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25/07/2025

LUIS E. SABINI FERNÀNDEZ
Proyecto Arazatí en Uruguay: ¿descartado o redivivo?

Luis E. Sabini Fernández, Revista Futuros, 23-7-2025

El gobierno del presidente Yamandú Orsi acaba de cancelar el proyecto Arazatí que había presentado el entonces presidente Luis Lacalle Pou en el muy inapropiado período en que su presidencia ya había perdido las elecciones para el nuevo período presidencial.


Con el descarte de tal proyecto resultan corroboradas las dudas y críticas que el mencionado proyecto había cosechado desde muy diversos ángulos; la muy problemática toma de agua bruta del Río de la Plata; el invento de un lago artificial alojado en el río con el ridículo nombre de “polder”; la afectación a toda suerte de actividad local en la zona de Arazatí “invadida” por tal proyecto, el descomunal monto a pagar en dólares, hipotecando todo el futuro de OSE a corto y largo plazo, que iba a bloquear disponibilidad de recursos para muchos otros proyectos y necesidades del sector.

Pero el trámite que acabamos de ver a la luz del día sorprende no por su franqueza sino por su modalidad.

Llama la atención que los titulares del proyecto Arazatí no hayan sufrido ni un rasguño en su foja de credibilidad por haber presentado algo que ha sido desechado por su baja calidad como proyecto, su insuficiencia en la consideración ambiental, su abultado monto…

Y que, en algunas reuniones, cabildeos entre la parte empresaria y el nuevo elenco gubernamental, hayan resuelto, “en el mejor de los mundos” cambiar las condiciones del contrato, rehaciendo ahora un proyecto que, en lugar de rondar los 300 millones de dólares iniciales, rondará, inicialmente, los 200 millones de dólares, para hacer otra construcción, en otro sitio, con otras distancias en las conexiones y cañerías correspondientes.

La pregunta que queda en pie es cómo se evalúa este nuevo otro proyecto.

Alguien podría suponer que los montos que rondaban los 300 millones de dólares deberían bajar a 100 millones, en cambio de a los 200 millones estimados a ojos de buen cubero por los titulares del consorcio Aguas de Montevideo y los titulares del gobierno.

Los pasos más sensatos parecen ser que una vez desechado el proyecto Arazatí “por acumulación de faltas”, su proceda a su rescisión. Lisa y llana. Eventualmente, sus titulares podrían reclamar por los daños infligidos a su patrimonio, por lo ya invertido (que parece ser poco) y el lucro cesante.

El consorcio puede evaluar cuánto le conviene exigir la incursión en gastos y esfuerzo o cuánto apostar a ganar un nuevo contrato.

Porque el proyecto que ahora ha brotado de la mesa de negociaciones entre el Grupo de Montevideo y el gobierno de Yamandú Orsi, por tratarse de un proyecto radicalmente distinto al original, parecería merecer una nueva licitación.

El acuerdo amistoso, cambiando todo lo que hay cambiar,  deja en una nebulosa la razón de los montos de la inversión, del proyecto. Que no es una minucia.

La conferencia de prensa brindada por “las partes”, Alejandro Ruibal, Edgardo Ortuño, nos mostró una confianza mutua, recíproca, que lamentablemente no se compadece con el trámite. Podemos alegrarnos que las partes de un negocio o contrato público-privado mantengan un trato cordial y de confianza. Pero ese “espíritu” no tiene porqué prolongarse entre otros “actores” en juego, la sociedad en general, en primerísimo lugar.

Si los proyectos se estimaran “a ojos de buen cubero” y la sociedad se sintiera satisfecha con los resultados, entonces diríamos adiós a las licitaciones y a la brega por limitar los gastos y asegurar las calidades.

Pero la experiencia nos dice que es exactamente al revés: tenemos que ceñirnos a normas y regulaciones, sabiendo que, aun así, resulta muy difícil no errar, no malgastar, no defraudarse. Pero sin tales recaudos, la cosa sencillamente desbarranca.

18/07/2025

LUIS E. SABINI FERNÀNDEZ
La decisión judeosionista de exterminio de la sociedad palestina

Luis E. Sabini Fernández, 18-7-2025

La decisión judeosionista de exterminar a toda una población es el verdadero escándalo moral de nuestro tiempo.

Pero, ¿para qué y para quién es un escándalo?

No lo es, en primer término, para Israel, donde la política de exterminio de los palestinos goza de amplio apoyo.[1]


El niño caído, mural de Alan Zárate, estación de metro Cerro Blanco, Santiago de Chile

La política genocida es la máxima negación de valores universales que en tiempos bíblicos caracterizó al cristianismo.

El cristianismo forja un dios que, a diferencia del titular del Antiguo Testamento, reconoce rasgos y necesidades universales.

El choque entre éticas tribales y universales es muy fuerte, decisivo en nuestra condición humana. Somos distintos, nos comportamos de modo distinto, ya sea nuestra ética, nuestros impulsos morales, tribales o universales.

Tal vez el choque más relevante, en términos racionales, de discurso y de comportamientos, se expresa en la polémica –hace casi cinco siglos– en 1550 entre Fray Bartolomé de las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda, dos sacerdotes cristianos que convivieron con la expansión colonial e imperial de España tras el llamado Descubrimiento de América con el cual España incorpora poder, riqueza, población a sus dominios, como nunca antes.

Nuestro curso histórico, el de la modernidad, reconoce ambos cauces –tribal y universal–, en inevitable conflicto.

Y el divorcio entre ambas posturas, impregna nuestra modernidad, sobre todo con la expansión que denominamos capitalista.

El poder de algunos humanos negará y desechará a otros humanos despojados de esos atributos. A veces bastará considerarlos “otros” y ya no tendrán la plenitud de derechos que el universalismo procura atribuir a cada quien.

Nuestra modernidad navegará siempre, agónicamente, entre el universalismo declarado a toda hora y la negación, práctica, concreta de toda igualdad.

Pero no lo reconocerá. Declarativamente, la modernidad tardía, el mundo ‘siguiendo reglas’, el orden jurídico internacional asentado con la ONU, desde mediados de la década de los ‘40 proclamará “la igualdad entre los hombres”. En todo caso, omitirá delicadamente que se trata de “nuestros hombres”, europeos, blancos (que se extiende claro, a las mujeres… nuestras).

Hemos examinado en notas anteriores el sincericidio de Lindsey Graham, un rentado de la AIPAC que tiene una banca en el Senado de EE. UU., que aplica ese doble estándar; la vieja máxima orwelliana: ‘todos somos iguales, pero hay algunos que son más iguales que otros’. Viendo entonces su práctica, resulta muy poco igualitaria la democracia que se dice igualitaria.

El pensamiento doble se aplica a todo; en particular, en la reproducción de la información sobre la realidad.

–Israel genera un ataque sorpresa sobre Irán (no sabemos si coordinado con EE. UU. o no) y los medios de incomunicación de masas exclaman: Israel se defiende.

