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12/07/2025

LYNA AL TABAL
I stand with Francesca Albanese/Apoyo a Francesca Albanese

Dra. Lyna Al-Tabal,Rai Al Youm, 11/7/2025
Original árabe
Traducido por 
Atahualpa Guevara

Lyna Al Tabal  es libanesa, doctora en Ciencias Políticas, abogada de formación y profesora de Relaciones Internacionales y Derechos Humanos.

 


Sí, he decidido titular este artículo en inglés. No porque me guste presumir, ni porque crea más en la globalización del idioma que en su equidad. Sino porque esta frase se ha convertido, sin permiso de nadie, en una declaración de solidaridad mundial.

I stand with Francesca Albanese. Apoyo a Francesca Albanese.

Una frase corta, pero cargada de significado... solo cinco palabras. Pronunciada con calma, pero clasificada como peligrosa para la seguridad nacional... ¿Cómo?

Hay una mujer italiana que hoy está siendo perseguida por Gaza. No tiene genes de resistencia, no tiene ningún vínculo familiar con Gaza, ni un pasado marcado por la Nakba, ni siquiera una foto. No es árabe, no nació en un campo, no se crió con el discurso de la liberación. No es una soñadora de izquierdas, quizá nunca haya leído a Marx en los cafés. No ha lanzado ni una sola piedra a un soldado israelí... Lo único que ha hecho es cumplir con su deber profesional.

“Loca”, declaró Trump. Él, que acapara ese calificativo y lo reparte como hacen los narcisistas cuando se derrumban ante una mujer que no ha guardado silencio ante la injusticia.

Se llama Francesca Albanese. Abogada y académica italiana, ocupa el cargo de relatora especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967. Como funcionaria internacional, sentada detrás de un escritorio blanco, redacta informes con un lenguaje preciso y una formulación jurídica imparcial. No se le da bien la oratoria, pero lo ha dicho con claridad y sin ambigüedades: lo que está ocurriendo en Gaza es un genocidio.

Lo ha escrito negro sobre blanco en un informe oficial publicado en el marco de sus funciones, en un lenguaje comprensible para el derecho internacional: lo que Israel está haciendo en Gaza es un genocidio.

De la noche a la mañana, su nombre se convirtió en peligroso y debía ser aniquilado, al igual que el ejército israelí aniquila las casas en Rafah. Su nombre fue destruido por un solo misil político y fue incluida en la lista de sanciones, junto a traficantes y financiadores del terrorismo.

Ahora lo sé: en este mundo, basta con no mentir para que te prohíban viajar, te congelen las cuentas y te excluyan del sistema internacional.

Francesca no infringió la ley, la aplicó. Y ese es su verdadero delito.

No cometió ningún error de definición, no exageró en su lenguaje, no se extralimitó en sus funciones. Lo único que hizo fue llamar al crimen por su nombre.

No, este informe no trata sobre el genocidio de los indios americanos. Ni sobre Vietnam, ni sobre el fósforo blanco, ni sobre Bagdad, ni sobre Trípoli... Este informe no remueve el pasado usamericano, trata de un presente descarado. Y del derecho que se pierde cuando lo reivindicamos... Este informe trata de la justicia internacional que se ahoga ante nuestros ojos y de la carta de los derechos humanos que también se evapora ante nuestros ojos. Mientras que el culpable ocupa un puesto en el Consejo de Seguridad.

Este informe habla de un mundo que no castiga a los mentirosos. Un mundo que te mata cuando amas sinceramente, cuando das sin pedir nada a cambio, cuando hablas con valentía, cuando intentas reparar el daño causado.

Este informe habla simplemente del mundo de las tinieblas.

Este mundo que estrangula a todos aquellos que no quieren parecerse a él.

Francesca no fue la primera.

Cuando se creó el Estatuto de Roma, Estados Unidos trató a la Corte Penal Internacional como un «virus jurídico», porque no podía controlarla... Bill Clinton lo firmó (sin ratificarlo). Luego llegó George W. Bush, retiró su firma y promulgó la llamada «ley de invasión de La Haya», que autoriza la invasión militar de los Países Bajos si la Corte Penal se atreve a juzgar a un solo soldado usamericano... Barack Obama, el sabio, no derogó la ley... Luego vino Trump, el vaquero rubio, con dos pistolas en el cinturón, que dio el golpe de gracia a la justicia... Castigó a Fatou Bensouda, la antigua fiscal general de la Corte, por abrir los expedientes de Afganistán y Palestina. Le retiró el visado, congeló sus activos y la colgó de la cuerda de sus sarcásticos tuiteos.

Luego llegó Karim Khan, el actual fiscal general, encargado del pesado expediente de Gaza y de una lista de nombres igualmente pesados: Netanyahu, Galant... Una vez más, la espada de la venganza política volvió y amenazó a la espada de la justicia.

