Affichage des articles dont le libellé est Luis E. Sabini Fernández. Afficher tous les articles
Affichage des articles dont le libellé est Luis E. Sabini Fernández. Afficher tous les articles

26/11/2025

La impunidad israelí

Luis E. Sabini Fernández, 26-11-2025

La violencia

En mi vida particular siempre fui escéptico de los golpes de mano guerrilleros que experimenté o de los que supe en el Cono Sur (aunque algunos simpatiquísimos y prácticamente todos con enorme apuesta personal, de “entrega a la causa”), porque me resultaban potencialmente autócratas, facilitando con demasiada velocidad el entronizamiento de otros dirigentes, siempre a costa del protagonismo de “la gente como uno”.

Tales mis vivencias respecto de la guerrilla latinoamericana, particularmente, dispuesta con mucho coraje y entrega, pero también ceguera. Así acordé con el testimonio de un exagente secreto cubano, hijo del famoso guerrillero argentino Ricardo Masetti, ungido por Guevara para crear un foco revolucionario en sus planes “continentales” para el sur americano, quien prácticamente apenas si pudo poner en pie dicho emprendimiento. El hijo, argentino pero criado en Cuba, Jorge Masetti, fue educado y capacitado como agente revolucionario. Fidel quería hacer con el hijo lo que no pudo con el padre. Y ya totalmente “a punto” renunció a ese camino, cuando vio la seguidilla de fracasos guerrilleros latinoamericanos (y una etapa subsiguiente, casi inevitable: delincuencia común y silvestre). Comentó entonces: “Qué suerte que no ganamos”.[1]


Sótanos de la Muerte 3, acrílico sobre lienzo, 2021

Palestina

Todo este preámbulo para reconocer que la violencia existente en Palestina es distinta, radicalmente distinta. La violencia de abajo, desde los palestinos, es apenas la respuesta, ante la maquinaria israelí que es apabullante.

La imagen del niño o los niños con piedras delante de un tanque es de una precisión extraordinaria para mostrar los quantum de cada lado. La autodefensa así, el contraataque civil, desesperado, como el de la jovencita amenazante que blandía en la calle una tijera de costura, porque no podía más y fue muerta a tiros sin mediaciones (y sin necesidad). Porque así reprime Israel, de un modo brutal, aniquilador, sin ley aunque con exceso de técnica.[2]

Estamos ante un tratamiento peculiar del enemigo. Lo ha dicho y reiterado Netanyahu y otros dirigentes: combaten a animales, no a humanos, o sí, son humanos, pero amalecitas. Y su dios les ha dado permiso, hace unos miles de años, para matarlos (véase Éxodo, de la Biblia).

Es un permiso de larga, larguísima duración. Porque según las “Escrituras” ese conflicto sobrevino en tiempos muy remotos. Y “goza” de excelente vigencia en pleno siglo 21.


Gaza Relief, acrílico y otros materiales sobre lienzo, 2015

¿Pero quién le dijo a Netanyahu que los palestinos son (los) amalecitas?

El comportamiento de la población israelí es llamativo. Veamos a los colonos en Cisjordania. Nunca autorizados por la ONU, pero asentándose de facto, en territorio internacionalmente reconocido como palestino, con la anuencia no expresa del gobierno israelí. Hace unos años, eran decenas de miles y en grupetes, amparados por el ejército ─israelí─ que acompañaba pasivamente las operaciones de hostigamiento, se acercaban a las aldeas palestinas y las apedreaban, dañaban los olivares, los limoneros. Hachas, cascotes, a veces producían heridas. Ahora, los colonos son cientos de miles ─siempre amparados por el ejército que acompaña a retaguardia─, se agrupan en bandas de decenas o centenares, armados ellos mismos, y arrasan una aldea palestina, dañando viviendas, instalaciones, cultivos, vehículos y a menudo los cuerpos de palestinos que encuentran a su paso. Tratando de generar terror.

Últimamente, el ejército tomó la iniciativa: so pretexto de buscar “terroristas” ha destruido barrios enteros, con población civil palestina, desarmada: destruye, en rigor, todos los elementos materiales de la vida social, viviendas, ropas, jardines, juguetes, libros, enseres. La gente queda con lo puesto y a menudo sin hogar. Luego, el ejército ha rematado sus operativos diezmando a los pobladores. Las familias, generalmente numerosas en Palestina, quedan así entrecortadas, rotos sus vínculos, en el mismo momento en que se han quedado sin vivienda, o sin muebles o sin sus medios de vida. Y a menudo sin familiares, asesinados en una infame dosis diaria, casi hasta ahora.

Es prácticamente la política de “tierra arrasada” que se atribuye a algunas invasiones como la de los hunos, “bárbaros” de los siglos 4 y 5 de la era cristiana.

Desde hace ya décadas, vamos viendo los efectos del Plan Yinon anunciado por Israel a principios de la década de los ’80. Oded Yinon, analista militar, diseñó un plan para descomponer a los estados circundantes a Israel en unidades políticas menores y así más manejables; entendía apropiado para los intereses israelíes, particionar al Líbano en dos o tres; a Egipto en cinco o seis; a Irak en otros tres y a Sudán en dos… y así sucesivamente.

Vemos que la acción israelí, abierta o mediante “coberturas” tipo DAESH, ha ido logrando escalonadamente, sus objetivos tanto en el Magreb norafricano como en Asia Occidental; Libia, Irak, Siria, Sudán, Líbano, Palestina han sido modificadas, deglutidas, despedazados por la política de agresión y desgaste israelí, siempre secundada, materialmente, por EE.UU. que ha funcionado como furgón de cola y abastecimiento de la maquinaria imparable israelí.

Ese apoyo incondicional de EE.UU. a la geopolítica israelí tiene varias explicaciones; hay un cierto paralelismo en los desarrollos históricos de EE.UU. e Israel, aunque en muy diferentes coyunturas históricas. Una base religiosa relativamente común, porque los protestantes son los cristianos que revalorizaron aspectos del Antiguo Testamento, que es el núcleo ideológico de la religión judía. Y son los colonizadores de América del Norte, exterminadores de la población autóctona. Con la Biblia en la mano.

