizar el territorio sirio, mientras
que Israel y USA subrayan el carácter sectario del ejército sirio. De hecho,
atribuye al régimen sirio un papel funcional en los asuntos internos del Líbano
para garantizar resultados favorables a Israel y USA.
La administración usamericana sigue una doctrina de
«diplomacia respaldada por la fuerza». Como evita librar las guerras de otros
en la región, amenaza tanto a Siria como al Líbano con la fuerza militar
israelí, dejándolos bajo el peso de la intervención israelí, llevada a cabo
casi exclusivamente por la Fuerza Aérea israelí.
Israel parece dispuesto a mostrar flexibilidad en lo que
respecta al uso del espacio aéreo sirio, limitándolo exclusivamente a ataques
contra Irán o a la prevención de transferencias de armas. También busca imponer
un equilibrio con Turquía en Siria, con el objetivo de compartir el poder según
las condiciones israelíes. Esta “flexibilidad”, según Washington, es posible
porque Israel posee capacidades estratégicas que compensan las concesiones. No
obstante, Israel no abandonará su doctrina de larga data con el antiguo régimen
sirio, es decir, la estrategia de “guerra entre guerras”, que consiste en
atacar de forma preventiva cualquier capacidad emergente antes de que provoque
un enfrentamiento a gran escala.
Otra condición del acuerdo es la prohibición de
transferir armas pesadas sirias al sur de Damasco. También incluye un acuerdo,
conforme a las condiciones israelíes, que exige al régimen sirio integrar a los
“grupos minoritarios” —en particular, los drusos y los kurdos, tal y como los
define Israel— en el sistema político, así como un acuerdo especial para la
región de Suwayda. Según los medios de comunicación israelíes, Israel
financiaría a unos 3000 combatientes en Suwayda mediante ayuda militar y estaría
detrás del despliegue de banderas israelíes y de los llamamientos a la secesión
y la autodeterminación lanzados por algunos círculos drusos sirios.
Sobre esta cuestión, Israel no logra alcanzar un consenso
interno. Algunos afirman que impulsar el separatismo druso podría complicar la
situación de Israel a largo plazo, ya que sus obligaciones se refieren a sus
ciudadanos drusos, y no a los ciudadanos sirios. Otro punto de vista sugiere
que Israel debería profundizar en las identidades fragmentadas de Siria, en
particular entre los drusos y los kurdos, para servir a sus intereses
políticos, incluso si eso significa ceder su alianza con las FDS a Turquía en
el noreste de Siria, al tiempo que mantiene su influencia en Suwayda en el
marco de un reparto del poder aprobado por Turquía.
Conclusión
Israel, con el apoyo de USA, aprovecha la debilidad
interna del régimen sirio y su búsqueda de legitimidad internacional para
imponer un acuerdo de seguridad que se ajuste totalmente a sus condiciones, en
particular el mantenimiento de su ocupación y la consolidación de su influencia
en Siria.
Israel sigue una estrategia destinada a evitar una guerra
directa con Turquía, imponiendo en su lugar un reparto del poder en Siria.
El acuerdo de seguridad tripartito —Trump, Netanyahu y
Sharaa— que se firmará en Nueva York el 29 de septiembre otorga a Israel una
influencia sin precedentes en materia de seguridad en Siria, con el respaldo de
la comunidad internacional.
Este acuerdo sirve para reducir la influencia francesa en
los asuntos sirios y libaneses.
Si bien puede aportar cierta estabilidad al régimen
sirio, lo hace en detrimento de la soberanía nacional, lo que lo convierte en
mucho más que un simple acuerdo de “seguridad”.