Karim Khan ha sido objeto de numerosas amenazas procedentes del Congreso, la Casa Blanca y Tel Aviv.

 El primer día de su llegada a la Casa Blanca, Donald Trump firmó la ley sobre sanciones contra la Corte Penal Internacional. ¿Un hombre de origen pakistaní que se atreve a tocar nombres intocables? Se acabó el juego.

Así es como una institución internacional, con todo su personal y su equipamiento, ha sido objeto de sanciones yanquis, como si se tratara de una milicia armada... A sus empleados se les ha prohibido viajar, trabajar e incluso respirar libremente... ¿Quién dijo que Estados Unidos impedía la justicia? Siempre y cuando esta no se acerque a Tel Aviv o al Pentágono.

Y en un momento de sinceridad, Joe Biden lo dijo con su formulación enrevesada: estas leyes no se redactaron para aplicarse al «hombre blanco», sino a los africanos... y a Putin, cuando sea necesario.

Y así se completa la paradoja: el 85 % de los procesos y juicios ante la Corte Penal Internacional se dirigen contra africanos.

 Y cuando se abren expedientes contra occidentales, la justicia se convierte en una amenaza... y el Tribunal, en un objetivo.

Y ahora ya lo sabes: si cruzas la línea roja,

es el tribunal el que es juzgado,
el juez que es juzgado,
y el testigo que es juzgado.

Solo queda el asesino... sentado en primera fila, sonriendo a las cámaras, recibiendo invitaciones para asistir a una conferencia sobre derechos humanos. ¿Por qué no?

Trump ha asestado un golpe mortal al derecho internacional, una puñalada en el corazón de la Corte Penal, y luego ha enterrado lo que quedaba del sistema de derechos humanos y nos ha arrojado el cadáver: «Aquí lo tenéis, enterradlo», dijo con el mismo tono que utilizaba para dar órdenes durante las masacres en la costa siria, cuando los alauitas son enterrados bajo los escombros, sin testigos, sin investigación, a veces sin nombre, solo con un número... Un agujero y todo ha terminado.

Trump actuó como un vaquero: disparó y luego declaró que el objetivo amenazaba la seguridad. Todo ello ante los ojos de las naciones. Y también ante nuestros ojos... Ante los ojos de Europa, más concretamente.

La Europa que redactó estas leyes a partir de las cenizas de sus guerras, de sus complejos psicológicos nunca resueltos, de su miedo a sí misma.

Y hoy, mira, en silencio... Con todos sus complejos psicológicos, Europa hoy guarda silencio. Entierra a su hijo jurídico con sangre fría, como las madres de Gaza entierran a sus hijos...

Con una sola lágrima, porque el tiempo no permite llorar mucho tiempo.

¿Lo entienden ahora? Todas las leyes sobre derechos humanos, desde el Estatuto de Roma hasta la Carta Internacional, son buenas para las sesiones académicas y los cursos de formación que terminan con la entrega de diplomas y la toma de fotos después de la graduación de los felices expertos.

Y todo se decide en Washington.

Así es como se administra la justicia internacional en la era de la hegemonía: una lista de sanciones... y una alfombra roja extendida ante el verdugo.

¿Ha seguido bien la historia?

Una italiana en la lista usamericana de terrorismo político... Se llama Francesca Albanese. No es originaria de Gaza, no ha salido de una guerra, no ha nacido bajo el bloqueo. No esconde armas ni bombas en su bolso, no pertenece a ninguna organización secreta... Proviene del mundo del derecho, de las instituciones de las Naciones Unidas, de una burocracia neutral... Lo único que ha hecho es redactar un informe oficial sobre lo que ocurrió en Gaza...

Escribió lo que vio: sangre, escombros, un crimen en toda regla... Escribió que lo que ocurrió allí no fue una operación de seguridad ni de legítima defensa, sino un genocidio... Hizo su trabajo en el lenguaje de los informes, sin eslóganes, sin gritos de guerra, sin siquiera poner una media sandía roja en el margen... Francesca Albanese ha trastornado el orden mundial porque no ha mentido...

No infringió las normas diplomáticas... Simplemente aplicó la ley...

 ➤Firma la petición

Nobel de la Paz para Francesca Albanese y los médicos de Gaza

02/05/2025

AHMED HELOU
He perdido a 160 miembros de mi familia en Gaza, pero no he perdido la esperanza
Palabras de un combatiente palestino por la paz

A los quince años, me uní a Hamas, lancé piedras, cosí banderas palestinas y pasé siete meses en prisión. Aquí está lo que cambió mi perspectiva sobre los israelíes y me motiva a construir puentes sobre ríos de sangre.