–Irán propone normas de control de la actividad militar nuclear en la región. Israel se niega, se ha negado siempre a aceptar forma alguna de control de su actividad nuclear con fines militares. Y OIEA se queja porque no tendría del todo allanado su control en Irán; nada dice porque Israel no le acepta ninguna inspección (sin ni siquiera entrar a considerar los métodos non sanctos de que se valió Israel para obtener su armamento nuclear).


Muestra de zapatos infantiles frente al Palacio de La Moneda, Santiago de Chile, en repudio a la matanza en Gaza

La ONU ha ido tejiendo redes asistenciales ante estados nacionales en crisis, que en general han fracasado; Srebrenica en Bosnia, en Haití, en Myanmar, en los Altos de Golán y en tantos otros sitios.

Evaluó Volker Türk, austríaco, Alto Comisionado para DD.HH. de la ONU (desde 2022): “También trabajé en esta organización durante los genocidios contra los tutsis, los musulmanes bosnios, los yazidíes y los rohinyás. En todos los casos, cuando el polvo se asentó sobre los horrores que se habían perpetrado contra poblaciones civiles indefensas, quedó dolorosamente claro que habíamos fracasado en nuestro deber de cumplir los imperativos de prevenir atrocidades masivas, de proteger a los vulnerables y de exigir a los responsables que rindieran cuentas. Y así ha sucedido con las sucesivas oleadas de asesinatos y persecuciones contra los palestinos a lo largo de toda la vida de la ONU”.

Pero la Gran Hada Madrina del cuento del Tío Sam trasciende los designios iniciales acumulando voluntad y sensibilidad que son propias de los seres humanos, sean cuales fueren las instituciones y aparatos en que se articulen.  Y así, ante el escándalo de la migración forzosa y el robo de tierras palestinas a manos de Israel, gente con corazón dentro de  la ONU ha creado una comisión que ha montado todo una red de servicios para hacer la vida cotidiana de los despojados algo menos invivible (no hay un reconocimiento cabal de los derechos palestinos, pero no se acepta llanamente la política racista de un poder ocupante, por más investido que esté de preceptos  milenarios y cuente con el aval de ”la primera potencia”).

UNRWA cuenta con decenas de miles de asistentes (pensemos que los palestinos, despojados, bloqueados, se estiman en casi 2 millones en la Franja de Gaza y otros más de dos millones en Cisjordania y Jerusalén Oriental).

En el nivel de hostigamiento progresivo que Israel ha desencadenado contra la Franja de Gaza desde 2006, pero particularmente tras el 7 oct. 2023, Israel ha dispuesto por sí y ante sí, la expulsión de UNRWA, acusándola de ser cómplice con Hamás, pese a que apenas se pudo sumariar tentativamente a no más de una decena de sus funcionarios, como los que podrían tener alguna relación o simpatía por Hamás en una plantilla de personal que se cuenta por decenas de miles (y reparemos que Israel inició un cerco de aniquilamiento sobre la Franja de Gaza en 2006, impidiendo progresivamente plantar, producir, disponer de agua potable y bloqueando toda contacto con el mundo exterior, salvo el decidido por el Estado de Israel que monopoliza la provisión de alimentos).

Un campo de concentración, aquel modelo de los ’40, tantas veces reiterado.

Beniamin Netanyahu, ha estimulado el acoso a los gazatíes reviviendo el exterminio de los amalecitas. Al respecto Gilad Atzmon, nacido judío pero que ha roto con esa identidad tribal que se le asignara con el nacimiento, sostiene que el genocidio en curso no es sino “el verdadero regreso a casa de los judíos”.[2]

Son palabras fuertes, pero resultan muy acordes con la mentalidad de la mayoría aplastante en Israel. Sin un fuerte apoyo popular, no podría haberse desplegado con tanta fuerza una política de desprecio, de acoso, de tanto hostigamiento, de muerte explícita.

Porque entiende de qué habla, Atzmon exhorta a los cristianos a darse cuenta del verdadero alcance y significado del Antiguo Testamento. Esta observación es clave, porque en sus primeros tiempos, los cristianos adoptaron el Nuevo Testamento cada vez con más fuerza, separando ese dios del de la Torá. Sin embargo, y en buena parte, por la corrupción de la Iglesia Católica, primero los valdenses en el siglo 14 [y antes de ellos, los cátaros en el siglo 12, NdE] y luego Lutero y otros en el siglo 16, rompieron con la Iglesia Católica. Pero cometieron el error habitual: tiraron el bebito con el agua sucia.

Ante el lujo y la disolución vaticana, dejaron de tener como referencia básica al Nuevo Testamento y retornaron al Viejo: la Biblia judía. La del dios despótico. Y con ese movimiento, de reencuentro cristiano con el Viejo Testamento, tenemos hoy en día, sobre todo en EE. UU., pero expandiéndose por todo el mundo, sectas protestantes, que nutren la corriente de los cristianos sionistas de EE. UU., con su poder económico, su fanatismo religioso y su defensa acérrima del genocidio emprendido contra los palestinos.

Esta coexistencia tácita, pero agónica entre supremacismo e igualitarismo dentro de la Iglesia Católica es desgarradoramente conflictiva.

En la situación actual, un factor muy vinculado al desarrollo tecnológico, se presenta como decisivo: lo mediático, la infoesfera, que nos permite acceder al conocimiento de manera mucho más integral e inmediata, al mismo tiempo permite el bloqueo de la realidad, como el genocidio actual, a través de un machaconeo mediático caudaloso, inagotable, sesgado y falaz dispuesto para preservar los privilegios de los privilegiados, que han programado un genocidio más para afianzar, precisamente, sus privilegios.

Este segundo momento de la infoesfera pone en cuestión el “efecto mariposa” que una monstruosidad como un genocidio en acto, debería generar. Porque lo pensable, apenas uno advierte un genocidio, es su rechazo más terminante. Y si los genocidas se burlan de las víctimas, como en Israel, peor aún. Y si los usufructuarios del genocidio y de la apropiación de los bienes de los despojados y asesinados, llegan incluso a organizar terrazas desde donde mejor visualizar, cómodamente sentados, cómo los soldados aniquilan palestinos desarmados;  ancianos y niños incluidos, la reacción de repudio y rechazo tendría que ser aún más intensa. El efecto mariposa tendría que estar adquiriendo la forma de un tsunami político. Pero el efecto mariposa va golpeándose contra diversas aristas, intereses, recursos, tanto desde la esfera judicial o desde la del entertainment, como con los ejércitos de escribas o “creativos” de la corriente mediática principal.

Una tarea se impone: desbrozar ese tejido que se nos quiere hacer pasar como de conocimiento y en rigor es de condicionamiento.

GHF: la Fundación Humanitaria de Gaza (Gaza Humanitarian Foundation) es un buen ejemplo de la neolengua orwelliana programada por la intelectualidad israelí.[3]

Bueno es advertir que para adueñarse del destino de la Franja de Gaza (“depurada” de sus habitantes ancestrales) se han aliado en su desguace no solo la dirección sionista israelí sino también el Instituto británico Tony Blair y el Boston Consulting Group; también figura el proyecto de una ribera turística “a todo lujo” para milmillonarios, bajo auspicios de Donald Trump. [leer aquí]

GHF desplazó, incluso con violencia, los 400 puestos de asistencia de UNRWA y los sustituyó por una red de 4 puestos de asistencia, y al personal de la ONU civil por militares israelíes.