Pero sobre todo, porque al fin de la 2GM, cuando EE.UU. corta vínculos con la obsoleta Sociedad de Naciones (fenecida por extinción en 1946)  y funda “su” ONU (octubre 1945), la élite WASP, fundadora de EE.UU., ya había sido parcialmente sustituida por la élite judía a través de una serie de artilugios: think tanks, la intelectualidad judía tiene cada vez mayor peso; la Reserva Federal (el capital financiero judío pasa a ser mayoritario entre los diez bancos fundadores, en 1913); Hollywood (de siete grandes empresas, seis serán en los ’30 de propiedad y dirección judía, así cada vez más las imágenes de EE.UU., serán producidas con ojos judíos; y sobre todo mediante la financiación dispendiosa al personal político estadounidense, para lo cual en 1954 se funda AIPAC.[3] Sin tales subsidios se le convertiría muy trabajosa la inserción social a la mayoría de tales legisladores.

Por eso una de las imágenes más simplonas y equivocadas de ciertos analistas de política internacional ha sido, y frecuentemente, invocar al ‘submarino de la Armada de EE.UU.’ para hablar de Israel en el Cercano Oriente. Más acertada parece la imagen (tail wagging the dog), muy conocida dentro del pensamiento crítico estadounidense, de que la cola mueve al perro.

Dos hechos recientes, en la órbita de la ONU, el viejo instrumento que EE.UU. se arrogó al final de la 2GM para ordenar y/o administrar el mundo, nos muestra hasta qué punto Israel lleva la voz cantante, cambiando incluso las modalidades de dominio.


Sin título, 2020

Hasta hace poco, muy poco, el poder solía ocultar sus rostros, o fauces, y solía encubrir sus acciones mediante “voluntad de paz”, “búsqueda de fines democráticos”, “conciliación”, allanamiento de dificultades”. Al fin y al cabo, el resultado de la 2GM, en 1945, fue la victoria contra todo tipo de dictaduras (quedaba allí, “tras la cortina”, una diz que proletaria, y por lo mismo totalmente distinta a las conocidas hasta entonces; también quedaba la de Franco en España, pero esta última ─como tantas otras de América “Latina”─  formaba parte de aquella política pragmática yanqui de cuidar al hijo de puta si es “nuestro”).

Es decir, la defensa de lo democrático tenía su dificultad, pero se invocaba.

1. El 11 de noviembre de 2025 el Consejo de Seguridad de la ONU ha tomado una resolución “sobre el conflicto en Gaza” que exonera de todo cargo a Israel. Aceptando tácitamente el papel de víctima del “terrorismo de Hamás” que Israel se ha autoasignado, eludiendo todo el infame tratamiento, extorsivo, constrictivo, abusivo que Israel aplicara por décadas a la Franja de Gaza ─y que están en la base del comportamiento de Hamás del 7 oct. 2023. Israel no sufre así ni un rasguño político (ni económico) con la resolución.

Ni siquiera tendrán que dar cuenta de los asesinatos colectivos y sus monstruosas “equivalencias” en vidas humanas,[4] ni indemnizar por el brutal daño ocasionado a un territorio que parece triturado y machacado como pocas veces se ha visto. Ni afrontar los gastos que demandarán la recuperación de suelo, viviendas, redes de comunicación y sanitarias, ni por el restablecimiento de hospitales, sin mencionar los miles de seres humanos destrozados por el solo hecho de vivir en el círculo del infierno diseñado por Israel.

El presidente de EE.UU. con aspiraciones a mantener la hegemonía que recayó en 1945 sobre elos, se atribuye ahora una virtual presidencia o gobernación de la Franja de Gaza, para ─proclama─ su reconstrucción, buscando siempre, la prosperidad (lo único bueno en este proceder sería quitarle a Israel las tenazas sobre ese territorio, pero lo pongo en condicional, porque no es precisamente Trump quien decide).

El Plan estima dos años para la recuperación urbanística y edilicia. Dado el daño a la vista, su extensión y alcance, parece exiguo el plazo.

Algún aspecto positivo tiene: se abandona la idea del exilio forzoso de los gazatíes, tan promovida por el gobierno israelí. Al contrario, al menos en la letra, la resolución declara voluntad expresa de que permanezcan sus habitantes históricos en la Franja.

De todos modos, el plan no esconde sus búsquedas de negocios: traer muchos capitales para crear zonas de confort, no para los gazatíes precisamente, sino para los milmillonarios que Jared Kushner tanto se afanara por atraer al futuro resort de Gaza.

No podemos olvidar que prospecciones han verificado la presencia de al menos gas en el Mediterráneo a la altura de la Franja de Gaza. Y que la regencia transnacional e imperial que procuran encarnar Trump y Blair ─nada menos─ tienen marcada preferencia por la prosperidad… propia.

ONU no le exige cuentas a Israel. Siempre absuelto de todo. Por derecho de nacimiento, tenemos que suponer. Pero además, de hecho, ONU restablece el colonialismo puro y duro: un poder imperial, ─EE.UU.─ designa “rey y virrey” de esos dominios, Trump y Blair, para restablecer el ámbito colonial.  Solo que no es el colonialismo israelí, sino el estadounidense.

La tarea que se asignan los jefes colonizadores es ardua: se proponen “cambiar las mentalidades y los relatos palestinos”, para persuadir, por lo visto, a estos salvajes “de los beneficios que puede reportar la paz.” (¡sic!)

Si estos maestros pedagogos ─Blair y Trump─ quisieran proclamar las virtudes de la paz, tendrían que dirigirse con urgencia a la formación política sionista, que ha hecho a lo largo de cien años siempre un camino de violencia, no de paz, un camino de guerra y conquista, invadiendo tierras ya ocupadas milenariamente, mediante dudosa documentación bíblica. Confundiendo deliberadamente religión y leyenda con historia documental.

