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27/10/2024

DJAMEL LABIDI
Yahya Al Sinwar, un héroe llameante y ya una leyenda

Djamel Labidi, 24/10/2024
 Autor argelino que vive en Francia
 Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Yahya Al Sinwar, alias Abu Ibrahim, cayó el 16 de octubre en el campo del honor. Parece que esta expresión se hizo para él. Murió en su Gaza natal.

Sus compañeros de las brigadas Ezzedin Al Qassam anunciaron la muerte del shahid [mártir] en un sobrio mensaje: “Es un gran honor para nuestro movimiento ver a sus líderes sacrificarse ante sus soldados”.

La heroica muerte de Yahya Al Sinwar ha tenido una enorme repercusión en el mundo árabe, en el mundo musulmán y en todo el planeta. Hay hombres que permanecen en la memoria de los pueblos. Murió en armas. Luchó hasta el último momento. Herido, con una mano arrancada, seguía luchando. Nunca olvidaremos su increíble gesto mientras agonizaba, lanzando un palo al dron que daba vueltas a su alrededor. Este último gesto de un combatiente debería hacer reflexionar a los “superhombres del Mosad” y al ejército israelí.

Por casualidad

Nunca han dejado de intentar impresionar a la gente, y también a sus aliados y a los suyos, con poderes supranormales que supuestamente poseen. Pero no pudieron ocultar que lo mataron, de hecho, “por casualidad”, y sin saber siquiera quién era. Tardaron dos días en darse cuenta. Tenían tanto miedo de entrar en la casa donde Abu Ibrahim había luchado como un león que tardaron todo ese tiempo, incluso después de destruir la casa con un cañón y comprobar la escena con un dron. Esto da una idea de su jactancia.

Primero ocultaron las imágenes que habían tomado. Luego se vieron obligados a mostrarlas como prueba de su muerte. Luego ellos mismos revelaron la dureza de su última lucha. Su mentira se derrumbó, la de un líder escondido en túneles, huyendo de los combates y de Gaza. Pero allí estaba, a pocos metros de ellos, luchando al frente de sus hombres, como llevaba haciendo más de un año. Un tremendo mensaje de coraje, esperanza y lucha que los propios israelíes, sin saberlo, transmitieron a los palestinos y a todos los combatientes de la resistencia del mundo. Al morir como un mártir, Al Sinwar sabía que estaba realizando un acto importante, que estaba transmitiendo su último mensaje a sus compañeros, a su pueblo, a la humanidad que sufre: continuar la lucha sin descanso. Era su última decisión como líder de la lucha.

Yahya Al Sinwar se ganó la admiración incluso de sus enemigos. Un episodio es significativo a este respecto. El viernes 18 de octubre, Raphaël Jerusalmy, un “ex” (pero con toda evidencia todavía) funcionario del Mosad, fue invitado a hablar sobre el tema en el canal francés LCI. Es un habitual de la televisión francesa. Él y sus amigos están allí como si fueran los suyos. Con ojos crueles, una mueca en lugar de una sonrisa y un rostro impasible, el agente pensó que podía, como de costumbre, imponer su historia. Quiso demostrar que la muerte de Yahya Al Sinwar fue un éxito debido a la habilidad de los servicios de inteligencia israelíes y trató de devaluar al líder de las brigadas Al Qassam. Los periodistas al servicio del sistema, que normalmente no se atreven a contradecir a este agente del Mosad, le cortaron por primera vez el rollo, señalando que «sus servicios» se habían equivocado al publicar las fotos de la última batalla del líder de la resistencia, ya que ellos mismos habían demostrado que llevaba más de un año luchando y que había muerto como un héroe.


El “testamento” de Al Sinwar

Al conocer la noticia de la muerte de Yahya Al Sinwar, las redes sociales de todo el mundo se volvieron locas de dolor, pena, compasión y admiración. Inmediatamente se difundió un “testamento”. No ha habido confirmación oficial al respecto. Verdadero o falso, no importa, el testamento se ha hecho viral. Las palabras suenan tan ciertas, tan acertadas. Escuchemos un extracto: “Si caigo, no caigáis conmigo, sino llevad por mí una bandera que nunca haya caído, y haced de mi sangre un puente que cruce una generación que resurgirá de nuestras cenizas, más fuerte. No olvidéis que la patria no es una historia que contar, sino una verdad que vivir, y que por cada mártir nacen mil resistentes del vientre de esta tierra”.

En las redes ha surgido la imagen de Al Sinwar, presente en todas partes, magnificado, mitificado, glorificado. Se ha convertido ya en una leyenda.

Al Sinwar luchó durante más de un año, en un pequeño pedazo de tierra, Gaza (320 km2), una cuarta parte de Argel (1190 km2), contra un ejército de 350.000 hombres y mujeres. Fue escurridizo. Defendió a su pueblo. Sufrió con ellos. Se enfrentó probablemente a la fuerza más cruel de la historia.