Teóricamente, cada uno de estos solo 4 puestos de suministro de alimentos tendría que “atender” a una población deliberadamente hambreada (y desde hace años con fortísimas privaciones) de alrededor de medio millón de habitantes. La sola mención del número señala el desprecio, el destrato absoluto por la población que quieren exterminar y no pueden hacerlo abiertamente. Desprovistos de abrigos y protección, a menudo sin techo o con precarias, vulnerables carpas. No conocemos la regularidad de la entrega de alimentos, pero sí nos enteramos de las balaceras con que frecuentemente los soldados combinan la entrega de alimentos, que dejan el tendal de palestinos no solo hambreados sino así asesinados.

La entrega de alimentos en sí es un ejercicio de abyección: para recibir un alimento deben avanzar por estrechos corredores de alambrados apeñuscados y a merced de los militares.

A tener en cuenta:

–Distinguir lo real y lo fingido (la maraña aluvional de las fake news)

–No llamar guerra a lo que no es una guerra.

–La mirada racista es necesariamente sesgada.

–Y la mirada supremacista no podrá ver otra realidad que la propia. Como les pasa a los israelíes que lloran tanto a sus muertos sin advertir que, por ejemplo, los palestinos tienen probablemente cien veces más hijos, madres, hermanos, esposos, abuelas, amigos, que llorar, también matados (muy a menudo por los que tantos israelíes lloran).

–Si existe un fundamento teórico en el sionismo, doctrinario para la visión supremacista, como se desprende de ciertos pasajes del Talmud, tenemos que saber que ese discurso teórico afectará inevitablemente la práctica política.

–Un rasgo que vemos sistemáticamente organizado desde la perspectiva de dominio (¿local, regional, universal?) es la más que problemática relación con la verdad: Israel miente. Mienten en todo. Mienten siempre. Tal vez sea el mayor reconocimiento que hacen a la verdad.

–Corolario inevitable: una política que niega la igualdad de los seres humanos no tiene más remedio que mentir.

 –Saber que los que defienden los privilegios que gozan mienten siempre, los que fabricaron esta pesadilla necesariamente mienten, para preservarlas.

–La práctica política de Israel y su desapego radical a todo el ordenamiento político internacional es tolerado y a menudo asistido por los estados nacionales del “Primer Mundo”. Y la pasividad a menudo impotente de estados africanos, asiáticos o sudacas, que cumplen “el orden basado en reglas”. O “se la creen”.

–Paradoja inevitablemente llamativa: que Israel, con su peculiar origen administrativo (primer fruto “cosechado” por ONU), se burle de todas las reglamentaciones, acuerdos, principios, respetos del orden onusiano.


Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?”, célebre frase de Cicerón, que podríamos retomar: “Hasta cuándo Netanyahu abusarás de nuestra paciencia?”

 Judy Duarte, São Paulo, Brasil

 Notas

[1]  Véase, por ejemplo, Norman Finkelstein, “Netanyahu  es un espejo perfecto de la sociedad israelí.”, blogs.mediapart.fr, 14 jul. 2025.

[3]   The Israel Project’s 2009.  GLOBAL LANGUAGE DICTIONARY. Uno de sus recurrentes capítulos es “Words that work” (palabras que funcionan-trabajan-rinden).  

 

08/07/2025

LUIS E. SABINI FERNÀNDEZ
Israël, Palestine : génocide, oui ou non ? Le président uruguayen Yamandú Orsi “ne croit pas”

Luis E. Sabini Fernández, 6/7/2025
Traduit par Fausto GiudiceTlaxcala

Notre pays, l’Uruguay – et en particulier la direction politique ayant forgé l’Uruguay moderne : le batllisme, la macrocéphalie montevidéenne et le gouvernement du Front large – entretient une relation historique avec Israël dans laquelle mieux vaut ne pas trop remuer la merde.



Ainsi, à mesure que le régime israélien révèle de plus en plus ses caractéristiques premières – longtemps occultées ou camouflées derrière le cauchemar nazi de la Seconde Guerre mondiale – celles-ci sont mises à nu, notamment à travers les intifadas et les invasions sanglantes de la bande de Gaza. Ces événements dévoilent une relation coloniale sanglante entre métropole et colonie, entre peuple dominant et peuple colonisé.

À mesure que se précise la réalité coloniale, avec ses vérités fondamentales – domination des terres, racisme, suprémacisme, mépris de la démocratie – le mot « Israël » devient difficile à associer aux valeurs traditionnelles de liberté, fraternité, et respect des peuples. À l’inverse, le mot « Palestine » devient presque imprononçable pour de nombreux Uruguayens, tant il est désormais amalgamé à « groupe terroriste Hamas ».

Même si cela n’était pas nécessaire, l’histoire récente témoigne de violences extrêmes : un massacre en 2000, une invasion brutale en 2005, un rejet violent des élections libres de 2006 où les Palestiniens ont voté à la fois contre l’occupant israélien et contre l’Autorité palestinienne (devenue complice d’Israël).

La réponse israélienne ? Rejeter les résultats, emprisonner des élus démocratiquement élus, tenter de maintenir l’Autorité palestinienne au pouvoir en Cisjordanie. Hamas, ayant remporté les élections à Gaza, a déjoué la tentative de coup d’État et a conservé le pouvoir. En Cisjordanie et à Jérusalem-Est, c’est « le retour à la normale ».

Depuis 2006, Israël a mené une opération d’étouffement, de siège, d’anéantissement : blocus total, contrôle de la nourriture, destruction d’infrastructures, contamination des sols, destruction de l’aéroport et des installations portuaires, sabotage de l’électricité et des télécommunications.

Décennie après décennie, la brutalisation s’est intensifiée. La population palestinienne a subi répression policière, bombardements, exécutions sommaires. Et elle a répondu, parfois avec violence, parfois de manière spontanée ou sous forme de guérilla.

Cette guerre asymétrique, menée par ce que l’on appelle « l’armée la plus morale du monde », a conduit à une situation extrême au XXI siècle.
Yahya Sinwar, stratège du Hamas, semble avoir anticipé ce piège mortel et, le 7 octobre 2023, a lancé une opération inédite avec des moyens rudimentaires : armes de poing, deltaplanes, vélos, motos et quelques excavatrices d'occasion.


Ainsi, le Hamas a réussi à effectuer un strip-tease psychique, politique, éthique et militaire de l’armée occupante. Au prix d’un nombre de morts extrêmement élevé, ce qui engendrera des interrogations morales insaisissables sur la responsabilité d’une telle moisson de morts.
Car la mort était bien là, omniprésente. Et les mains exécutantes parfaitement visibles. Et la volonté génocidaire des commandements sionistes est également devenue explicite.

Devant un tel tableau d’atrocités, revenons à l’Uruguay.
Que nous dit le président ? Que ce n’est pas un génocide.
Des affirmations contradictoires et toutes deux valables (ou plutôt non valables).