La resolución del 11 nov. 2025 correspondió al Consejo de Seguridad de ONU ampliado; no ya los 5 originarios (EE.UU. R.U., Francia, Rusia, China) sino además los actuales miembros: Argentina, Italia, España, México, Colombia, Pakistán, Corea del Sur, Turquía, Indonesia y Alemania.

Apenas dos abstenciones (con magra fundamentación) de Rusia y China. Nadie preguntó, ninguna de las 15 representaciones nacionales, por qué a Israel su comportamiento violento, racista y genocida, le sale gratis.


Detenido, 2024

Lúcidos, y valientes, designados o funcionarios de la mismísima ONU, a lo largo de tiempo, como Francesca Albanese, Susan Akram o Richard Falk en tiempos recientes e incluso Folke Bernadotte en los mismos inicios de la ONU, y tantos otros, no alcanzan para contrabalancear el papel imperial, luego neoimperial que, aun con retaceos y recortes, cumple, sigue cumpliendo la ONU.

2. El 21 de noviembre. de 2025, la Asamblea General de la ONU emitió un dictamen contra el uso de la tortura. El plenario contaba con 176 delegaciones nacionales y fue aprobado por abrumadora mayoría (hubo 4 abstenciones; todo un interrogante, entre ellos las de Nicaragua y Rusia), pero sobre todo, contó con la oposición encendida de tres representaciones nacionales: EE.UU., Israel y Argentina. Que defendieron, entonces, eso precisamente; el uso de la tortura.

Nubarrones oscuros campean en nuestro presente: ya no sólo se usa la tortura; hay quienes la postulan, al mejor estilo de dictaduras como las famosas “latinoamericanas” de Trujillo o Pinochet, o la del sha iraní y, sobre todo hoy día, como las muy perfeccionadas de Israel y su racionalísimo sistema de dominio que incluye tantos tipos de tortura.


Sin fecha, Dibujo al carboncillo y pastel

Si estará dada vuelta nuestra trama cultural que una militar israelí, Yifat Tomer-Yerushalmi, fiscal que, aun ignorando tantos atropellos y torturas anteriores, optó por criminalizar recientemente a cinco soldados del “ejército más moral del mundo” por haberle introducido caños metálicos en el ano a un preso palestino y (obviamente) dañarlo. La info-de-todo-el-mundo habla de la detención de la fiscal pero no de la salud (o la muerte) del palestino; la fiscal ha sido, ella misma, encarcelada.

Netanyahu condenó la difusión hecha por Tomer porque, claro, “daña la imagen”.

Daña la imagen que es lo que le importa a Netanyahu, no la realidad (seriamente dañada).

Lo acontecido con Tomer es un claro ejemplo del comportamiento emprendido y defendido por los gobiernos de EE.UU., Israel y Argentina.

De lo vergonzante, siquiera como pose, hemos ido al “a mucha honra”. Torturan los “legítimos” y no sólo no se deshonran, deshonrándonos a todos; ahora hasta se enorgullecen.

Ilustraciones: obras del pintor palestino Mohamed Saleh Jalil, Ramala

Notas


[1]  Escribió un libro, El furor y el delirio, Tusquets, Barcelona, 1999.

[2]  El ejército israelí elude responsabilidades personales mediante el ardid tecnológico de organizar los raids de todo tipo, con drones, aviones o mera artillería, a través de dispositivos tecnológicos. Quitar la decisión a humanos permite, además, incrementar la intensidad del daño mediante la velocidad que los dispositivos tecnológicos multiplican por encima de toda escala manual.  Doble ventaja: aumenta el daño y decrece la responsabilidad por sus consecuencias, porque, claro, a los asesinados los cosechó el dron, o el programa, no un yo.

[3]  AIPAC (American Israel Public Affairs Committee – Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos – Israel). Se estima que hoy las tres cuartas partes de los representantes y senadores del Poder Legislativo de EE.UU. reciben suculentas donaciones de organizaciones como AIPAC. Como quien dice, las votaciones están ganadas de antemano.

[4]  Los militares israelíes han establecido tablas compensatorias de víctimas: para ubicar y ultimar a un guerrillero de poca monta, se permiten matar hasta quince pobladores desarmados a menudo ajenos; si se trata de un jefe guerrillero ─definido por ellos─ se permiten matar hasta cien ajenos al objetivo en sí.

12/11/2025

Le colonialisme n’est pas mort et une troisième guerre mondiale bat son plein
Quelques dates-clé

 

Luis E. Sabini Fernández, 12/11/2025

Traduit par Tlaxcala

Un vieil aphorisme chinois mordant nous rappelle que lorsque le doigt montre la lune, l’idiot regarde le doigt.

Et nous en sommes là, de plus en plus, dans notre société du spectacle.

Nous parlons de Hamas, pas du sionisme.
Nous parlons de bipeurs et d’interphones, pas de ceux qui les ont construits. Et pourquoi.
Nous parlons de l’armée israélienne pulvérisant des villes entières avec leur population, mais pas de ce qui a permis aux militaires sionistes de fabriquer en toute impunité des décombres de maçonnerie avec corps humains inclus : un mortier dont on peut à peine formuler la nature, tant il nous paraît atroce et étranger à tout sentiment humain.


Nous parlons des embarcations explosées en haute mer, dans les Caraïbes ou dans le Pacifique, et non du dieu de la guerre si étroitement lié à la manière american de vivre-dans-le-monde.

Tout cela indique une montée de la brutalité politique, un déchaînement d’incontinence et d’arrogance. Depuis les sommets du pouvoir planétaire, car dans les plaines, les marécages, les côtes, les banlieues, ce qui augmente, ce sont l’exclusion et les victimes.

Sommes-nous dans la troisième guerre mondiale, tant de fois annoncée ? Il semble bien que oui — sans que l’immense majorité d’entre nous le sache, ni qu’on puisse dire depuis quand.

Plusieurs dates peuvent être On peut marquer plusieurs dates pour cette commémoration pathétique et tragique.