Ahmed Helou, Haaretz , 29/4/2025
Traducido por Fausto GiudiceTlaxcala

Ahmed Helou, palestino de El Ariha/Jericó, es un activista dela organización Combatientes por la Paz, que celebró la vigésima ceremonia anual conjunta de conmemoración israelí-palestina el 29 de abril, en asociación con el Círculo de Padres – Foro de Familias (palestinas e israelíes afectadas por la violencia).

 

Palestinos inspeccionan el lugar de un ataque israelí a una casa, en Jan Yunis en el sur de la Franja de Gaza. Foto: Hatem Khaled / Reuters

Escribo estas palabras desde el dolor más profundo que un ser humano puede soportar. En el último año, he perdido 160 miembros de mi familia extendida: hombres, mujeres y niños. Todos ellos eran civiles. Todos estaban desarmados. Fueron asesinados en ataques aéreos y tiroteos durante la guerra en Gaza. En cuestión de minutos, generaciones enteras de la familia Helou fueron borradas: tías, tíos, primos, sobrinas y sobrinos, todos asesinados en sus hogares.


Sus cuerpos fueron encontrados entre los escombros, a veces todavía sosteniéndose entre ellos, a veces esparcidos. Algunos no fueron identificados durante días. Nuestra familia, una vez unida alrededor de una mesa en las festividades, se ha convertido en una lista de nombres entre los muertos. 160 miembros de la familia. 160 vidas. 160 futuros que nunca existirán.

Mi dolor no tiene fondo. A veces se siente tan difícil como simplemente respirar. Pero incluso desde ese lugar, el lugar donde todo parece perdido, elijo levantarme y decir: no debemos rendirnos. No debemos sucumbir al odio, a la pérdida, a la venganza. Ahora más que nunca, llamo a ambos pueblos, israelí y palestino, a elegir un camino diferente. Un camino no de sangre, sino de vida. No de venganza, sino de esperanza.

Soy un palestino de Jericó. Aunque nací allí, mis raíces se hunden profundamente en Gaza y Beersheba . Mis abuelos nacieron en Gaza y se mudaron a Beersheba a principios del siglo XX para hacer crecer sus negocios. Mis padres también nacieron y crecieron en Beersheba . Durante la guerra de 1948, intentaron regresar a Gaza, pero en cambio huyeron a Jericó, esperando que su proximidad a la frontera jordana les proporcionara una ruta de escape si las cosas empeoraban. En 1967, tuvieron que huir de nuevo, esta vez a Jordania, donde fueron testigos de más violencia y más muerte.

Crecí escuchando estas historias de miedo, de huida, de personas asesinadas ante sus ojos. Estaba lleno de ira. Quería venganza. A los diez años, durante la guerra de Israel en 1982 en Líbano, arrastraba neumáticos a la calle para las manifestaciones. Creía que tenía que luchar. A los quince años, me uní al movimiento local de Hamas. Lanzaba piedras. Cosía banderas palestinas, que eran ilegales en ese momento, sabiendo que eso podría llevarme a la prisión. Y así fue. En 1992, fui condenado a siete meses en prisión militar israelí como detenido político.

Pero la prisión también trajo algo más: un encuentro inesperado con personas que tenían diferentes visiones del futuro. Durante mi condena, comenzó el proceso de paz de Oslo. Cuando mis padres me visitaron, me hablaron de un nuevo acuerdo de paz con Israel, sobre dos estados, y que ahora era legal ondear la bandera palestina. Plantó una pequeña semilla de algo que no me había permitido considerar: una posibilidad.

Después de mi liberación, me centré en reconstruir mi comunidad. Ayudé a lanzar un grupo juvenil en Jericó. Hice trabajo voluntario en escuelas, hospitales y hogares de ancianos. Tomé un curso de primeros auxilios y me convertí en voluntario de ambulancia con la Media Luna Roja Palestina.


El humo se eleva desde Gaza tras un ataque aéreo, visto desde el lado israelí de la frontera. Foto Amir Cohen / Reuters

Durante los enfrentamientos en Jerusalén Este en 1996, proporcioné asistencia médica a palestinos heridos. Un día, corrí a ayudar a un hombre inconsciente y descubrí que era mi amigo cercano Firas. Mientras lo llevaba hacia la ambulancia, fui disparado en la espalda por un soldado israelí. Me colapsé. En el camino al hospital, escuché al médico decirle al paramédico que dejara de resucitar al otro herido en la ambulancia, mi amigo. Él había muerto.

Cuando regresé a Jericó, pregunté por Firas. Mi hermano me llevó al cementerio. Había cuatro tumbas: una para Firas, un estudiante de derecho de 21 años; una para un chico de 17 años; una para un oficial de policía palestino. Pregunté sobre la cuarta tumba. “Esa era para ti”, dijo mi hermano. “Pensamos que ibas a morir”. Sobreviví, pero la bala aún está alojada cerca de mi columna vertebral hoy.