La “solución final”

Desde el primer día, el plan de genocidio estuvo claro. Su plan era la “solución final”, que parece ser una obsesión de su torturada conciencia, falsa o verdadera conciencia histórica, empezamos a dudarlo, porque ¿cómo podemos repetir los mismos crímenes de los que decimos haber sufrido tanto?

Recordemos el primer día del genocidio: «Los mataremos de hambre, los haremos morir de sed, de hambre, los mataremos como los animales humanos que son» declararon claramente, sin vergüenza.

Desde el 8 de octubre, cientos de cañones y tanques se alinearon a lo largo de kilómetros alrededor de este pequeño trozo de tierra en Gaza. Los palestinos de Gaza contuvieron la respiración. Entonces todas las armas enemigas empezaron a disparar juntas en un monstruoso e ininterrumpido redoble de truenos, día y noche. El 22 de octubre, 90 aviones bombardearon sin descanso. Israel disparó contra la masa, desde tierra y desde el cielo. Edificios y casas se derrumbaron bajo los golpes, como castillos de naipes. Fue un 11 de septiembre con potencia n.

80.000 toneladas de bombas proporcionadas en un año por el Tío Sam, que intentaba, como de costumbre, mirar para otro lado, con su vieja cultura de genocidios, los «indios», la esclavitud, Hiroshima, Nagasaki, etcétera.

La masacre dura ya más de un año. Es seguro decir que, cualesquiera que sean las masacres que han jalonado la historia, ninguna ha alcanzado esta ferocidad. La razón es sencilla: podemos ver esta masacre desarrollarse ante nuestros propios ojos, como una emisión de televisión en directo en los canales Al Yazira, palestinos y otros.

El mundo entero está viendo morir a los palestinos, agonizando. Y los israelíes continúan día y noche, especialmente por la noche, porque eso aumenta su placer de sembrar el terror, y USA sigue cargando sus armas y sus aviones. Este es quizás el más odioso de los papeles asignados a los ciudadanos usamericanos. Les deshonra. Uno de ellos, Aaron, soldado de las Fuerzas Aéreas usamericanas, se prendió fuego el 25 de febrero de 2024, para «no ser más cómplice de este genocidio», dijo en su último mensaje, para rechazar esta deshonra y denunciar, con el sacrificio de su vida, esta vergüenza para su nación.


Los medios de la vergüenza

Ciertamente, en la historia, incluso las naciones más feroces, incluso los imperios más crueles, se habrían detenido si hubieran sido vistos, como vemos hoy con los crímenes cometidos por los israelíes y los USA.

A los israelíes no les importó al principio, probablemente pensando que les aturdiría, aterrorizaría a los palestinos y al mundo árabe y les disuadiría de cualquier resistencia futura. Luego se dieron cuenta, junto con los dirigentes occidentales, de que se trataba de un desastre moral para ellos.

Por eso ahora los medios de comunicación occidentales no difunden prácticamente ninguna imagen del martirio palestino. Su argumento es que el ejército israelí prohíbe a sus periodistas entrar en Gaza. Se están burlando del mundo. Las imágenes de la carnicería en curso se emiten en directo y en bucle en las televisiones árabes. Basta con cogerlas. 170 periodistas palestinos han muerto hasta ahora para informar al mundo de lo que ocurre en Gaza. Es una situación nueva e increíble para la información: las víctimas filman su propio genocidio. Es difícil imaginar una posición más reprobable y despreciable que la del personal de estos vergonzosos medios de comunicación occidentales. ¿Cómo podrán enfrentarse después a la opinión pública y, sobre todo, a su conciencia?

Los palestinos no sólo filman su muerte. También filman su lucha. Las brigadas Al Qassam ofrecen regularmente imágenes de sus ataques contra el ejército israelí. Hay que tener mucho valor para filmarse a uno mismo luchando. Mientras tanto, los soldados israelíes matan civiles.

Son 350.000. Pero estos soldados están, de hecho, de prestado. ¿Qué clase de vida tendrán los que sobrevivan? Sus vidas estarán hechas de pesadillas, obsesiones por la muerte y, para los mejores, sentimientos de culpa. La prensa -Times of Israel (2 de febrero de 2024), L'Orient-le Jour (14 de agosto de 2024), CNN (20 de octubre)- ya informa de que miles de soldados israelíes sufren problemas de salud mental. ¿Veríamos a un combatiente de la resistencia palestina sufriendo de la misma manera? Esa es la diferencia entre una mala causa y una causa justa. Basta pensar en el precio pagado de la misma manera por los soldados usamericanos tras las guerras de Vietnam, Afganistán e Irak, y por los soldados franceses tras la guerra de Argelia. Nos vemos dentro de diez o veinte años. No se comete lo indecible, no se abandona impunemente a la humanidad.