14 mai 1948

Ce jour-là est « fondé » l’État d’Israël. Et avec lui se réactualise le colonialisme débridé qui marqua le début de la modernité occidentale aux XVe et XVIe siècles.

Le cycle colonial semblait clos avec l’épanouissement de la démocratie « universelle » en 1945. Très vite, on vit que le colonialisme n’avait pas disparu, loin de là : il avait changé d’habits, rebaptisé désormais néocolonialisme. La différence fondamentale était que l’ancien colonialisme — celui du British Empire, par exemple — arborait fièrement, sur toutes les mers, son drapeau britannique[1]. Le colonialisme rajeuni d’après 1945 inaugura au contraire de nouveaux drapeaux pour les colonies, désormais « ex-colonies ». Des drapeaux propres : une affirmation de soi purement symbolique.

Ainsi, publiquement, et à grand renfort de discours sur « l’émancipation et la souveraineté nationale », on déclara clos le cycle colonial, avec ses abus honteux, ses vols et ses génocides. On entrait dans une ère de « paix sans violence ». Démocratie pour tous, ou plutôt for everybody. Mais on verra bien vite que tous n’étaient pas tous, et que ce tous se réduisait à une minorité.

Mais, ô merveilles des politiques impériales !, tandis que le colonialisme se poursuivait avec un élan technologique renouvelé sous des formes plus insidieuses dans le « Tiers Monde », en changeant même de nom et en inaugurant, tambour battant, des États « nouveaux, modernes et démocratiques », on créait aussi, en 1948, des États dans le vieux style : Israël fut érigé avec une population étrangère au territoire (à 95–98 %, bien qu’introduite graduellement sur des décennies), tout en vidant plus de la moitié de la population historique du lieu. Et un autre État du vieux style, en 1948, changeait simplement de chemise : la République d’Afrique du Sud devenait l’Union sud-africaine et établissait, en toute légalité, la politique d’apartheid[2].

Tout n’était pas néocolonial : il y eut aussi des États comme le Nigeria, la Tunisie ou la Birmanie.

Dans l’Union sud-africaine, on reconnaissait aux colons européens des droits sur les terres arrachées aux peuples africains — zoulou, kongo, luba et autres. Les Européens qui avaient bâti l’Union sud-africaine étaient britanniques, arrivés au XIXe siècle, mais des Hollandais s’y étaient installés dès le XVIIe, et, plus à l’intérieur des terres, prétendaient être plus « originaires » que les Britanniques. En réalité, c’étaient des colonialistes exterminateurs plus anciens : ils réglèrent leurs différends par une guerre entre Blancs, où les Anglais n’hésitèrent pas à exterminer les Boers au tournant du XIXe et du XXe siècle. Comprendre cela coûta à l’ONU quelques décennies… et à Nelson Mandela, vingt-sept ans de prison.


L’assaut sioniste contre la Palestine, en tant qu’« action de guerre de conquête », peut bien être considéré comme une date ou une annonce de « troisième guerre mondiale ». Pourtant, la proximité historique avec la guerre tout juste achevée, celle de 1939–1945, rendait peu imaginable que l’humanité se retrouvât si tôt plongée dans un autre conflit mondial.

La possibilité d’une « troisième guerre mondiale » reprit vigueur avec la disparition de « l’équilibre des deux superpuissances » (de 1945 à 1991).

Alors, les USA et leurs élites de pouvoir sentirent — une fois encore — que leur heure avait sonné : ils rêvaient de faire du XXIe siècle « le nouveau siècle américain », mais cette fois-ci de manière exclusive.[3]

 


11 septembre 2001

Presque aussitôt, le monde fut bouleversé par l’effondrement des tours de New York, l’implosion du bâtiment 7 et l’explosion — ou le tir de missile — contre un flanc du Pentagone. Cela paraît trop considérable pour avoir été accompli uniquement par des cellules terroristes d’origine arabe (bien que, sans doute, des Arabes aient été impliqués : on retrouva sur les lieux des passeports ou documents d’identité d’origine arabe, miraculeusement intacts).

Le 11 septembre 2001 entraîna l’arrestation immédiate et sommaire à New York d’autant de Juifs et d’Israéliens que d’Arabes — des centaines. À noter. Sans nul doute, par la violence déployée, cet attentat nous rapprocha beaucoup d’une troisième guerre mondiale aux protagonistes brouillés. La violence et l’ignorance croissent de concert. Ce qui gagne, c’est l’hétéronomie. Le mystère du 11 septembre 2001 demeure.

 

27 février 2014 ou 24 février 2022

Avec l’expansion de l’OTAN, les néoconservateurs, suprémacistes, reprirent du vent dans les voiles, et, soutenus par une cranothèque fondamentalement sioniste, poursuivirent leur expansion aux dépens de nombreux États ex-communistes.

Ainsi, des près de dix-huit États qui formaient, avec la Russie, l’URSS, la majorité des sociétés post-soviétiques, avides de se débarrasser du bâillon soviétique, firent défection. La Russie ne parvint à maintenir des relations supposément fraternelles qu’avec une demi-douzaine d’États voisins : Arménie, Azerbaïdjan, Biélorussie, Géorgie, Moldavie, Tadjikistan et Kazakhstan.

La Lettonie, la Lituanie, l’Estonie, la Finlande, l’Ouzbékistan, la Pologne, la Slovaquie, la Bulgarie, la Roumanie, la Hongrie, la Tchéquie quittèrent l’influence russe et rejoignirent le « camp occidental » via l’intégration à l’Union européenne.

Un grand pays européen — l’Ukraine —, environ 700 000 km² et 45 millions d’habitants, en remettant les armes nucléaires héritées de l’URSS, resta en terra nullius, “terre de personne”. La Russie exigea sa neutralisation, comme convenu lors de l’effondrement soviétique. Mais les ambitions hégémoniques des USA — ou de leurs forces internes, le « deep state » — modifièrent la donne.

L’Ukraine, composante majeure de l’ex-URSS, fut considérée par la cranothèque usaméricaine —Victoria Nuland à sa tête — comme un fruit mûr pour la récolte occidentale. Par la persuasion ou la contrainte. Une présidence favorable à la Russie fut renversée ; des mobilisations violentes, faisant des dizaines de morts, installèrent un gouvernement pro-occidental.