Años después, en 2004, un amigo me invitó a un taller con israelíes. Estaba furioso. “¿Cómo pueden pedirme que me reúna con el enemigo?” grité. “¿Con aquellos que mataron a mi gente, robaron mi tierra, me convirtieron en refugiado, me encarcelaron?” Fui, pero juré que no hablaría. El primer día, permanecí en silencio. El segundo, empecé a hablar. En el tercero, compartí un café con ellos. Para el cuarto, estaba preguntando con incredulidad: “¿Realmente son judíos? ¿Realmente son israelíes?” Hasta entonces, solo había conocido a judíos como soldados. Nunca había hablado con civiles y nunca había discutido derechos, futuros o paz.

Seguí asistiendo a talleres, eventualmente viajando a Alemania para un seminario con israelíes y palestinos. En 2006, fui invitado a conocer a Combatientes por la Paz en Jericó. No estaba listo. Pero seguí aprendiendo, seguí preguntando, seguí conociendo. En 2013, me pidieron que hablara en la ceremonia conjunta del Día de Recuerdo. Acepté. Desde entonces, he sido un miembro comprometido, involucrado en la resistencia no violenta y la protesta pacífica contra la ocupación.


Palestinos desplazados por la ofensiva aérea y terrestre israelí sobre la Franja de Gaza caminan por un campamento improvisado de tiendas de campaña en la ciudad de Gaza. Foto Jehad Alshrafi, AP

Para cuando cumplí treinta años, me casé con Hiba, quien también es originaria de Gaza. Durante muchos años, no hemos podido visitar a su familia. Durante más de ocho años antes de que comenzara la guerra, nuestros cuatro hijos no obtuvieron permisos para visitar a sus abuelos en Gaza. Y desde el 7 de octubre, hemos perdido a más de 160 parientes en Gaza. Pero sé que la cooperación internacional y la no violencia son las únicas maneras de poner fin a la ocupación y lograr la paz.

Debido a todo lo que he vivido, sé: los extremistas de ambos lados quieren que odiemos, que temamos, que perdamos la esperanza. Quieren que creamos que no hay alternativa a la guerra, que un pueblo solo puede sobrevivir destruyendo al otro. Me niego a aceptar eso. Me niego a dejar que esta narrativa gane.

La paz no es debilidad. Es la fuerza para elegir el camino más difícil, para escuchar el dolor del otro, para reconocer su sufrimiento y construir puentes sobre ríos de sangre. Es el coraje de enfrentarse a aquellos que se benefician de la guerra interminable y decir: ¡basta ya!

En Israel, a menudo escucho: “No hay socio para la paz”. Pero eso no es cierto. Estamos aquí: palestinos que creemos en la igualdad, la coexistencia y la justicia para ambos pueblos. Somos pocos, pero estamos determinados. Determinados a vivir, no a morir. A construir, no a destruir. Incluso después de haberlo perdido todo.

Elijo dedicar mi vida a la paz y a una lucha no violenta contra la injusticia, la ocupación y el extremismo, tanto el nuestro como el suyo. Este es el único camino que queda: un futuro compartido, construido sobre el reconocimiento mutuo y la creencia de que la paz todavía es posible.

He perdido a mis seres queridos, pero no mi esperanza. La paz no es un eslogan. Es la única manera de vivir.





02/02/2025

GRUPO DE LA HAYA
Declaración inaugural conjunta

Grupo de La Haya, 31 de enero de 2025
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala


Nosotros, los Representantes de los Gobiernos de Belice, Estado Plurinacional de Bolivia, República de Colombia, República de Cuba, República de Honduras, Malasia, República de Namibia, República de Senegal y República de Sudáfrica en La Haya, Países Bajos, en este día 31 de enero de 2025, inauguramos el Grupo de La Haya,

Guiados por los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, y la responsabilidad de todas las naciones de defender los derechos inalienables, incluido el derecho a la autodeterminación, que consagra para todos los pueblos,

Lamentando las vidas, los medios de subsistencia, las comunidades y el patrimonio cultural perdidos a causa de Israel, las acciones genocidas de la potencia ocupante en Gaza y en el resto del Territorio Palestino Ocupado contra el pueblo palestino,

Negándonos a permanecer pasivos ante tales crímenes internacionales,

Decididos a mantener nuestras obligaciones para poner fin a la ocupación israelí del Estado de Palestina y apoyar la realización del derecho inalienable del Pueblo Palestino a la autodeterminación, incluido el derecho a su Estado independiente de Palestina,

Recordando

­         las órdenes de la Corte Internacional de Justicia en el caso de Sudáfrica contra Israel de 29 de diciembre de 2023, que reflejan una grave preocupación por la perpetración de crímenes de genocidio en Palestina, y tomando nota del número significativo y diverso de Estados que se han unido como terceros Estados en el caso, para exigir la condena y el cese inmediato del genocidio en curso,