Par exemple, pour Yamandú Orsi, un génocide serait simplement une tuerie, une manière abjecte à mes yeux de dévaluer une politique d’extermination raciste, suprémaciste, absolutiste. Orsi affirme qu’on ne peut qualifier de génocide un événement si un autre a déjà été ainsi désigné; autrement dit, il refuse de qualifier de génocide ce qui s’est passé après le 7 octobre 2023, au motif que ce qualificatif a déjà été utilisé pour des faits antérieurs. Comme si un génocidaire ne pouvait répéter son crime.

Dans son entretien à El Observador, le président précise qu’il appartient à un parti qui a tranché sur la question (comme sur bien d’autres). Il observe que « lorsque tu assumes une fonction gouvernementale, tu représentes tout le pays ». Il introduit ainsi une membrane subtile entre position partisane et fonction présidentielle – ce qui est pertinent.
Mais il ajoute, en embrouillant : « Je peux être d’accord ou pas avec la position du Front large ou celle du Parti national. » Et conclut : « Ça n’ajoute rien. »

Ce qui ressort surtout, c’est son insistance sur l’insignifiance de son avis (peut-être est-ce là sa sagesse). Il définit correctement et brièvement le concept de génocide: « Un génocide implique lextermination pour lextermination, ne laisser absolument personne de lautre camp. » Incontestable.

Mais il enchaîne : « Je ne sais pas si tel est l’objectif. Je crois que non. Je veux penser que non. » Trois phrases atrocement liées: il n’est pas certain du mépris suprême pour la vie des Gazaouis que manifeste Israël – et la majorité de ses citoyens – depuis des décennies. Il suffit de voir le bilan des Marches du retour (2019–2020), totalement pacifiques, ou le traitement dédaigneux aux checkpoints envers les malades et les femmes enceintes, soumis à l’arbitraire de soldats se comportant en petits dieux.

« Je crois que non » : faut-il y voir une simple cécité ou une rupture brutale avec la réalité ? Et cette troisième phrase : « Je veux penser que non » n’évoque plus les faits, mais le souhait de celui qui parle. Il voudrait que [l’auteur génocidaire] ne le soit pas. Cela peut révéler la conscience morale du président, mais très peu la réalité, laquelle, elle, peut ainsi être éludée. C’est ce que fait, sans honte, le gouvernement uruguayen actuel, pourtant présenté comme de gauche, honnête, épris de justice.

Le président se croit solidaire en promouvant un projet de la FAO avec « des gens du Danemark » pour les jeunes Palestiniens. À qui l’ONU enseignera l’agriculture… que les Gazaouis pratiquent depuis des temps immémoriaux. Ce qui manque aux jeunes Gazaouis, ce n’est pas la connaissance, mais la terre et la liberté. Et ce qui manque à l’ONU/FAO, c’est la honte.

Si le président Orsi montre une telle faiblesse argumentative, que peut-on attendre de la chancellerie uruguayenne, responsable directe de cette question? De la pitié.

La vice-ministre des Affaires étrangères, Valeria Csukasi – celle qui doit s’exprimer – nous explique, presque nous gronde, lorsqu’on lui demande pourquoi l’Uruguay n’utilise pas le terme de génocide à propos de Gaza :
« Je ne crois pas que ce soit une question d’utiliser ou pas ce mot. C’est quelque chose que nous surveillons en permanence à la chancellerie. Les termes en droit international ont une signification et une terminologie très précises ; nous ne les utilisons pas comme synonymes ou à notre guise, selon qu’ils nous plaisent ou non. Dans le cas du génocide, surtout en référence à la Convention pour la prévention et la répression du crime de génocide, il y a une configuration précise de situations requises, visant l’élimination totale et intentionnelle d’un type de population, soit en raison de son origine ethnique, soit de son emplacement géographique […]. »

Et elle ajoute : « Certains estiment que ces conditions sont déjà réunies, car certains acteurs israéliens ont exprimé la volonté de faire disparaître le peuple palestinien. Tandis que d’autres – parmi lesquels se trouve encore l’Uruguay – estiment que le gouvernement israélien n’a pas encore démontré cette intention. »

Il n’a pas encore démontré l’intention ! Mais que faut-il donc de plus pour la « configurer » ?

Bombarder une ville entière, en rasant presque tous ses bâtiments, n’exprime-t-il pas la volonté de la faire disparaître ?
Étouffer l’accès à la nourriture et aux médicaments, année après année, décennie après décennie ?

Tirer ou incendier sous les tentes, de nuit, depuis des hélicoptères, n’est-ce pas une volonté (lâche) de les éliminer ?

Saboter l’accès à l’eau potable, provoquant une hausse massive des maladies, ce n’est pas suffisant ?

Détruire presque tous les hôpitaux, non plus ?
Et les centaines de journalistes assassinés ?
Ramener Gaza à “l’âge de pierre”, comme promis par “le boucher” Sharon ?
Les humilier dans les rues, aux postes de contrôle, les tuer pour n’importe quel prétexte ?

Exterminer des familles entières, enfants, adultes, anciens ?
Et lorsque leurs bourreaux – les colons – sont glorifiés, non seulement jamais punis, mais même récompensés ? Cela non plus ne démontre pas une intention génocidaire ?

Tout cela n’est pas nouveau.

Déjà en 1947, avant la création de l’État d’Israël, Folke Bernadotte, le premier médiateur de l’ONU, cherchait une négociation équitable entre Arabes et Juifs. Il déclara : « Les Juifs ne peuvent pas tout garder ; il faut partager la Palestine entre ceux qui y vivaient et ceux qui arrivent. » Il fut assassiné.
Même si l’on assista à un scandale, et que le meurtrier fut arrêté par les Britanniques, il fut vite gracié… et devint peu après garde du corps de David Ben Gourion, premier président d’Israël.

Et Bernadotte n’eut même pas droit à des funérailles officielles. L’ONU elle-même ne réagit pas. [signalons tout de même qu’aucun membre de la famille royale suédoise n'a jamais mis les pieds en Israël depuis l’assassinat du comte Bernadotte, cousin du roi, NdT]

Le génocide n’est même pas une nouveauté.

Mais il n’y a pas pire sourd que celui qui ne veut pas entendre. Et il n’existe aucune clinique auditive qui puisse absoudre l’Uruguay.

L’Uruguay fut salué par Israël et les USA pour son (plutôt pitoyable) rôle dans la commission UNSCOP à la fin des années 1940.
Il fut le seul pays sud-américain à offrir refuge aux Juifs, mais pas aux militaires des pays de l’Axe.
Mais l’hospitalité du batllisme uruguayen, louable à l’égard des Juifs européens, n’a pas dépassé l’eurocentrisme. Il fut incapable de reconnaître la colonisation en cours contre les non-Européens, tels que les Palestiniens.