Los israelíes llaman “víctimas colaterales” a 50.000 muertos y 100.000 heridos. Los esclavizados medios de comunicación occidentales lo repiten. ¿Cómo podrá este Occidente vivir con el mundo en el futuro, mirarnos a los ojos? Las únicas víctimas colaterales reales son los combatientes que han matado, por casualidad, sin siquiera saberlo. Nunca podrán contarlos.

La verdad, como todo el mundo sabe, es que quieren matar a todos los palestinos. Y en su subconsciente genocida, ven a todos los palestinos como «Hamasniks», a todos los combatientes o futuros combatientes, incluso a los niños.

Un año de genocidio

Octubre de 2023-octubre de 2024: un año de genocidio. Es largo el genocidio. Y para nosotros, los «testigos», un año de dolor indescriptible, un año de un persistente sentimiento de culpa mientras observamos impotentes. ¿Hasta cuándo? ¿Podremos soportarlo mucho tiempo y mantener la cordura?

En los tiempos más crueles, en la época de los juegos del circo romano, los esclavos en rebelión y los cristianos rebeldes eran entregados a bestias feroces. En lo que respecta a los palestinos, Israel ofrece este espectáculo al mundo todos los días, a cientos de millones de espectadores horrorizados. ¿Se ha visto algo semejante en la historia de la humanidad?

Algunos de nosotros queremos escapar de este sufrimiento, dejar de mirar. Es comprensible. Pero los palestinos están tomando estas imágenes, arriesgando sus vidas para enviarlas al mundo, para que las veamos, no para que cerremos los ojos. Eso sería una victoria para el enemigo. Así que no apartemos los ojos, miremos, esa es la mínima solidaridad que podríamos tener.

Otras prioridades

En Gaza, los palestinos no tienen un momento de respiro; mueren todos los días. Mientras escribo, Israel está exterminando metódicamente a los 100.000 habitantes del campo de Yabaliya, en el norte de Gaza. Los han rodeado, los han aislado del mundo, los han matado de hambre y los están asesinando sin piedad. El mundo deja que esto ocurra como si fuera inevitable, porque hay elecciones en USA, porque está la cumbre de los BRICS, porque está Ucrania, porque hay otras prioridades, porque... porque ....

Pero algún día los monstruos tendrán que pagar, los genocidas tendrán que pagar. Gaza se ha transformado en una inmensa morgue, un cementerio al aire libre, un cementerio o más bien una inmensa fosa común. Y luego están los miles de cadáveres enterrados bajo los escombros que nunca tendrán nombre ni sepultura. Israel no sólo niega a los palestinos el derecho a la vida, sino también el derecho a un entierro digno.

¿Podemos viajar, divertirnos, descansar, relajarnos, trabajar? Nada de esto tiene sentido para las personas justas de este planeta.

La magnitud del horror, sus características sin precedentes tendrán sin duda consecuencias para nuestro futuro humano, no sé cuáles, pero sin duda estarán a la altura de este drama histórico sin precedentes.

Beirut

Israel quiere convertir Beirut en otra Gaza. El propio Netanyahu lo dijo en sus amenazas a los libaneses. Emmanuel Macron ha instado a los israelíes a no hacerlo. El 10 de octubre, el presidente Biden pidió a Netanyahu que «minimizara el impacto sobre los civiles». «Impacto» es su palabra.

Dicen que atacan Líbano y bombardean Beirut para garantizar “su seguridad durante al menos unos año”. “Durante unos años”: no tienen planes para el futuro. Lo dicen ellos mismos.

Todos los días, las televisiones occidentales retransmiten en directo los bombardeos, sobre todo por la noche. Bombas usamericanas lanzadas por aviones israelíes. Gigantescas salpicaduras de llamas anaranjadas rasgan la negrura de la ciudad sin luz. Los presentes en los platós de tele observan fascinados, mirando como se mira un castillo de fuegos artificiales. Viéndolos contemplar así “el espectáculo”, se tiene incluso la horrible impresión de que están viviendo un momento de euforia. Como los monstruosos fuegos artificiales del halalí sobre Bagdad y Trípoli. Un aire de déjà vu. Como el orgullo de una potencia cuyo declive se quisiera evitar. Recuerdos del pasado colonial. Se castiga a los árabes. Sólo conocen la fuerza, dice el israelí medio. Vocabulario colonial. Se utiliza el mismo lenguaje para “dar la caza a Hezbolá” que para Hamás. Un presentador en un plató de televisión hablará del «asesinato» de Nasralá para corregir rápidamente la palabra y decir «liquidación». No se asesina a un “terrorista árabe”.

También observan, con los ojos desorbitados, las largas procesiones de nuevos refugiados, libaneses esta vez. Sin empatía, sin emoción. Un coronel en el plató, Michel Goya, con barba blanca y cara de capellán castrense, y un currículum de todas las aventuras militares fracasadas de las últimas décadas, experto militar en LCI, explicará que “primero hay que romperle la espalda a Hezbolá antes de pensar en la paz”.