­         la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia de 19 de julio de 2024 en la dirección ''Consecuencias jurídicas derivadas de las políticas y prácticas de Israel en el territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Este'',

­         la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia de 9 de julio de 2004 ''Consecuencias jurídicas de la construcción de un muro en el territorio palestino ocupado''

­         la Resolución A/RES/Es-10/24 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptada el 18 de septiembre de 2024 en la Décima Sesión Especial de Emergencia, que respaldó la Opinión Consultiva de la CIJ de julio de 2024, y los compromisos de los estados miembros de cumplir con las obligaciones derivadas del derecho internacional reflejadas en la opinión consultiva,

­         la emisión por parte de la Corte Penal Internacional, el 21 de noviembre de 2024, de órdenes de detención por indicar "motivos razonables para creer que el Sr. Netanyahu y el Sr. Gallant tienen cada uno responsabilidad penal como superiores civiles por el crimen de guerra de dirigir intencionadamente un ataque contra la población civil... el crimen de guerra de inanición como método de guerra... y los crímenes contra la humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos".

­         la orden de la Corte Internacional de Justicia en el caso Nicaragua contra Alemania de 30 de abril de 2024 "recordando a todos los Estados sus obligaciones internacionales relativas a la transferencia de armas a las partes en un conflicto armado, a fin de evitar el riesgo de que dichas armas puedan utilizarse para violar" la Convención sobre el Genocidio y los Convenios de Ginebra en relación con la conducta de Israel en Gaza y el resto del Territorio Palestino Ocupado,

­         la Resolución 418 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de 4 de noviembre de 1977, y la Resolución 591 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, de 28 de noviembre de 1986, que "impusieron un embargo de armas obligatorio" contra la Sudáfrica del apartheid.

­         todas las resoluciones pertinentes del Consejo de Seguridad, incluida la resolución 2334 (2016) de 23 de diciembre de 2016, que reafirmó que "el establecimiento por Israel de asentamientos en el territorio palestino ocupado desde 1967, incluida Jerusalén Oriental, carece de validez jurídica y constituye una violación flagrante en virtud del derecho internacional";

Destacando que las normas jurídicas violadas por Israel incluyen ciertas obligaciones de carácter erga omnes que, por su propia naturaleza, incumben a todos los Estados y que, en vista de la importancia de los derechos implicados, puede considerarse que todos los Estados tienen un interés jurídico en su protección,

Destacando la necesidad de garantizar la rendición de cuentas por los crímenes más graves en virtud del derecho internacional mediante investigaciones y enjuiciamientos apropiados, justos e independientes a nivel nacional o internacional, y de garantizar la justicia para todas las víctimas y la prevención de futuros crímenes;

Convencidos de que la acción colectiva a través de medidas legales y diplomáticas coordinadas tanto a nivel nacional como internacional es un imperativo urgente para defender los principios de justicia y responsabilidad que constituyen el fundamento de la Carta de las Naciones Unidas,

Declaramos nuestra intención de:

1. Respetar la Resolución A/RES/Es-10/24 de la ONU y, en el caso de los Estados Partes, apoyar las peticiones de la Corte Penal Internacional cumplir con nuestras obligaciones en virtud del Estatuto de Roma, en relación con las órdenes de detención emitidas el 21 de noviembre de 2024; e implementar las medidas provisionales de la Corte Internacional de Justicia, emitidas el 26 de enero, el 28 de marzo y el 24 de mayo de 2024.

2. Impedir el suministro o la transferencia de armas, municiones y equipo conexo a Israel, en todos los casos en que exista un riesgo claro de que dichas armas y artículos conexos puedan utilizarse para cometer o facilitar violaciones del derecho humanitario, del derecho internacional de los derechos humanos o de la prohibición del genocidio, en cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales y de conformidad con la Opinión Consultiva de la Corte Internacional de Justicia de 19 de julio de 2024 y la Resolución A/RES/Es-10/24 de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

3. Impedir el atraque de buques en cualquier puerto, si procede, dentro de nuestra jurisdicción territorial, en todos los casos en que exista un riesgo claro de que el buque se utilice para transportar combustible y armamento militar a Israel, que podría utilizarse para cometer o facilitar violaciones del derecho humanitario, del derecho internacional de los derechos humanos, y de la prohibición del genocidio en Palestina, de conformidad con la obligación legal perentoria de los Estados de cooperar para prevenir el genocidio y otras violaciones de las normas perentorias mediante todas las medidas legales a su disposición.

Adoptaremos nuevas medidas eficaces para poner fin a la ocupación israelí del Estado de Palestina y eliminar los obstáculos a la realización del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, incluido el derecho a su Estado independiente de Palestina.