Le tournant devint de plus en plus antirusse : suppression de textes et de cours en russe malgré une forte population russophone, harcèlement — y compris violent — des « Russes », probablement en règlement de vieilles rancunes. Une contre-résistance russophone, aussitôt soutenue par Moscou, s’organisa. Certaines régions désobéirent au gouvernement ukrainien (Donetsk, Lougansk, la Crimée). Finalement, pour empêcher l’intégration de l’Ukraine à l’UE, la Russie, sous Vladimir Poutine, malgré des avertissements répétés, envahit le pays à la manière classique — une réaction militaire après huit ans d’attente.

Un autre scénario possible de début de troisième guerre mondiale, même si l’on perçoit aussi des efforts pour conjurer un tel dénouement.


Calligraphie "Toufan Al Aqsa" (Déluge d'Al Aqsa   )

7 octobre 2023

Comme si nous n’avions pas assez de casus belli, le 7 octobre 2023 surgit une situation qui, une fois de plus, nous plaça — et nous place encore — aux portes de la très rebattue troisième guerre mondiale. Comme si certains tenaient à la déclencher : l’indéfinition trouble et inquiète.

Ce qui survient — et est en train de survenir — n’est rien moins qu’un génocide répondant à tous les critères établis par Raphael Lemkin, le créateur du terme : un génocide de manuel, signé fièrement par le sionisme et ses dirigeants.

Bien que les médias d’incommunication de masse se soient empressés de peindre la situation comme l’attaque perfide de combattants musulmans irréguliers — le Hamas —, la vérité est toute autre.

Nous n’étions pas dans le meilleur des mondes lorsque le Hamas déclencha son raid meurtrier. Bien au contraire. Edward Said décrivait la situation de Gaza en 2002 (il mourut en 2003, avant de voir l’aggravation brutale de ce qu’il avait décrit). En 2006, Israël enferma Gaza par air, mer et terre, rendant encore plus insoutenable la description de Said :

« Gaza est entourée d’une clôture électrifiée sur trois côtés ; emprisonnés comme des animaux, les Gazaouis sont empêchés de se déplacer, de travailler, de vendre leurs légumes ou leurs fruits, d’aller à l’école. Exposés toute la journée aux avions et aux hélicoptères, abattus comme des dindons de basse-cour, depuis les airs et depuis le sol. Appauvris et affamés, Gaza est une sorte de cauchemar […] avec des milliers de soldats voués à l’humiliation, au châtiment et à l’affaiblissement de chaque Palestinien, quel que soit son âge, son sexe ou son état de santé. Les soins médicaux ne pénètrent pas le territoire ; les ambulances sont prises pour cibles ou bloquées. Des centaines de maisons sont démolies et des centaines de milliers d’arbres fruitiers détruits, ainsi que les terres arables : punitions collectives contre une population civile et désarmée […] »

Vingt ans plus tard, le garrot n’a pas desserré d’un pouce ; tout s’est détérioré et aggravé. Il n’y a plus de fruits ni de légumes dans l’agriculture autrefois florissante de Gaza, sabotée de mille façons.

Israël s’est senti maltraité par les Palestiniens, par le Hamas, en 2023. Il s’est senti attaqué. Il a été attaqué. Il trouva horrible ce que les irréguliers avaient fait en pénétrant avec des bicyclettes, des parapentes, des pelleteuses et des motos. Un déferlement de violence s’était abattu sur lui.

Mais que croyaient-ils ? Comme l’explique Enzo Traverso :

« Le discours dominant sur le 7 octobre fut comme l’éruption d’une épiphanie négative, l’apparition soudaine du Mal qui déclencha une guerre de réparation. Le 7 octobre, Israël remit le compteur à zéro, comme si les événements de ce jour étaient la seule cause de la tragédie. »

Comme si tout ce qu’Israël infligeait à la Palestine — et à Gaza en particulier — n’existait pas. Israël, et tout l’appareil médiatique sous son influence, assigna à chacun son rôle : au Hamas, celui de bourreau ; et, ô surprise, à Israël, celui de victime. Une inversion pathétique de la vérité historique : l’offenseur se sent offensé ; le tortionnaire, torturé ; celui qui dispose des vies et des biens d’autrui, victime.

Mais la réalité est têtue. Et la fluidité médiatique actuelle retire au pouvoir constitué le monopole de presque toutes les cartes.

Nous avons vu la réaction d’une grande partie des Juifs, surtout jeunes, rompant avec les « vérités consacrées » ; refusant de croire qu’Israël est la victime universelle.

Le rôle d’Israël dans le monde est si bouleversant, si terrifiant, que nous voyons, en Europe, en Asie, mais surtout aux USA, la contestation des « vérités officielles » prendre corps.

Un journaliste de droite, trumpiste, mais avide de vérité plutôt que d’illusions — Tucker Carlson — s’efforce de remuer les ordures médiatiques qui nous submergent chaque jour. Il est, par exemple, à la tête d’un mouvement visant à réexaminer les assassinats des Kennedy, plus d’un demi-siècle après (et, inévitablement, viendra le besoin de vérité sur les événements de 2001… plus de trois mille morts attendent encore).

L’« astuce » israélienne se voit, par exemple, dans la GHF, institution créée pour « nourrir » les Gazaouis : elle distribue dans quatre points, obligeant à marcher 5 ou 10 km pour recevoir… des balles, des pâtes, du riz. Littéralement. Et sans eau : un détail de sadisme exemplaire, sous un climat sec.

Sur Gaza, et sur toute la Palestine, règne une impunité obscène, comme celle de ces officières israéliennes se maquillant devant des immeubles pulvérisés par les bombes. Que d’abjection.

Notes

[1] La Couronne a souvent alterné l'utilisation de ce drapeau avec ceux de divers pirates. Elle a utilisé la légalité et la discrétion en dehors de la loi, à sa convenance.