En el sur del Líbano, los mismos canales de televisión occidentales muestran a soldados israelíes avanzando cautelosamente por laderas pedregosas. Recuerda inevitablemente al Yebel [monte] en Argelia. ¿Acaso no conocen el final de la historia? ¿Por qué el soldado israelí parece tan poco militar? Probablemente por conscripción o por falta de convicción.

Antes de Yahya Al Sinwar, habían asesinado a Nasrallah y a muchos otros. Perlas preciosas de un mismo collar. Lo que sus muertes nos enseñan, lo que ofrecen con su sacrificio a sus pueblos, a la humanidad doliente, tiene un valor inmenso. Resistencia hasta el final.

La resistencia revela hombres excepcionales. Estos resistentes indomables llevan al enemigo hasta el límite. Revelan su horrible rostro. ¿Quién no conoce hoy en el mundo el verdadero rostro de Israel?

USA e Israel, imperialismo arcaico

¿Cómo creen USA e Israel que pueden ganar la guerra en Gaza, Líbano y otros lugares, y seguir subyugando a todo Oriente Próximo? La subyugación de los pueblos fue posible, desde la antigüedad hasta los imperios coloniales, porque los pueblos estaban aislados. Hoy eso ya no es posible. La base de retaguardia de los pueblos en lucha es el mundo entero. No han aprendido las lecciones de Vietnam, de la guerra de Argelia, de Irak, de Afganistán, etc. Representan, en su unión con Israel, un imperialismo arcaico destinado al colapso.

Los pueblos que luchan por su libertad producen sus dirigentes, que son “obras de arte”, como decía el gran pensador Marx. Pero son los opresores quienes convierten a los luchadores en héroes. Cada vez, el opresor cree que está cavando sus tumbas, pero está cavando la suya propia.

Creen que han matado a una nación matando a un hombre. ¿Cuántas veces lo han creído? Y lo hacen una y otra vez.

Desde los comienzos de las luchas modernas de liberación nacional, los colonizadores lo han hecho una y otra vez, cegados por su desprecio del hombre y de su humanidad, incapaces de comprender el valor porque rara vez lo tienen, acostumbrados como están a batallas sin gloria desde el cielo o a tiro de cañón.

¡Ni una bandera blanca!

Han matado a un hombre. Sólo uno y creen que han ganado. Son ciegos, estúpidos y cegatos. Mataron a 50.000 palestinos en Gaza, pero ¿acaso detuvieron la resistencia? 50.000 palestinos murieron, ¡y nadie desertó, nadie izó una bandera blanca! Seamos realistas. Ni una sola persona. Colosal. ¿Qué pueden hacer contra un pueblo así? Tendrían que haber mirado los ojos negros y ardientes de Abu Ibrahim Al Sinwar, su mirada feroz y llameante, para entenderlo.

Nadie se quejó. Nadie desaprobó a Hamás, a pesar de la sed, del hambre, de la enfermedad, del dolor y de las heridas que no se curan, ni siquiera se atenúan, a pesar de las muertes, de las personas tomadas al azar para torturarlas en masa para que denuncien a sus hermanos que luchan, de los niños muertos, de las tiendas de refugio en llamas cuya lona chisporrotea sobre la piel quemada viva, de los niños enterrados, con sus padres, sus madres, los ancianos, de la desaparición de sus seres queridos, de todo lo que han amado.

Nadie izó una bandera blanca. La única vez que ocurrió, eran rehenes israelíes que probablemente habían escapado y los soldados israelíes estaban tan sorprendidos que les dispararon.

¿Se dan cuenta los israelíes y los usamericanos del tipo de personas con las que están tratando? ¿Quieren extinguir una resistencia que ha durado 78 años?

Israel y USA pensaban que habían acabado con la resistencia palestina matando a Al Sinwar. En un comunicado emitido el 9 de octubre, las brigadas Al Qassam declararon que “el enemigo delira si piensa que la llama de la resistencia se extinguirá o retrocederá asesinando a sus líderes”. Y volvieron al ataque: el 20 de octubre, cuatro días después de la muerte de su líder, mataron al coronel israelí [druso] Ahsan Daksa, comandante de la brigada 401, principal protagonista de la carnicería en Gaza. En su comunicado de prensa del mismo día, las brigadas declararon que dedicaban esta operación “al alma del shahid Al Sinwar”.

Imágenes del artista palestino Omar Zaghloul


26/10/2024

DJAMEL LABIDI
Yahya Al Sinwar, un héros flamboyant et déjà une légende

Djamel Labidi, 24/10/2024

Yahya Al Sinwar, alias Abou Ibrahim, est tombé le 16 octobre au champ d'honneur. On dirait que cette expression a été faite pour lui. Il est mort sur sa terre de Gaza, où il était né.