Ce conditionnement mental culmine dans les écrits de Julio María Sanguinetti, qui publia en 2018 La tranchée de l’Occident, répétant un siècle plus tard la thèse colonialiste et eurocentrique de Theodor Herzl: « Implanter au Proche-Orient un avant-poste de civilisation contre la barbarie [asiatique]. »

Le pouvoir israélien a pris l’Uruguay dans ses bras, et l’État uruguayen s’est laissé bercer, grisé par de tels chants.

C’est à travers les tragédies vécues par le peuple palestinien que l’on mesure l’ampleur de notre inconsistance comme pays, comme société.

Mais la résistance renaît. Et de quelle manière ! La Coordination pour la Palestine s’étend et s’enracine, irrésistiblement, dans d’innombrables villes et villages de notre pays, redonnant vie à notre dignité politique.



07/07/2025

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
Uruguay, Israel, Palestina: genocidio, ¿sí o no?
El presidente Yamandú Orsi “cree que no”

Luis E. Sabini Fernández, 6-7-2025

Nuestro país, Uruguay, y particularmente la dirección política con que se fue configurando el Uruguay moderno; el batllismo, la macrocefalia montevideana y el gobierno frenteamplista, tienen una relación, histórica, con Israel en la cual peor es meneallo.

Por lo tanto, y a medida que lo que rige Israel ha ido desnudando cada vez más sus rasgos primigenios, largamente ocultos o envueltos en la pesadilla nazi de la 2GM, pero poco a poco saliendo a luz con las intifadas, por ejemplo, y con las pesadillescas invasiones a la Franja de Gaza que abren un capítulo mucho más sangriento en la relación centro/colonia, pueblo señorial/pueblo colonizado, que estaba más velado inicialmente.

A medida que se fue despejando el contundente hecho colonial, con sus verdades profundas; el dominio de la tierra, el racismo, el supremacismo, el desprecio a todo afán democrático, la palabra Israel se ha ido haciendo más difícil de tragar, si lo procuramos unir, como tradicionalmente, con libertad, fraternidad, respeto de los pueblos. Otra palabra se ha vuelto aún todavía más impronunciable en los paladares de muchos uruguayos: Palestina (“grupo terrorista Hamás” se digiere mejor).

Por si hacía falta y no hubiese existido una matanza generalizada en el 2000, una invasión atroz en 2005, un rechazo visceral a los resultados electorales de 2006, donde los palestinos en elecciones limpias y sin resultados prefijados, rechazaron tanto el gobierno israelí como el de la Autoridad Nacional Palestina (que se había ido mimetizando poco a poco con el Estado de Israel) y… votaron mal. Es decir, las autoridades israelíes no aceptaron ese resultado electoral, aunque haya sido límpido como pocas veces. Como la opción democrática no se les avenía, Israel retornó al viejo sistema de poder: aprisionaron buena cantidad de candidatos elegidos democráticamente y procuraron darle una mano a la A.P. para que retuvieran la administración cisjordana.

Hamás, a quien le desconocieron la victoria contundente en Gaza y una victoria más medida en Cisjordania, logró desbaratar el golpe de estado en la Franja de Gaza, y retuvo el gobierno de ese territorio. En Cisjordania y Jerusalén Oriental, se impuso “la normalidad”.

Desde ese mismo momento, 2006, Israel inicia la operación de cerco, asfixia y aniquilamiento a los gazatíes, casi dos millones de habitantes. Bloqueo total. Ingestión mínima de alimentos controlada por el ejército israelí; sabotaje y/o voladura de usinas sanitarias e industriales; contaminación de suelos para dificultar o impedir su uso agrícola (vale recordar que la Franja de Gaza se cuenta entre los primeros territorios con uso agrícola en el mundo entero); bloqueo del aeropuerto de la Franja, bombardeado; bloqueo del uso marítimo para actividad pesquera y restricción absoluta del puerto, dejando apenas la pesca en la orilla; sabotaje y/o voladura de la red eléctrica y conexiones electrónicas.

A lo largo de las décadas, el proceso de brutalización israelí ha aumentado sin pausa. Y la población palestina, debió soportar represión policial,  atentados mortales con explosivos en hoteles,  ferias y buses, detenciones y muertes sumarias en las calles. Y responder, también con violencia, pero espontánea. Con el tiempo, la resistencia también adoptará modalidad guerrillera, que sirvió para “legitimar” la violencia fría y planificada del ocupante.

La política de cerco y aniquilamiento que elude hasta su propia realidad, llevada a cabo por el autodenominado “ejército más moral del mundo”, institucionalmente designado “Ejército de Defensa de Israel”; –dos designaciones que ejemplifican la política; la guerra de las palabras– que han llevado a la situación de paroxismo bien entrada la tercera década del  s xxi.

Un verdadero estratego, Yahya Sinwar, parece haber entrevisto el estado de situación al que el cerco de muerte había llevado a la Palestina más desdichada dentro de la desdichada Palestina. Y conociendo el overkill israelí, llevó a cabo un copamiento el 7 de octubre 2023, con armas cortas, alas delta, bicicletas, motocicletas y alguna excavadora de tercera mano.

Hamás logró así el strip-tease psíquico, político, ético y militar, del ejército ocupante. Con un costo de vidas altísimo, que dará lugar a esquivos interrogantes morales sobre la responsabilidad por tamaña cosecha de muerte.

Porque la muerte estuvo allí, bien presente. Y los brazos ejecutores bien a la vista. Y la voluntad genocida de los mandos sionistas resultó también explícita.

Con semejante cuadro de atrocidades, volvamos al Uruguay.

¿Qué nos dice el presidente? Que es un genocidio que no es.[1]

Afirmaciones opuestas e igualmente válidas (o más bien inválidas).

Porque, por ejemplo, un genocidio sería para Yamandú Orsi como una masacre. Una forma que entiendo abyecta de “bajarle el precio” a una política de exterminio racista, supremacista, absolutista.

Orsi alega que un genocidio no puede considerarse tal si ya fue calificado así otro episodio, otro acto “genocida”; es decir que Orsi se niega a calificar de genocidio algo que ha pasado después del 7 de octubre de 2023, porque ya se había calificado de genocidio actos acontecidos antes del 7 de octubre.

Como si un genocida fuese incapaz de reiterar su acto.

El presidente, en sus declaraciones a elobservador aclara que él pertenece a una fuerza política que resolvió sobre ese asunto (como sobre tantos otros). Pero el presidente observa que “cuándo tú asumes una tarea de gobierno, estás representando a todos el país.” Con lo cual introduce una delgada membrana entre la posición partidaria y la presidencial. Lo cual es correcto. Pero aclara, oscureciendo: “Y puedo estar de acuerdo o en desacuerdo con la posición del Frente Amplio o con la posición del Partido Nacional”. Y remata: “No agrega nada.”

Lo único que resalta es su insistencia en la intrascendencia de su opinión, de la emisión de su opinión (tal vez allí esté su sabiduría).

Define sucinta y correctamente el concepto de genocidio: “Genocidio implica que es el exterminio por el exterminio mismo, no dejar absolutamente a nadie… del otro.” Inobjetable.

Pero a continuación explicita: “Yo no tengo claro si el objetivo es ése. Yo creo que no. Quiero pensar que no.”