[2]    De manière significative, ces deux « nouveaux » États, Israël et l'Union sud-africaine, vont nouer une alliance bicontinentale étroite à tous les niveaux imaginables, en particulier dans les domaines commercial et militaire. Mais lorsque, dans les années 90, le déclin irréversible du racisme meurtrier sud-africain s'amorcera, Israël retirera rapidement tout son soutien, donnant ainsi une véritable leçon d'opportunisme (Abdelwahab Elmessiri et Richard Stevens, The Progression of a Relationship, New World Press, N.Y., 1976).

[3] Voir A Report of The New Project for the New American Century, septembre 2000. Il est frappant de constater que ce document aspire à, annonce, un événement fortuit d'une violence inhabituelle qui permettrait aux USA de reprendre leur leadership mondial, après avoir expliqué le déclin militaire qu'ils ont subi après l'effondrement de l'Union soviétique. Les stratèges de la Maison Blanche insistent : « Une stratégie de transformation qui se concentrerait exclusivement sur les capacités de projection de force depuis les USA, [...], créerait des problèmes entre les alliés des USA. De plus, le processus de transformation [...], sera probablement long, à moins qu'un événement catastrophique et catalyseur ne se produise, comme un nouveau Pearl Harbor. » Le lecteur remarquera que cela a été écrit en août 2000 : un certain Pearl Harbor se produit en septembre 2001.

El colonialismo sobreviviente y una tercera guerra mundial

 

Luis E. Sabini Fernández, 12-112025

Un viejo y áspero aforismo chino nos recuerda que cuando el dedo señala la luna el estúpido mira el dedo.

Y así estamos, cada vez más, en nuestra sociedad del espectáculo.

Hablamos de Hamás, no del sionismo.

Hablamos de beepers y intercomunicadores, no de quienes los construyeron. Y por qué.

Hablamos del ejército israelí pulverizando ciudades enteras con su población incluida, pero no de lo que le otorgó a los militares sionistas la impunidad para fabricar escombros con mampostería y cuerpos humanos incluidos; una argamasa que a gatas podemos formular, tan atroz y fuera de todo sentimiento humano nos resulta.

Hablamos de las lanchas explotadas en alta mar en el Caribe o en el Pacífico y no del dios de la guerra que resulta tan hermanado con la modalidad american de vivir-en-el-mundo.

Todo ello nos señala un aumento de la brutalidad política, un despliegue de incontinencia y de arrogancia. Desde las cúpulas planetarias, porque en los llanos, en los marasmos, en las costas, en los suburbios, lo que aumenta es la exclusión y las víctimas.

¿Estamos en la tercera guerra mundial, tantas veces anunciada? Por lo visto, sin que la inmensa mayoría de nosotros lo sepamos y sin precisar desde cuándo.

Varias fechas pueden otorgarse esa patética y trágica efeméride.


14 mayo 1948

Entonces se “funda” el Estado de Israel. Y con ello se reactualiza el colonialismo rampante con que se iniciara la Modernidad occidental en los siglos 15 y 16. 

El ciclo del colonialismo parecía clausurado con el florecimiento de la democracia “universal” en 1945. Muy pronto, se vio que el colonialismo no había desaparecido ni mucho menos, sino que había cambiado sus ropajes, rebautizado ahora neocolonialismo: la diferencia fundamental era que el viejo colonialismo, del British Empire, por ejemplo, llevaba muy orondo, por todos los mares, su bandera británica.[1] Y el colonialismo remozado a partir de 1945, inauguró nuevas banderas para las colonias, para cada colonia más o menos ex. Banderas propias.  Una afirmación de lo propio, pero sólo simbólicamente, en la bandera.

Así que públicamente y con grandes discursos “de emancipación y soberanía nacional” se dio por clausurado el ciclo colonial, vergonzante de abusos, robos y genocidios. Entrábamos a una era de “paz sin violencia”. Democracia para todos, o mejor dicho for everybody. Y vamos a ir viendo que todos no son todos, incluso peor, apenas resultan una minoría.

Pero, ¡oh maravillas de las políticas imperiales! Así como se continuaba con renovados bríos tecnológicos el colonialismo de un modo más artero en el “Tercer Mundo”, cambiándole hasta de nombre y habilitando así con bombos y platillos, estados nuevos, modernos y democráticos, en 1948 se inauguraban (también) estados del viejo cuño: Israel era erigido con población ajena al territorio (en un 95-98%, aunque ingresada gradualmente a lo largo de décadas) y a la vez vaciando en ese territorio más del 50% de su población histórica,[2] y otro estado de viejo cuño en 1948 cambiaba apenas su camisa: la República Sudafricana pasaba a denominarse Unión Sudafricana u establecía con toda legalidad la política de apartheid.[3]

No todo era neocolonial, como por ejemplo, Nigeria, Túnez o Birmania.

En la Unión Sudafricana se le reconocía a los colonizadores europeos derechos sobre tierra despojada a poblaciones africanas; zulú, kongo, luba y otras. Los europeos que habían construido la Unión Sudafricana, eran británicos, llegados al sur africano en el siglo 19, pero holandeses se habían instalado allí mismo desde comienzos del siglo 17 y, más tierra adentro reclamaban ser más “oriundos” que los británicos. En rigor, eran colonialistas exterminadores anteriores; zanjaron sus diferencias en una guerra entre blancos donde los ingleses no dudaron en exterminar a los Boers en el cambio de siglo del 19 al 20. Entender eso le costó a la ONU, unas cuantas décadas… y 27 años de cárcel a Nelson Mandela.

                                         

Por configurar el asalto sionista a Palestina una acción tipo “guerra de conquista”,[4] bien se la puede considerar fecha o anuncio de “tercera guerra mundial”. Sin embargo, la inmediatez histórica a una guerra finiquitada con la destrucción de “El Eje”, en 1945, hacía poco imaginable que la humanidad se viera nuevamente envuelta en otra guerra mundial.