Ses compagnons des brigades Ezzedine Al Qassam, ont annoncé la mort du chahid dans un message sobre : « C’est un grand honneur pour notre mouvement de voir ses dirigeants se sacrifier avant ses soldats ».

La mort héroïque de Yahya Al Sinwar a eu un écho énorme dans le monde arabe, le monde musulman, sur toute la planète. Il est des hommes qui restent dans la mémoire des peuples. Il est mort les armes à la main. Il s’est battu jusqu’au dernier moment. Blessé, une main arrachée, il se battait encore. On n’oubliera jamais son geste incroyable, lui, agonisant, lançant un bâton sur le drone qui tournait autour de lui. Ce dernier geste de combattant devrait donner à réfléchir aux « supermen du Mossad » et de l’armée israélienne.

Par hasard

Ils n’ont cessé de chercher à impressionner les gens, et aussi leurs alliés et les leurs, par de prétendus pouvoirs supranormaux qu’ils détiendraient. Mais ils n’ont pu cacher qu’ils l’ont tué, en fait, « par hasard », et sans même savoir qui il était. Il a fallu deux jours pour qu’ils s’en rendent compte. Ils avaient tellement peur d’entrer dans la maison où Abou Ibrahim s’était battu comme un lion, qu’il leur a fallu tout ce temps, même après avoir détruit la maison au canon, et avoir vérifié les lieux avec un drone. Cela donne une idée de leur forfanterie.

Ils ont caché d’abord les images Et bien d’autres, qu’ils avaient prises. Puis, ils ont été obligés de les montrer pour donner la preuve de sa mort. Ils ont dévoilé alors eux-mêmes l’âpreté de son dernier combat. Leur mensonge s’est écroulé, celui d’un chef caché dans des tunnels, fuyant le combat et Gaza. Or il était, là, à quelques mètres d’eux, se battant à la tête de ses hommes, comme il le faisait depuis plus d’un an. Un formidable message de courage, d’espoir et de lutte que les Israéliens ont délivré eux-mêmes, bien à leur insu, aux Palestiniens et à tous les résistants dans le monde. En mourant ainsi en martyr, Al Sinwar savait qu’il effectuait là un acte majeur, qu’il livrait à ses compagnons, à son peuple, à l’humanité souffrante, son dernier message : celui de continuer sans répit le combat. C’était sa dernière décision en tant que responsable de la lutte.

Yahya Al Sinwar a forcé l’admiration même de ses ennemis. Un épisode est à cet égard significatif. Le vendredi 18 octobre sur la chaine LCI, un « ex » (mais toujours évidemment) fonctionnaire du Mossad, Raphaël Jerusalmy était convié à s’exprimer sur la question. C’est un habitué des plateaux français. Lui et ses amis y séjournent comme si c’était les leurs. Les yeux cruels, un rictus en guise de sourire, le visage impassible, l’agent a cru qu’il pourrait comme d’habitude imposer son récit. Il a voulu montrer que la mort de Yahya Al Sinwar était un succès dû à l’habilité des services de renseignement israéliens et il a cherché à dévaloriser le chef des brigades Al Qassam. Les journalistes serviteurs du système, qui d’habitude n’osaient contredire cet agent du Mossad, lui ont pour la première fois coupé la parole, lui faisant remarquer que « ses services » avaient fait une erreur en publiant les photos du dernier combat du chef de la résistance, cat ils ont eux-mêmes ainsi montré qu’il combattait depuis plus d’un an et qu’il était mort en héros.

Le « testament » d’Al Sinwar

À la nouvelle de la mort de Yahya Al Sinwar, les réseaux sociaux se sont enflammés dans le monde : peine, douleur, compassion, admiration. Un « testament » a immédiatement circulé. Il n’a eu aucune confirmation officielle. Vrai ou faux, peu importe, le testament est devenu viral. Les paroles y sonnent tellement vraies, tellement justes. Écoutons un extrait : « Si je tombe, ne tombez pas avec moi, mais portez pour moi un drapeau qui n’est jamais tombé, et faites de mon sang un pont que traversera une génération qui naîtra de nos cendres, plus forte. N’oubliez pas que la patrie n’est pas une histoire à raconter, mais une vérité à vivre, et que pour chaque martyr, naissent du ventre de cette terre mille résistants ».

Sur les réseaux l’image de Al Sinwar a surgi, partout présente, magnifiée, mythifiée, glorifiée. Il est déjà devenu une légende.

Al Sinwar a combattu plus d’un an, sur un petit bout de terre, Gaza (320 km2) , le quart de la surface d’Alger (1190 km2), contre une armée de 350 000 hommes. Il était insaisissable. Il a défendu son peuple. Il a souffert avec lui. Il a affronté probablement la force la plus cruelle de l’Histoire.

La « solution finale »

Dès le premier jour, le projet de génocide était clair. Ils avaient pour projet la « solution finale » qui semble être une obsession de leur conscience torturée, fausse ou vraie conscience historique, on commence à en douter, car comment refaire les mêmes crimes dont on dit avoir tant souffert ?