Tres frases atrozmente enlazadas: no tiene claro el desprecio supremo por la vida de los gazatíes, que Israel y la generalidad de los israelíes manifiesta desde hace décadas; basta ver apenas el saldo de centenares de muertos por las Marchas por la Tierra (2019 y 2020) que se hacían semana a semana, sin piedras, sin palos, absolutamente pacíficas, o el tratamiento despectivo en los checkpoints ante enfermos y parturientas, de soldaditos investidos como pequeños dioses.

“Yo creo que no.”: obliga a discernir si es pura ceguera o abrupto divorcio de la realidad.

Y su tercera frase: “Quiero pensar que no”, ya no alude a la realidad sino a los deseos de quien la formula: él quisiera que  [el agente genocida] no fuera tal. Esta frase podría hablar hasta de la conciencia moral del presidente, pero muy poco de la realidad, que por el contrario, puede ser así escamoteada. Que es lo que está haciendo con descaro e impudicia el gobierno uruguayo actual, tenido por izquierdista, por honesto, por justiciero.

El presidente se siente solidario promoviendo un proyecto de la “FAO con gente de Dinamarca” para jóvenes palestinos. A quienes la ONU les enseñará agricultura, la agricultura que los gazatíes conocen inmemorialmente. A los jóvenes gazatíes no les faltan conocimientos; lo que les falta es tierra y libertad. ¡Y a ONU/FAO lo que les falta es vergüenza!

Si el presidente Orsi ostenta tanta flojedad argumental, ¿qué nos depara la repartición del estado uruguayo –la cancillería –  que tiene que atender específicamente la situación?

Patetismo. La subsecretaria de Relaciones Exteriores, Valeria Csukasi – que es finalmente quien tiene que poner la cara– nos explica, casi nos apostrofa, ante la pregunta de por qué Uruguay no usa el término genocidio (aplicado a Gaza): “no creo que no sea un tema de que no lo usemos o lo usemos o no lo vayamos a usar, es parte del monitoreo que se hace permanentemente en la cancillería. Los términos en derecho internacional tienen un significado y tienen una terminología muy exacta, no los usamos como sinónimos o no los usamos a capricho, dependiendo de si nos gusta más o menos. En el caso de genocidio, y sobre todo a través de la Convención para prevenir, evitar, castigar el genocidio, tiene una configuración específica de situaciones que deben darse, que apuntan a querer eliminar completamente y con intención un tipo de población ya sea por su etnia, por su ubicación geográfica […].[2]

Y complementa nuestra funcionaria: “Algunos entienden que eso ya está configurado porque hay ciertos actores, israelíes, que han manifestado su voluntad de hacer desaparecer al pueblo palestino. Mientras que hay otros, donde todavía está Uruguay, que entienden que el gobierno de Israel no ha configurado aun esa intención.”

¡No ha configurado la intención! Pero ¿qué pretende la cancillería para configurar la intención? ¿Bombardear toda una ciudad derribando casi todas sus edificaciones no expresa voluntad de hacer desaparecer la ciudad?

¿Estrangular los accesos alimentarios y medicinales, año tras año, década tras década, no expresa voluntad de hacerlos desaparecer? ¿Balearlos o incendiarlos debajo de sus carpas, al barrer desde helicópteros, a menudo durante la noche, no expresa voluntad (cobarde) de hacerlos desaparecer?

¿Sabotear todo acceso a agua potable, aumentando notoriamente la morbilidad poblacional no configura esa intención?

¿Arruinar mediante bombardeos todos o casi todos los hospitales del área, tampoco la configura?

¿Y los centenares de periodistas asesinados tampoco? ¿Llevarlos más atrás de “la edad de piedra” como prometiera “El carnicero” Sharon tampoco?

¿Basurearlos en las calles, en los puestos de control, matarlos por cualquier nimiedad, no expresa voluntad de hacerlos desaparecer?;

¿Masacrar a miembros de toda una familia con adultos y jóvenes, ancianos y niños, no expresa voluntad de hacerlos desaparecer?

¿Y cuándo sus predadores –los llamados colonos– son ensalzados, no sólo no van a la cárcel sino que ¡hasta son desfachatadamente retribuidos!

¿Eso tampoco configura intención genocida?

Esto no es nuevo: cuando en 1947, antes del establecimiento del estado judío, Folke Bernadotte, el primer mediador de la entonces flamante ONU, gestiona negociaciones entre árabes y judíos, en un momento, tras fatigosas negociaciones empantanadas, declara: ‘los judíos no pueden quedarse con todo; hay que repartir Palestina entre los que estaban y los que llegan.’

Es asesinado y aunque fue un escándalo ver como la organización sionista se valía de métodos mafiosos, que obligó al administrador onusiano, Inglaterra, detener y aprisionar al asesino, dos semanas después se le conmutaba con descaro la pena y al poco tiempo el asesino de Bernadotte ocupó con honores un puesto de guardaespaldas para David Ben Gurión, el primer presidente israelí. Como el rigor sionista no perdona, a Bernadotte no se le hicieron las exequias que habrían correspondido a su rango; la ONU por entero ni se dio por enterada.

El genocidio no es ni siquiera nuevo. Pero no hay peor sordo que el que no quiere oír. Y no hay clínica auditiva que exonere al Uruguay.

Uruguay fue ensalzado por Israel y EE. UU. por su (más bien penosa) actuación en la UNSCOP, a fines de los ’40. Uruguay se destacó, además, en el cono sur americano porque fue el único estado regional que promovió el refugio a judíos y no albergó a los militares dispersados de los países del Eje.[3]

El gesto hospitalario del Uruguay batllista ante judíos despojados de sus derechos no superó el eurocentrismo. Y el Uruguay batllista no tuvo ojos para reconocer el fenómeno colonial sobre víctimas no europeas, como la propia Palestina.

El remate de semejante colonización mental se expresa en la labor intelectual de un Julio María Sanguinetti, que no tuvo nada mejor que publicar La trinchera de Occidente en 2018, repitiendo –¡un siglo después!– la tesis colonialista y eurocentrista de Theodor Herzl de implantar en el Cercano Oriente “un puesto de avanzada de la civilización frente a la barbarie [asiática]”.

El poder instaurado en Israel ha puesto al Uruguay en su regazo, y la institucionalidad uruguaya no ha sabido sino dejarse mecer, tras tan gratificantes arrullos.

Es con tragedias como la que ha sido forzado a vivir el pueblo palestino, que percibimos la gravedad de nuestra inconsistencia como país, como sociedad.

De todos modos, brota la resistencia. ¡Y cómo! Coordinación por Palestina se ha extendido y se afirma, imparable, en incontables ciudades y pueblos de nuestro país.

Rescatando nuestra dignidad política.

 Notas

[2]   Enumera otras “razones”, pero entendemos estas dos inicialmente presentadas como las más acordes con la situación.

[3] Los otros Estados del sur sudamericano, Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay fueron tierra de adopción para muchos militares que empezaban a sufrir un invierno político en sus países. Eso no significó, empero, que sólo Uruguay recibiera judíos hostigados en Europa; Argentina fue destino de un gran caudal judío. Y otros países del sur sudamericano recibieron otras minorías perseguidas por el nazismo, como cristianos pacifistas, albergados en Paraguay.