La posibilidad de “tercera guerra mundial” adquirirá nueva vigencia entonces cuando desaparezca el “equilibrio de las dos superpotencias” (que tuvo vigencia de 1945 a 1991).

Entonces, EE.UU., sus élites de poder, sienten ─otra vez─ llamada su hora, con el sueño de divisar el siglo 21 como “el nuevo siglo de EE.UU.”, ahora en exclusividad.[5]



11 setiembre 2001

Casi inmediatamente, el mundo será conmovido con el derribo de las Torres del NYC, la

implosión del Edificio 7 y el bombazo o cohetazo contra o en un lateral del Pentágono. Parece demasiado para ser todo llevado a cabo por células terroristas de origen árabe (aunque parece indudable que árabes también están en “el acontecimiento”: en el lugar de alguno de los atentados aparecieron pasaportes o documentos identificatorios de ese origen, maravillosamente enteros).

El 11 de setiembre de 2001 significó la detención inmediata y sumaria en Nueva York de tantos o más judíos e israelíes que de árabes. Centenares. Para tener en cuenta. Sin duda, con toda la violencia desplegada, ese atentado nos acercó muchísimo a una tercera guerra mundial con borroneadísimos personajes. La violencia y la ignorancia aumentan juntas. Lo que gana es la heteronomía. Sigue todavía el misterio sobre el 11 09 2001.

27 febrero 2014 o 24 febrero 2022 [6]

Con la expansión de la OTAN, los neoconservadores, supremacistas, tomaron nuevo viento en la camiseta, y con una craneoteca fundamentalmente sionista, la expansión se hace a costa de muchos estados excomunistas.

De modo que, de los casi 18 estados que constituían junto a Rusia, la URSS, las deserciones voluntarias de estados y sociedades exsoviéticas, ansiosas de quitarse de encima el bozal soviético (las riendas y la sobrecarga), fueron mayoría. Rusia logrará sostener una relación, supuestamente fraterna, apenas con una media docena de estados circundantes, constituyentes de la actual Federación Rusa; Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Georgia, Moldavia, Tayikistán y Kazajstán.

Letonia, Lituania, Estonia, Finlandia, Uzbekistán, Polonia, Eslovaquia, Bulgaria, Rumania, Hungría, Chequia, abandonaron la influencia rusa antes soviética y han ingresado al llamado campo occidental, mediante la integración a la UE, desde entonces francamente agrandada.

Un país de considerables dimensiones en la escala europea; Ucrania, unos 700 000 km2 y unos 45 millones de habitantes, entregando las reservas de bombas atómicas que pertenecieran a la URSS, quedó en “tierra de nadie”. Rusia exigió mantener la neutralización de ese estado, como se había concertado cuando el colapso soviético. Pero las pretensiones hegemónicas de EE.UU., o de fuerzas en su interior (“el estado profundo”), cambiaron su posición.

Ucrania es prácticamente uno de los mayores estados constituyentes de la exURSS, y la craneoteca norteamericana, con Victoria Nuland al frente, entendió que era fruto maduro para la cosecha occidental. Por las buenas o por las… peores. Se produjo la caída de una presidencia amistosa con Rusia, y mediante movilizaciones violentas que dejaron un tendal de decenas de muertos, se estableció finalmente un gobierno más afín a “Occidente”.

El “giro de los acontecimientos” se hizo cada vez más antirruso; supresión de textos y cursos en idioma ruso, cuando hay una considerable porción de población rusófona, hostigamiento incluso violento a “los rusos”, que probablemente también respondían a “viejas cuentas pendientes”. Surgió una contrarresistencia de los sectores rusófonos de Ucrania, inmediatamente apoyada por Rusia. Al punto que algunas gobernaciones o municipalidades entraron a desobedecer al gobierno ucraniano (los municipios de Donetz y Lugansk, la península de Crimea) y finalmente, para impedir la inclusión de Ucrania en la UE, Rusia, al mando de Vladimir Putin ─aunque con muchas advertencias─ invade al mejor estilo clásico, el país. La reacción militar había tardado 8 años.

Otro escenario posible de comienzo de tercera guerra mundial, aunque se perciban a la vez esfuerzos para conjurar semejante desenlace.


Caligrafía"Tufan Al Aqsa" (Diluvio de Al Aqsa)

7 octubre 2023

Como si ya no tuviéramos suficientes casus belli, el 7 octubre 2023 surgió una situación que otra vez nos puso, nos pone, a las puertas de la ya trajinada tercera guerra mundial. Como que hay ganas de llevarla a fondo, porque a mucha gente, lo que más la intranquiliza y llena de insatisfacción, es la indefinición.

Lo que sobreviene ─está sobreviniendo─ es nada menos que un genocidio que cumple todos los requisitos que desde Raphael Lemkin ─el forjador del término y su sentido─ se consideran básicos. Es un genocidio de manual. Y viene con firma. Orgullosamente. Del sionismo, de gobernantes orgullosamente sionistas. Aunque los medios de incomunicación de masas se han apresurado a pintar el cuadro de situación como un ataque artero de irregulares musulmanes ─Hamás─, la verdad es muy otra.

No estábamos en el mejor de los mundos cuando Hamás desencadena su raid mortal. Es todo lo contrario. Edward Said describió la situación de Gaza en 2002 (muere en 2003 y por lo tanto no alcanza a testimoniar el brutal agravamiento de las condiciones que él describiera, cuando en 2006 Israel encierra a la Franja de Gaza por aire, mar y tierra, agravando lo indecible la ceñida descripción de Said: “Gaza está rodeada por una cerca electrificada por tres lados, aprisionados como animales, los gazatíes están imposibilitados de moverse, de trabajar, de vender sus verduras o frutas, imposibilitados de ir a la escuela. Expuestos todo el día a aviones y helicópteros, baleados como si se tratara de pavos de corral, tanto desde el aire como desde tierra. Empobrecidos y hambreados, Gaza es una especie de pesadilla […] con miles de soldados dedicados a la humillación, el castigo y al debilitamiento de cada palestino, sin importar su edad, su sexo, su salud. La atención médica no entra al territorio, a las ambulancias se les dispara o se las detiene. Cientos de viviendas son demolidas y cientos de miles de árboles frutales son destruidos, así como al suelo arado, castigos colectivos contra población civil y desarmada […]”.[7]

Veinte años después, el torniquete no sólo no había cedido un ápice sino que todo se había ido deteriorando y agravando. Todavía más. Ya no hay verduras o frutas en la otrora vigorosa agricultura gazatí, saboteada de mil maneras.