Rappelons-nous le premier jour du début annoncé du génocide : « Nous les affamerons, nous les ferons mourir de soif, de faim, nous les tuerons comme les animaux humains qu’ils sont » ont-ils déclaré clairement, sans honte.

Dès le 8 octobre des centaines de canons et de chars ont été mis en ligne sur des kilomètres autour de ce petit bout de terre de Gaza. Les Palestiniens à Gaza retenaient leur souffle. Puis toutes les armes ennemies se sont mises à tirer ensemble dans un roulement de tonnerre monstrueux, ininterrompu, jour et nuit. Le 22 octobre, 90 avions bombardent sans relâche. Israël tire dans le tas, du sol et du ciel. Les immeubles, les maisons se sont mises à s’écrouler sous les coups, comme des châteaux de cartes. Un 11 septembre puissance n.

80 000 tonnes de bombes sont fournies, en un an, par l’Oncle Sam, qui essayait, comme d’habitude, de regarder ailleurs, dans sa vielle culture des génocides, les « Indiens », l’esclavagisme, Hiroshima, Nagasaki, etc.

Cela fait plus d’un an que dure le massacre. On peut dire, sans grand risque de se tromper que, quels que soient les massacres qui ont jalonné l’Histoire, aucun n’a atteint cette férocité. La raison est simple, ce massacre on le voit, il se déroule sous nos yeux, comme une retransmission télévisée, en direct sur les chaines d’Al Jazeera, palestiniennes et autres.

Dans le monde entier, on regarde mourir, agoniser les Palestiniens. Et les Israéliens continuent nuit et jour, la nuit surtout, car elle ajoute à leur plaisir de semer l’effroi, et les USA continuent de charger leurs canons, leurs avions. C’est peut-être le plus odieux des rôles échus aux citoyens des USA. Il les déshonore. L’un d’eux, Aaron, un soldat de l’aviation US, s’est immolé par le feu, le 25 février 2024, pour « ne plus être complice de ce génocide » a-t-il dit dans son dernier message, pour refuser ce déshonneur et dénoncer, par le sacrifice de sa vie, cette honte pour sa nation.

Les médias de la honte

Certainement que dans l’Histoire, même les nations les plus féroces, même les empires les plus cruels se seraient arrêtés si on les avait vus, comme on voit aujourd’hui les crimes commis par les Israéliens et les USA.

Les Israéliens n’en avaient cure au début, croyant probablement sidérer ainsi, terroriser les Palestiniens et le monde arabe, les dissuader à l’avenir de toute résistance. Puis ils se sont aperçus, avec les dirigeants occidentaux, du désastre moral pour eux.

C’est pour cela que les médias en Occident ne diffusent désormais pratiquement aucune image du martyre palestinien. Ils ont trouvé pour argument que leurs journalistes sont interdits d’entrée à Gaza par l’armée israélienne. Ils se moquent du monde ! Les images du carnage permanent sont diffusées en direct et en boucle sur les télés arabes. Il suffit de les reprendre. 170 journalistes palestiniens sont morts, jusqu’à présent, pour informer le monde de ce qui se passe à Gaza. C’est même une situation nouvelle, incroyable pour l’information : les victimes qui filment elles-mêmes leur génocide. On ne peut imaginer position plus condamnable, plus méprisable que celle des personnels de ces médias occidentaux de la honte. Comment pourront-ils affronter l’opinion et d’abord leur conscience plus tard ?

Les Palestiniens ne filment pas seulement leur mort. Ils filment aussi leur combat. Les brigades Al Qassam fournissent régulièrement les images de leurs attaques contre l’armée israélienne. Il faut un sacré courage pour se filmer en combattant. Pendant ce temps, les soldats israéliens tuent les civils.

Ils sont 350 000 soldats. Mais ces soldats, en fait, sont en sursis. Quelle vie vivront ceux qui survivront. Ils traîneront une vie faite de cauchemars, d’obsessions mortifères, et, pour les meilleurs d’entre eux, de sentiments coupables. La presse, le Times of Israel (2 février 2024), L’Orient-le Jour (14 août 2024), CNN (20 octobre), signalent déjà que des milliers de soldats israéliens sont victimes de problèmes de santé mentale. Verrait-on un résistant palestinien souffrir de même ? C’est toute la différence entre une mauvaise cause et une cause juste. Qu’on se souvienne du prix payé de la même manière par les soldats usaméricains au sortir des guerres du Vietnam, d’Afghanistan, d’Irak, des soldats français au sortir de la guerre d’Algérie. Rendez-vous dans dix ou vingt ans. On ne commet pas l’indicible, on ne sort pas de l’humanité impunément.