25/06/2025

LUIS E. SABINI FERNÁNDEZ
El silencio de Uruguay ante Gaza o ante Israel

   Luis E. Sabini Fernández  25-6-2025

Las masacres ahora diarias de civiles gazatíes en los centros de ayuda humanitaria en la Franja de Gaza, que ostensiblemente ha montado el Ejército de Defensa [sic] de Israel, para desplazar los intentos de salvataje alimentario, médico, clínico, que han procurado organizar tanto la maltrecha, maltratada UNRWA como Médicos sin Fronteras y otras redes solidarias privadas, obligan a la pregunta: ¿por qué tantas masacres? ¿por qué ese desplazamiento de la asistencia desde la ONU y redes solidarias de larga data?

Aunque nos cueste creerlo espontáneamente, los hechos revelan que el ejército israelí tomó sobre sí la tarea “alimentaria”  para facilitar la política genocida, para ”industrializar” así mejor la muerte programada de más y más palestinos. Hay demasiado elementos coincidentes como para soslayar la atrocidad de esa política.

En Israel se ha ido montando toda una estructura de servicios visuales desde los cuales mejor mirar el espectáculo de la matanza: ciudadanos israelíes concurren ávidos a esos emplazamientos para mirar –a distancia y con seguridad– con telescopios de calidad, la matanza; ver los bombardeos y las demoliciones,  ver, por ejemplo, volar los cuerpos con las explosiones. Como se ha señalado, ver “morir un pueblo como quien contempla una puesta de sol”. Algo peor, todavía: ver cómo es matado un pueblo, toda una población.


Selfie genocidiaria: soldadas israelíes se toman una foto en una posición en la frontera con la Franja de Gaza, en el sur de Israel, el 19 de febrero de 2024. Foto Tsafrir Abayov / Associated Press

No sabemos qué pensó Martin Amis cuando en 2014 publicó su Zona de interés, [1] mostrando jerarcas nazis conviviendo “idílicamente” con el infierno que habían generado allí nomás, cerca, del otro lado de la empalizada.

El relato fue tomado por muchos comentaristas como una condena más del universo nazi y de ese modo fue interpretado como una reivindicación, siquiera indirecta, del Estado de Israel, genéricamente entrevisto como “lo opuesto” a la Alemania antisemita de los nazis.

Sin embargo, hay un dato entregado por Amis que podría señalar otro enfoque: el abordaje de mundos paralelos. Y cuando uno, beatífico esconde el otro, infernal.

¿Y qué mundo tenemos nosotros para ver mientras israelíes matan a sangre fría con balazos en la cabeza (reiteradamente comprobados) a infantes palestinos? ¿Y cuándo se atrae a población hambrienta a sitios con comida, y a veces, so pretexto de mantener el orden en la fila, y a veces sin ni siquiera pretexto alguno, se riega de balas a los hambrientos, y se suman así episodio a episodio, veintenas de muertos, ¿cincuentenas de muertos?

¿Nos habla Amis de nazis o de mundos paralelos? ¿Y ese mundo paralelo está lejos o en el pasado, o está cerca, muy cerca de nosotros?

¿Y qué nos pasa en Uruguay? La política de los tres monos sabios prosigue, impertérrita.

Uruguay, su expresidente, ahora futuro catedrático de alguna ciencia política, abrió en 2024 una oficina, cultural, faltaba más, en Jerusalén, mientras el gobierno israelí proseguía tranquilamente su genocidio.

Tranquilamente pero ya no en su ritmo pausado. Luego del 7 oct. 2023, ante el copamiento del cuartel regional de Gaza por Hamás y el ajusticiamiento de algunos represores, Israel se sintió como bíblicamente llamado a actuar con la furia, la violencia, la arrogancia,  de  la conocida deidad que, actuando como agente inmobiliario, les habría cedido la tierra, como bien lo sabemos mediante documentos rigurosamente históricos, probatorios, como la Torah.

Y ese mismo expresidente, Luis Lacalle Pou, ignoró las resoluciones de la ONU que han procurado mantener a Jerusalén al margen de la órbita israelí (de la palestina, ni hablar), y puso nuestro país al servicio de la estrategia “boa constrictor” de Israel.

Poco antes, la Universidad de la República (UDELAR) resistió una rendición incondicional a la intervención sionista en la voz binacional de un catedrático de universidades israelí y uruguaya. No para eliminar ese punto de vista, sino para dar cabida a todas las voces, incluyendo a los partidarios de genocidio, pero no ya como voz oficial de la casa de estudios. Una amplitud increíblemente generosa, pero hasta ahora desconocida  (la UDELAR jamás patrocinó, al menos expresamente, cátedras con nazis, partidarios de la raza blanca como raza superior, torturadores raciales al estilo de los métodos como los de los anglos o los belgas en África, o las técnicas de tortura a poblaciones aborígenes que han desarrollado los sionistas en Palestina). Es una limitación a la libertad de cátedra y de expresión,  pero, ¿por qué habría tenido la UDELAR que romper esos límites, para beneficio de un sionismo cada vez más claramente brutal, bíblico, y moramente depravado?

Los silencios de Uruguay duelen. Han dolido mucho. Como cuando el ejército israelí abordó al estilo pirata a la Flotilla de la Libertad del año 2010 (que procuraban restañar mínimamente las enormes sangrías provocadas en Gaza y su población, con la invasión genocida de 2008-2009, con su tendal de miles de muertos y demoliciones masivas), y los militares israelíes asesinaron a varios tripulantes que cumplían con el deber de defender su navegación sin armas de fuego ni cuchillos, apenas con palos (los invasores, después de copar el navío y asesinar a parte de su tripulación robaron además, al mejor estilo lumpen, a los pasajeros calcetines y relojes, como denunció en su momento Henning Mankell, que participaba del intento solidario).

Pero tales silencios han sido persistentes. En 2017, cuando ya el infierno en Gaza venía arrasando a la sociedad desde 2006, mediante la decisión del “carnicero” Ariel Sharon, conocido genocida de los campamentos palestinos de Sabra y Shatila–  de “hacerles la vida imposible” a los gazatíes, una visita de PIT/CNT del Uruguay encontró “todo bien” en  Israel, no para judíos lo cual no sería novedad, sino para los palestinos. “Cualquier país que se precie de democrático dirime las cosas como lo hace Israel”, llegó a decir uno de sus deslumbrados visitantes.

En 2024, el periódico del aparato mundial sionista enlacejudío escribió: “Yamandú Orsi, que ganó por un estrecho margen una segunda vuelta electoral el domingo, se destaca en al menos un aspecto: nunca ha atacado a Israel.” Pésimo planteo, porque la pregunta tendría que ser si Israel ha atacado algo y en tal caso, si corresponde criticarlo, ignorarlo o alabarlo.

