Dhruv Khullar, The
New Yorker, 11/8/2021
Traducido del inglés por Sinfo Fernández
Dhruv Khullar, colaborador de The New Yorker, es médico en activo y profesor adjunto del Weill Cornell Medical College.
Ilustración de Timo Lenzen
Los frascos de Lenski producían unas seis nuevas generaciones de E. coli al día; las bacterias se despertaban como bebés y se acostaban como tatarabuelos. De este modo, Lenski y su equipo han estudiado más de setenta mil generaciones de E. coli a lo largo de treinta y tres años. En comparación con sus lejanos ancestros, las últimas versiones de la bacteria se reproducen un 70% más rápido; antes tardaban una hora en duplicar sus filas, pero ahora pueden hacerlo en menos de cuarenta minutos. Las distintas poblaciones han tomado caminos diferentes para mejorar su capacidad, pero, después de décadas, la mayoría ha llegado a tasas de reproducción con unos pocos puntos porcentuales de diferencia.
El Experimento de Evolución a Largo Plazo de Lenski, o L.T.E.E. (por sus siglas en inglés), como se denomina, ha aportado conocimientos fundamentales sobre la capacidad de mutación de los microorganismos. Por sus trabajos, Lenski, que ya ha cumplido los sesenta años y trabaja en la Universidad Estatal de Michigan, ha recibido una beca MacArthur “genius” y una beca Guggenheim. “No estoy seguro de poder decir cómo ha afectado a mi forma de pensar, porque no estoy seguro de poder concebir estar en este campo sin la existencia de este experimento”, dijo recientemente a Discover Michael Baym, biólogo evolutivo de la Facultad de Medicina de Harvard.