50 000 morts, 100 000 blessés, les Israéliens appellent cela des « victimes collatérales ». Les médias occidentaux asservis le répètent. Comment cet Occident pourrait-il à l’avenir vivre avec le monde, nous regarder dans les yeux ? Les vraies, les seules victimes collatérales sont les combattants qu’ils ont tués, par hasard, sans le savoir d’ailleurs. Ils ne peuvent d’ailleurs jamais les recenser.

La vérité, et chacun le sait, c’est qu’ils veulent tuer tous les Palestiniens. Et que dans leur inconscient génocidaire, ils sont, pour eux, tous des « Hamasniks », tous des combattants ou de futurs combattants, même les enfants.

Un an de génocide

Octobre 2023-Octobre 2024 : un an de génocide. C’est long un génocide. Et pour nous, les « témoins », un an de peine indicible, un an de sentiment de culpabilité lancinante à regarder, impuissants. Jusqu’à quand ? Pourrons-nous le supporter longtemps et garder notre intégrité mentale ?

Dans les temps les plus cruels, à l’époque des jeux de cirque romains, les esclaves révoltés, les chrétiens rebelles, étaient livrés aux bêtes féroces. Pour les Palestiniens, c’est tous les jours qu’Israël offre ce spectacle au monde, à des centaines de millions de spectateurs horrifiés. A-t-on vu pareille chose dans l’histoire de l’humanité ?

Certains, parmi nous, veulent échapper à cette souffrance, ne plus regarder. Cela se comprend. Mais les Palestiniens prennent ces images, risquent leur vie pour les envoyer au monde, pour que nous les voyons, pas pour que nous fermions les yeux. Ce serait la victoire de l’ennemi. Ne détournons pas alors les yeux, regardons, c’est le minimum de solidarité que nous pourrions avoir.

D’autres priorités

À Gaza, les Palestiniens n’ont pas un moment de répit, ils meurent tous les jours. Au moment où j’écris, Israël a entrepris l’extermination méthodique des 100 000 habitants du camp de Jabaliya, au Nord de Gaza. Ils les ont encerclés, ils les ont coupés du monde, ils les font mourir de faim, et ils les tuent, impitoyablement. Le monde laisse faire comme si cela était fatal, parce qu’il y a les élections aux USA, parce qu’il y a la réunion des BRICS, parce qu’il y a l’Ukraine, parce qu’il y a d’autres priorités, parce que .. parce que...

Mais il faudra bien qu’un jour les monstres payent, que les génocidaires payent. Gaza a été transformée en une immense morgue, un cimetière à ciel ouvert, un cimetière ou plutôt une immense fosse commune. Et il y a les milliers de corps enfouis sous les décombres qui n’auront jamais de nom, de sépulture. Israël ne refuse pas simplement le droit à la vie, il refuse aux Palestiniens le droit à une sépulture digne.

Peut-on voyager, se distraire, se reposer, se détendre, travailler ? Tout cela n’a plus de sens pour les justes de cette planète.

La dimension de l’horreur, ses caractéristiques sans précédent auront certainement des conséquences sur notre avenir humain, je ne sais pas quoi, mais ce sera certainement à la dimension de ce drame historique sans précédent.

Beyrouth

Israël veut faire de Beyrouth un autre Gaza. Netanyahou l’a dit lui-même dans ses menaces aux Libanais. Emmanuel Macron a prié les Israéliens de ne pas le faire. Le 10 octobre, Le président Biden demande à Netanyahou de « réduire au maximum l’impact sur les civils ». « L’impact », vous avez bien lu, c’est son mot.

Ils disent que c’est pour assurer « leur sécurité au moins pour quelques années » qu’ils attaquent le Liban et bombardent Beyrouth. « Pour quelques années » : ils n’ont pas de projet d’avenir. Ils le disent eux-mêmes.

Sur les plateaux TV d’Occident, tous les jours, les bombardements sont transmis en direct, notamment la nuit. Bombes usaméricaines larguées par les avions israéliens. Gigantesques gerbes de flammes orange qui déchirent le noir de la ville sans lumières. Les présents sur les plateaux regardent fascinés, ils regardent comme on regarde un feu d’artifice. On a même, à les regarder contempler ainsi « le spectacle », l’impression affreuse d’un moment pour eux d’euphorie. Comme dans les feux d’artifice monstrueux de l’hallali sur Bagdad, sur Tripoli. Un air de déjà-vu. Comme une fierté de puissance dont on voudrait conjurer le déclin. Les souvenirs du passé colonial. On punit les Arabes. Ils ne connaissent que la force, dit l’israélien moyen. Vocabulaire colonial. On parlera de même de « traque du Hezbollah » comme du Hamas. Un animateur sur un plateau parlera d’ »assassinat » de Nasrallah pour corriger vite le mot et dire « liquidation ». On n’assassine pas un "terroriste arabe".