Invitamos a todos los Estados a adoptar todas las medidas y políticas posibles para poner fin a la ocupación israelí del Estado de Palestina.

Hacemos un llamamiento a todas las naciones para que se unan a nosotros en el Grupo de La Haya en el solemne compromiso de un orden internacional basado en el imperio de la ley y el derecho internacional, que, junto con los principios de la justicia, es esencial para la coexistencia pacífica y la cooperación entre los Estados.


30/09/2024

ALAIN GRESH/SARRA GRIRA
Gaza – Líbano, una guerra occidental

Alain Gresh y Sarra Grira, Orient XXI, 30-9-2024
Traducido por
Fausto Giudice, Tlaxcala

Alain Gresh (El Cairo, 1948) es periodista francés especializado en la región del Mashreq y director de la página web OrientXXI.

Sarra Grira es doctora en literatura y civilización francesas, con una tesis titulada Roman autobiographique et engagement: une antinomie? (XXe siècle), y redactora jefe de OrientXXI.

 ¿Hasta dónde llegará Tel Aviv? No contento con reducir Gaza a un campo de ruinas y cometer un genocidio, Israel está extendiendo sus operaciones al vecino Líbano, utilizando los mismos métodos, las mismas masacres y la misma destrucción, convencido del apoyo sin fisuras de sus patrocinadores occidentales, que se han convertido en cómplices directos de sus acciones.

Hassan Bleibel

El número de libaneses muertos en los bombardeos ha superado los 1.640 y las «hazañas» israelíes se han multiplicado. Inaugurada por el episodio de los buscapersonas, que hizo que muchos comentaristas occidentales se desmayaran ante la “proeza tecnológica”. Muy mal para las víctimas, asesinadas, desfiguradas, cegadas, amputadas, canceladas. Se repetirá hasta la saciedad que, después de todo, sólo se trataba de Hezbolá, una “humillación”, una organización que, no lo olvidemos, Francia no considera terrorista. Como si las explosiones no hubieran afectado a toda la sociedad, matando por igual a milicianos y civiles. Sin embargo, el uso de armas trampa constituye una violación de las leyes de la guerra, como han señalado varios especialistas y organizaciones humanitarias[1].

Los asesinatos sumarios de dirigentes de Hezbolá, incluido el de su Secretario General, Hassan Nasrallah, cada vez acompañados de numerosas «víctimas colaterales», ni siquiera provocan escándalo. El último pulgarcito de Netanyahu a la ONU fue dar luz verde al bombardeo de la capital libanesa en la propia sede de la organización.

En Gaza y el resto de los territorios palestinos ocupados, los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU ignoran cada día más los dictámenes de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). La Corte Penal Internacional (CPI) está retrasando la emisión de una orden de detención contra Benyamin Netanyahu, a pesar de que su fiscal informa de presiones «de líderes mundiales» y de otras partes, incluido él mismo y su familia [leer aquí].

¿Hemos oído a Joe Biden, Emmanuel Macron u Olaf Scholz protestar contra estas prácticas?

Desde hace casi un año, un puñado de voces, que casi parecerían los tontos del pueblo, denuncian la impunidad israelí, alentada por la inacción occidental. Una guerra así nunca habría sido posible sin el transporte aéreo de armas usamericanas -y en menor medida europeas- y sin la cobertura diplomática y política de los países occidentales. Francia, si quisiera, podría tomar medidas que golpearan realmente a Israel, pero sigue negándose a suspender las licencias de exportación de armas que ha concedido. También podría presionar a la Unión Europea, con países como España, para que suspenda el acuerdo de asociación con Israel. No lo está haciendo.

La interminable Nakba palestina y la acelerada destrucción del Líbano no son sólo crímenes israelíes, sino también crímenes occidentales de los que Washington, París y Berlín son directamente responsables. Lejos de las poses y el teatro de la Asamblea General de la ONU de estos días, no nos dejemos engañar por las rabietas de Joe Biden ni por las piadosas esperanzas de «protección de los civiles» de Emmanuel Macron, que no ha perdido ocasión de mostrar su inquebrantable apoyo al gobierno de extrema derecha de Benyamin Netanyahu. Ni siquiera olvidemos el número de diplomáticos que abandonaron la sala de la Asamblea General de la ONU cuando el primer ministro israelí tomó la palabra, en un gesto que tuvo más que ver con la catarsis que con la política. Porque si bien los países occidentales son los principales responsables de los crímenes de Israel, otros, como Rusia y China, no han tomado ninguna medida para poner fin a esta guerra, cuyo alcance se amplía cada día, extendiéndose hoy a Yemen y tal vez mañana a Irán.