Israel se sintió maltratado por los palestinos, por Hamás, en 2023. Se sintió atacado. Fue atacado. Le pareció horrible lo que los irregulares habían hecho incursionando con bicicletas, parapentes, excavadoras y motos. Que un aluvión de agresión y violencia se había abatido sobre ellos. 

Pero ¿qué pretendían? Como bien explica Enzo Traverso[8] “el discurso dominante sobre el 7 de octubre fue como el brote de una epifanía negativa, la súbita aparición del Mal que desencadenó una guerra de reparación. El 7 de octubre, Israel puso el contador a cero, como si los sucesos de ese día fueran la única causa de la tragedia.”

Como si todo lo que le estaba haciendo Israel a Palestina y a Gaza en particular no existiera. Israel y todo el aparato mediático bajo su influencia asignó a cada uno “su” papel: ya sabemos el que le cupo a Hamás; el de perpetrador y ¡oh, sorpresa!, a Israel le cupo, una vez más, el de víctima. El discurso dominante; patética inversión de la verdad histórica. El ofensor se siente ofendido; el torturador, torturado; quien dispone de vidas y haciendas ajenas, víctima.

Pero la realidad es tozuda. Y la fluidez mediática actual, como ya dijimos, le arrebata al poder constituido la clásica disposición de casi todas las cartas.

Hemos visto la reacción de buena parte de judíos, sobre todo jóvenes, rompiendo con “las verdades consagradas”; la resistencia a creer que Israel es la víctima-de-todo.

El papel de Israel en el mundo es tan pero tan conmocionante, y aterrador, que estamos viendo como en Europa y Asia, pero sobre todo en EE.UU., los reclamos por la verdad y el rechazo de “las verdades oficiales” está tomando cuerpo.

Un periodista derechoso, trumpista, pero ávido de conocer la verdad y no los espejismos ─Tucker Carlson─ está empeñado en remover la basura mediática que nos inunda cada día. Está, por ejemplo, al frente de un movimiento, una movida, para reanalizar los asesinatos de los Kennedy, cuando ha pasado ya más de medio siglo (y tras ello, inevitablemente sobrevendrá una necesidad de verdad también ante los “acontecimientos” del 2001… más de tres mil muertos están allí esperando).

La “viveza” israelí se ve, por ejemplo, en GHF; la institución creada para “alimentar” gazatíes: reparten en 4 locales que obliga a caminatas de 5 o 10 km para recibir balas, fideos, arroz. Literalmente. Y sin agua, un detalle de sadismo ejemplar, en clima seco.

Por Gaza, y por toda Palestina, campea la impunidad impúdica, como la de esas oficiales femeninas israelíes acicalándose delante de edificios derruidos a bombazos. Tanta abyección.

Notas

[1]   Muchas veces la Corona alternó el uso de esa bandera con las varias piratas. Usando legalidad y discrecionalidad fuera de la ley, según conveniencia.

[2]    Nakba; el desplazamiento forzoso y el arrebato de sus propiedades inmuebles y muebles se practicó con violencia fríamente instrumentada: tropas sionistas llegaban a una aldea, y se urgía a sus habitantes a abandoner todo de inmediato. Piénsese en el choque de semejante “orden” para una población establecida allí por siglos. Si la población procuraba escabullir semejante orden, se concentraba a la población y se entresacaba cuatro o cinco adolescentes y se los mataba sin miramientos. Ese “argumento” resultaba convincente y si todavía había renuencia o resistencia, los sionistas atrapaban a otros cuatro o cinco jovencitos y se los mataba del mismo modo. Abandonar la aldea se extendía con el terror…

[3]  Significativamente estos dos estados “nuevos”, Israel y la Unión Sudafricana, elaborarán un estrecha alianza bicontinental en todos los planos imaginables; y particularmente el comercial y el militar. Pero cuando en los ’90 se inicie el declive irreversible del racismo asesino sudafricano, Israel retirará prestamente todos sus apoyos, una verdadera lección de oportunismo (Abdelwahab Elmessiri y Richard Stevens, The Progression of a Relationship, New World Press, N.Y., 1976).

[4]  Véase Miguel Ibarlucía, Israel: estado de conquista, Editorial Canaán, Buenos Ares, 2012.

[5]  Véase A Report of The New Project for the New American Century, set. 2000. Llamativamente en dicho paper, se aspira, se anuncia, un hecho fortuito de inusual violencia que permitiría a EE.UU. reasumir el liderazgo mundial, luego que el paper explicara la declinación militar que había sufrido EE.UU. tras el colapso soviético. Los estrategos de la Casa Blanca apremian: “Una estrategia de transformación que se centrara exclusivamente en las capacidades para proyectar fuerza desde EE.UU., […], generaría problemas entre los aliados estadounidenses. Además, el proceso de transformación […], probablemente será largo, a menos que ocurra algún evento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor.” Repare el lector que esto está escrito en agosto de 2000: un cierto Pearl Harbor se produce en setiembre 2001.

[6]  La fecha de la invasión rusa parece ser signo indubitable de esa tercera Guerra mundial que estamos tratando de ubicar; pero el 24 feb.2022 no es sino la respuesta ─enérgica, violenta─ a la intención estadounidense de romper la neutralidad ucraniana aceptada en los ’90, y esa movida ─neocon─ se desplegó desde 20 feb. 2014, con Maidan… y dólares.

[7]   Edward Said, From Oslo to Irak, Pantheon Books, N.Y.,2004, cit. p. Traverso, E., Gaza Faces History, Other Press, N.Y., 2024.

[8]   Gaza Faces History, ob. cit.