Ils regardent aussi, l’œil morne, les longues processions de nouveaux réfugiés, des Libanais cette fois-ci. Aucune empathie, aucune émotion. Un colonel de plateau, Michel Goya, barbe blanche et visage d’aumônier militaire, et un CV de toutes les aventures militaires ratées de ces dernières décennies, expert militaire sur LCI, expliquera qu’il faut « d’abord casser les reins au Hezbollah avant de songer à la paix ».

Au Liban-Sud, sur les mêmes télés occidentales, on voit des soldats israéliens avancer avec précaution sur des pentes caillouteuses. Cela rappelle inévitablement le Djebel en Algérie. Ne connaissent-ils pas la fin de l’histoire ? Pourquoi le soldat israélien a-t-il une allure si peu militaire ? Probablement des conscrits ou une absence de conviction.

Avant Yahya Al Sinwar, Nasrallah avait été assassiné, et bien d’autres. Les perles précieuses d’un même collier. Ce que leur mort nous apprend, ce qu’ils offrent par leur sacrifice à leurs peuples, à l’humanité souffrante, est d’une valeur immense. La résistance jusqu’au bout.

La résistance révèle des hommes exceptionnels. Ces résistants indomptables poussent l’ennemi dans ses derniers retranchements. Ils en dévoilent le visage hideux. Qui ne connait pas, dans le monde aujourd’hui, le visage réel d’Israël ?

Les USA et Israël, un impérialisme archaïque

Comment les USA et Israël croient-ils qu’ils peuvent gagner la guerre à Gaza, au Liban et ailleurs, et continuer de soumettre tout le Proche-Orient ? L’asservissement des peuples était possible, de l’Antiquité jusqu’aux empires coloniaux, car les peuples étaient alors isolés. Aujourd’hui cela n’est plus possible. La base arrière des peuples en lutte est le monde entier. Ils n’ont pas tiré les leçons du Vietnam, de la guerre d’Algérie, de l’Irak, de l’Afghanistan etc. Ils représentent, dans leur union avec Israël, un impérialisme archaïque promis à l’écroulement.

Les peuples qui combattent pour leur liberté produisent leurs chefs, leurs dirigeants, qui sont des « œuvres d’art », comme le disait un grand penseur : Marx. Mais ce sont les oppresseurs qui transforment les combattants en héros. L’oppresseur croit chaque fois creuser leurs tombes mais il creuse la sienne.

Ils croient avoir tué une nation en tuant un homme. Combien de fois l’ont-ils cru ? Et ils recommencent chaque fois.

Depuis les débuts des luttes de libération nationale modernes, les colonisateurs ne cessent de récidiver, aveuglés par leur mépris de l’homme et de son humanité, incapables de comprendre un courage, car ils l’ont rarement, habitués qu’ils sont aux combats sans gloire du haut du ciel ou à distance de canon.

Pas un drapeau blanc !

Ils ont tué un homme. Un seul et ils croient avoir remporté la victoire. Ils sont aveugles, idiots et aveugles. Ils ont tué 50 000 Palestiniens à Gaza mais ont-ils arrêté la résistance ? 50 000 Palestiniens sont morts, et personne n’a déserté, personne n’a levé un drapeau blanc ! Qu’on s’en rende compte. Personne. Colossal. Que peuvent-ils faire contre un tel peuple. Ils auraient dû regarder les yeux noirs, brûlants, le regard farouche, flamboyant d’Abou Ibrahim Al Sinwar pour le comprendre.

Personne ne s’est plaint. Personne n’a désapprouvé le Hamas, malgré la soif, la faim, la maladie, les douleurs et blessures qu’on ne peut guérir, même pas atténuer, malgré les morts, les habitants pris au hasard pour des tortures massives pour leur faire dénoncer leurs frères qui combattent, les enfants morts, les tentes de refuge en flammes et dont la toile grésille sur les peaux brulées vives, les enfants ensevelis, avec leurs pères, leurs mères, les anciens, la disparition des siens, de tout ce qu’on a aimé.

Personne n’a levé un drapeau blanc. La seule fois où c’est arrivé, il s’agissait d’otages israéliens qui s’étaient probablement échappés et les soldats israéliens ont été tellement surpris qu’ils les ont abattus.

Les Israéliens, les USaméricains, se rendent-ils compte à quel peuple ils ont affaire ? Veulent-ils éteindre une résistance qui dure depuis 78 ans ?

Israël et les USA croyaient donc avoir tué la résistance palestinienne en tuant Al Sinwar. Dans un communique du 9 octobre les brigades Al Qassam déclarent que «  l’ennemi délire s’il pense que la flamme de la résistance va s’éteindre ou reculer en assassinant ses dirigeants ». Et ils sont repartis à l’assaut : le 20 octobre, quatre jours après la mort de leur chef, ils tuent le colonel [druze] israélien Ahsan Daksa, commandant de la brigade 401, principal acteur de la boucherie de Gaza. Dans leur communiqué du même jour, les brigades déclarent dédier cette opération « à l’âme du chahid Al Sinwar ».

Images de l’artiste palestinien Omar Zaghloul