Esta guerra nos está sumiendo en una era oscura en la que las leyes, el derecho, las salvaguardias, todo lo que impediría que la humanidad se hundiera en la barbarie, está siendo metódicamente derribado. Una era en la que un bando ha decidido dar muerte al otro, juzgándolo «bárbaro». “Enemigos salvajes”, en palabras de Netanyahu, que amenazan la “civilización judeocristiana”. El Primer Ministro pretende arrastrar a Occidente a una guerra de civilización con tintes religiosos, en la que Israel se ve a sí mismo como la avanzadilla en Oriente Próximo. Con indudable éxito.

Por las armas y municiones que siguen suministrando a Israel, por su apoyo inquebrantable a un espurio “derecho de autodefensa”, por su rechazo del derecho de los palestinos a la autodeterminación y a resistir una ocupación que la CIJ ha declarado ilegal y ordenado detener -decisión que el Consejo de Seguridad de la ONU se niega a aplicar-, estos países son responsables de la arrogancia de Israel. Como miembros de instituciones tan prestigiosas como el Consejo de Seguridad de la ONU y el G7, los gobiernos de estos Estados respaldan la ley de la selva impuesta por Israel y la lógica del castigo colectivo. Esta lógica ya se puso en práctica en Afganistán en 2001 y en Irak en 2003, con resultados conocidos. Ya en 1982, Israel invadió Líbano, ocupó el sur, sitió Beirut y supervisó las masacres de los campos palestinos de Sabra y Shatila. Fue esta macabra «victoria» la que condujo al ascenso de Hezbolá, al igual que la política de ocupación de Israel condujo al 7 de octubre. Porque la lógica de la guerra y del colonialismo nunca puede conducir a la paz y la seguridad.

19/06/2024

REEM HAMADAQA
La noche en que Israel mató a mi familia

La noche del 2 de marzo, Israel acabó con cuatro generaciones de mi familia. Yo apenas sobreviví a la masacre. Ahora me toca a mí contar su historia.

Reem A. Hamadaqa, Mondoweiss, 13/6/2024
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Reem A. Hamadaqa, de 24 años, es ayudante de cátedra en la Universidad Islámica de Gaza y traductora. Escribe para y sobre Palestina. Puedes seguirla en X @reemhamadaqa e instagram reemhamadaqa

La noche del 2 de marzo de 2024, Israel acabó con cuatro generaciones de mi familia en una sola noche. Un ataque israelí cerca de medianoche mató a 14 miembros de mi familia. Se llevó la esencia misma de mi vida, a mis seres más queridos, y me marcó como superviviente.

Reem Hamadaqa, en la extrema derecha, con sus padres Sahar y Alaa', y sus dos hermanas, Heba, de 29 años, y Ola, de 19 años. Estos cuatro miembros de la familia de Reem fueron martirizados junto con otros 10 familiares en un ataque israelí el 2 de marzo en el sur de la Franja de Gaza.

“Vayan al sur o haremos caer esta escuela sobre sus cabezas”, nos advirtieron los soldados israelíes cuando decidimos abandonar nuestro hogar en el norte de Gaza. Para entonces, mi familia ya había sobrevivido a 40 días de bombardeos, acogiendo a menudo a decenas de desplazados en nuestra casa. Tras este mensaje, no tuvimos más remedio que huir.

Nuestra primera parada fue una escuela cercana de la UNRWA. Fue nuestro primer intento de encontrar alguna apariencia de “seguridad”. Caminamos más de seis horas bajo un sol abrasador para llegar al sur, donde, al final, mataron a mi familia en una zona supuestamente “segura” a la que la ocupación israelí nos había dicho que fuéramos.

Sobrevivimos casi 100 días en la casa de mi tío materno en Jan Yunis. No era el mejor lugar para encontrar comida o agua, pero nos aseguraron que era seguro. Su casa estaba en el bloque 89, designado por la ocupación como bloque “verde”. Por eso nos quedamos y no huimos. Pero ya estábamos desplazados.

La casa estaba llena con una docena de mujeres y niños cuando, el 2 de marzo, empezó el bombardeo intensivo hacia las 22.30 horas.

Una hora más tarde, intercambié una última mirada con mis padres, mis hermanas, mis primos, mi abuela y, sin saberlo en ese momento, con toda mi vida. Leí el tercer capítulo de una novela, charlé con mis padres, llamamos a mi hermana que había sido trasladada a Rafah en una tienda de campaña. Me burlé de mi hermana pequeña. Me dormí, cerrando involuntariamente el último capítulo de mi vida.

Me despertaron bombardeos masivos, explosiones en cadena que parecían no tener fin.

Aterrorizada, me desperté gritando. Mi madre y mi padre estaban junto a la puerta. Heba, mi hermana mayor, estaba a mi lado. Gritábamos. A través de la ventana, todo lo que podía ver delante de la casa estaba en llamas. Estas escenas resonaban con el estado de nuestros corazones.