Poco antes, no bien se avizoró que el a la sazón intendente de Canelones, Yamandú Orsi, podía ser presidente del país, el aparato de hasbará de Israel se puso en marcha y Ana Jerozolimski fue la encargada de guiar al ilustre en visita oficial a Israel en setiembre de 2023.

En su visita, Orsi creyó ver una convivencia –pacífica, normal– entre palestinos e israelíes que la información habitual no le había entregado. El Potemkin israelí[2] no necesitó montarle un tinglado especialmente, porque todo Israel es una puesta en escena. Orsi, que se sepa, no visitó Cisjordania y menos aún Gaza; nos preguntamos qué palestinos habrá divisado en su visita oficial.

Ya investido presidente, Orsi junto a expresidentes uruguayos, Luis Lacalle Pou y Julio María Sanguinetti, fueron objeto de otra operación de Public Relations. Esta vez, de la fundación argentina Ana Frank, la misma que ha erigido una “escultura” luctuosa en la capital federal argentina, en una plazoleta sobre la av. Olazábal.

Yamandú Orsi, una vez más, aceptó la invitación que, como la de su visita a Israel, sirve para realzar facetas edificantes de Israel en el mismo momento en que Israel está asesinando fríamente en Gaza, y cada vez más en Cisjordania y Jerusalén, la mayor cantidad de vidas humanas que se recuerde en las últimas décadas.

En otras palabras, otra operación de lavado de imagen (justo cuando las cotas del exterminio alcanzan niveles insoportables, aun comparados con los habidos en Sudán y Sudán del Sur (otro invento geopolítico de Israel) o en Myanmar. Está clara la voluntad ¿política? de no juzgar la conducta de Israel, racista, supremacista, fríamente genocida.

Hay interesados en sustraer a Israel de responsabilidades, pese a que la brutal franqueza de Netanyahu les juegue en contra.

Si Israel ataca sin previo aviso a Irán, se lo designa como “ataque preventivo” o como “guerra entre Israel e Irán”.


Indudablemente hay intentos de desvíos de la responsabilidad. Véase esta joyita: “La demonización de Israel no llevará a la solución del conflicto en Oriente Medio, la comunidad internacional debe centrarse primero en destruir la grave causa de esta guerra que es el terror y luego promover un diálogo genuino y no en perpetuar una narrativa que ignora las complejidades del conflicto.”[3]

Obsérvese el tono doctoral del párrafo. El quid, nos dice, es el terror. Podríamos estar de acuerdo. Fue el terror sionista decisivo para instaurar Israel. Asesinando ya no a contrincantes sino hasta mediadores que procuraban otorgar derechos a palestinos y sionistas, como el mediador oficial de la ONU, Folke Bernadotte, o incluso a judíos que dialogaban con árabes musulmanes, como Jakob de Haan. Lo que veo cada vez más claramente es que Israel ejerce “el terror”: colonos sionistas serruchando olivos palestinos centenarios, guardias israelíes tirando en sus incursiones a todo lo que se mueve, buscadores inalámbricos previamente diseñados como explosivos detonados como castigo al Líbano por el que son matados varios portadores y centenares quedan heridos, y el país aterrorizado. Pero Galperin no se refiere a esos terrores, bien concretos; no elige el ejercicio despótico de terror que emplea Israel a diario con población palestina desarmada; habla sólo de cierto terror que vino después, como respuesta. Tendría que aprender a leer historia.

Y aprender a leer también psicología. Que “los malos” tienen bastante acotados sus alcances y que, en cambio, el mal que producen muchos buenos, incluso excelentes, es mucho más devastador. Porque el malo, entrevisto, descubierto pierde capacidad de daño, pero el bueno, el excelente, siempre contará con una claque de convencidos (o sobornados o mentalmente reducidos) que le facilitará proseguir su tarea devastadora, aunque “con las mejores intenciones”.

Si criticamos, por ejemplo, “el terror” ya hemos resuelto las claves políticas del momento; apenas acotamos “el grupo terrorista Hamás” o el estado terrorista de Irán y entonces, queda por demostrar lo que creemos ya demostrado.

Seguramente, el Ejército de Defensa de Israel, o el Mossad, o el Shin Bet encontrarán o fabricarán tales pistas. Porque las pruebas existen de antemano. Y si hay que hacerlas, se hacen. A los inmensos conglomerados de poder no los guía la búsqueda de verdad sino la expansión de la verdad ya configurada de antemano. Los centros de poder optan por la versión que se aviene a la imagen que valoramos: bebitos horneados, mujeres desventradas, árabes que juegan a la pelota, festivamente, con senos femeninos arrancados de cuajo, palestinas falsarias que muestran heridas, horribles, como si se las hubiese hecho la fuerza pública israelí cuando se las han pintarrajeado ellas mismas.

Según Israel los palestinos se dañan a sí mismos o a sus imágenes. Falta nomás el detalle de cómo han logrado derribar tantos edificios. Con qué explosivos ¡Cómo han desmantelado más de cien hospitales!…

¡Cómo a israelíes no se les cae la cara de vergüenza! ¡Cuánto supremacismo, cuánto ombliguismo, cuánta soberbia racista se les ha inculcado para que se la crean!

Porque Israel no carga sus responsabilidades. De atrocidades. Y cuando una decena de militares femeninas, coquetamente mejoran su aspecto para sacarse una selfie delante de toda una zona urbana de edificios altos en la ciudad de Gaza, destruida por bombardeos (con población atrapada y muerta entre sus escombros), lo que prevalece en la foto es el carácter risueño de “las chicas”, su frescura, y la ajenidad total ante lo que ellas y el resto de Israel ha hecho con esa población, con esa ciudad, con ese territorio. Las hermosas jovencitas son totalmente inocentes. Y si no inocentes, ajenas.

Los del ejército ocupante se sienten tan exentos de culpa que pueden tratar muy mal a ¿quiénes? A los muy malos; porque con los despreciados no necesitamos expresar compasión, solidaridad, ni vergüenza ante niños hambreados, baleados; ni ante la falta de agua (aunque le hayamos cortado el suministro nosotros mismos), ni por la restricción de alimentos que le hemos impuesto hace ya casi veinte años, cuando votaron mal, contra nosotros…[4]

Desde la ONU, hace tiempo, se ha generado un monstruo político, psicológico, ético. Se lo percibe cada vez más claramente. Lo que es más arduo es reconocer a sus progenitores.

Notas

[1]  Llevada al cine por Jonathan Glazer, británico, en 2023.

[2] Grigori Potemkin fue un ministro de la zarina (de sangre teutónica) Catalina II (reinó de 1762 a 1796) a quien, para impresionar con su gestión, le mostraba fachadas de pueblos inexistentes, que mandó levantar a cierta distancia de los caminos por los que se desplazaba la zarina, ofreciendo un desarrollo, un poblamiento falsos.

[3]  Javier Galperin, Cartago Delenda Est, El País, Mtvdeo., 31/5/2025.

[4]   La Franja de Gaza es considerada uno de los primeros sitios en que la humanidad desarrolló agricultura. Eso, que debería ser un “tesoro de la humanidad”, ha sido contaminado adrede por Israel para debilitar su capacidad alimentaria.