“¡Papi! ¡No abras la puerta!”, gritábamos. En cuestión de segundos, la casa estaba sobre nosotros. Sentí que las paredes y el techo se derrumbaban, que la habitación explotaba a mi alrededor. Vi las espaldas de mamá y papá y sentí a Heba a mi lado, gritando. Vi a Ola, dormida, ajena a la enorme explosión.

Me desperté bajo los escombros.

Había luna llena. Estaba tan oscuro que probablemente era medianoche, y hacía tanto frío. El invierno aún no nos había abandonado. Estaba sola, atrapada bajo los escombros, incapaz de moverme.

Incluso después de leer historias sobre lo que se siente al estar atrapado bajo los escombros, no era nada de lo que había imaginado. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente. Cuando desperté, pensé que era un sueño, una pesadilla. El dolor era insoportable.

Grité con todas mis fuerzas, buscando no sé qué. Me arranqué las piedras de las manos, del pecho y del estómago. Me pesaban, pero mi respiración era aún más pesada. Esperé al desconocido.

Oí a mi tío gritar, llamando a sus hijos, y oí a un hombre que corría desde los tanques llamando a mi tío por detrás. No podía sacar las piernas de entre los escombros. Casi una hora después, mi hermano y mi primo, que vivían en la casa de enfrente, me encontraron. Milagrosamente, Ahmad me salvó. Levantó toneladas de piedras que me aplastaban.

En vez de ambulancias, tanques

Ahmad me levantó y me cargó a la espalda mientras corría. Cada paso que daba me destrozaba el alma de dolor. Me llevó a su casa, a pocos metros de distancia. Esta casa también había sido alcanzada. El suelo estaba lleno de fragmentos de cristales y muebles que cortaban a cualquiera que entrara. Ahmad me dejó allí.

13/06/2024

QASSAM MUADDI
¿Qué viene después de la dimisión de Benny Gantz?

Qassam Muaddi, Mondoweiss, 12/6/2024
Traducido por Fausto Giudice, Tlaxcala

Qassam Muaddi (Nariño, 1988) es un periodista palestino residente en Ramala, de padre palestino procedente del pueblo cristiano de Taybeh y madre colombiana. Licenciado por el Centre Universitaire d'Enseignement du Journalisme de Estrasburgo y la Universidad de Birzeit, trabaja para varios medios. Con Falk Van Gaver, es autor de Terre sainte, guerre sainte? (Éditions de La Nef, 2011) y Taybeh, dernier village chrétien de Palestine (Éditions de l'Œuvre, 2012, Éditions du Rocher, 2015). @QassaMMuaddi  qassammuaddi  


 Ahora hay dos visiones diferentes en la política israelí sobre cómo debe progresar la guerra. Netanyahu querría que la guerra continuara sin fin, mientras que Gantz aceptaría un alto el fuego pero encontraría un pretexto para reanudar los combates una vez liberados los cautivos.

 

Hassan Bleibel, Libano, 2020

Transcurridos ocho meses de la guerra genocida de Israel contra el pueblo de Gaza, el gabinete de guerra israelí está empezando a desmoronarse. La dimisión del líder de la oposición Benny Gantz del gabinete el pasado domingo se produjo tras semanas de anticipación.

Gantz anunció su dimisión tras haber dado un ultimátum al primer ministro Netanyahu, para que presentara un plan de posguerra a mediados de mayo. En una declaración televisada, acusó a Netanyahu de impedir que Israel obtuviera una “victoria rea”" en la guerra contra Gaza obstruyendo decisiones importantes para su propio beneficio político.

Gantz expresó su apoyo a la propuesta usamericana de alto el fuego e intercambio de prisioneros y pidió elecciones anticipadas. También pidió a otros políticos que se retiraran del gabinete.

Hassan Bleibel, 2024

Otro de los miembros que también abandonó el gabinete fue Gadi Eisenkot, otra figura centrista del estamento militar israelí autor de la infame Doctrina Dahiya tras la guerra del Líbano de 2006. La presencia de Eisenkot y Gantz en el gabinete de guerra desde el comienzo de la guerra pretendía reflejar la unidad nacional al servicio del esfuerzo bélico. Ahora esa unidad parece estar deshaciéndose.

El mayor impacto de la dimisión de Gantz es que ahora hay dos visiones diferentes dentro de la política israelí sobre cómo debe terminar la guerra. La primera haría que la guerra continuara indefinidamente, con el objetivo inalcanzable de “destruir a Hamás” y rechazando cualquier interrupción, aunque fuera temporal, de los combates. Esta opción está representada por Netanyahu, con el apoyo entusiasta y estridente de ministros de la línea dura como Bezalel Smotrich e Itamar Ben-Gvir, que amenazan con retirarse y hundir el gobierno de coalición de derechas si termina la guerra.